La reincorporación al trabajo
Mirad, yo no puedo llevarme a mi hija [...]. El trabajo no lo permite.
Con una criatura no hay dónde colocarse [...].
Además, que no tardaré mucho en volver.
¿Queréis guardarme a mi niña?
VICTOR HUGO (1802-1885),
Los miserables (1862)
INTRODUCCIÓN
La lactancia materna como mantenimiento de la vida creada, al igual que la gestación —crear vida—, son trabajos específicos de mujer, pero no se consideran como tales y acaban interfiriendo con su vida laboral y su carrera profesional.
El trabajo de lactancia, como tantos de los realizados por las mujeres, ha sido devaluado en los hechos concretos. Hace más de un siglo que comenzó la fabricación de fórmulas sucedáneas con el propósito de hacer negocio, cambiando la forma de alimentación inicial y, por ende, de crianza de los humanos; se atribuyó a estas fórmulas el carácter de científicas, se pretendió que eran de mejor calidad y se les dedicó más tratados y estudios que a la leche del pecho de las mujeres. No se cuestionó lo que se estaba haciendo y no se previeron las consecuencias.
En el momento actual, muchas mujeres que desean estar con sus hijos más tiempo no tienen ningún amparo, o muy escaso, del cuerpo social en el que viven, pierden escalafón en el trabajo o incluso son despedidas, por lo que muchas de ellas tienen que dejar a sus hijos en manos ajenas y volver al trabajo remunerado. Otras logran arañar días para estar juntos e incluso consiguen seguir con su lactancia.
De esto vamos a hablar en este capítulo, de cómo, ante la indiferencia de la sociedad, de los políticos, de los sindicatos, se puede conseguir continuar una lactancia aun saliendo a trabajar fuera de casa, de cómo aminorar el desgarro que para muchas supone la separación temprana, de trucos para estar más tiempo y mejor juntos. De cómo, si se dan las circunstancias y la unidad familiar puede permitírselo, no separarse. Es sorprendente que en la mayoría de los países los permisos laborales por maternidad, remunerados o no, sean inferiores a la duración recomendada de la lactancia materna, máxime sabiendo el ahorro económico que la lactancia materna supone, no ya para la familia y la nación, sino para las propias empresas que ven disminuido el absentismo laboral al haber menos carga de enfermedad en los hijos de trabajadoras que los amamantan.
Uno de los mayores obstáculos a la continuidad de la lactancia durante el primer año de vida es la obligación de reincorporarse al trabajo pero, en realidad, no es preciso que destetes al acabar la baja por maternidad si no lo deseas. Para ello, hay que conocer y dominar una serie de recursos que te van a permitir hacerlo con éxito. Por una parte, existe toda una serie de tácticas y leyes que te asisten en tu derecho para retrasar lo más posible la separación. Por otra, debes asegurar que tu pecho sigue produciendo leche (que tú sigues produciendo leche) y que esa leche se la toma tu bebé aun no estando juntos.
Muchas mujeres me han contado cómo disfrutan al volver del trabajo a casa con su lactancia y cómo notan la alegría de su hijo al poder mamar de su mamá. Es innegable que pese a esa separación, la lactancia salvada va a mantener la unión tan especial, el vínculo que tenéis entre ambos y compensar las horas separadas.
CÓMO RETRASAR Y AMINORAR LA SEPARACIÓN
En primer lugar, debes saber que la ley te ampara, no como debería ser, de un modo incondicional y a lo largo de toda la lactancia, pero algo es algo: la Organización Internacional del Trabajo (OIT), agencia de las Naciones Unidas, dice que «se han de tomar medidas especiales de protección de la maternidad para que las mujeres puedan cumplir su función de madres, sin que resulten marginalizadas del mercado de trabajo». Toda una serie de armas legales están a tu disposición para emplearlas, aunque todo depende del país en el que vivas, de la empresa en la que trabajes, del convenio de tu empresa o de cómo sea tu empleador.
En primer lugar, está la baja maternal, variable en semanas según países. El Convenio 183 de la OIT (año 2000) recomienda una baja laboral retribuida con más de las dos terceras partes del sueldo habitual de, al menos, 14 semanas, 6 de ellas obligatoriamente en el posparto.
En este mismo convenio se prohibe despedir a una mujer embarazada o lactante durante la licencia de maternidad o al poco de haberse reincorporado y se garantiza el derecho a retornar al mismo puesto de trabajo o a un puesto equivalente con la misma remuneración al término de dicha licencia. La OIT defiende el derecho de la trabajadora lactante a una o varias interrupciones por día o a una reducción diaria del tiempo de trabajo. En la Recomendación 191 la OIT habla de una baja de 18 semanas amplia-bles en caso de nacimientos múltiples.
La licencia por maternidad es de 18 semanas en el 20 % de países del mundo, de 14 a 17 semanas en el 30 % de países, de 12 a 13 semanas en el 35 % de países y de menos o nada en el resto. En cuanto a la remuneración, el 60 % de países no remuneran durante la baja maternal o menos de los dos tercios del salario; solo un 30 % lo remuneran al 100 %.
España oferta en estos momentos una baja laboral de 16 semanas remuneradas al 100 %, 18 semanas si son gemelos y 20 si son trillizos, siempre que se esté afiliado a la Seguridad Social y se haya cotizado al menos 180 días en los últimos cinco años. Así mismo, dispones de una hora diaria de licencia repartida o no en dos pausas para lactancia o acortar la jornada en media hora hasta que el bebé tenga 9 meses. En caso de hospitalización del recién nacido, la baja se amplía durante el período de hospitalización hasta un máximo de 13 semanas. La hora diaria de permiso es por niño nacido, es decir, son dos horas para gemelos. Si no has cotizado el mínimo descrito, infórmate bien porque tienes derecho a otro tipo de subsidio alternativo.
Bien, 16 semanas no son los 6 meses (26 semanas) que se recomienda de lactancia materna exclusiva, pero algo es algo. Si antes del parto no puedes más, y te das de baja, que no sea a costa de la baja maternal para que no te descuente. Deben darte de baja por trabajo con riesgo en el embarazo o por un motivo médico. Quitando 6 semanas que la ley reconoce que son tuyas para después del parto, las otras 10 pueden ser repartidas con la pareja, lo que en caso de lactancia artificial puede ser comprensible, pero no en el de lactancia materna.
Pero bien, ya tenemos un respiro, las primeras 16 semanas. Muchas de vosotras preferís no disfrutar las pausas de una hora diaria y acumularlas, obteniendo, según convenio y negociaciones con el empresario, unas 12 a 16 jornadas laborales libres más, lo que da una tregua de unas 2 a 3 semanas más a acumular a la baja por maternidad, consiguiendo llegar a los 4 meses y medio de edad de tu bebé. La hora de lactancia no ocasiona reducción del sueldo. Cada gemelo genera derecho a una hora más.
Muchas cogéis las vacaciones anuales a continuación, llegando casi a los 6 meses de edad. Tienes derecho a cogerlas aunque se te haya pasado el tiempo, e incluso el año, y te quedasen pendientes del anterior.
A partir de ahí se puede optar, según las circunstancias económicas y laborales de cada cual, sea por una reducción de jornada por cuidado de menor de 8 años con la reducción consiguiente del sueldo, sea por solicitar un permiso sin sueldo puntual o una excedencia de hasta tres años, con derecho a reserva del puesto de trabajo el primer año y a un puesto del mismo grupo profesional los dos siguientes. En España, tras la última reforma laboral, la reducción de jornada es entre un octavo y la mitad del tiempo y es diaria, es decir no se puede dejar de acudir algún día al trabajo.
Las madres autónomas deben consultar sus condiciones específicamente, pues no solo se les reconoce en los últimos años prestaciones, subsidios, bonificaciones especiales de cuotas y permisos de maternidad y paternidad, sino que, en España, dependiendo de en qué Comunidad Autónoma estén residiendo pueden tener derechos adicionales.
MODIFICACIÓN DE LAS CONDICIONES LABORALES
La ley de protección de riesgos laborales protege mucho mejor a la mujer embarazada que a la madre lactante y a su bebé. El riesgo para la lactancia por exposición o manipulación de sustancias tóxicas, por trabajo excesivo, trabajo nocturno o a turnos, ha de solicitarse y debe dictaminarlo un médico, normalmente el de la mutua de la empresa, quien finalmente decidirá la cuestión. Si hay riesgo, deben ofrecerte un trabajo distinto en la empresa sin él; en caso de que no exista otro trabajo sin riesgo, puedes solicitar la suspensión del contrato por riesgo con derecho a subsidio hasta que tu bebé cumpla 9 meses. Todo esto está tan mal articulado legalmente, que muchas veces el resultado final de las gestiones es muy variable dependiendo de cómo lo pides, de cómo el sindicato o los abogados se lo trabajan y del talante del empresario, lo que no debería ser.
QUIÉN SUSTITUYE A LA MADRE. ELECCIÓN
DEL SISTEMA ALTERNATIVO DE CUIDADOS
Así que, querido señor: o mejor, querido señor, señorito o señorón, que todo lo manda (por ahora): haga el favor de ponerse con el tema. Ya sabemos que es usted sensible, como le hemos pedido. Pero, hasta que no desarrolle la capacidad de gestar, parir y amamantar, haga el esfuerzo de ponerse en nuestro lugar. No hay manera humana de que tener hijos no sea un contratiempo para nuestras carreras profesionales y para nuestras bellezas. Es un desastre para nuestra ascensión laboral y no le digo para nuestras tetas. Así que legisle ya para que no nos sintamos fatal trabajando en nuestra casa, cuidando unos hijos que son de todos y para todos. Porque en ese tiempo, que casi consideramos inútil y perdido, estamos dándonos futuro. Y déjese de guarderías de 0 a 18, que están los chavales hasta los pelos que ya tienen. Denos unas buenas bajas maternales, cuide de que nuestros puestos de trabajo nos esperen y convenza a toda la sociedad de que criar hijos es un regalo que le hacemos.
EVA HACHE
«Querida señora» (El País, 14-10-2012)
España es, con mucho, el país europeo con mayor número de menores de 3 años asistiendo a guarderías. Mientras en otros países de nuestro entorno no existen en absoluto o están estabilizadas en cifras muy bajas o con tendencia a la baja, las autoridades de nuestro país nos las intentan vender como un símbolo de modernidad y conciliación.
Si vas a tener que empezar a ausentarte del domicilio, tendréis que calcular quién se va a hacer cargo del bebé en tu ausencia. Todo dependerá de si tu pareja también tiene trabajo o no y de si os podéis turnar en vuestros trabajos para que uno de los dos siempre esté en casa o no. En ausencia de lo anterior, se puede recurrir a la familia o a las amistades como segunda opción. Dependiendo de si ya están jubilados o no, de cómo sea de buena su salud, de sus deseos personales y de cuánto de cerca vivan, los abuelos pueden ser una magnífica opción. Un familiar en paro (hermanos, tíos) también, y lo mismo alguna amistad de vuestra confianza, que le apetezca y quiera hacerse con un sobresueldo.
La tercera opción es contratar a una persona que venga a casa o le lleves a la suya para cuidar del bebé, lo que plantea una cuestión de confianza; hay países en los que hay agencias específicas con regulación estatal de contratación de personas cuidadoras que atienden un número reducido de niños en su propia casa, las llamadas «assistantes maternelles agrées» (asistentes maternas autorizadas) en Francia; no es el caso de España.
Finalmente, cuando nada de lo anterior es posible, la guardería queda como cuarta elección, y quizá la menos buena pues aúna dos problemas: la menor dedicación al bebé que va a haber al ocuparse de varios niños cada empleada de la guardería y la mayor exposición a enfermedades propias de los niños al convivir varios de ellos en estrecho contacto las horas que permanecen en la guardería. Dependiendo del número de horas que contrates al cuidador o cuidadora individual, no tiene por qué ser una opción más cara que la guardería.
Tanto si decidís cuidador individual como guardería vale la pena tomarse el tiempo de hacerlo bien y estar razonablemente seguros de haber acertado, pues cambiar bruscamente no es bueno para un bebé o niño pequeño que no entenderá bien un desfile de personas diferentes como cuidadores. Invitad a la persona que hayáis decidido contratar antes de empezar a trabajar, para ver cómo se comporta, o acudid a su casa si es que lo va a cuidar allí; si es una guardería, id el mes antes de empezar a trabajar para ver cómo funciona. Si aún le das el pecho, asegúrate en uno y otro caso de que puedes darle de mamar mientras lo están cuidando y de que aceptan que les lleves tu leche para dársela cuando corresponda.
El desempleo que asola y azota, especialmente a nuestra juventud en estos momentos, es una angustiosa situación de incertidumbre a la que el nuevo bebé ha llegado. Con todo, mientras se cobre el paro u otro subsidio, haya ahorros o familiares que apoyen, el paro puede constituir una oportunidad de disfrutar del nuevo hijo mucho más tiempo, siendo especialmente benéfico esto no solo en el consorte, habitualmente tan alejado por su trabajo de sus funciones parentales, sino también en el bebé y familia. El desempleo en la madre permite ocuparse más tiempo del bebé. Este párrafo no es para justificar lo que está pasando en absoluto, es por aquello del «no hay mal que por bien no venga».
Al final, el vínculo con el padre lo hace el dedicarle tiempo, porque con la madre ya lo tiene de serie prácticamente.
DAVID, padre de ELSA (2013)
CÓMO MANTENER LA SECRECIÓN DE LECHE
El principal problema a resolver si tienes que separarte de tu bebé y estás dando el pecho, es el mantenimiento de la producción de leche. Como recordarás, la estimulación del pezón y el vaciado frecuente de la mama, cada pocas horas, hace que se produzca más leche. Es decir, que el mantenimiento de la producción de leche depende de la extracción de la leche, sea por el bebé, o de forma manual o con un sacaleches.
La hora de lactancia se puede utilizar para amamantar directamente si tu bebé está cerca, lo que puede ser debido a que el trabajo está próximo al domicilio familiar y vas o te lo traen, o a que has buscado una guardería cercana como logran hacer algunas (la suerte es tenerla dentro de la empresa, pero esto, pese a los beneficios económicos que se derivan para la empresa porque sus trabajadoras amamantan, no se prodiga demasiado). Si todo lo anterior no es posible, la hora de lactancia se puede emplear para extraerse leche, lo que mantiene la producción y permite alimentar a tu bebé cuando tú no estás. Se trata de tener una reserva de leche, para una o dos tomas al día siguiente, cuando irás a trabajar.
Dependerá, desde luego, de qué edad tiene tu bebé en ese momento y cuáles son sus demandas de comida, así como de la ayuda de que dispongas y del horario del trabajo. Si ya tiene más de 6 meses, pueden darle alimentación complementaria mientras tú no estás; si trabajas a tiempo parcial o son pocas horas y no pide durante las horas que no estás, no es preciso molestarle para darle de comer.
Si te has de incorporar al trabajo antes de los 6 meses de edad de tu bebé, y deseas darle tu leche en exclusiva hasta esa edad, es bueno para los dos poneros a la lactancia mientras estés en casa, antes de irte al trabajo y nada más llegar del mismo: te irás con el pecho aliviado y lo aliviarás al volver y tu bebé tan feliz. Muchas madres aprovechan el tiempo que están en casa, sobre todo las horas nocturnas, para estar lo máximo posible piel con piel y dar de mamar, compensando las horas que no han estado juntos y asegurando mayor producción de leche. Si te dejan en el trabajo, que es obligatorio que te dejen en la hora de descanso, extráete leche, refrigérala en una nevera y llévala a casa adecuadamente refrigerada (neverita portátil) para ir teniendo de reserva. Esa leche se la pueden dar al día siguiente, mientras estás en el trabajo; no es preciso pues congelarla, basta con ponerla en la nevera.
Extracción de la leche
Si estás dando el pecho y quieres seguir haciéndolo pese a reincorporarte al trabajo, la técnica de extracción de la leche debes dominarla antes de incorporarte. De hecho, es bueno haber empezado alguna semana antes para adquirir experiencia y tener una reserva de leche que será muy tranquilizadora cuando ya estés trabajando. Es decir, si has empezado a sacarte leche justo el día antes de ir a trabajar, tienes casi seguro dos problemas: primero, que muchas veces, al principio no sale casi nada aunque tú estés criando perfectamente a tu bebé con tu leche y, segundo, que eso te va a poner nerviosa por ver que te vas al trabajo y no tienes leche en reserva para dársela. Lo más práctico es asistir a alguna sesión en la que tu matrona u otra madre del grupo de apoyo o taller que conozcas te haya explicado bien cómo hacerlo. Conforme vayas practicando verás que en menos tiempo sacas más leche. Se puede incluso realizar extracciones con sacaleches a la vez que estás amamantando: en un pecho tu bebé y en el otro el sacaleches.
Hay dos maneras de extraerse leche: con tus manos o con un sacaleches. En ambos, se facilita mucho la extracción si te preparas un poco emocionalmente y preparas el pecho previamente. Antes que nada, sea con sacaleches o manualmente: lávate bien las manos con agua y jabón. Tienes derecho a que el lugar en el que vas a extraerte leche no sea un cuchitril, que esté limpio y sea un lugar recogido en donde sea difícil que te interrumpan; aunque no hay legislación al respecto y la empresa no tiene ninguna obligación, tú sí que puedes exigírselo. Es bueno pensar en tu bebé, incluso tener alguna ropita que lleve con frecuencia, una foto mientras estás sacándote leche. La preparación previa del pecho la puedes hacer dándote un masaje con la mano, primero circular por todo el pecho alrededor de la areola y luego radial desde la periferia del pecho hasta la areola durante un par de minutos y finalmente sacudiéndote los pechos inclinándote un poco hacia delante y haciéndolos oscilar. Ponerse sobre el pecho un paño calentado con agua tibia también ayuda. Tras ello, depende de si has aprendido a sacarte leche con las manos o con un extractor. Ambos métodos, bien hechos, son muy eficaces para extraer leche; depende de cuál prefieras tú, con el que te sientas más cómoda, te cause menos molestias y emplees menos tiempo. Algunas mujeres han optado por el método manual porque la copa del extractor les hacía daño y suele ser debido a ignorar que hay varias medidas de copas para que se adapten a los diversos tamaños de pecho: si la copa es pequeña para el pecho, hace daño. A otras, es el ruido o la tecnificación que supone el sacaleches lo que les molesta.
Las mujeres que he conocido que preferían la extracción manual conseguían en pocos minutos buena cantidad de leche. Tras la preparación, la mejor es la técnica de Chele Marmet, que consiste en poner la mano sobre el pecho formando con el pulgar y el índice como una «C» dentro de la cual están pezón y areola, toda o parte: en realidad, los dedos deben estar a entre 2 y 4 centímetros de distancia del pezón. La mano aprieta el pecho hacia dentro, hacia las costillas, de tal manera que areola y pezón acaban sobresaliendo un poco de la mano y, acto seguido, se cierra un poco la pinza entre pulgar e índice sobre la areola-pezón, se afloja la presión que se hace sobre el pecho y vuelta a empezar. A las pocas veces que se hace este movimiento la leche comienza a fluir cuando se cierran los dedos sobre la areola-pezón. Hay que ir cambiando poco a poco la posición de la mano de tal manera que la «C» formada por pulgar e índice vaya rotando alrededor del pezón para vaciar bien todas las zonas del pecho. Normalmente se mejora la producción haciendo unos tres ciclos en los que se intercale masaje (unos 3 minutos) y extracción (unos 5 minutos).
Es preciso disponer de un recipiente de boca ancha, tipo tazón, para que los varios chorros de leche que fluyen no se desparramen. El tazón se habrá lavado previamente con agua y jabón y bien enjuagado. Al acabar, hay que verter la leche del tazón en un recipiente más pequeño con cierre hermético y teniendo cuidado de no tocar mucho para que no se contamine.
Si has optado por un sacaleches, son mucho más eficaces los eléctricos que los manuales, cansan menos la mano y su mayor precio (doble a triple) se compensa a la larga con la comodidad que suponen. Dentro de los eléctricos aún son mejores los de doble copa, una para cada pecho, pues extraen más leche y además en menos tiempo, pero suelen costar el doble que los eléctricos simples; tienen posibilidad de regular la fuerza de extracción y es conveniente emplear la menor al principio e ir subiendo poco a poco sin hacerse daño. Si elijes uno manual, los mejores son los del tipo «pistola» o «palanca», así llamados porque tienen un gatillo o palanca que hay que presionar y soltar alternativamente para lograr la extracción. Los de tipo jeringa son sencillos y muy baratos y suelen ir bien también. Los no recomendables son los antiguos de tipo pera o bocina, malos para recoger leche y para limpiar. Los sacaleches de uso doméstico no es preciso hervirlos, basta con lavarlos con agua caliente jabonosa y enjuagarlos bien.
Almacenamiento de la leche
Al acabar, el mismo bote del sacaleches se puede cerrar y meter en una bolsa o mochila de refrigeración con petaca helada para transportarla a casa, en donde se pondrá la leche en recipientes bien limpios de cristal o de plástico alimentario rígido o en formato de bolsa que venden ex profeso para congelar y almacenar leche materna. No son adecuados envases de plástico que no estén previstos para uso alimentario. Si el recipiente es de cristal o de plástico rígido, no hay que llenarlo del todo: es mejor dejar un dedo libre en la parte de arriba, para que al congelarse no reviente. Se puede añadir leche recién extraída a un frasco no lleno de leche ya congelada a condición de refrigerar primero una hora la leche reciente para evitar que la otra se descongele. Es mejor congelar separadamente cantidades no mayores de 100 ml para no desperdiciar algo si, una vez descongelada, no se la termina el bebé. Los recipientes se etiquetarán con la fecha de extracción para ir consumiendo la leche más antigua. Ni que decir tiene que antes de manipular leche y contenedores para almacenarla, hay que lavarse de nuevo las manos con agua y jabón.
La leche materna se conserva según la temperatura ambiente: 4 horas si es de 25 °C o más, 8 horas entre 20 y 25 °C, 12 horas entre 15 y 20 °C y 24 horas si es de 15 °C o menos. En el frigorífico a unos 4 °C dura unos cuatro días, dos semanas en congelador dentro del frigorífico, tres o cuatro meses en congeladores integrados y seis o más meses en congeladores separados que logran al menos -19 °C.
* Según se abra mucho o poco el frigorífico. La leche descongelada: solo 24 horas.
Descongelación de la leche
Para descongelar se pone el recipiente de leche dentro de un cazo con agua ya caliente; al cabo del rato se puede poner al baño María, no directamente por si se rompe el recipiente de leche. El microondas para descongelar tiene riesgo de calentamiento irregular, si se emplea hay que poner potencias bajas y luego agitar para que se mezcle bien la leche y la temperatura sea uniforme. Una vez descongelada se puede guardar en el frigorífico durante un día, pero no se debe volver a congelar.
Si al descongelar parece como cortada, agitando el frasco la leche vuelve a su aspecto normal. Algunas veces la leche descongelada sabe rancia debido a una sustancia, la lipasa, que no es dañina, pero que digiere un poco las grasas de la leche y le cambia el sabor, lo que puede desagradar a algunos bebés y hacer que la rechacen. No hay nada que hacer si esto ha ocurrido, más que confiar que se la tome. Para prevenirlo, es mejor congelarla lo más pronto posible tras extraerla. Otra manera de evitarlo es escaldar la leche un momento, sin que llegue a hervir antes de congelarla: se pone en un cazo, se calienta hasta que salen las primeras burbujas en los bordes del cazo (esto ocurre a los 60 °C, para las que tengan termómetro de alimentos) y se enfría y se congela. Si piensas almacenar gran cantidad de leche, es mejor hacer una prueba al principio con leche descongelada a ver si tiene este problema, pues algunas mujeres tienen más lipasa y les ocurre casi siempre, en cuyo caso es mejor hacer lo que hemos dicho para prevenir (congelar rápido o escaldar).
Administración de la leche u otros alimentos
Si empezaste a extraer leche unos días antes de ir a trabajar, conviene que la persona que se va a encargar de alimentar a tu bebé en tu ausencia sea la que le administre ya esa leche extraída para ir probando; de hecho, es fácil que tu bebé acepte mal y con ex-trañeza que seas tú misma la que le dé la leche de otra manera distinta a la que conoce: directamente de tu pecho.
Si tu bebé es menor de 6 meses y has decidido seguir dándole tu leche, la persona que lo cuide se la dará. Otro problema que puede surgir es que no acepte beber tu leche a través de un biberón y haya que dársela con vasito, cucharita o jeringa. Conviene entrenar antes al cuidador, pero no es complicado: los bebés son más hábiles de lo que nos han hecho creer en el pasado, pues beben muy bien de un vasito estrecho o de una cucharita. Administrarlo con jeringa también es posible y en especial conveniente para lactantes de muy pocos meses.
Si es mayor de 6 meses casi es más práctico empezar con la alimentación complementaria mientras estás fuera trabajando, y darle después tu leche directamente de tu pecho cuando vuelvas. En cualquiera de los dos casos, la persona que cuida debe organizar mínimamente el horario para que unas dos horas antes de que vuelvas no haya comido nada más para que tenga ganitas de cogerse a tu pecho.
Lo que hacen muchas madres es amamantar antes de ir a trabajar, extraerse leche en el trabajo al menos una vez y, al volver del trabajo, darle pecho de nuevo. Una variante es poder amamantarlo directamente en el trabajo si puedes reunirte con tu bebé.
TRETAS, COSAS ÚTILES
Si vas a empezar a trabajar puede que alguien de tu entorno, incluso un profesional, te aconseje que empieces a acostumbrar a tu bebé antes de ello; pueden decirte que dos semanas o un mes antes empieces ya a hacer como si estuvieses trabajando y que le des biberones de tu leche o de leche artificial. Tú deberás entrenarte a extraerte leche si estás amamantando y quieres seguir haciéndolo, y la persona que cuida, sea familiar o contratada, deberá tener instrucciones precisas sobre lo que hay que hacer y realizar algunas prácticas pero no tanto que parezca que hayas empezado a trabajar un mes antes de lo previsto. Tu bebé puede mamar como habitualmente hasta el día previo al trabajo.
Además de todo lo hablado a lo largo de este capítulo, puedes poner en marcha toda una serie de acciones que te faciliten el estar más con tu hijo y seguir dándole el pecho si es lo que deseas.
Si tu domicilio y tu trabajo están ubicados muy cerca, puedes aprovechar la hora de lactancia para amamantarlo, sea yendo a casa si te da tiempo, sea que te lo traigan al trabajo. Si lo anterior no es factible, podéis haber intentado encontrar un cuidador del bebé que viva al lado de tu trabajo, con lo que te facilitará el dejarlo antes de comenzar a trabajar y amamantarlo a mitad de turno. Quien dice cuidador, que es fácil que sea cuidadora, dice guardería próxima al trabajo, si es el caso.
Si en tu trabajo mandas tú o es trabajo familiar propio, según las condiciones y tipo, puedes valorar llevarte a tu hijo al trabajo y estar con él. En Occidente hemos apartado tanto a los niños de nuestras actividades cotidianas que luego, a fuerza de no verlos, hemos perdido la costumbre, y cuando a veces aparecen en sitios no explícitamente reservados a adultos pero sí de hecho, nos molestan. Increíble. La aparición relativamente reciente de establecimientos hoteleros y de restauración declarados «sin niños» en los que la entrada a menores está vetada es paradigmática de esta especie de «puerifobia» (fobia a los niños) sobrevenida. No deseo aquí más que apuntar como tema de reflexión si esta clara discriminación es acorde a la Constitución.
Siempre vale la pena en determinados trabajos explorar las posibilidades del teletrabajo. Cada vez más empresas y organismos ofertan esta modalidad que puede ser muy ventajosa para una madre y su bebé.
Hacer colecho o tener mucho contacto piel con piel, y amamantar por la noche, compensa las horas de separación en el trabajo. A muchas madres les resulta muy placentero y los niños lo agradecen un montón. De cualquier modo, es prudente protegerte de un cansancio excesivo y hacer lo que veas que te va mejor, te gusta y no te agota.
SITUACIONES EN LAS QUE ES ÚTIL DOMINAR
LA TÉCNICA DE EXTRACCIÓN DE LECHE
Además de para continuar amamantando mientras se trabaja fuera del hogar, extraerse leche puede ser muy útil durante las primeras semanas si el bebé tiene alguna dificultad para cogerse bien al pecho y no logra hacerlo por sí mismo; es lo que pasa si ha nacido antes de tiempo o algo pequeñín, estando ingresado o no. Mientras puede o aprende, extraerse la leche y dársela con alguno de los métodos descritos puede salvar una lactancia. Pasa lo mismo si hay dificultades en el agarre del pecho por alguna causa que hay que esperar algo a corregirla, como que el bebé tenga una malformación del paladar (fisura palatina) o una mandíbula pequeña (retrognatia).
Para aliviar una ingurgitación mamaria, una inflamación o una infección del pecho, si el bebé, que es el que mejor vacía el pecho, no puede o no quiere cogerse, el sacaleches o la extracción manual pueden ser de gran ayuda. Hay que tener cuidado si la ingurgitación es tanta que el pecho y sobre todo la areola están muy duros; es fácil que se haya acumulado mucho líquido y haya edema en el pezón y areola. El sacaleches puede producir más inflamación y dolor si no se aplica antes la técnica del drenaje linfático o presión inversa suavizante: se colocan los dedos de las dos manos muy pegados al pezón, rodeándolo y se aplica una presión constante durante unos 3 a 5 minutos hacia las costillas. Se puede relajar y volver a empezar. Normalmente además de salir leche, disminuye la hinchazón del pezón y areola.
Si hay una separación forzosa por un imprevisto, para mantener la producción sin que el bebé esté para mamar, será precisa la extracción regular manual o con sacaleches.
Otras situaciones en las que es preciso extraerse leche es cuando te han recetado un medicamento o te han inyectado una sustancia para hacerte alguna prueba médica (gammagrafía, por ejemplo) en la que sea conveniente no dar el pecho por unas horas o días para que tu bebé no tome a través de tu leche la sustancia que te han administrado. Previo a la medicación o prueba que te tienen que hacer debes preguntar cuánto tiempo no vas a poder amamantar, es decir, cuánto tiempo tarda ese producto en desaparecer de tu cuerpo para empezar a hacerte una reserva de tu leche en el congelador en los días previos. Tras el procedimiento médico, puedes administrar la leche guardada de días anteriores al tiempo que te extraes la actual y la desechas (salvo si es por gammagrafía, ya que los compuestos radioactivos, pasadas unas horas, días o semanas dejan de serlo y por tanto la leche ya no ofrece ningún peligro: guárdala en un cajón del congelador diferente hasta que pase ese tiempo y puedas emplearla).
Si dejaste de amamantar hace días o semanas y quieres volver a hacerlo, el bebé es el que mejor estimulará el pecho y el consiguiente mecanismo hormonal de producción de leche, pero si no está mucho por la labor porque nota la escasez de leche, el sacaleches puede ayudar mucho a restablecer una buena producción; es lo que se conoce como relactación.
Si vas a adoptar un bebé pequeño, preferentemente menor de 3 o 4 meses y te has preguntado si le podrías dar pecho aun no habiendo estado jamás embarazada, has de saber que sí, que reproduciendo el mecanismo de estímulo del pezón acabas segregando las hormonas necesarias para que la leche acabe fluyendo y poder hacer una lactancia más o menos exclusiva a tu bebé. Es lo que se llama lactancia inducida. Debes empezar con extracciones sistemáticas desde unos meses antes de tener al bebé y consultar a un experto a través del grupo de apoyo que tengas más a mano.
Finalmente, saber extraerse leche es también útil si decides donar leche a un banco de leche de forma altruista.
AFRONTANDO LA SEPARACIÓN
Tú no eres una mala madre porque vuelves a trabajar antes de lo que hubieses deseado. Tú no eres una mala madre por tener que dejar a tu hijo en manos ajenas, sea de tus padres, de tus suegros, de una empleada o por haber de llevarlo a una guardería mucho antes de lo que te parece a ti bien. He conocido y hablado con muchas mujeres que eran excelentes madres a todas luces y creían no serlo o se arrepentían con amargura de cosas que no estaba en sus manos cambiar.
Has alargado el día de tu reincorporación lo máximo que te dejan las cicateras leyes de tu país y tienes ganas de llorar. Llora todo lo que necesites llorar, pero tenlo claro: tú no eres una mala madre, vives en un mal país y los hay peores.
No pienses que por este abandono parcial se va a malograr todo el cariño que os tenéis, ni que ello va a marcar la vida de tu bebé. Tenéis muchas horas al día para estar juntos, muchos fines de semana, muchas vacaciones, mucha vida juntos por delante. Tu bebé lo superará y hasta es posible que, si te empeñas, tú también.
Puedes compensar tanta rotura cada día que vuelves del trabajo dando y recibiendo cariño de tu hijo; apóyate en tu pareja, en tu familia, busca la complicidad de tus compañeros de trabajo, muchos son también madres o padres y pueden ayudarte en tus estrategias por verte más con tu hijo, lo amamantes o no.
EPÍLOGO
Una sociedad que no asegura a las mujeres que desean criar, o criar y amamantar, el poder hacerlo con facilidad en tiempo y lugar adecuados, incluido el espacio de trabajo, es una sociedad enferma. Gobernantes insensibles a las aspiraciones de sus votantes mujeres; políticos y sindicatos que maquinan por sus prebendas y empresarios ofuscados por el lucro rápido, aun a costa de sus empleados, arruinan los deseos de las mujeres, siendo como son un capital social fundamental. Si a tanta ceguera se suma la indiferencia y falta de preparación de los profesionales de la salud, y el desprecio o la ignorancia en el lugar de trabajo y entre familiares y amigos, las mujeres encuentran un formidable obstáculo a vencer: la soledad de sus lactancias, la frustración de sus crianzas. Probablemente sea fundamental recibir al menos apoyo familiar o de un grupo de otras madres para encontrar cierto respiro, pero es hora de que todos los actores sociales nombrados reconsideren seriamente sus posiciones.
Entretanto muchos estamos de acuerdo en firmar todas las peticiones que sean precisas para que los permisos por maternidad, paternidad y lactancia mejoren sus condiciones, en apoyar a partidos, sindicatos y grupos que luchen por tus derechos. No solo hay que rescatar a la banca y los banqueros como nos quieren hacer creer. Debemos rescatar la maternidad y la crianza de tanta angostura y mezquindad.
SABER MÁS. REFERENCIAS
Aguayo Maldonado, J., La lactancia materna, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2004. Casado, D., La función familiar de crianza, Editorial Académica Española, Saarbrücken, 2013. Disposiciones legales en España (los distintos convenios laborales pueden tener mejoras sobre estos derechos):
° Estatuto de los Trabajadores, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (B.O.E.: 29/03/1995).
° Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras (B.O.E. 6/11/1999).
° Modificaciones para niños prematuros y hospitalizados (B.O.E. 10/07/2001. Ley 12/2001 de 9 de julio).
° Real decreto-ley 3/2012 de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral. Escoriza Mateu, T., Producción y trabajo femenino en las representaciones rupestres levantinas, actas del III Congreso del Neolítico de la Península Ibérica, Santander, 5-8 de octubre de 2003, pp. 729-738. Guía de lactancia materna, Trabajo y lactancia, en: http://guiadelactan-ciamaterna.wordpress. com/lactancia-materna/trabajo-y-lactancia/ La Liga de la Leche, Derechos de las madres trabajadoras 2011, en http://
www. laligadelaleche. es/lactancia_materna/legal. htm La Liga de la Leche, Extracción y almacenamiento de leche materna, en http://www. laligadelaleche. es/lactancia_materna/almacenamien-to.htm
La Liga de la Leche, Lactancia y trabajo, 2008. Descargable en http:// www. laligadelaleche. org/images/pdf/lactancia_trabajo.pdf