Kara se apoyó en la pared posterior de la antigua granja en Green Bay, Wisconsin. El olor a tierra mojada y viejos tablones de pino la ayudaban a calmarse. Le recordaba a su infancia en la casa de su abuela… pero no era suficiente.
Cuando los ángeles llegaron a Horizonte para curar sus heridas, les pidieron que se reunieran en una casa de seguridad en la tierra para discutir sus opciones. Peter y Jenny todavía estaban en Curación-Exprés, Kara, David y Ashley habían hecho el viaje aquí con el resto de la Legión.
Mientras esperaban, ella no podía dejar de pensar en las criaturas aladas que había visto en el cielo. Sus alas negras de textura de cuero, como de dragón, se parecían a las de ella.
El que la había inyectado no tenía alas, por lo que no era un archidemonio. Pero no había duda en su mente de que era algo así como su siervo, como los imps. Probablemente era una criatura inferior, como los demonios menores y las criaturas serviles del inframundo.
No había estado lo suficientemente cerca de ellas como para poder darles una buena mirada a las criaturas aladas que surgieron de las llamas, pero Kara podía decir que eran humanoides, grandes y con alas.
El aspecto triunfante de Gabriel al haber derrotado a los segadores se había oscurecido cuando surgieron las criaturas. Había instado a los ángeles a que volvieran rápidamente a Horizonte, pero él se había quedado atrás. Se veía derrotado al observar a los demonios alados, y Kara había desviado la mirada, sintiendo que observarlo en ese momento era entrometerse en algo personal.
Kara también había sentido una conexión hacia ellos. Un sentido de familiaridad, como cuando uno mira una foto vieja de un miembro de la familia y ve las características reflejadas en uno mismo. Tenía miedo de que un día no se reconociera a ella misma y que se volviera en contra de la Legión y sus amigos. Estaba asustada de poder convertirse en una criatura de la oscuridad, en una asesina de ángeles.
Y ahora, al recostarse hacia atrás, sentía el peso de sus alas otra vez. Era como una pesada carga que estaba aún por venir.
Los treinta y tantos guardianes esperaban a Gabriel y a Ariel. Ariel les había dicho que esperaran una vez que llegaran a la casa de seguridad. Pero ¿qué esperaban? La planificación se realizaba generalmente en Horizonte, no en una remota granja destartalada y abandonada en la tierra.
¿En qué estrategias de defensa estaba trabajando la Legión ahora? ¿Qué esquema podría resultar eficaz contra estos dioses oscuros? ¿Otra prisión? Ella dudaba de que los archidemonios cayeran una segunda vez.
Kara podía ver que Ashley estaba admirando un gran tridente, como si ella deseara tener la oportunidad de usarlo. Kara estaba sorprendida con su amistad. Ni en un millón de años hubiera pensado que ellas podrían ser amigas, y ahora lo eran. Las diferencias entre ellas se había aclarado, y ahora eran como uña y mugre. No podía imaginarse peleando contra los archidemonios sin su ayuda. Ella era un ángel de la guarda especializado, y Kara podría aprender de ella, como ella había aprendido de David al principio.
David...
David estaba sentado en un viejo banco de madera al lado de ella. Su rodilla derecha rebotaba sin descanso, y se veía absorto en sus pensamientos. Se veía tan guapo como siempre, incluso con la frente arrugada por todo lo que pasaba por su mente. Kara deseaba poder estar a solas con él por un tiempo, y sabía que él estaba pensando lo mismo. ¿Cuál era el plan de la Legión? ¿Cómo iban a destruir a los archidemonios antes de que destruyeran el mundo?
Ya no tenía sentido tratar de ocultar sus alas. Todo el mundo las había visto…estaba marcada otra vez...
Hubo un chirrido agudo, y las puertas dobles del granero se abrieron…
David maldijo.
Kara maldijo.
Ashley tomó el tridente.
Ariel y Metatrón entraron en el granero. Iban seguidos por los doce demonios superiores.
Los demonios superiores eran idénticos en todos los sentidos, justo como Kara les recordaba. Eran altos y fuertes y usaban trajes color gris claro que se adaptaban a la perfección sobre sus musculosos cuerpos. Su corto pelo blanco brillaba fuerte bajo la tenue luz, añadiendo una oscuridad espeluznante a la ya sombría atmósfera. Su piel azul grisácea parecía la de un cadáver viejo, y sus ojos eran tan negros y vacíos como los recordaba. Sobre todo, recordó lo mucho que los odiaba.
Kara avanzó instintivamente con su espada de alma en la mano.
"Relájate, Kara", dijo Ariel y levantó su mano. "Baja el arma, por favor".
Pero Kara no obedeció. Ella cruzó la habitación y no retiró su mirada de los demonios. Su odio e ira palpitaban dentro de ella como una fuerza incandescente que estaba a punto de explotar. Ella quería sacarles los ojos con su espada. Seguramente los demonios superiores habían engañado a Ariel y a Metatrón. ¿Por qué otra razón estarían aquí?
"Te dije que bajaras tu arma", repitió Ariel siniestramente. "No lo diré otra vez".
"Ya la escuchaste, pajarito", dijo Metatrón. Su sonrisa era realmente un recuerdo del trato que había hecho con él.
Aunque ella no se había olvidado de Metatrón, había estado distraída por su batalla con los segadores y no había pensado en él. Claramente había sido un error.
“¿Y qué tenemos aquí?” La sonrisa de Metatrón se extendió cuando vio la angustia en el rostro de Kara.
Parecía disfrutar al medir sus nuevas alas.
"Mi pajarito favorito ha aprendido a volar. Será muy útil".
Se movió alrededor de la habitación, esparciendo las cenizas de su cigarro sobre algunos desprevenidos ángeles guardianes y finalmente se apoyó contra uno de los paneles posteriores del granero y cruzó los brazos sobre su pecho.
Revisó la habitación detrás de sus gafas de sol. Era casi como si estuviera protegiendo a los demonios. Pero eso era absurdo. Metatrón podría ser corrupto y torcido, pero era leal a la Legión. ¿O no?
Kara bajó su arma a regañadientes, pero plantó sus pies en medio del granero y miró a los doce demonios. Abrió sus alas, enojada, para que todos, incluso los demonios, las vieran.
Luego las dobló hacia atrás.
Ashley tenía el tridente levantado hacia un demonio y gruñó, "Sólo Dame una razón", dijo, empujando la horquilla hacia adelante un poco, " es lo único que pido".
"Ashley", dijo Ariel. "Lo mismo va para ti y todos los demás. Bajen las armas".
Ashley bajó su tridente.
"Les ordeno que las mantengan abajo", dijo Ariel, su voz era profunda e imponente. "¿Está claro?" Preguntó, observándolos a todos amenazadoramente, esperando a ver si alguno de los ángeles era lo suficientemente estúpido para desafiarla.
Nadie lo hizo.
"¿Qué están haciendo ellos aquí? ¿Por qué no estamos matándolos?" Kara puso tanto odio como pudo en su voz, sin desear ocultarlo. Estaba orgullosa de su odio, y quería que los demonios supieran exactamente cómo se sentía.
Los demonios superiores se mofaron de ella mientras se paseaba alrededor del granero. Disfrutaban ver cómo los ponían a todos nerviosos. Parecían disfrutar al ver a los ángeles sufriendo por no poder matarlos.
"¿Por qué están aquí? Kara le preguntó otra vez. Su voz temblaba con furia.
"Cálmate y te lo diremos", dijo Ariel. Una vez que ella creyó que Kara estaba lo suficientemente tranquila, estudió la habitación para asegurarse de que todos los ojos y la atención estuvieran sobre ella y lo que estaba a punto de decir.
"La Legión ha hecho un pacto temporal con los demonios mayores…"
"¿Están locos?" gritó Kara, antes de que se diera cuenta que le estaba gritando a un arcángel. Ariel la miró, y ella cerró la boca inmediatamente. Ella había cometido un enorme error.
"¡No pueden hablar en serio!" Los ojos de David iban de Metatron a los demonios mayores. "Metatrón, amigo, se te perdonan todas las torturas, pero en serio, hombre, ¿has perdido la cabeza?"
"No hemos perdido nada, Davidcito", respondió Metatrón. Su voz era tan resbalosa como el aceite. "No todavía. Los tiempos han cambiado, y la Legión tiene que cambiar con ellos si quiere sobrevivir. Las cosas van a ser muy diferentes de ahora en adelante. Puedo prometértelo". Tomó un largo jalón de su cigarro y sopló el humo en la forma de un pájaro.
Kara no podía verle a los ojos, pero sabía que la estaba mirando a ella.
Y luego añadió con una sonrisa. "Va a ser un viaje con muchos altibajos".
“Y es por eso que los demonios mayores están aquí", interrumpió Ariel. "Necesitamos su ayuda".
"¡Su ayuda!" Gritó Kara "¿Cómo puede ser eso? Esto no tiene sentido".
Ariel ignoró el arrebato de Kara.
"Necesitamos su ayuda ahora. Esta es la primera vez desde el comienzo de la Legión. Horizonte nunca ha hecho un pacto así con criaturas del inframundo. Va en contra de nuestros valores, pero nos queda más remedio.
Kara movió su cabeza con incredulidad.
"Pero cómo... ¿por qué...?"
Uno de los demonios mayores asintió con la cabeza a Metatron y luego sonrió.
"Te diré por qué", dijo el demonio mayor, mirando directamente a Kara.
Ella se estremeció con el sonido de su voz grasosa.
"Verás, ángel elemental". Él hizo una pausa y luego se corrigió a sí mismo con tono de burla, "O mejor dicho, ángel demoníaco".
Kara se encogió al escuchar el nombre que le había caído como una abofeteada en la cara. Todo el mundo la estaba mirando.
El demonio mayor sonrió al ver su malestar.
"Compartimos un enemigo común, un enemigo que nos desea ver destruidos junto con ustedes los ángeles”. Él hizo una mueca, "Los Archidemonios".
Kara miró a Metatron y a Ariel con sus ojos agrandados, como si no hubiera entendido las implicaciones de las palabras que habían salido de la odiosa criatura. Era como una pesadilla, y ella no podía despertar.
Miró a Metatron y temía lo que iba a decir a continuación.
El columpió su cigarro entre los labios y levantó su puño. "Uniremos fuerzas con los demonios. Juntos, derrotaremos a los Archidemonios".