Capítulo 3

De Vuelta, con Un Revés

 
 
 
Un mundo blanco. Un espacio borroso. Silencio.
Kara sentía como si estuviera flotando. Su mente estaba vacía, vacía de sentimiento, vacía de todo. Era como un sueño extraño, como si su conciencia estuviera a su alrededor y ella fuera un cerebro grande y flotante. Como si no tuviera cuerpo. Al principio que pensó estaba soñando, pero en los sueños generalmente uno no sabe que está soñando. Sólo se sabe que era un sueño una vez que uno despierta. Esto era diferente, sentía que estaba dividida en millones de piezas diferentes a la vez, como si estuviera en cada partícula de polvo.
Su conciencia estaba expandida, en todas partes al mismo tiempo.
El mundo giró. A medida que su visión se aclaraba, sintió cómo el peso de su cuerpo retornaba. Los millones de bits que la formaban se aglomeraron de nuevo, rehaciéndola. 
Luego se vio de pie, en tierra firme. Kara sacudió la confusión de su mente y miró a su alrededor.
Estaba en un ascensor, pero no era un ascensor normal, sino los ascensores especiales que transportaban a los ángeles de la guarda a Horizonte. Ella reconoció los elegantes paneles  artesanales color cereza con crestas de alas en dorado y el olor familiar de la naftalina.  Ella  se encontraba en su camino a Horizonte, una vez más. 
Pero, ¿cómo podría ser eso? Su última memoria de Horizonte era la de la conversación que había tenido con el jefe. Él le había dicho que había utilizado hasta el último polvo de su poder elemental en el Obelisco y que por lo tanto, estaba vacía.  Recordó específicamente que le dijo: "Que no estarían solicitando sus servicios durante mucho tiempo".
Así que eso era. Algún tiempo significaba mucho tiempo, y ahora sabía que no había sido tanto tiempo. ¿Cómo podía ser? Todavía era una estudiante universitaria, y trabajaba en la misma librería. Ella no debería estar aquí... y sin embargo, lo estaba.
Además, estaba de vuelta y era un ángel ordinario, no tenía más habilidades elementales, no había más rayos de energía dorada…  había agotado sus poderes especiales. No era más que un ángel ordinario. 
No estaba segura de cómo sentirse. Había sido única, y aunque fuera odiada por la mayoría de sus compañeros, siempre había disfrutado secretamente ser diferente a los demás ángeles guardianes. Había sido una gran parte de quien ella era, y era lo que la hacía ser especial.
Sin saber por qué, estiró su mano y se tocó la parte posterior de su cuello, como esperando encontrar algo ahí. Pero, ¿qué? No podía recordar. ¿Por qué estaba actuando de esta forma tan tonta?
Kara se recostó contra la parte trasera del ascensor y sostuvo su cabeza entre sus manos. Sus recuerdos la inundaron nuevamente. Recordó la proyección de la memoria, su última misión como mortal, las Hermanas Fay, Olga, Gedeón y el brujo oscuro. La memoria de Lilith le dolía. Esperaba que su alma estuviera a salvo y que hubiera logrado renacer.
Ella recuperó su compostura e hizo un balance de su entorno más cuidadosamente. 
Un primate, un gran chimpancé gris con negro, estaba de pie al lado del panel de control. Su corbatín rojo lo hacía verse como un regalo peludo. Llevaba un chaleco púrpura sobre sus hombros anchos con una etiqueta que leía Chimpancé 6L 75 bordada en Letras de oro. Sus grandes ojos marrones brillaban y parecían casi temerosos. La veía de una extraña manera, como si estuviera mirando un fantasma.
Inicialmente, Kara no pensó nada al respecto. Estaba acostumbrada a los operadores de elevador “geniudos”. Pero había algo diferente acerca de la forma que éste la estaba mirando. Parecía asustado.
“¿Qué?" preguntó  Kara después de que no pudo soportar más su mirada.
"¿Qué sucede? Acabo de llegar, ¿sabes? ¿Puede dejarme en paz un momento antes de empezar con tus monerías? ¿No sabes que es descortés andar mirando?" 
Ella sacudió la cabeza. "Olvídalo, sólo dime ¿por qué me estás viendo como si nunca antes hubieses visto un ángel de la guarda?"
El Chimpancé 6L 75 apartó la mirada y comenzó a silbar nerviosamente. Era como si estuviera fingiendo no haber oído, lo que era muy inusual. Ella sabía que los operadores de los elevadores en Horizonte siempre disfrutaban atormentando a sus pasajeros, pero este operador se estaba comportando de forma muy peculiar.
Kara frunció el ceño y se inclinó hacia adelante. "¿Me perdí algo mientras no estaba? ¿Disculpa? ¿Chimpancé 6L 75? ¿Me oyes? ¿Hola?"
El primate siguió silbando e ignorándola completamente.
"¿Se han vuelto sordos los operadores mientras no estuve?" 
Ella recostó su cabeza contra el panel. No iba a dejar que un operador de elevador poco comunicativo le arruinara su primer día de regreso. Esperaba que David también estuviera en Horizonte, porque simplemente no sería lo mismo sin él. 
Estaba a punto de reprender al primate por ser tan grosero cuando notó que estaba presionando el tercer botón en el panel de control del ascensor. Dio un paso adelante para poder ver más de cerca. El botón de cobre amarillo con el número 3 estaba encendido. Estaban dirigiéndose al nivel tres, la División de Milagros.
 "Disculpa, ¿por qué vamos a nivel tres? ¿No debes dejarme en el nivel cinco?"
Kara se detuvo. Tal vez como ya no tenía sus poderes elementales, ya no estaba en la División Contadora de Demonios. Le ardía un poco no ser parte del grupo elite. Tal vez debería ir al nivel dos, a Operaciones. Era la única opción.
 "Creo que presionaste el botón equivocado", le dijo  Kara. Ella estaba haciendo su mejor intento para sonar lo más cortés posible, ya que esta criatura parecía estar aterrorizado frente a ella, aunque no podía imaginarse por qué.
"Si no voy al nivel cinco, entonces estoy segura de que debo ir a nivel dos. Sí. El nivel dos. Ve ahí, por favor. Pulsa el nivel dos”.
El operador la ignoró.
El genio de Kara empezó a burbujear.
"Está bien. Sigue fingiendo que no existo".
Se inclinó hacia adelante y agregó: "Lo haré yo… "
El operador se inclinó sobre el panel y lo cubrió con su cuerpo. Dio vuelta a su cabeza ligeramente, pero no se veía enojado. Parecía asustado.
Por un momento, Kara se quedó sin palabras. Estaba comportándose de una forma muy extraña, fuera de carácter para un operador. No tenía ningún sentido. ¿Qué estaba mal? ¿Estaba enferma? Ni siquiera sabía si podía enfermarse…La manera en la que el chimpancé evitaba sus ojos y le lanzaba una mirada de reojo de vez en cuando ponía en claro que tenía miedo de ella.
Aclaró su garganta y trató de controlar el pánico en su oz.  “¿Qué es lo que no me estás diciendo? Puedo verlo en tus ojos. Me estás ocultando algo. Vamos... escupe. Échalo para fuera".
 Con los ojos desmesuradamente abiertos y sacudiendo la cabeza, el Chimpancé 6L 75 levantó un dedo largo y le apuntó. "Mira, hay algo mal contigo. No eres un ángel normal”.
 ¿Qué?" Kara casi se echó a reír. Estaba acostumbrada a ser llamada anormal. Pero cuando miró hacia abajo, a sí misma, sus rodillas le flaquearon y cayó contra el panel posterior. 
Estaba semi transparente, como un fantasma.
Su ropa era transparente, como papel de seda, y parecía como si se fuera a romper con simplemente tocarla. Su esencia de Ángel brillaba a través de su piel delgada y frágil, irradiando luz, pero era como si la mitad de su esencia no se hubiera subido con ella en el ascensor. Había perdido parte de su ser, y se había convertido en un espectro. Cuando trató de recordar los momentos antes de su muerte, sus memorias se perdieron en la niebla. 
El pánico en los ojos del primate sólo hizo que sus propios temores se multiplican. Todo hacía sentido ahora. El operador estaba llevándola al nivel tres porque definitivamente ella necesitaba un milagro. Si alguien podía averiguar lo que estaba mal con ella y componerla, esa era la Arcángel Raphael. El ascensor se detuvo y con un ding las puertas se abrieron.
Con las piernas temblorosas, Kara se llenó de valor para moverse y bajó del ascensor en el nivel tres. 
El cielo por encima de ella era una mezcla de colores escarlata y naranja, girando y arremolinándose como bastones de caramelo gigantes. Podía ver una línea gruesa de bosque, y en la base de una gran montaña estaba la oficina del Arcángel.
Y así, con un sentimiento de miedo aplastándola, Kara comenzó su viaje hacia el bosque. En su camino, pasó el gigante edificio tipo almacén de Sanación Exprés, el taller todo en uno para reparar a los ángeles que lo necesitaban. Ella sabía que la curiosa aflicción que sufría era algo que la gran máquina no podría reparar. Ella necesitaba la ayuda de Raphael.
Los altos árboles verdes se mecieron con una ligera brisa mientras ella hacía su camino por el bosque y se topaba cara a cara con la colosal montaña que se elevaba por encima de la selva y se perdía entre un mar de nubes rojas.
Ella podía ver la ciudad tallada en la base de la montaña. Todavía no se había topado con nadie y estaba agradecida de ello. Con cada paso, su pánico aumentaba
Apresuró el pasó a través de las dos esculturas de roca de los gigantes que estaban parados a cada lado de la entrada como centinelas y se coló a través de la apertura hacia la ciudad.
"¿¡Qué carambas!?" dijo una voz.
Kara se congeló. 
Los oráculos y ángeles de la guarda se detenían en la calle, viéndola con expresiones de shock e incredulidad en sus rostros. Otros se apresuraron para ver de qué se trataba la conmoción, hasta que Kara fue rodeada por completo. 
Ella quería desaparecer.
Un oráculo con espirales largas de pelo blanco arremolinadas sobre su espalda tiró sus expedientes. "¿Cómo, cómo es esto posible? ¿Qué anomalía es esta? ¿Quién eres?"
Kara miró hacia abajo. Podía ver los adoquines a través de sus zapatos. Ella era una anomalía.
"¿Qué sucede con ella?" 
Kara miró hacia arriba y se encontró con un ángel de la guarda con pelo rojo corto, rizado, apuntando a ella. 
"Se ve como un fantasma. Puedo ver la cabeza de Jamie a través de ella".
 "¡Demonio!", gritó un hombre de piel oscura.
 “¡Es un demonio!"
 “¡Aléjense de ella!"
 "¡Tírenla en el Tártaro!"
A medida que la multitud de oráculos y AGs aumentaba, también aumentaban los susurros y las acusaciones. Kara no podía oír todo lo que decían, pero escuchó lo suficiente. Estaba muy claro en sus rostros lo que ellos pensaban. Fenómeno. Monstruo. Mutante. Demonio.
No había nada peor que ser señalado en una multitud como un bicho raro. Era la peor sensación, y era una sensación que conocía muy bien. Podía verlos condenarla y juzgarla, pero sobre todo podía sentir su miedo. 
Las calles estaban tan silenciosas que podía oír el susurro del viento entre los árboles del bosque, detrás de ella. De un golpe,  los dolorosos recuerdos de haber estado marcada por un demonio le abrumaron como una ola gigante. 
Pero esta situación era peor. Su marca del demonio había sido cuidadosamente ocultada, pero ahora, cada criatura del Horizonte podía ver que era transparente. No podía ocultarlo.
Con la vista hacia abajo, luchando contra su impulso de gritar, Kara caminó más allá de la multitud de curiosos y corrió por el retorcido  sendero que serpenteaba entre los edificios. Necesitaba encontrar a Raphael pronto, antes de que la turba de ángeles hiciera algo estúpido y la lanzara en el tártaro. 
Kara corrió tan rápido como pudo, y cuando pensó que seguro se había perdido, reconoció una estructura familiar de piedra y corrió hacia ella. Pasó a dos ángeles que saltaron fuera de su camino y se aplanaron contra las paredes. Finalmente, abrió una puerta de madera e irrumpió en un gran salón.
"¿Kara? ¿Qué te ha sucedido?"  Una bella mujer de aspecto asiático vestida de lino blanco se levantó de una mesa larga de madera. Reflejos rojos destacaban de entre el cabello negro azabache que se derramaba sobre su espalda. El escudo dorado atravesado por dos espadas de plata que lucía en la frente le marcaba como un Arcángel. Empujó hacia atrás su silla y se puso de pie. Sus ojos estaban inundados de preocupación. 
Kara tropezó torpemente en la habitación. Parecía que sus pies se habían convertido en dos ladrillos.
"No sé", dijo ella nerviosamente.  "Estaba así cuando me di cuenta, estaba en el elevador. Acabo de llegar aquí, y además no puedo creer que esté de regreso tan pronto. Y no sé por qué exactamente. Le di un susto de muerte al operador. Bueno, creo que técnicamente de todas formas están muertos, ¿cierto? Quiero decir, ¿no es así? ¿No son como un tipo diferente de guardianes o entidades? Supongo que eso realmente no importa ahora. Deberías haber visto la forma en la que estaba mirándome, como si fuera un fantasma…"
"Es que pareces un fantasma", dijo Raphael. 
Estuvo inmóvil por un momento, mientras estudiaba a Kara. Luego caminó lejos de su mesa y se movió rápidamente hacia la puerta de su salón. Cerró la puerta con seguro y de dirigió hacia Kara. 
Frunció el ceño. "Trata de calmarte y déjame echar un vistazo”.
 Aunque el Arcángel intentó ocultar la mirada de alarma en su rostro, Kara podía ver la angustia en sus ojos. Suavemente, Raphael levantó los brazos de Kara y los inspeccionó. La picó, la tocó y paso las yemas de los dedos sobre la piel y la ropa de la Kara, hasta que hubo inspeccionado hasta la última pulgada. 
Finalmente, miró hacia arriba. Su rostro estaba sombrío. "No he visto nada como esto nunca antes", dijo. 
"Puedo ver tu esencia fluyendo alrededor de tu cuerpo, lo que a veces vemos en los casos de trajes M defectuosos o maltratados, donde la piel se pone delgada como el papel. Pero esto es diferente; tanto tu cuerpo como tu esencia son translúcidos. Es muy sorprendente y misterioso".
Por un segundo, Kara pensó que había escuchado gritos que venían del pasillo. 
"¿Nada más tengo una mitad?" preguntó. "Quiero decir, ¿está el resto de mí en algún otro plano o algo? Yo estaba pensando en que tal vez algo ocurrió antes de la transición, como si el velo se hubiese roto, y parte de mí estuviera en la sala de espera, en el plano 8. O tal vez la sala estaba llena, y ahora estoy a la espera,  en el limbo…”
La cara de Raphael era grave. "No. Cuando hay una fractura en los planos, o te perderías en el olvido hasta el final del tiempo o tus piernas te estarían esperando en el plano 8”.
El Arcángel frunció el ceño otra vez mientras inspeccionaba a Kara. "Esto es otra cosa enteramente diferente. Se ve casi como un mal funcionamiento del vega, como si el proceso de metamorfosis que construye y arroja cuerpos temporales no hubiese concluido. Es casi como si todavía te estuvieras transformando, como si tu esencia de ángel aún se estuviera procesando, pero no estoy segura de qué es exactamente lo que se está procesando. Es muy extraño, pero es sólo una teoría. Tendré que hacer algunas pruebas para averiguar con certeza qué es lo que sucede".
 Ella vio la mirada de miedo en el rostro de Kara y sujetó suavemente su hombro. "No te preocupes, Kara. Descubriremos qué es esto, te lo prometo”.
.  Kara miró los almendrados ojos marrones del Arcángel y forzó una sonrisa. "Así lo espero. Pensé que no había nada peor que ser marcado". 
Levantó su mano frente a sus ojos y miró fijamente la cara de Rafael a través de ella "Pero...", agregó con voz temblorosa, "Esto es un millón de veces peor".
"¿Cómo te sientes? ¿Tienes dolor de algún tipo?"
Kara quería decirle que sufría un tipo diferente de dolor, un dolor mental, pero decidido no hacerlo. 
"No. Me siento bastante normal, me siento igual que todas las veces que volví a Horizonte". Ella se encogió de hombros. "Sé que parezco diferente, pero no me siento diferente".
Raphael puso sus manos en su cintura, perpleja. "¿Qué es lo último que recuerdas antes de su transición aquí?"
Desarticulada, Kara dudó, haciendo su mejor esfuerzo para recordar que los momentos anteriores a su sorpresivo regreso a Horizonte. Ahora estaba un poco más tranquila y se sentía segura con Raphael. 
Cerró los ojos. "Recuerdo haber estado trabajado en la librería. Recuerdo un murciélago moribundo después de estrellarse en la ventana. Sí. Recuerdo bien eso. Entonces fui al parque para enterrarlo..." 
Kara llegó a un espacio en blanco y su memoria se desvaneció. Estaba obstruida por algo, y no podía alcanzarla. Era como un muro negro que blindaba sus recuerdos. Se esforzó, pero no podía ver más allá. 
"Hmm. Esto es raro".
"¿Qué es raro?
Kara abrió los ojos. "Es como si algo estuviera bloqueando mi memoria. Estoy tratando de recordar, sé que debo recordar, pero no puedo. No recuerdo nada más. ¿Cómo es que no recuerdo cómo morí? Siempre lo he recordado".
Raphael se inclinó hacia Kara y la inspeccionó más de cerca. 
"Trata con más fuerza, Kara. Es imperativo que recuerdes los acontecimientos antes de que llegaras aquí. Tienes que esforzarte y recordar cómo moriste. ¿Quién estaba contigo? ¿Había alguien a tu lado?"
Kara se frotó la parte posterior del cuello inconscientemente, como esperando encontrar algo ahí. Pero todavía no podía recordar qué era lo que estaba buscando.
“¿Qué es? ¿Sientes algo?" Raphael levantó el cabello de Kara e inspeccionó la parte posterior de su cuello. "No veo nada, no hay ninguna marca. 
Dejo caer el cabello de Kara sobre su espalda y preguntó: "¿Es eso importante para ti? ¿Te golpeaste en la parte posterior de la cabeza?"
Kara se encogió de hombros y frotó su frente. "Yo… no lo sé. No puedo recordar”, agregó, suspirando con fuerza. "¡Esto es tan frustrante! ¿Por qué no puedo recordar? Siempre he podido recordar…
"Hasta ahora”. El suave y delicado rostro del Arcángel estaba marcado con angustia.
Kara observaba a Raphael. "Eso significa algo para ti... ¿no? ¿Qué es lo que significa? Por favor dime. Me estoy muriendo… por así decirlo".
 "No sé, tal vez", dijo el Arcángel después de dudarlo un momento. "Claramente tiene algo que ver con lo que te ha sucedido. Tal vez lo que le ha sucedido a tu cuerpo también está afectando tus recuerdos, haciéndolos inaccesibles y ambiguos, pero no estoy segura todavía. Y no quiero decir nada para evitar que te pongas más ansiosa. Puedo ver  que ya estás realmente alterada".
Raphael caminó hacia la parte posterior del salón. Buscó y rebuscó en una caja metálica que contenía una variedad de instrumentos y herramientas médicas, y finalmente sacó lo que parecía ser una aguja grande.  "Ven y Siéntate aquí," dijo Raphael jalando a Kara a una silla vacía junto a ella. "Vamos a tomar una muestra de tu esencia para ver qué es lo que tenemos”, agregó, golpeando ligeramente el asiento.
Kara no se movió. Sus ojos estaban pegados a la enorme aguja en las manos del Arcángel. El pánico se apoderó de ella, y no podía explicarlo ni controlarlo. Simplemente, no podía moverse.
"No te dolerá, te lo prometo. Estás en tu cuerpo de ángel de la guarda, no en el mortal. Recuerda que el dolor físico se expresa de manera diferente aquí. Tu cuerpo, tu caparazón, es mucho más fuerte. No sentirás nada".
 Sin embargo, Kara continuaba sin moverse. Era como si unas manos gigantes invisibles la mantuvieran fija en su lugar. Había algo extrañamente familiar y aterrador acerca de esa aguja.
Raphael puso la aguja de nuevo sobre la mesa.
 "Kara, si quieres saber lo que está sucediendo contigo, necesito hacer algunas pruebas. Lo que sea que te esté sucediendo podría ser muy grave y no quiero correr ningún riesgo. ¿Qué pasa contigo?”
De repente, la puerta se abrió de golpe y dos enormes gorilas de espalda plateada irrumpieron en la habitación.