Capítulo 1

La Decepción

 
 
 
El cielo se veía rojo desde adentro de la tienda de libros. El aire caliente estaba cargado, justo como se pone antes de una tormenta eléctrica, pero no había ni una sola nube. 
Kara se quitó de la ventana y se empujó con un pie. La escalera rodante de la biblioteca se movió a través de los pisos de madera que crujían y tronaban debajo de su peso, como el retumbo de los truenos. Utilizar la escalera era su tarea preferida en la librería. Amaba la manera en que la hacía sentirse, como si estuviera volando. Si tuviera alas podría volar hasta la estantería más alta sin una escalera y hacer su trabajo más rápido. Cuanto antes lo hiciera, más pronto podía estar con David.
Lo extrañaba. Extrañaba su voz, su sentido del humor y aun su arrogancia. Sí, a veces era insoportable, pero ella nunca podía permanecer enojada con él por mucho tiempo. Siempre le hacía reír al final, sin importar lo enojada que estuviera con él. Era en esos momentos, cuando estaba en su compañía, en los que ella cobraba vida. Cuando estaban juntos, ella podía ser ella misma. Se sentía bien. Hacían un buen par.
La escalera patinó suavemente hasta detenerse contra un estante grande en el otro extremo de la tienda.
“Nunca entenderé por qué pone los libros de cinematografía tan altos," dijo, exasperada. 
Con el libro Es Sólo Una Película: Alfred Hitchcock, una Biografía Personal entre sus dientes, subió a la cima. Se estiró desde el extremo de la escalera, colgando peligrosamente de un pie,  y estirándose lo más que pudo,  exprimió el libro entre  La Producción de Psycho y Los Archivos de Stanley Kubrick.
"Uno de estos días te vas a caer y te romperás el cuello", le  advirtió el Sr. Patterson mientras pulía una bola de cristal del tamaño de una naranja.  En lugar de su habitual camisa hawaiana colorida y bermudas, llevaba un traje de cuadros marrones con una corbata de moñito roja que parecía haber estado en la parte posterior de su armario desde la década de 1970.
Kara podía oler el hedor de la naftalina desde la parte superior de la escalera.  Arrugó la nariz y se esforzó por mantener una cara seria. . Su fino pelo blanco estaba peinado torpemente, como si se lo hubiera acomodado en la oscuridad. Las únicas cosas que no estaban tan fuera de lugar eran sus pies descalzos. Se asomaban por debajo de su pantalón, como de costumbre. Su jefe nunca usaba zapatos. 
Kara se mordió el labio y se esforzó para no reír. Obviamente había hecho un esfuerzo por verse presentable. Pero ¿para qué? 
Tal vez el Sr. Patterson tenía una cita más tarde. ¿Podría haber una potencial señora Patterson en su futuro? Pero eso no tenía ningún sentido. Durante todos los meses que ella había estado ayudándole en la librería, él nunca había mencionado a ninguna amiga. Por otra parte, él nunca hablaba de sus amigos. Siempre pensaba en él como un hombre solitario, con sus viejas costumbres, como muchas personas mayores. Él se encargaba de su tienda y nada más. 
"No te preocupes", le dijo a Kara después de un momento. "Nadie va a morir hoy".
"Lo dice como si lo supiera a ciencia cierta, pero no lo sabe". 
El Sr. Patterson escupió en su cristal y lo frotó suavemente, observándolo como si fuera un diamante precioso.
"Los mortales no pueden prever el futuro. Carecen de la habilidad adquirida y del regalo que es la adivinación. Sólo los oráculos…"
Se calló repentinamente y contempló a Kara a través de sus tupidas cejas blancas.  La veía como si le hubiera dicho demasiado o revelado un gran secreto.
Kara le miró con creciente interés. No era la primera vez que había oído al Sr. Patterson referirse a sí mismo como un oráculo, fuera lo que fuera. Se había acostumbrado a la forma en la que a veces hablaba en tercera persona. Era casi como si tuviera una identidad secreta y viviera dos vidas distintas, como un espía. 
Por supuesto, esa era una noción ridícula. Él era viejo y su mente estaba un poco confundida. Lo más probable es que su crisis de identidad fuera el resultado de pasar día y noche leyendo libros sobre videntes y el más allá. Estaba obsesionado con lo sobrenatural. Tal vez se percibía a sí mismo como un conocedor de lo paranormal, un caza fantasmas de la era moderna.
Kara sonrió. Ella quería profundamente al hombre. Era como el abuelo que nunca había tenido, y lo veía como parte de su familia.
Pero había algo diferente en la manera en la que la había visto ahora, como si hubiese ido demasiado lejos esta vez y hubiera dicho demasiado y se hubiera arrepentido.
. El Sr. Patterson frunció el ceño y evitó sus ojos. Murmuró airadamente para sí mismo mientras pulía la bola de cristal tan vigorosamente que parecía como si estuviera tratando de encender un fuego. 
"Mantenerla a salvo ", Kara escuchó que decía el viejo. "Eso es lo que tengo que hacer. Bueno, es más fácil decirlo que hacerlo. Muchas gracias, si tan sólo supieran..."
Kara se rio incómodamente. "No se preocupe, nada me va a pasar. Sé lo que estoy haciendo. Es sólo una escalera, no me hará ningún daño".
"Ustedes, los jóvenes de estos días", dijo el Sr. Patterson. Kara podía ver el sudor en su frente. "Viven siempre en el borde, siempre buscando nuevas maneras de hacerse daño a ustedes mismos. Dime, ¿por qué es así? ¿Por qué todos tienen tanta prisa en morir?"
"No lo sé", contestó Kara mientras resbalaba de la escalera y aterrizaba con un ruido sordo". Supongo que sentimos que nuestras vidas son aburridas. Tal vez estamos buscando alguna aventura que le dé un poco de emoción a nuestra vida. ¿No fue usted joven también alguna vez?, ¿no se recuerda cómo era?”
 "¿Piensas que tu vida es aburrida?" El Sr. Patterson levantó su bola de cristal.
Kara se encogió de hombros. "No sé... tal vez." 
Ella miró los ojos azules de Sr. Patterson.  "¿No tiene a veces la sensación de que algo falta en su vida? ¿Ese extraño sentimiento de que debería estar haciendo algo, pero simplemente no sabe lo que es? A veces… bueno, en realidad todo el tiempo tengo este raro sentimiento de que estaba destinada a algo más, como si tuviera un propósito en la vida, pero simplemente no puedo averiguar lo que es. Por lo menos no todavía, supongo. ¿Sabe lo que quiero decir?"
El Sr. Patterson dejó de pulir su cristal y vio a Kara con la boca ligeramente abierta. Parecía preocupado, como si ella hubiera descubierto algún secreto oscuro. Él frunció el ceño y le miraba sin pestañear. Kara podía ver el miedo en sus ojos, como si supiera que algo malo le iba a suceder a ella. 
Kara se retorció incómodamente bajo su mirada.
"Eh... y entonces, ¿por qué está tan elegante?" desvió la vista, con la esperanza de cambiar de tema rápidamente antes de que el Sr. Patterson le quemara un agujero en la frente con sus ojos de rayo láser.  "¿Tiene una cita o algo así?"
El Sr. Patterson observó a Kara durante un tiempo antes de contestar. 
"Por supuesto que no. No seas ridícula". Caminó detrás del mostrador y colocó su cristal cuidadosamente dentro de una caja de vidrio. Es el Festival anual de la Palabra Hablada en el Café Soffa. Me han invitado a leer mi poesía…"
"¿Escribe poesía?" sonrió Kara, encantada de ya no ser ella el centro de atención. "No lo sabía,  ¡eso es impresionante! Algo me dice que es un escritor fantástico. ¿Podría leerme algunos?"
"No". 
"¿Por qué no?"
"Porque no"
“Pero ¿por qué?”
 "Porque yo digo que no, y no intentes cambiar de tema.
El Sr. Patterson vio a Kara con tanta intensidad que la obligó  a desviar la mirada. 
"¿Qué quieres decir con que sientes que tienes algún tipo de propósito en la vida?" presionó. "¿De qué se trata esta sensación exactamente? ¿Puedes decirme más sobre ella? ¿Puedes describirla?" 
Kara se encogió de hombros.  No estaba segura de por qué su jefe estaría tan interesado en eso. “¿No siente todo el mundo que sus vidas están vacías en algún momento?” Ella estaba segura de haberlo leído en alguna parte.  "No sé cómo describirlo. Es sólo una sensación que me da a veces, justo como le dije".
"Compláceme”.
 Kara exhaló pesadamente, un poco molesta por la extraña pregunta del Sr. Patterson y su peculiar comportamiento. Ella frunció los labios y contempló cuál era la mejor manera de  explicar sus sentimientos para que se quedara satisfecho de una vez por todas.
"Es como",  comenzó  Kara. "Se siente como... esa sensación cuando se le ha olvidado algo, o el nombre de alguien, y simplemente no puede recordar lo que es. Es un poco como eso, como que debo estar haciendo algo y simplemente no puedo recordar qué - pero yo sé que es algo importante. Y siempre está ahí conmigo, en mi mente, y simplemente no puedo averiguar lo que es”. Kara vio directamente al Sr. Patterson.  "Se siente como si fuera a ver un atisbo de mi destino, y luego la imagen se desvanece. De veras, es realmente molesto. Sólo desearía saber lo que se supone que yo debo ser o recordar".
  El Sr. Patterson parecía preocupado.
"¿Qué? ¿Por qué me está viendo así? ¿Qué dije?"
El Sr. Patterson presionó sus dedos sobre el mostrador.  Y tú… ¿tienes estos sentimientos a menudo?
Él la estaba cuestionando como si estuviera en una sala de interrogatorios en la comisaría, justo antes de que fuera a ser acusada de algo. Ella deseaba no haber mencionado nunca esa estúpida sensación que tenía, fuera lo que fuera.
Kara frotó las huellas de sus dedos del vidrio del mostrador con la manga de su chaqueta gris. Sin ver a su jefe, preguntó: "¿Por qué está usted interrogándome como si fuera un criminal? ¿Hice algo malo? Si no, entonces espero que se detenga. Siento como si estuviera reprobando algún tipo de prueba". 
El Sr. Patterson se inclinó hacia adelante. Su voz era tensa.  "Tú no hiciste nada malo, pero esto es extremadamente importante”.
Kara vaciló. "¿Por qué?" "
Porque estos sentimientos podrían significar que tu…"
¡BOOM!
La  piel de la parte posterior de su cuello se erizó, y Kara se volvió hacia el sonido. Cuando se dio cuenta de que estaba sosteniendo su respiración, la dejó ir.  "Vino desde la ventana", dijo Kara con voz temblorosa y frunció el ceño. "Creo que esos pequeños delincuentes están de vuelta otra vez. Voy a matarlos por asustarme de esa manera".
 Antes de que ella pudiera detenerlo, el Sr. Patterson sacó el bate de béisbol que mantenía oculto detrás del mostrador. 
"¡Ésta vez tendrán que responderme a mí!" su voz retumbó con rabia y por un momento Kara se sintió feliz de que hubiese olvidado temporalmente sus extraños sentimientos. Ese interrogatorio había sido lo suficientemente raro para que la sensación le durara todo el mes.
Cuando el Sr. Patterson se movió desde el mostrador, girando su bate sobre su cabeza, Kara lo sujetó del codo logrando detenerlo.
"Déjeme revisar primero”, dijo ella bajando su bate con la mano. 
"Creo que golpear a  los niños con un bate hasta matarlos es una ofensa capital. No queremos golpear a nadie todavía",  se rio. "Tiene un recital esta noche, ¿lo recuerda? Concentrémonos en eso, ¿de acuerdo? Esto es sólo un clásico caso de aburrimiento infantil". 
Ella le señaló con un dedo. "Espéreme aquí".
Kara caminó través de la habitación, preparándose a ella misma antes de espantar a los chicos de diez años que habían estado causando destrozos a las tiendas a lo largo de la calle desde el comienzo del verano. 
"¡Hemos llamado a la policía!" gritó al salir por la puerta.
Su rostro se veía enrojecido. 
"Ellos están en camino…”
Pero no había nadie allí.
La gente del otro lado de la calle se detenía y la veía como si estuviera loca. Ella se ruborizó y desvió la mirada.
Caminó a lo largo de la parte delantera de la tienda buscando vidrios rotos o signos de vandalismo, pero no había nada. No había señal de los niños, ni  vidrios rotos. Nada.
"Eso es raro", dijo Kara, apartando el cabello de sus ojos. 
Y justo cuando empezó a caminar de regreso a la tienda, algo pequeño y negro llamó su atención. Volteó y miró hacia atrás. Debajo de la ventana había un murciélago negro. Su cuello estaba retorcido en una posición anormal, y sus alas no se movían.
Kara se acercó y lo recogió suavemente con ambas manos. Con lágrimas en los ojos, pulsó sobre su vientre suavemente, pero no había ningún movimiento. El murciélago estaba frio y flácido en sus manos. 
"Esto está mal",  dijo la voz del Sr. Patterson detrás de ella.
Kara giró.
"Sé que es malo. El pobrecito está muerto, creo que se rompió el cuello. Pero no entiendo qué hace un murciélago volando al mediodía. ¿No cree que es raro?" 
Ella hizo una pausa.  "Bueno, ¿y cuál es el problema ahora?
El Sr. Patterson estaba mirando al murciélago como si fuera una bomba a punto de estallar. 
"Es un mal augurio ver un murciélago en pleno día y peor que uno golpee la ventana y muera. Los murciélagos del día son antinaturales, es una señal de que ha cambiado el equilibrio de las cosas. Algo antinatural está cerca, algo que no es de este mundo".
 "Ahora sí estoy realmente confundida".
  "Los murciélagos, como las aves, son mensajeros. Algo terrible se acerca, algo oscuro y malvado y no de este mundo".
Kara había tenido suficiente del comportamiento extraño del Sr. Patterson.
"Creo que usted ha estado encerrado en esta librería por mucho tiempo. No entiendo por qué las personas le tienen tanto miedo a los murciélagos. Quiero decir, ¡son tan lindos y elegantes! Y piense lo inteligentes que son al usar su ecolocación para ayudarles a encontrar su comida en la oscuridad". 
Kara sentía lástima por la criatura mientras frotaba su pelaje con su pulgar. "Creo que una noche leyendo poesía podría caerle muy bien".  Ella miró fijamente al murciélago. Sus ojos negros estaban medio cerrados. "Voy a llevarlo al parque y encontraré un lugar donde pueda enterrarlo. Simplemente no puedo nada más tirarlo a la basura, debe volver a la naturaleza”.
 Pero justo cuando ella dio la vuelta, el Sr. Patterson la jaló, haciéndola volver. "No. Deja ese murciélago. Te estoy diciendo, esto es malo".
  Él miró hacia arriba, al cielo, como si estuviera esperando que algo oscuro saliera de las nubes para matarlos.
"Bueeeeeenooo", dijo Kara, retirando el puño de hierro del viejo de su muñeca. "Es sólo un murciélago muerto, no el virus de Ebola".
Ella se preguntaba si el Sr. Patterson estaba mostrando los primeros signos de demencia. Sus ojos brillaban más azules que de costumbre. ¿Era esa una señal? Ella quería enterrar al murciélago de todas formas, con o sin el consentimiento del anciano. Antes de que el Sr. Patterson pudiera sujetarla otra vez, Kara corrió a través de la calle. 
“¡Regresaré en cinco minutos!, le gritó, y se dirigió al parque Maple, en el extremo de la calle.
Los gritos del Sr. Patterson hicieron eco en sus oídos, pero ella lo ignoró y corrió más fuerte. Necesitaba un poco de tiempo a solas, y el parque se lo proporcionaría. Encontraría un lugar agradable para enterrar al murciélago, era lo menos que podía hacer. Había muerto a causa de su ventana. 
Cuando ella se dio la vuelta, pudo ver que el anciano se apresuraba detrás de ella. Su boca y sus ojos estaban desmesuradamente abiertos, pero estaba demasiado lejos para oír lo que decía. Mientras corría más rápido intentó no mirar al murciélago.  Mientras más lo veía, peor se sentía.
Entró en el parque y su acelerada carrera se redujo a un paso más lento. Buscó alrededor para encontrar un buen sitio y vio un enorme árbol de manzana silvestre. Sus hojas color borgoña obscuro se mecían en el viento, casi como si le llamara.
 “Perfecto”.
Kara pasó a través de los exuberantes pastos verdes y se arrodilló a los pies del gran árbol. Cuidadosamente, colocó al murciélago entre dos grandes raíces nudosas que salían de la tierra. Parecía como una cuna, perfecta para la criatura peluda.
"Aquí". 
Ella se apoyó contra el árbol, satisfecha de haber hecho lo correcto.  Se sentó, observó al murciélago y miró fijamente al cielo durante mucho tiempo. Los mosquitos empezaron a picarla, y el cielo se oscureció. Supo que había permanecido demasiado tiempo ahí, el Sr. Patterson iba a estar furioso con ella.
Había esperado que se presentara en el parque a buscarla, corto de respiración y sudando, pero nunca llegó. Extraño. Él parecía muy seguro de que algo malo iba a suceder, y parecía creer que fuera lo que fuera,  iba a sucederle a ella. Así que ¿por qué no estaba él aquí?
De pronto se sintió culpable. Él era viejo y no podía correr a la par de unas piernas de diecisiete años de edad. ¿Y si había caído, lastimándose seriamente a sí mismo? Nunca se perdonaría a sí misma. Tenía que regresar a buscarlo.
Con una última mirada al murciélago, Kara se puso de pie,  volteó y casi golpea a alguien. 
Saltó sorprendida.
“¿David?”, preguntó asustada, presionando su mano sobre su pecho.
"Casi me matas de un susto. ¿Qué haces aquí? No te escuché llegar. ¿Cómo supiste donde estaba?"
David le miró, pero no dijo nada. Estaba sudando profusamente, como si acabara de correr un maratón. Su piel tenía un enfermizo color verde pálido, y su labio inferior temblaba. Parecía que tenía fiebre.
“¿Qué sucede?", dijo Kara, respirando con dificultad. "No te ves bien. ¿Estás enfermo? ¿David?"  Había algo diferente en el azul de sus ojos y su rostro, como una sombra, pero cuando ella se concentró en él otra vez, había desaparecido.  David limpió su frente sudorosa con su mano, y Kara notó una serie de profundos cortes en sus muñecas.
"Necesito que vengas conmigo ahora". 
Era la voz de David, pero de alguna manera también era diferente, casi como una grabación de su voz.
Kara se retorció, inquieta. "¿Ir contigo a dónde? David, no te ves bien. Tal vez deberíamos ir a la clínica y ver al médico".
  Miró sobre su hombro y revisó el parque antes de hablar otra vez.  "Necesitas venir conmigo", repitió y entonces añadió suavemente. "Por favor, por favor, ven conmigo. Ahora".
"No estás haciendo ningún sentido", dijo ella suavemente. "Además, no puedo ir ahora mismo. Lo siento. Necesito buscar al Sr. Patterson. En realidad, necesito pedirle disculpas, si es que quiero mantener mi trabajo".
"¿El Sr. Patterson?", se mofó David. Su voz estaba llena de veneno, y le observaba intensamente. 
Kara sentía que el pánico comenzaba a agitarse en su pecho. 
David dio la vuelta y pateó el suelo.
"Esas criaturas piensan que son muy inteligentes. ¡Oráculos!", escupió. "Los grandes videntes, los lectores del cristal", y luego añadió en voz baja: "Los oráculos son unos entrometidos". 
“¿Dijiste oráculo?”  Kara no recordaba que el Sr. Patterson hubiera hablado de oráculos cuando David estaba alrededor. De hecho, ella estaba segura de ello. Tanto como el Sr. Patterson lo había estado de que el murciélago era un mal presagio.
Kara se adelantó y puso su mano suavemente en el hombro de David. “David, · ¿Qué sucede? No eres tú mismo".
 David la vio, levantó su voz y su cara se torció en una fea mueca. "¿Has olvidado nuestros planes? Habíamos hecho planes para esta noche. Vamos, vámonos ahora".
  Kara sentía que le había sido perforado el intestino. Ella miró fijamente a David.  "Yo... no lo recuerdo, pero estoy segura de que lo hicimos. ¿Por qué no volvemos juntos? Solo necesito detenerme en la librería primero…"
"¡No!" David le quitó la mano de su hombro y se echó a reír nerviosamente. 
Limpió su cara con su camiseta negra y forzó una sonrisa. 
"Quiero decir, todavía no. Podemos ir más tarde, pero primero quiero que vengas conmigo al bosque", dijo él. "Ven, vamos al bosque”.
"David, ya está oscuro, y el bosque está aún más oscuro. ¿Por qué quieres ir allí?"
"¿No confías en mí?" 
Kara sentía que empezaría a llorar en cualquier momento, pero se obligó a contenerse. Tragó en seco, y cuando habló,  su voz se le quebró "Por supuesto que confío en ti".
"Entonces harás lo que yo digo". Él dio la vuelta para hacerle frente. Sus ojos estaban inyectados en sangre y tenía una mirada enloquecida. Se inclinó hacia Kara y gritó. "Nos iremos ¡ahora!"
Kara dio un paso atrás. David se veía muy mal, ella apenas y lo reconocía.
David notó el miedo en el rostro de Kara y bajó la voz.  "Estoy triste", dijo, sonriendo demasiado, como si le doliera hacerlo. "Puedo ver que estoy asustándote, y no era eso lo que quería".
Kara se encogió al ver la locura en los ojos de David.
“¿Qué sucede contigo? Suenas… tan diferente... como si fueras alguien más".
  David sonrió cruelmente, pareciéndose a alguien otra vez.  "Bien. Entonces voy a ir yo solo. No esperes más que esté ahí para ti. Sin confianza no puede haber una relación. No puede haber nada. Te di una oportunidad y me fallaste, Kara. Se terminó", concluyó girando sobre sus talones y alejándose. 
Kara lo veía alejarse, y las lágrimas rodaban por sus mejillas. 
David había terminado su relación con ella... Pero ¿por qué? ¿Porque ella no quería una caminata en el obscuro bosque?, eso no tenía sentido. Ella nunca lo había visto comportarse así. 
Se acabó, él había dicho. 
Parecía que David había desaparecido. Ella no sabía quién era esta persona cruel. ¿Qué le había sucedido?  Kara estaba congelada, esperando que él cambiara de opinión y regresara, pero no lo hizo.  Vio a David desaparecen a través de una línea de árboles de pino y abetos, y luego comenzó a adentrarse en el bosque mismo. Ella iba a decirle un par de cosas… Fuera lo que fuera lo que estuviera sucediendo, iban a hablar sobre ello.
Pero la sangre de Kara se congeló y su aliento quedó atrapado en su garganta cuando vio una figura oscura aparecer donde David había estado parado apenas segundos antes. 
La forma era una cabeza más alta que David, se movió con gracia entre los árboles y luego desapareció tras él a través de la gruesa pared de arbustos. ¿Era un truco de la luz? ¿Estaba el bosque jugando con su mente? Este no era sólo un caso de una imaginación muy activa. Ella no podía explicarlo, solo sabía que esto era maligno.
Es un mal augurio ver un murciélago en pleno día. La voz del Sr. Patterson resonó en su cabeza. … Es una señal de que el equilibrio de las cosas ha cambiado, que algo antinatural está cerca… algo que no es de este mundo.
Kara se asustó. El Sr. Patterson había estado en lo correcto,  ella no estaba imaginando demonios otra vez. Esto estaba realmente mal, e iba a matar a David.