Kara, Jenny, Peter y David estaban parados fuera de la Librería del Viejo Jim. Un cielo azul marino obscuro brillaba sobre ellos con estrellas brillantes. La luna estaba llena y esparcía una suave luz gris sobre las tranquillas calles, proyectando sombras. Una luz amarilla salía por las ventanas de la tienda, y Kara podía ver una sombra moviéndose en el interior.
El dolor en su espalda era cada vez peor. Le dolía estar de pie, e hizo su mejor intento para ocultar su malestar frente a sus amigos.
"Él está aquí”, dijo Kara, moviéndose hacia la puerta principal. Ignorando el torcido cartel de cerrado colgado en la vieja puerta de madera, le dio vuelta la perilla y empujó.
El Sr. Patterson estaba sentado en un taburete, detrás de un mostrador de cristal. Los vio casualmente, separando la vista de su libro, mientras se acercaban. Su expresión era contemplativa y seria, como si los hubiera estado esperando. Los observó a través de sus tupidas cejas blancas y frunció el ceño.
"Sabía que te vería pronto", dijo el Sr. Patterson, viendo a Kara, "ya que nunca regresaste de tu viaje al parque".
Él colocó su libro en el mostrador y se dirigió a ellos.
"Sabía que algo había sucedido. Yo te lo advertí, pero te negaste a escuchar. Y ahora mira lo que ha sucedido, eres un ángel otra vez”.
Él lanzó sus manos en el aire dramáticamente, y Kara pudo ver los agujeros debajo de los brazos de su traje a cuadros.
"Usted me advirtió que el murciélago muerto era un mal presagio", dijo Kara, y puso sus manos en sus caderas. "Y eso es lo único que recuerdo".
"Nunca en mi vida", murmuraba el Sr. Patterson dando vueltas por la habitación.
Jenny saltó fuera de su camino, y Peter se recostó contra la pared y cruzó sus brazos para escuchar.
".. .No se suponía que sucediera tan pronto", continuó, "no es justo. No es el momento adecuado. No estaba en el futuro. ¡No lo vi! ¿Por qué no lo vi? ¿Qué significa? ¿Qué significa?"
"Detesto interrumpir la lucha entre usted y usted mismo", dijo David. "Pero tenemos problemas mayores. Se llaman segadores. Pensamos…"
El Sr. Patterson le gesticuló a David para que se callara y se dirigió a Kara.
"¿Qué quieres decir con eso de que es todo de lo que te acuerdas?
Ya no había más secretos. Kara suspiró. Era el momento de decirles a todos la verdad.
"Significa exactamente eso, que no recuerdo nada más. No puedo recordar cómo morí. Pensé que con el tiempo lo haría, pero no puedo. Es como que mis recuerdos están ahí, escondidos, pero no puedo llegar a ellos. Algo me bloquea".
La reacción del Sr. Patterson pasó de la incredulidad, a la irritación y luego a una increíble sensación de urgencia.
Kara se retorcía bajo su mirada. La sala se quedó en silencio, y pudo sentir los ojos de sus amigos sobre ella.
"Pensé que usted me podría ayudar", dijo. "Usted pudo traer de vuelta mis recuerdos antes, cuando utilizó la proyección de memoria. Pensé que podría intentarlo otra vez".
El Sr. Patterson lo consideró por un momento. "No funcionará".
"¿Por qué no? Eso suena como una gran idea". David se veía confundido. "¿Estás diciendo que no la ayudarás?"
"No, claro que no", dijo el Sr. Patterson, sacudiendo la cabeza. "Kara siempre ha estado bajo mi cargo. Ella es mi responsabilidad, siempre lo ha sido. Yo he jurado protegerla".
Kara se ruborizó. Nunca había oído al Sr. Patterson hablar sobre ella de esa manera. Estaba agradablemente sorprendida, había descubierto a alguien aparte de su madre, David y sus amigos, que se preocupaban por ella. Podía ver que Jenny estaba sonriendo.
El Sr. Patterson se paseaba por la habitación.
"Pero no es lo mismo, ¿o sí?" le decía al piso, perdido en sus pensamientos. "Esto es diferente. Cuando utilizamos la proyección de la memoria, era para traer de vuelta sus recuerdos como un mortal y a ayudarla a ver a través del velo de lo sobrenatural. Proyectamos recuerdos sobre ti como ángel de la guarda. Así es cómo funciona. Usamos el cristal para echar a andar tus recuerdos…"
Kara no encontraba palabras. No esperaba esa respuesta de él.
David se volvió hacia el Sr. Patterson. “Pero vamos a intentarlo ¿No?", dijo.
No era una pregunta. Era un comando.
La cara del Sr. Patterson se iluminó. "¡Tienes razón! ¡Por supuesto que lo intentaremos!”
El viejo corrió hacia su vitrina, rebuscó en ella y regresó corriendo con una brillante bola de cristal.
"Si usamos la cantidad justa de propulsión de cristal, podría funcionar. Aquí vamos. Recuerda, va a arder un poco".
Él le dio el cristal a Kara. "Hagas lo que hagas... no la dejes caer".
Kara colocó sus manos alrededor de la bola de cristal. La superficie se sentía fría en sus manos. Esperó con impaciencia que su cerebro se activara, deseaba sentir y ver del poder del cristal. Pero no pasó nada.
La cara del Sr. Patterson se retorció. "Temía que pasaría esto".
"¿Te refieres a que no pasó nada?" dijo David airadamente. Kara tomó su brazo y lo apretó, moviendo su cabeza.
"Gracias, Sr. Patterson", dijo, soltando a David y devolviendo el cristal al anciano. "Valió la pena intentarlo".
Kara se sentía confundida. Ella había pensado que podía funcionar, ahora no sabía qué hacer.
El Sr. Patterson vio a los ojos a Kara. "No recordar tu propia muerte como un guardián es una cosa seria", dijo suavemente.
Kara sintió el temor en su voz.
"Es poco usual, no es que no haya sucedido antes…”
"No es tan inusual como hacerse semi transparente", dijo Jenny.
"Kara", dijo el Sr. Patterson con más urgencia. “¿Qué pasó esa noche antes de tu muerte? Trata de recordar. ¿Qué puedes ver? Tengo la sensación de que hay algo más. ¿Qué es lo que no me estás diciendo?"
Quería decirle sobre el extraño dolor que sentía en la espalda, pero cuando recordó que el segador la había dejado ir, temió la conexión. No podía hablar, no ahora, no hasta que supiera más. Lo descubriría por su cuenta.
"No recuerdo", dijo Kara.
Desvió la mirada del anciano. "Y no hay nada más que contar. Estaba transparente antes... pero estoy bien ahora, como puede ver. El Arcángel Raphael me dio de alta para el servicio, así que aquí estamos".
Ella miró a David. "David tiene razón. Tenemos problemas mucho mayores”.
Se volvió al Sr. Patterson. "¿Qué sabe sobre los segadores?"
El Sr. Patterson tiró su bola de cristal. "Dijiste… dijiste... ¿segadores?"
"Vaya, ya sucedió. El anciano tiene demencia senil", dijo David. "¿No me escuchó cuando lo dije antes? Dije segadores”.
Kara ignoró a David y se inclinó a recoger la bola de cristal.
"Eso es lo que dije. Encontramos cuatro de ellos y casi no logramos sobrevivir”.
"Nosotros sobrevivimos", dijo Jenny, “pero perdimos a tres de nuestros compañeros. Los segadores son brutales. Partieron a la mitad a los otros ángeles, como si sus cuerpos estuvieran hechos de mantequilla. Fue horrible".
Kara sujetó las manos de Sr. Patterson y puso la bola de cristal en ellas.
"Sabemos que los archidemonios los crearon cuando estaban en guerra con los arcángeles", dijo Kara, ignorando la sorpresa en la cara del viejo, y continuó.
"También sabemos que fueron derrotados y encarcelados. Pero ahora sus amos los han enviado de vuelta. Esperamos que usted sepa como derrotarlos”.
El Sr. Patterson se detuvo por un momento. Caminó hacia el mostrador y colocó la bola de cristal en la vitrina. Se encogió de hombros y sacudió la cabeza. "Lo siento, pero no sé cómo hacerlo".
"Vaya, dos strikes hasta ahora," dijo David malhumorado.
Kara caminó hacia el mostrador.
"Pero la Legión venció a los segadores antes. Seguramente usted sabe de alguna debilidad o algo que podamos usar contra ellos, quiero decir, ¿cómo lograron vencerlos hace años, entonces?"
"No estamos seguros", dijo el Sr. Patterson rascándose la cabeza. "Cuando los archidemonios fueron desterrados, los segadores desaparecieron”.
"Hasta ahora", dijo Peter, y todo el mundo se volvió para mirarlo. Se quitó sus gafas y las limpió con su camisa. "Es lógico suponer que con su regreso, los archidemonios también volverán".
La cara del Sr. Patterson palideció.
"Espero sinceramente que te equivoques, mi joven amigo. Si los archidemonios vuelven... eso querría decir..."
Él vaciló, como si no estuviera dispuesto a admitir lo que iba a decir, como si fuese tan terrible que ni siquiera podía pronunciarlo.
"¿Qué significaría?" presionó Kara. David se acercó más.
La voz del Sr. Patterson sonaba distante. "Si los archidemonios son liberados, si por algún milagro han escapado, destruirán todo. El mundo será consumido por la oscuridad y el fuego. Toda la vida dejará de existir, en la tierra y en Horizonte. Significaría…"
"Significaría que estamos en un montón de problemas", interrumpió David. "¿Como el fin del mundo?"
Kara se dirigió al Sr. Patterson. "¿Qué hacemos para evitar que…?"
La puerta de la librería se abrió de pronto y una multitud de criaturas rechonchas de nariz plana y piel cetrina con bocas anchas y ojos rojos que brillaban intensamente se deslizaron en la pequeña tienda. Una piel gris gruesa como de cuero cubría sus repulsivos cuerpos sin pelo.
La tienda entera olía a estiércol y carne podrida.
"Miren nada más, el inframundo nos ha enviado estos regalitos”. La mano de David se deslizó hacia su chaqueta. "¿Qué son estas desagradables, atrofiadas cosas que nos visitan?"
"Imps", resopló el Sr. Patterson. Levantó su amado bate detrás del mostrador y lo sostuvo como si estuviera a punto de batear una carrera.
"Entonces", dijo David sosteniendo su espada de alma como un carnicero a punto de destazar un asado, " el inframundo vomitó, y ustedes son el resultado. Impresionante”.
El imp mayor gruñó, lanzando cadenas de saliva amarilla sobre el piso. Tenía una pequeña espada en su mano.
"Los ángeles siempre han tenido una opinión demasiado alta sobre sí mismos, y vamos a ponerle fin a eso”.
David echó hacia atrás su cabeza y rio.
"¡Habla! ¡Que nos bendigan las almas! La basura del inframundo puede comunicarse. ¡Ahora lo he visto todo!”
Y entonces sucedió.
Kara tuvo el tiempo exacto para sacar su espada antes de que un imp con orejas puntiagudas y cara escurrida como de vampiro se le echara encima blandiendo su daga. Ella lo bloqueó con su brazo y lo le dio una patada en las tripas. El imp se tambaleó hacia atrás y aulló.
Había imps por todas partes, arrastrándose por las paredes y el techo, como grandes bichos feos.
Uno estaba colgado bocabajo, columpiándose de la bombilla y atacando a Peter, quien esquivaba y bloqueaba cada golpe con su espada. Peter parecía tan sorprendido de sus propias habilidades como el mismo imp.
El Sr. Patterson derribó a dos imps a la vez con un potente golpe de su bate. Los imps golpearon el suelo y explotaron, haciéndose polvo. Jenny se plantó delante del mostrador y disparó a los imps que se aproximaban como a fichas de dominó, uno tras otro.
David cortaba y pateaba, haciéndose camino entre una masa de ellos, como si estuviera partiendo el mar.
Había demasiados imps como para contarlos, y cuando Kara miró al frente de la tienda, pudo ver que seguían entrando por la puerta. ¿De dónde estaban saliendo?
Un dolor agudo quemó la pierna de Kara, y se tambaleó hacia atrás. El mismo imp con el rostro aplastado había llegado hasta a ella otra vez. Lo evadió y golpeó la espalda de la criatura con su puño, haciéndolo volar hacia la pared detrás de ella. Pero el imp giró, escupió un líquido negro de su boca y atacó de nuevo. Ella lo pateó fuerte y duro, se escuchó un crujido repugnante y la cabeza del imp hizo un giro de ciento ochenta grados y explotó en una nube de polvo.
"¡Dennos la llave!" exclamó otro imp con piel verde y una boca enorme. Se dirigió a Kara como si no hubiera comido durante siglos, y ella iba a ser su primer alimento.
Kara no planeaba ser el buffet de ningún imp. Estaba lista y esperando el momento exacto cuando el imp se lanzó para morderla. Lo pateó debajo de la barbilla y le clavó su espada en la espalda. El imp chilló y se alejó.
Estaban por todas partes y llegaban por todos lados, pero Kara no tenía miedo. Se sentía fuerte y poderosa, como si algo dentro de ella le inspirara con coraje y fuerza.
Ella blandía su espada, cortando y golpeando con fuerza, mientras que los restos de las nubes de polvo del imps se levantaban a su alrededor.
"¿Qué quieren?" rugió Kara, dirigiéndose al Sr. Patterson sobre el cacofónico sonido ululante de la batalla.
Su traje de cuadros estaba impregnado de polvo gris, sus ojos se veían como de salvaje, y hacía girar su bate con una satisfacción enloquecida, como si lo estuviera disfrutando secretamente.
"La llave", dijo el Sr. Patterson golpeando su bate contra un diablillo que había intentado furtivamente escalar por detrás de él. El imp explotó en una nube gris.
"¿La llave? ¿Qué llave?", dijo Kara, esquivando a otro imp que venía corriendo hacia ella con una espada. "Creo que escuché a uno de ellos mencionar una llave".
El Sr. Patterson no respondió. Agitaba su bate enérgicamente, gritándoles a los imps que no destruyeran su librería.
El mismo imp vino hacia ella otra vez, golpeando con su espada locamente. Ella dio un paso atrás y ensartó su espada en su barbilla, empujándola hacia su cerebro. El cuerpo de imp estalló, y por un momento Kara se cegó con el polvo en sus ojos.
Un imp cayó del techo y la apretó por el cuello mientras que le apuñalaba repetidamente. Ella clavó su cuchilla en el ojo izquierdo de la criatura, la tiró al piso y se paró en su garganta, destrozándola. Sacó su espada de su ojo y la insertó de nuevo en su cabeza. El imp se sacudió y estalló en una nube de polvo gris.
Kara se miró a sí misma y sintió nauseas. Estaba cubierta de cenizas del imp. En su cara, en su cabello y en su boca. Kara escupió las cenizas, tenían un sabor amargo y escamoso, como si hubiera tragado papel higiénico marinado en vinagre. Era absolutamente asqueroso.
David se subió a un estante de la librería y comenzó a lanzar libros a los imps, mientras que el Sr. Patterson gritaba lleno de indignación que respetara a sus amados libros.
Finalmente, cuando ya sólo había unos cuantos imps, uno con un parche sobre su ojo derecho levantó su puño y gritó, "¡Volveremos! ¡Volveremos por la llave, y los mataremos a todos ustedes, ángeles!”
Los imps corrieron precipitadamente hacia la puerta delantera y desaparecieron.
Kara sacudió las cenizas de su cabello y su ropa lo mejor que pudo, pero cuanto más frotaba, más parecían pegarse. Limpió las cenizas de sus ojos y miró a su alrededor. Todo el mundo estaba cubierto en ceniza gris de la cabeza a los pies, y parecía que una bomba había estallado en la librería. El polvo de yeso caía del techo como copos de nieve, las estanterías estaban encimadas unas sobre otras, y los libros tirados por el piso. Fragmentos de vidrio mezclados con los restos de los diablillos se amontonaban entre los restos de los libros desmenuzados y montañas de astillas de madera. La librería estaba en ruinas.
David silbó.
"Cielos, esto es un desastre, literalmente. Hay restos de imps por todas partes. Espero que su señora de la limpieza sea efectiva, Sr. Patterson". Su burlona sonrisa desapareció cuando vio la mirada asesina en los ojos del anciano.
"¿Están todos bien?" Kara inspeccionó a sus amigos de cerca. Aunque tenían muchos cortes profundos y cuchilladas de aspecto grave, en general estaban bien. El Sr. Patterson no tenía nada, excepto enormes cantidades de ceniza.
Kara se limpió las manos en sus pantalones y caminó hacia el Sr. Patterson. “¿Qué es esta llave que estaban buscando? Ellos parecían creer que la encontrarían aquí". Observó su rostro de cerca y agregó, "Yo sé que usted sabe de lo que estaban hablando. Trataron de matar a cuatro ángeles y un oráculo para encontrarla. Díganos, ¿qué tiene de especial esta llave?"
El anciano miró a cada uno de ellos. Después de un momento, bajó su bate, se enderezó y dijo: "Buscan la llave para liberar a su maestro de la prisión. Yo soy su guardián”.