Silencio. La esfera era como una tumba. Todos miraron a Kara y ella quería desaparecer. A penas se estaba acostumbrando a la idea de tener alas y la perspectiva del vuelo le había traído alegría, pero en el fondo sabía que una sensación de frío intenso se había deslizado dentro de su alma y quería brotar. Por lo que Raphael le había le dijo acerca de los archidemonios, ella sabía que esto no iba a terminar bien.
"Los Archidemonios," Kara repitió, casi sólo para sí misma. "Mis alas son como las de los archidemonios".
Vio la conmocionada expresión en la cara de David y desvió la vista.
"Sí," respondió Mistral. Ella levantó su voz para que llegara a todo el edificio.
"Los archidemonios fueron creados antes de los arcángeles y los ángeles. Eran los seres más poderosos de todos los mundos. Pero deseaban poder y se hicieron demasiado poderosos. Empezamos a temerles. Después de la guerra, después de que se crearon los arcángeles, los archidemonios fueron desterrados para siempre. Tus alas llevan su marca".
David reconoció la mirada de pánico en el rostro de Kara.
"No los escuches, Kara. No eres mala, y no eres una de esas cosas de las que ellos hablan. No te conocen como yo te conozco, yo sé que no eres malvada. No saben de lo que están hablando. Están atascados aquí en Edén y no saben lo que está sucediendo afuera, no son guerreros como nosotros. Son solamente un puñado de ancianas estúpidas”.
"¿Cómo dices, muchacho?" La oráculo con el manto púrpura presionó las manos firmemente en su caderas y observó a David, enfadada.
"¿Con quién crees que estás hablando? Nosotros hemos existido desde el principio, y tú eres simplemente una criatura de impulso, un transeúnte, una mancha de polvo".
David abrió la boca como si estuviera a punto de decirle algo a la oráculo, pero en el último momento decidió no hacerlo. En su lugar tomó a Kara por los hombros y la giró para verla de frente.
"Deja ese pensamiento ahora mismo", dijo. "No eres malvada. No eres uno de ellos, no eres un archidemonio”.
"¿No?" dijo Kara suavemente.
Sus palabras la abandonaron rápidamente, como si no tuvieran ningún peso, ningún significado. Se alejó de él, consciente del gesto de dolor en su rostro, pero no podía verlo en estos momentos.
Kara sintió un tirón en sus alas.
"Creo que de alguna manera te han convertido en uno", dijo Niri asegurando su sombrero en la cabeza. "Tus alas son muy parecidas a las suyas, más pequeñas, pero muy muy similares. Esas criaturas eran muy malvadas. Hubo mucha destrucción".
Ella se estremeció como si tan sólo la memoria de los archidemonios hiciera que su piel se erizara.
Una oráculo de aspecto ratonil en una bata rosa claro dijo: "Bueno, me alegro que no reaparecieran nunca".
"Me temo que eso no es totalmente cierto", dijo el Sr. Patterson. Todas las oráculos dirigieron su atención hacia él y le insistieron que elaborara. Él les contó acerca de los segadores y los imps que estaban buscando la llave.
Las oráculos estaban todas calladas, reflexionando sobre este nuevo bloque de información. Sus ojos dorados brillaban aún más, como si una luz las ilumina desde el interior. Y mientras que Kara miraba sus expresiones cambiantes, una inclinación de la cabeza, un levantado de cejas, un seño, estaba segura de que se comunicaban telepáticamente. Probablemente estaban discutiendo.
El Sr. Patterson veía a Kara solemnemente, su cara era una máscara de piedad y arrepentimiento, como si las sospechas que él esperaba fueran falsas, ahora se hubieran hecho realidad.
“¿Esto es lo que no querías decirme?" Kara sentía que su alma se estaba rompiendo. De alguna manera sus alas parecían más pesadas, y ella evitó mirar a David.
"Sí", respondió el Sr. Patterson. “Esperaba estar equivocado. No quiero que vuelvas a sufrir. Has pasado por mucho con la Legión; Tenía la esperanza de ahorrarte una miseria más. Teníamos una idea de lo que podíamos esperar de ti cuando descubrimos tus poderes elementales, pero esto... esto es extraño y es territorio desconocido. Y le tememos a aquello que no entendemos”.
Kara se quedó mirando al suelo. Era la peor noticia que podía escuchar. Ella no se estaba convirtiendo en un hada como Jenny había esperado. Se estaba convirtiendo en una criatura malvada con piel negra curtida, llagas y carne expuesta, alas de murciélago y colmillos como los de la boca de una piraña.
Mientras más confirmaban sus sospechas las oráculos, más lejos se escapaba su última esperanza. Ella sabía que si dejaba entrar a la oscuridad, si sucumbía a sus demandas, estaría perdida. ¿Recordaría quién era ella? ¿Lastimaría a sus amigos? Los pensamientos la asustaban porque no conocía las respuestas.
Kara recordó la criatura-hombre que le había inyectado. ¿Era acaso un archidemonio? No era humano, estaba segura de eso. Y sin embargo, estaba bastante segura que no tenía ningún par de alas.
Luchó por encontrar su voz.
"Si lo que dices es cierto, si soy parte de ellos… ", se esforzó para continuar, a pesar de que su voz temblaba. "¿Cómo y por qué me hacen esto?"
Mistral habló.
"Hemos decidido que debemos asegurarnos de que nuestras sospechas son verdaderas. Vamos a llamar a Augura. Ella será capaz de ver dentro de tu mente, y sabrá quién hizo tus alas".
"¡Señoras!" Aplaudió firmemente. "¡De pie!"
Todas caminaron hacia adelante, moviéndose hasta terminar paradas una al lado de la otra en una línea recta.
"¿Son mis ideas, o conseguimos entradas de primera fila para ver una danza en línea?" dijo David, riéndose. "¡Y no traje mi cámara!”
Kara estaba de acuerdo con David. Parecía que las mujeres estaban a punto de realizar un baile de algún tipo. Pero entonces empezaron a correr, y el edificio de cristal gigante comenzó a rodar. Con un rugido como de trueno, la estructura cristalina se ladeó, se sacudió y comenzó a rodar más rápido. Era como una bola de boliche gigante cogiendo impulso después del tiro. Los pies de las oráculos trabajaban al unísono, con un ritmo tap tap tap similar al de un motor en marcha.
Kara estaba sorprendida por la agilidad y la habilidad de estas mujercitas. Se movían con destreza y sin esfuerzo, girando la colosal esfera con precisión perfecta. Todo hacía sentido ahora. Los muebles estaban fijos a los lados y al techo del edificio esférico porque era una estructura movible.
Kara corrió junto a ellas para evitar caer. Movía sus pies, más y más rápido hasta que iba corriendo por las paredes de la esfera gigante, pasando junto a los muebles que originalmente habían estado en el techo. Era como si estuviera girando en una rueda de hámster gigante.
Si Kara no se hubiera sentido tan sombría, podría estar disfrutando esta parte. Finalmente, la más pequeña de las sonrisas apareció en su rostro. Ella no podía evitarlo, era contagioso, una sensación increíble.
El Sr. Patterson también se veía encantado de poder mover la bola de cristal. Incluso David sonreía mientras corría detrás de las oráculos. Las ventanas pequeñas se cerraron cuando la bola rodó hacia adelante y resultaba imposible ver a través de las gruesas paredes de cristal.
"¿Cómo saben a dónde van?" gritó Kara sobre el ruido de la grava crujiendo. "¿Los oráculos ven a través de las paredes?"
“Son oráculos", dijo David, riéndose. "Creo que pueden ver por dónde van".
Y cuando Kara estaba empezando a olvidar que ella tenía alas, los oráculos dejaron de correr y la esfera de cristal se detuvo.
Todas las oráculos salieron de la esfera. Sólo Mistral permaneció adentro.
"Por aquí, por favor". Ella les indicó que la siguieran.
Juntos caminaron a través del umbral hacia los verdes pastos de Edén.
Una única oráculo en una túnica blanca estaba arrodillada junto a un arroyo. Estaba de espaldas hacia ellos, así que Kara no podía ver su rostro. Los otros oráculos los llevaron hacia ella.
La oráculo en el traje blanco giró mientras se acercaban. Ella era de baja estatura y delgada, y su afinado rostro estaba plagado de líneas profundas, como surcos en la corteza de un árbol viejo y antiguo. Pero sus ojos dorados eran brillantes y estaban llenos de vigor. Un solo moño de cabello blanco-platinado estaba cuidadosamente fijado a la parte superior de su cabeza, como una corona.
Cuando les sonrió, sus diminutos ojos desaparecieron entre los pliegues de su piel. Se volvió, y Kara sintió un pequeño pinchazo en la frente. El oráculo blanco emitía un gran poder. Ella no parecía tan sorprendida de alas de Kara como los otros. Era casi como si hubiera esperado verlas.
"Augura", dijo Niri, "me gustaría que conocieras a…"
"Kara", dijo el Augura. Su voz era profunda y firme. Era una voz joven que no coincidía con su cara. Kara vaciló a la mención de su nombre.
El oráculo blanco se concentró en Kara durante un segundo más y luego vio a David.
"Y David", continuó el oráculo, "y por supuesto, Jim”
. El Sr. Patterson sonrió amablemente y se inclinó. "Augura, es bueno verte otra vez".
David se inclinó hacia Kara y susurró: "¿Cómo sabía ella nuestros nombres?"
"Porque los cristales me dijeron”, contestó la oráculo blanca. Claramente no sufría de ninguna pérdida de la audición. "Porque he visto el futuro, y ustedes dos están en él”.
Kara desvió la mirada. Ella sabía que la oráculo blanca podía ver la oscuridad en ella.
“Y ¿qué dice el futuro?", preguntó David.
Augura cerró los ojos y se concentró durante unos veinte segundos.
Sin abrir sus ojos, se agachó y sujetó el cristal que colgaba de su gran cadena de oro. A los pocos segundos, una pequeña luz osciló dentro del cristal, se hizo más estable y finalmente brilló como una pequeña estrella.
Finalmente, el oráculo blanco abrió los ojos.
"Es extraño, muy extraño. Pero no puedo ver quien lo hizo. Justo cuando estoy a punto de llegar a ese recuerdo de tu pasado, las visiones me abandonan y hay una cierta negrura. Es una oscuridad fría, como una gran muralla que no puede ser violada... incluso por mí. Algo me bloquea. Es muy potente, y no puedo romperlo. Lo siento, pero yo no puedo llegar a dentro de tu mente".
Augura vio a Kara a los ojos.
"Tienes las alas de los archidemonios, no hay ningún error en eso. No puedo decirte cómo hicieron esto, pero si puedo decirte que quieren conseguir algo de ti”.
"Estas criaturas poseen una cólera que se ha estado gestando por muchos milenios. Es una cólera que sólo puede llevar a la devastación. Quieren vengarse de nosotros y destruir el mundo con fuego y muerte".
La voz de la oráculo se ablandó al continuar. "No conozco tu propósito completo, Kara, en esta vida o en la siguiente. Estas criaturas te han hecho algo, y todavía no sé cuál es la magnitud de lo que han hecho”.
Por sólo un segundo la oráculo observó al Sr. Patterson, y compartieron algo. Fue entonces que Kara supo que el oráculo blanco estaba reteniendo algo.
Augura vio hacia la espalda de Kara. "Lo que sí sé, es que todavía estás cambiando".
Kara sentía había sido perforada en la cara por un puño hecho de ladrillo.
"Me temo que es cierto", afirmo la oráculo con el vestido azul claro.
Kara sintió un tirón en sus alas cuando la oráculo frotó el ala de Kara entre sus dedos. Todavía veo rastros del cambio; una fina capa de seda sobre tus alas, como una crisálida. Aún no terminas tu transformación”.
"Creo que tienes razón, Annabelle", acordó Niri. "Sus alas tienen todos los signos de los archidemonios". Ella miró a Kara. "Si estamos en lo correcto, tu seguirás cambiando hasta que la transformación esté completa".
Kara forzó las palabras de su boca. “¿Y qué es eso? ¿En qué me voy a transformar? ¿Seré uno de ellos?"
Las oráculos la miraban, inciertas. Sólo la oráculo blanca habló.
"No estamos seguros", dijo Augura. "Tú eres diferente a ellos. Eso debe alentarte, tal vez el ser diferente te apartará de ellos".
"¿No se pueden eliminar las alas o algo así?" dijo David. "¿Para qué hemos venido aquí, si no nos ayudan?" Le gruñó al Sr. Patterson.
"Hemos venido aquí para obtener respuestas," dijo el Sr. Patterson. "Y ahora las tenemos”.
David pateó el suelo. "No es suficiente. Estas no son respuestas. Quiero saber lo que va a sucederle a ella. ¿Qué sucederá después de que ella cambie?"
Era como si David le hubiera robado las palabras de la boca a Kara. Ella también quería saber.
Augura estuvo silenciosa por un momento, luego vio a Kara y dijo: “Las imágenes están rotas. No puedo atravesar la obscuridad. No puedo ver tu pasado, pero tal vez…”
En un instante, la oráculo blanca se movió hacia Kara, más rápido de lo que ella pensó que una mujer anciana pudiera moverse. Presionó sus delgados y huesudos dedos en la frente de Kara.
"Cierra los ojos y relaja tu mente", dijo la anciana. “Vacía la mente. Continúa. Vacíala".
Kara cedió y cerró los ojos. El tacto frío de la oráculo en su frente envió un escalofrío por su espalda. No sucedía nada, y se sintió un poco tonta. Pero luego su piel empezó a hormiguear. El frío tacto de la oráculo cayó sobre ella como un balde de agua helada, y entonces empezaron a brillar las imágenes en su mente. Se vio a sí misma como un mortal. Vio la librería, al Sr. Patterson, al murciélago muerto, el bosque, sus alas. Era como ver una película en velocidad acelerada detrás de sus párpados.
Aunque sus ojos estaban cerrados, Kara estaba consciente de la oráculo que estaba parada frente a ella. Y entonces sucedió algo.
La cabeza de Kara se agitó de repente y una niebla apareció en su mente. Se hacía más gruesa y más densa a cada momento.
Una figura se movió, pero luego la perdido de vista.
Y entonces ella la vio y la reconoció. Era ella.
Estaba en medio de una carretera. Había edificios a ambos lados. La carretera estaba agrietada y los edificios se quemaban, llenos de humo. Era una ciudad muerta. Los mortales yacían en pilas, esparcidos por las calles y entre sus coches.
Oyó gemidos apagados en la distancia, y luego gritos. Las personas estaban gritando. El ruido venía de todas partes, de arriba y de abajo. Era el sonido de personas muriendo en batalla.
Ahora podía ver figuras oscuras, corriendo, luchando, y matándose unas a otras.
Kara reconoció las siluetas de los segadores.
Entonces ella vio ángeles.
Los segadores estaban matando a los ángeles y a los oráculos.
Horizonte estaba en llamas, en completa devastación.
Las imágenes cambiaron.
Una figura oscura con grandes alas volaba por el cielo ennegrecido y ahumado. Voló sobre la ciudad muerta y bajó más y más, hacia la silueta de una persona corriendo. Era una mujer que llevaba a un niño en sus brazos.
La mujer y su hijo se detuvieron y miraron a su alrededor, como si hubieran oído algo. La oscura figura se cernía sobre ellos, extendió sus grandes alas y negros tentáculos en espiral se enredaron en la mujer y su hijo.
Sus cuerpos se arrugaron y se rompieron, antes de que incluso pudieran gritar en agonía, y luego quedaron tirados sobre el piso, muertos, con sus almas convertidas en una pila ennegrecida de polvo.
Con un gran golpe de sus alas, la criatura subió sobre la ciudad muerta y ardiente. Kara vio movimiento en la calle, y la gran criatura se zambulló otra vez.
Ángeles. Ella reconoció sus rostros. Eran Peter y Jenny, y luchaban contra los segadores.
Pero entonces la criatura alada arremetió con largos tentáculos negros que brotaron como sombras y envolvieron a Peter y a Jenny. Sus ojos se ennegrecieron y sus cuerpos se secaron, derrumbándose a la tierra en montones de polvo.
La criatura se volvió solo un segundo, y Kara finalmente pudo ver a la bestia que había matado a sus amigos. Venas de color rojo cubrían su piel gris y brillante y una masa de largo cabello negro la cubría toda. Era humanoide, con las alas negras y coriáceas de un murciélago.
Y tenía su cara.
"¡No!" Kara tropezó hacia atrás y cayó.
La sensación fría la abandonó, y Kara sintió cómo la oráculo se alejaba.
"No", repitió, devastada. "No, ¡no puede ser! ¡No es real!"
David corrió hacia ella y la ayudó a ponerse de pie.
"¿Qué? ¿Qué es? ¿Qué viste?" a Kara le temblaban los labios.
Observó a la oráculo blanca y se estremeció.
"No puede ser. Yo... No lo creo. Yo no, yo no podría... "
Augura hizo un seño.
"Este es el futuro, como yo lo he visto", dijo, "como ambas lo hemos visto. Pero el futuro se puede cambiar. No todo lo que vemos tiene que pasar".
David sacudió los hombros de Kara. "Kara, ¿qué viste? ¡Dime!"
Pero Kara no podía encontrar las palabras para describir lo que había visto.
"Tú puedes cambiarlo", dijo Augura. "Tú puedes cambiar el futuro".
Las imágenes de la muerte de Jenny y Pedro le obsesionaban. Se sentía enferma. Quería rasgar sus alas y arrancarlas, quería que todo terminara.
"Sé que esto fue muy difícil de ver", dijo la oráculo blanca, "especialmente para un no-oric. Tu mente no fue programada de la misma manera que la nuestra. No tienes la capacidad ni el conocimiento para entender lo que has visto. Nada es lo que parece cuando se trata de las visiones del futuro. Todo está sujeto a cambios y a interpretaciones".
"He visto lo que hice”. Kara parpadeó. "Era yo. Yo los maté."
"Todavía no", dijo Augura suavemente, tomando la mano de Kara entre las de ella. "Recuerda quién eres, Kara. Tú todavía puedes cambiar el futuro".