Jenny dejó caer su arco.
"Oh. Mi. Dios. ¡Eres un hada!”
Ella se precipitó sobre Kara e inspeccionó sus nuevas alas.
¿Alas? ¿Hada? Kara apenas podía creer lo que estaba viendo. ¿Cómo podría ella haber desarrollado un par de alas? ¿Le había sucedió esto a otro guardián?
Era difícil ver con claridad ya que no podía girar su cabeza, pero podía ver lo suficientemente bien para ver que, de hecho, tenía alas. Alas grandes, casi tan altas como ella y del doble de ancho, de por lo menos diez pies de ancho. Las alas eran negras, delgadas y fuertes. Parecían una mezcla entre las alas de una mariposa y un murciélago o tal vez incluso un dragón.
Sin saber cómo lo estaba haciendo, Kara agitó sus alas. Voló tres pies hacia adelante, tambaleándose y casi cae. Con cierto esfuerzo, logró detenerse y contrarrestar su peso. Eran pesadas y sentía como que llevaba una mochila de cincuenta libras encima. Se puso de pie sobre sus temblorosas piernas, asustada y excitada al mismo tiempo. Se estabilizo a sí misma, se concentró y se dio cuenta de que podía moverlas fácilmente. Con sólo pensarlo, se movían.
Las agitó una y otra vez, balanceándose, hasta que pudo ponerse de pie normalmente y usarlas para equilibrarse. Le tomaría algún tiempo acostumbrarse a ellas, pero ya podía sentir el cambio. Las alas se movían naturalmente, como si siempre hubieran sido una parte de ella. El hecho de haber desarrollado alas la mareaba, pero la sensación de tenerlas era realmente electrificante. Se sintió sólida y fuerte.
Luego su memoria comenzó a regresar, pieza por pieza, desde alguna parte de su mente a la que ella no había podido acceder. Vio a la criatura amarilla con ojos de gato que le había inyectado una sustancia que la transformaría cuando regresara de entre los muertos. Ella sabía que se convertiría en algo oscuro.
Sintió los ojos de David en ella, y le faltó la respiración. ¿Y si él la despreciaba otra vez?
Ella no había pedido esto. Las nuevas alas de alguna manera habían activado sus recuerdos.
Un demonio o algún tipo de criatura la había violado. Le había inyectado alguna sustancia que le hizo desarrollar un par de alas.
Al principio tenía miedo de sentirse malvada. Pero, ¿cómo puede uno sentirse malvado? ¿No se es malvado, incluso sin saberlo? Ella estaba confundida.
Kara tenía miedo. Hasta ahora se sentía casi igual que antes, lo que era algo bueno. Pero ¿qué pasaría después? ¿Se convertiría en una criatura de las tinieblas? ¿Sería un portador de muerte y lastimaría a sus amigos? ¿Cómo reaccionan cuando les dijera la verdad?
"¡Esto es extraordinario!" Peter frotó repetidamente sus gafas, como si fueran ellas las que le hacían ver cosas que no eran posibles. Frunció el ceño y empujó sus gafas hacia encima de su nariz.
"¿Cómo es esto posible? ¡Los ángeles no tienen alas! Todo el mundo sabe que eso siempre fue un mito. Es inconcebible. ¡Es una locura!"
"Pues bueno, ella acaba de desarrollar dos de ellas". Jenny la miró, envidiando sus alas nuevas, e hizo una mueca. "Desearía tener alas. Siempre he querido volar, ¿sabes?, también quise ser un hada, como Campanita y espolvorear polvo de hadas".
"¿Puedes volar? Trata de volar, Kara. Vamos, por lo menos inténtalo". Kara no quería poner a prueba sus alas. Ella quería que David le dijera algo. Necesitaba que el hablara antes de que ella pudiera hacer nada. Poco a poco, ella se volvió y lo miró. Su rostro denotaba preocupación.
Podría decir que estaba preocupado. No la veía con desprecio, pero ella no podía leer su rostro.
"Kara", dijo David finalmente, su voz se escuchaba baja y sombría. "¿Qué es lo que no nos estás diciendo? Sé que escondes algo más, además de las alas. Siempre lo sé. Puedo verlo en tu cara", le dijo, y continuó: "Recuerdas ahora, ¿verdad? Recuerdas cómo moriste".
Kara asintió solemnemente. "Así es. Recuerdo todo".
Kara relató los acontecimientos de la noche que murió. Les dijo sobre el murciélago muerto, cuando se adentró en el bosque buscando a David, y finalmente sobre el misterioso hombre y cómo él inyectó una sustancia en su espalda.
David frunció el ceño. "Si sabes que no fui yo, ¿cierto? ¿Esa noche en el bosque?"
"Sí," respondió Kara, recordando las palabras de odio de David el impostor.
"Y después de que te inyectó, dijo que transformarías en otra cosa", dijo David, observando sus alas.
"¿En algo fuerte, de una potencia sin igual? ¿Qué diablos quiere decir eso?"
"Dijo que me estaba regresando lo que era mío", dijo Kara. "O algo así. Recuerdo que dijo que iba a tener la oscuridad adentro. Creo que sea lo que sea lo que haya hecho, me hará malvada. Sé que es algo oscuro, lo puedo sentir. Y entonces me dijo que tenía que morir para que sucediera, que necesitaba morir y volver para que la transformación funcionara”.
De repente perdió su entusiasmo sobre su nuevo par de alas.
David se acercó a ella lentamente y examinó sus alas más de cerca. Miró a un área por debajo de su cintura y sonrió.
"¿Qué buscas allí abajo?" Kara giró, nerviosa y enojada, y sintiéndose repentinamente muy tímida.
La sonrisa de David se expandió, "Quería ver si no te había salido una cola… ¡ouch!”
Kara le dio un puñetazo en el pecho.
"No es divertido", dijo malhumorada, y sus alas se extendieron automáticamente, como si actuaran con su ira.
Se quedó parada allí, avergonzada, sin saber cómo doblarlas hacia atrás.
"Bien, crecer alas", señaló Peter, "no parece demasiado dañino o malo para mí. Estoy seguro de que la Legión no se alarmará demasiado. Son sólo las alas y tu aún eres tú, Kara,”
"No". David perdió su sonrisa y su voz se elevó "No les vamos a decir".
Peter miró a David. "¿Por qué no? Tal vez podrían ayudar".
“Dije que no". David entrecerró los ojos y vio a Kara mientras hablaba. "No sabemos de qué se trata, y hasta que lo hagamos, no le diremos a nadie, especialmente a la Legión. ¿No recuerdan lo que sucedió cuando encontraron algo diferente en ella antes? ¿La marca? ¿Sus poderes elementales? ¿Recuerdan lo que hicieron?"
"La encerraron en el Tártaro", dijo Jenny, con un aspecto sombrío.
Le hizo un puchero a Kara y agregó: "Fue realmente malo”.
"Exactamente". David miró a un lado y otro de la calle. "No correremos esa riesgo otra vez. No les mencionaremos nada sobre la llave y definitivamente no mencionaremos las alas nuevas de Kara”.
Peter levantó la mano. "Espera un segundo. Vamos a pensar en esto", dijo rascándose su cabeza.
Miró hacia arriba con los ojos desmesurados, y gritó: "¡Raphael! Estoy seguro de que el arcángel Raphael nos ayudará. Ella puede guardar un secreto, y siempre ha sentido un especial afecto por Kara. Ella nos ayudará".
"Peter tiene razón", dijo Kara, sintiéndose un poco menos aprensiva. "Sé que puedo confiar en Raphael. Ella es como mi segunda madre".
"Es demasiado arriesgado", dijo David, sacudiendo la cabeza. "Raphael también es mi amiga, y sé que querrá ayudarnos, pero su lealtad es para la Legión. Si ella siente, aunque sea por solo un momento, que las alas de Kara representan una amenaza, ella podrá denunciarla. La encerrarán otra vez, y no sé qué tan fácil resultaría salvarla esta vez. Han triplicado los guardias de la prisión".
Kara suspiró pesadamente. Ella sabía que David tenía razón.
"Así que, ¿qué sugieren que hagamos? No es como que yo pueda ocultar estas cosas. Son gigantes".
Ella agitó sus alas, perdió el equilibrio y aleteó un poco más para recuperarse.
"Son enormes, y ni siquiera puedo controlarlas todavía… no realmente".
"Ahora vuelvo". David corrió por la calle y se dirigió a un edificio con el signo de PERILLAS Y ALDABAS, la ferretería local.
Jenny frunció el ceño. "¿Qué está tramando el ahora? Ella recogió su arco y lo colocó en su espalda otra vez.
"No lo sé". Kara vio como David abría la puerta a patadas y desaparecía dentro de la tienda. "Pero está tramado algo".
"Bien, pues debe apresurarse". Peter miró hacia los restos de la librería de viejo Jim. "Los imps no permanecerán allí mucho más tiempo. Tarde o temprano averiguarán que el Sr. Patterson ya no tiene la llave, o que simplemente no está allí, y vendrán para acá. No quiero estar aquí cuando se den cuenta de que yo la tengo".
Por primera vez Peter parecía miserable. "Él no debería haberme escogido”, dijo suavemente. "Yo no soy fuerte y valiente como ustedes. Debería haber elegido a David”.
"Bien, pues no lo hizo”, dijo Jenny. “El Sr. P. te eligió a ti, Peter. No te menosprecies a ti mismo. Además, la llave te aceptó, ¿cierto? Eso significa que eres capaz de hacerlo".
Peter parecía un poco más contento al saber que Jenny creía en él. Kara cubrió su rostro con las manos y habló a través de sus dedos. "Este es el día más raro que he tenido. Me crecieron un par de alas. ¿Qué sigue? ¿Una cola?"
Un repentino escalofrío le recorrió la espalda y se estremeció. Era como si algo sombrío hubiera comenzado a nublarle la mente, pero cuando David reapareció en su campo visual, la sensación se detuvo.
Él agitó sus manos. "Bingo".
En su mano derecha llevaba un rollo de cinta adhesiva gris y en su izquierda un bulto de tela negra.
David tiró el paquete de tela, cortó un trozo de cinta gris y lo sostuvo entre sus manos. "Vamos a enrollarte, bebé".
"¿Vas a qué?" La voz de Kara se elevó y, colocando las manos en sus caderas, continuó: "David McGowan, más vale que te expliques ahora mismo. Y no me llames así”.
David levantó las cejas. "¿Qué? ¿Bebé?" Se rio. "Voy a empaquetar tus alas".
Kara quería fulminarlo con la mirada. "¿Con la cinta gris?"
"La cinta gris tiene mala reputación”, dijo David, colocándose detrás de Kara.
"Es increíblemente buena. Se la puse al piso de uno de mis viejos autos una vez y quedó duro como el metal. De veras impresionante. Mi abuelo utilizó cinta gris para cerrar un agujero en su barco. Le duró un año antes de que finalmente lo venciera el agua se ahogara. Bueno, mejor olviden eso”.
"Cinta gris..." dijo Kara otra vez.
Jenny y Peter dieron un paso atrás.
David se acercó a las alas de Kara y dudó.
"Oye, tienes dos opciones. Uso la cinta gris y amarro tus alas hacia atrás... o te presentas en Horizonte con tu aspecto de hada, y entonces seguro te tiran en el Tártaro. Tú decides".
Kara hizo una mueca. Él tenía razón.
"Realmente no es mi decisión en absoluto, ¿o sí?" Dijo después de un momento. "Nunca pedí esto", añadió suavemente.
David se acercó y tocó la parte superior de su ala derecha. Kara se estremeció y sintió un leve cosquilleo.
"Lo siento", dijo un poco avergonzado. "¿Puedes doblarlas? Será más fácil de esa manera", y agregó: "y levanta los brazos”.
Kara logró doblar sus alas en el segundo intento. Se mantuvo quieta, con los brazos en el aire, mirando la cara de David mientras giraba a su alrededor con la cinta gris hasta que hubo tejido una red pegajosa y apretada alrededor de su pecho. Estaba feliz de no necesitar respirar, porque le apretaba más que un corsé. Era más como armadura. Las puntas de sus alas negras se asomaban por debajo de su cintura. No sabía cómo cubriría eso sin enrollarse también las piernas… y entonces sí que parecería una momia.
Cuando terminó, lamentó su decisión de acceder a su plan. Se sentía atrapada, y lo odiaba”.
"Ahora, para el gran final". David sacudió el rollo de tela negra para extenderlo. Era largo y se agitaba suavemente con la brisa.
Kara bajó los brazos cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
"Es una capa", dijo.
David la lanzó sobre sus hombros y la ató a su garganta.
"La encontré en la sección de Halloween del año pasado, era parte del equipo de Drácula. Es perfecta, te cubre completa”.
Dio un paso atrás y admiró su labor. Jenny sonrió.
"Aparte de los dos bultos en tu espalda, oculta la mayor parte de las alas. Creo que funcionará.
Kara no ocultó su decepción. "Parezco una bruja".
Si las Brujas se vieran así", dijo David, sonriendo tímidamente, “yo tendría un montón de problemas de embrujamiento".
"Chicos", Peter levantó su mano. "¿Escuchan eso?"
Todos escucharon atentamente.
"Yo no escucho nada”, dijo Jenny.
"Exactamente". Peter dio la vuelta y prestó atención a la calle. "Ya no escucho a los imps. Deberíamos irnos”.
Se dirigieron hacia el estanque del jardín de una casa blanca con puerta roja. Lo había utilizado antes.
Inicialmente, Kara se sintió limitada por el peso en su espalda y la tensión antinatural de la cinta gris, pero pronto se acostumbró y los alcanzó.
Pero había otra razón por la que se iba quedando atrás. No podía sacudirse la sensación de temor que crecía en su interior. ¿Por qué le habían salido un par de alas? ¿Qué era la sustancia misteriosa que había sido inyectada en su interior? Había comenzado su transformación. Pero, ¿cómo terminaría?