“¡No!”
Kara luchaba contra su capa. En un ataque de locura y rabia, la arrancó y arrojó lejos. Se puso de pie, el miedo había sido reemplazado por el odio. El segador pagaría muy caro por la muerte de esta familia. Quería verlo muerto, y sin embargo, no tenía idea de cómo acabar con él.
Nadie la tenía.
A pesar de que ella estaba sola en una misión egoísta y no autorizada, seguía siendo su mandato el descubrir cómo hacerlo. Era lo menos que podía hacer. Necesitaba más tiempo antes de que la matara. Si ella podría estudiar a la criatura, podría encontrar su debilidad. Tal vez la respuesta había estado mirándole en la cara todo este tiempo. Estudiarlo. Eso era lo que tenía que hacer. Estudiarlo y aprender de él.
Con la esperanza de que el segador no pudiera leer su mente, simuló un salto hacia adelante, giró alrededor y se escabulló por la puerta del dormitorio. Aunque todavía se sentía limitada por la cinta, estaba más libre y más ágil sin la capa. Saltó sobre el cuerpo del hombre muerto, y justo cuando pensó que había escapado, el segador la atrapó por las piernas.
Kara cayó sobre el vidrio roto, en la parte inferior de las escaleras. Escuchó un fuerte rasgado y sintió una liberación inmediata alrededor de su pecho. La cinta se había roto, y ella podía sentir su ala derecha moverse más libremente.
Se retorcía y pateaba, tratando de liberarse del segador. Le golpeó con el puño en su muslo tan duro como pudo, la criatura se movió de nuevo, pero no la soltó. Estaba atrapada entre tentáculos negros que salían del manto y del cuerpo de la criatura como dedos extra largos.
El segador se cernió sobre ella.
Su plan de estudiarlo parecía cada vez más absurdo. Ella iba a morir.
Pero de pronto sintió un aleteo ondular a través de ella. Al principio pensó que eran sus poderes elementales que regresaban, respondiendo a su desesperada llamada de ayuda. Pero en vez de la electrizante energía elemental cálida, este sentimiento era frío. Negro y frío. Podía sentirlo, pero no quiso rendirse a él. La asustaba, de hecho, la asustaba más que el propio segador.
Sujetó un fragmento de vidrio para sumirlo en la cabeza de la criatura, pero esta tiró su guadaña y atrapó su muñeca antes de que ella pudiera llegar cerca de su desencajado rostro. La criatura era demasiado rápida, pero ella la había distraído, y la soltó. Kara se puso de pie tan rápido como pudo y uso su impulso para girar y patear al segador en las piernas. El segador se sorprendido y tropezó contra la pared, y antes de que tuviera tiempo para reaccionar, Kara le estrelló sus pies y sus puños en el pecho y en la cabeza, una y otra vez. El segador se volvió hacia ella lleno de frustración, la sujetó por la garganta y la lanzó a través de la habitación.
Ella voló a través de la ventana delantera y cayó sobre los escombros de la calle.
Bien, la criatura estaba enojada.
Kara se puso de pie y retiró algunos fragmentos de vidrio roto de su traje de M-5.
El segador se asomó casualmente por la ventana rota con la guadaña a su lado, y su rostro demacrado y podrido se retorció con odio y desafío.
Ahora realmente harás que me duela, ¿no es así? pensó Kara.
La capa de la criatura se derramaba hacia fuera en remolinos de humo negro. Ella podía oír a las almas suplicando ser liberadas desde adentro de la piel de la criatura y su guadaña. Se paró firme en su lugar. Moriría peleando.
El segador levantó su guadaña por encima de su cabeza.
Hubo un estallido detrás de ella, y el último trozo de cinta se reventó.
Las alas de Kara se agitaron detrás de ella.
Era un sentimiento tan increíble, que olvidó temporalmente al desagradable segador.
Kara extendió sus alas y las agitó. La fuerza la hizo caer de rodillas y su cara se raspó contra el pavimento.
Escupió los pedazos de grava de su boca.
Obviamente, tener alas no era tan fácil como parecía en la televisión.
Ella esperaba que el segador aprovechara esta oportunidad para atacarla, pero cuando se puso de pie otra vez, se quedó sin aliento.
El segador estaba de rodillas, inclinándose ante ella como un caballero se inclina ante un rey. Su guadaña estaba en el suelo, delante de él. Era casi como si la criatura pensara que ella era su amo o su maestro.
Pero eso era absurdo.
Y justo cuando Kara pensó que las cosas no podían ponerse más extrañas, una bola de luz blanca le pegó al segador en el pecho. Explotó, y el segador aulló y cayó al suelo. La luz blanca hizo espirales a su alrededor como electricidad salvaje. El hedor a carne quemada y alquitrán se levantó en el aire, mientras el cuerpo del segador echaba humo y chisporroteaba.
"¡Kara! ¡Kara!"
Kara se dio vuelta. El Sr. Patterson venía corriendo hacia ella, sonriendo orgullosamente por el exitoso ataque contra el segador. Sin embargo, su sonrisa se perdió de pronto y abrió sus ojos desmesuradamente al verla. Se tambaleó y luego se detuvo frente a ella. Su arma de cristal resbaló de su mano y palideció, lleno de conmoción y desconcierto. "En el nombre de horizonte…" comenzó el Sr. Patterson, parpadeando, "... benditas las almas... ¿Cómo... cómo puede ser esto? ¡Tienes alas!”
"Sí, ya me di cuenta". Kara tomó su mano en las de ella y sonrió, aliviada de ver que él estaba bien. "Le explicaré más adelante".
Ella se dio vuelta rápidamente cuando cierto movimiento le llamó su atención. Aunque el cuerpo del segador todavía sacaba humo, agarró su guadaña y se puso de pie. Los vapores disminuyeron, y en un flash del humo negro la criatura había desaparecido.
"¿Cómo hizo eso?" Kara se volvió al Sr. Patterson.
"¿Qué arma usó? Me he estado esforzando, intentando averiguar cómo podemos acabar con ellos, y lo que usted usó... bueno, pues ¡funcionó! No lo mató, pero le dolió. Vamos a necesitar mucho más de esos".
"¿Sr. Patterson? ¿Por qué está usted mirándome así?"
El anciano miraba a Kara maravillado. "Tienes alas. ¡Tiene alas!" Él vaciló por un momento y luego dijo: "Kara, ¿por qué tienes alas?" Kara recordaba perfectamente los eventos, y se los contó tan articuladamente como pudo.
"Lamento no habérselo dicho antes", dijo ella finalmente. Pero no podía recordar qué había pasado. Y ahora… ahora tengo estas cosas”.
Con tan solo pensarlo, ella extendió sus alas fácilmente. Se habían convertido en parte de su naturaleza, y no sabía por qué, pero se sentía orgullosa y feliz de tenerlas. No era su poder elemental... pero era algo diferente y excepcional. Y ningún otro guardián tenía alas, excepto ella.
El Sr. Patterson examinó las alas de Kara cerca, murmurando para sí mismo mientras las examinaba. Él no podía creer que fueran reales.
"No sé por qué todo el alboroto", dijo, sintiéndose incómoda al ver cómo el oráculo continuaba escrutándole. "Es decir, por un lado, siempre había pensado que los ángeles tenían alas... usted sabe, como todos los demás, supongo. He visto fotos. Había este cuadro gigante en casa de mi abuela de dos niños jugando y en el fondo había un ángel que velaba por ellos. El ángel tenía alas. En fin, es lo que yo pensaba... antes de ser uno".
El Sr. Patterson dejó de examinarla y dijo: "Los Ángeles no tienen alas".
“Si, ahora lo sé”.
Kara estaba sorprendida por el tono del anciano. Era casi como si estas alas le asustaran. Pero ¿qué era tan espantoso, y por qué?
"¿Y crecieron solas, como una mala hierba?" Preguntó. "¿Justo allí, en la espalda?"
"Sí".
"Sorprendente", dijo el Sr. Patterson. "Si no estuviéramos en este enredo, podría encontrar este asunto como algo verdaderamente sorprendente. Pero por lo que me dijiste, el ser inyectada con una sustancia sin tu consentimiento y los medios con los que fue hecho y por la criatura que describes... me temo que sólo puede significar una cosa".
Kara giró. "¿Qué? ¡Dígame!"
El Sr. Patterson dijo suavemente, casi para sí mismo: "Sólo ha habido una criatura que nació con alas. Sólo una... "
"¿Cual criatura?" El Sr. Patterson la acalló con un movimiento de su mano. “Eso no importa ahora", dijo.
Puesto que obviamente no iba a responder a su pregunta, Kara cambió la conversación. "Entonces, ¿qué le pasó a usted? ¿Dónde están los imps y el insecto gigante que venía con ellos?"
"Se han ido. Algunos han sido destruidos, otros no. Finalmente se dieron por vencidos en su búsqueda de la llave y regresaron a su casa. Quería darle a Peter y al resto de ustedes el suficiente tiempo para escapar".
"Pues funcionó".
Kara recordó algo. “¿Y mi mamá?"
"Ella está segura. Está en Horizonte, entrenando a los novatos.
Kara tenía que saber. "Entonces, ¿me va a decir qué criatura era la que tenía alas? Creo que tengo derecho a saber, ¿no?”
El Sr. Patterson la ignoró.
Finalmente dijo: "Puedo equivocarme, pero creo que tenemos que averiguar cómo removerlas".
"¿Removerlas?" Kara dio un paso hacia atrás, su voz era fuerte y enojada. Dobló las alas hacia atrás. Intuitivamente sabía que tenía que salvarlas de la mutilación. Ella miró al Sr. Patterson, pero cuando vio que su furia impulsiva le había confundido, se sintió avergonzada.
"Quiero decir... ¿me va a doler? Quiero decir, apenas empecé a acostumbrarme a ellas".
Ella sabía que él probablemente tenía razón. A pesar de que le gustaba la idea de tener alas, ella sabía que quitarlas podría ser la única manera de detener la transformación.
"Para ser perfectamente honestos", dijo el Sr. Patterson, "no lo sé. Pero lo que sí sé es que los ángeles normalmente no tienen alas. Nunca ha sucedido antes. Quien hizo esto obviamente tenía planes oscuros para ti".
El Sr. Patterson hizo una pausa por un momento antes de continuar. "Puedo ver que esperabas una respuesta distinta, Kara. Pero estas alas no son buenas noticias. Lo siento, Kara, pero me temo que las alas deberán irse, si es que podemos retirarlas sin…”
"¿Sin qué?"
"Aquí voy otra vez", dijo el anciano, “He dicho demasiado”, afirmó, rascándose la parte superior de su cabeza, y entonces sus ojos brillaron, como si acabara de recordar algo.
"Rápido, ¡volvamos a la librería!"
"¿Qué? ¡Espere un momento!" Kara trató de equilibrarse torpemente cuando sus alas se agitaron espontáneamente detrás de ella en respuesta a su clamor repentino.
El Sr. Patterson trepo sobre la pila de escombros que habían sido su librería alguna vez. Mientras estaba distraído, ella aprovechó la oportunidad para probar sus alas. Sólo un poco.
Las desplegó, y se batieron al aire inmediatamente. Ella flotó justo por encima de la tierra. Hizo un ángulo y tocó el suelo suavemente. No era tan fácil como ella pensaba. ¿Cómo lo hacían las aves? Bueno, ella no era un pájaro y no tenía ningún verdadero instinto de vuelo... ¿o sí? Se sentía muy natural. Pero eso era una locura... ¿no? ¿Cómo podría ser eso?
Intentó de nuevo. Empujó con más fuerza esta vez, y sus pies se levantaron del suelo. Cuando sintió que la gravedad comenzaba a jalarla hacia debajo de nuevo, contrajo sus alas y se empujó con más fuerza.
¡Estaba volando!
Kara se echó a reír cuando salió disparada hacia arriba. Ella estaba volando, veinte pies... treinta pies... cuarenta pies. Cuarenta pies en el aire, flotando como un ave de presa. Si esto era como se sentían los pájaros, la gran sensación del vuelo del espíritu, entonces ella los envidiaba. Recordó un sueño en el que iba volando. Siempre había sido su sueño favorito, la hacía sentirse libre e intocable. Este era su sueño hecho realidad.
El volar era una increíble sensación. Sus alas se movían ahora, hacia arriba y hacia abajo. Lo hacía naturalmente. El mundo era increíble desde arriba. Podía ver claramente la destrucción de que los segadores y los imps habían dejado en su ciudad. Parecía como si mil elefantes hubieran pisoteado los edificios.
Estaba sorprendida de lo mucho que podía ver desde tan alto. ¿Era eso debido a sus alas también? ¿Estaba el cambio dándole visión de halcón?
Sentía el batir de sus alas. El aire silbaba en sus oídos y ondulaba a través de su cuerpo. Sintiendo la brisa agitando su cabello y los tibios rayos del sol acariciando su rostro, deseo no bajar nunca. Quería quedarse ahí arriba para siempre.
"¡KARA! ¡BAJA DE AHÍ EN ESTE INSTANTE!" El Sr. Patterson, del tamaño de un hámster desde donde ella lo veía, sacudía su puño hacia ella. “¿Estás loca? ¡Los mortales nos verán!" gritaba. "¡No eres invisible!"
Cierto. Los mortales. Ella se había olvidado de los mortales. En un momento de pánico, Kara plegó sus alas y cayó cuarenta pies contra el pavimento.
Le dolió. Le dolió mucho y le dolía por todas partes. Kara gemía, mientras yacía bocabajo en la acera de cemento.
"¿Acaso te han afectado el cerebro tus recién adquiridas alas?", preguntó el Sr. Patterson tamborileando sus dedos impacientemente. "¿En qué estabas pensando? Cualquiera podría haberte visto. ¿Te imaginas el desastre, el impacto si te hubieran visto? Ya hemos sufrido una catastrófica invasión de segadores. No podemos ir por ahí, cambiando la historia, borrando los recuerdos de los mortales. Hay demasiado en juego aquí. Simplemente no hay tiempo para eso".
Kara se puso de pie, todavía un poco inestable después de la caída. Sus alas estaban bien, pero sus rodillas estaban sangrando.
"Lo siento", dijo ella, "yo… yo no estaba pensando".
"Obviamente no". El Sr. Patterson le miró entre las ranuras de los ojos.
Kara se encogió de hombros. "No pensé que los mortales pudieran ver mis alas. ¿Qué no son ciegos a lo sobrenatural?"
"Sí, lo son", estuvo de acuerdo el Sr. Patterson. "No pueden ver tus alas... pero te pueden ver a ti".
El rostro de Kara reflejaba su angustia. "Ups". El enojo del Sr. Patterson se desvaneció a la vista de sus heridas.
Él suspiró. "Bien, tenemos que limpiarte antes de más demonios e imps huelan tu esencia y te busquen. Déjame buscar mi botiquín de primeros auxilios. No puedo hacer mucho, pero puedo evitar que más de tu esencia se derrame por tus cortadas".
Caminaba a través de los restos derribados de su preciosa librería buscando el kit de primeros auxilios.
Kara le seguía de cerca.
"Entonces, ¿qué era lo que usted estaba buscando antes? ¿Cuando yo llegué a la librería?"
El Sr. Patterson sacó una caja pequeña de metal blanco con una cruz roja en la parte superior. Abrió la tapa y sacó un rollo de Gasa. "Algo que podría ayudar a explicar lo que te ha sucedido", dijo el Sr. Patterson vendando sus heridas.
“¿Y lo encontró?"
"No".
"¿Qué era?"
El Sr. Patterson terminó de atar la venda alrededor de la rodilla de Kara y la miró. "Es un mapa, más o menos. Un mapa que nos ayuda a encontrar a aquellos que tienen las respuestas”.
"De pronto, David apareció en su campo visual. Su pelo rubio estaba despeinado y blandía una espada de alma en cada mano.
“¡Kara! ¡Estoy aquí!"
El Sr. Patterson levantó una ceja.
"Así vemos". Kara agitó sus alas molesta, algo que recién se dio cuenta que podía hacer, así que lo hizo de nuevo.
"David McGowan", dijo entre dientes. "¿Qué estás haciendo aquí?"
David se encogió de hombros y miró a su alrededor. "¿Estoy aquí para salvarte?"
Era más una pregunta que una afirmación.
"Bien, pues no necesitamos salvaciones, muchacho", dijo el Sr. Patterson. "Necesitamos respuestas”, agregó, levantando sus brazos. "Respuestas a esto", dijo, refiriéndose a las alas de Kara.
"Y vamos a encontrar las respuestas si me ayudan a encontrar el cristal amarillo”.
Pateo y arrojó escombros caídos, mirando entre los libros y los estantes caídos.
Kara se dirigió a David y con su voz muy baja le dijo: "Te dije que no vinieras". Ella lo miró con una mezcla de irritación y deleite; parte de ella se alegraba de verle otra vez tan pronto.
David sonrió maliciosamente. "Me encanta a una mujer mandona. Aun cuando no necesariamente escucho a cada uno de sus comandos, simplemente me encanta la manera que ella me ordena todo. Me encanta que me dé órdenes. ¿Tienes alguna petición?"
"Dios, ¡a veces eres tan irritante!”
"Una de las muchas cualidades que te gusta de mí".
"No te alabes tanto", dijo, pero ella no podía ocultar su sonrisa, "y ayúdanos a encontrar esta cosa, este cristal amarillo".
"¡Lo encontré!" El Sr. Patterson alzó una esfera de cristal amarillo del tamaño de una naranja por encima de su cabeza.
David la miró fijamente.
“¿Esa es? ¿Esta pequeña cosa es lo que va a ayudarnos? ¿Una pequeña bola amarilla va a darnos todas las respuestas? ¿Está hablando en serio?"
El Sr. Patterson vio a David a los ojos airadamente. "Va a ayudarnos a encontrar a quienes tienen las respuestas que estamos buscando."
Kara observó al Sr. Patterson. “¿Y quiénes podrían ser esas personas?”
El Sr. Patterson se rascó la barba. "Tenemos que buscar a las madres oráculo".
“¿Las madres…las madres oráculo?” Kara se ahogó con sus propias palabras. El anciano estaba senil.
"Estoy sorprendida de que bromee sobre algo como eso", le dijo a su jefe. "Está bromeando, ¿verdad?"
Pero el Sr. Patterson estaba realmente serio. Él la miró con una expresión triste, como algo que le había dolido mucho hacía ya tiempo estuviera resurgiendo, como si un viejo recuerdo se hiciera claro otra vez.
Kara miró a David. "¿Hay oráculos femeninos?" preguntó. Ella no podía creer lo estaba oyendo. "¿Tú sabias esto?"
David tenía una sonrisa soñadora en su cara y sólo dijo: "No, no lo sabía".
Se volvió hacia el anciano y le golpeó en el brazo, sonriendo estúpidamente. "El Sr. Patterson es un Don Juan. Quiere acaparar a todas las mujeres, ¿eh?"
Kara rodó los ojos con irritación. Miró otra vez al Sr. Patterson y le preguntó, "¿Las madres oráculo? Pero nunca he visto ninguna mujer oráculo en Horizonte. Yo no sabía que aún existían".
"Eso es porque no están en Horizonte".
Kara se imaginó a las esposas de los oráculos como mujeres regordetas con barba larga, como Sras. Santa Clauses enanas. Podía verlas rodando sobre sus cristales blancos como la nieve.
El Sr. Patterson sostuvo la bola de cristal amarillo. "He mantenido esto por más de 3 mil años, con la esperanza de poder darle uso un buen día. Que tal vez pudiera..."
Él divagó, pero había pánico en su mirada, verdadero miedo.
"Esto nos llevará a ellas", dijo de repente.
"¿Y qué hacemos respecto a la llave?"
Kara estaba preocupada por Peter. La última vez que lo había visto se veía como si estuviera a punto de abrirse el brazo y sacar la llave. Se veía aterrorizado.
"Nosotros no podemos hacer nada sobre eso ahora. La llave está segura en Horizonte con Peter, por ahora".
"Sí, pero pronto la Legión lo enviará a luchar de nuevo contra los segadores", dijo David.
Había comenzado a sentir la misma urgencia que Kara. "No estará en Horizonte durante mucho tiempo. Él va a necesitar nuestra ayuda.
"Exactamente lo que yo estaba pensando", dijo Kara. "Peter estará en peligro tan pronto como él se materialice aquí abajo. Los imps irán tras de él. Tenemos que volver… "
"No". El Sr. Patterson sujetó el brazo de Kara cuando ella comenzó a dar la vuelta para irse. Él la apretó con una fuerza sorprendente, la fuerza de un hombre diez veces su tamaño. Kara se dio cuenta que había muchas cosas sobre estos oráculos que ella desconocía.
Sus ojos brillaban con feroz determinación.
Por primera vez, Kara sintió que él realmente le temía. O por lo menos temía por ella, o lo que iba a sucederle a ella con el cambió.
Kara desvió la mirada. Se dio cuenta que ella estaba usando la llave y a Peter como excusa para esconderse de la realidad de su transformación, de sus alas, de todo. Tenía miedo de lo que pudiera suceder a continuación.
"Tú fuiste utilizada antes, Kara, debido a tu esencia única", dijo el Sr. Patterson. “Y me temo que nos estamos enfrentando a lo mismo ahora... o a una versión del mismo asunto... No sé. Lo que sí sé es que estás siendo usada otra vez, y es algo oscuro”.
El soltó su brazo.
"En primer lugar, debemos averiguar cómo y por qué te crecieron las alas. La llave, los segadores, los archidemonios… todos están conectados”.
Kara inclinó su cabeza, en silencio, reconociendo la verdad en sus palabras, y David sujetó su mano. Una comprensión silenciosa flotó entre ellos. Ella devolvió el apretón y sonrió, agradecida de que él estuviera con ella durante todo esto, agradecida de que estuviera a su lado.
"Entonces, ¿en dónde encontramos a estas madres oráculo?" preguntó David con una sonrisa.
El Sr. Patterson acercó el cristal amarillo a sus labios y sopló. Una luz brillante bailó dentro del cristal, haciéndose más y más fuerte cada vez, hasta que el pequeño mundo brilló como un sol en miniatura. Levantó la bola de cristal amarillo luminosa sobre su cabeza y dijo, "En Edén".
Kara levantó su mano para proteger sus ojos de la luz. "¿Te refieres al Jardín de Edén?" preguntó con incredulidad. Pero antes de Kara pudiera hacer más preguntas, tres haces de luz explotaron dentro del pequeño sol, y los tres desaparecieron.