Resolviendo interrogantes

 

 

«¡TOC, TOC!»

 

 

Los golpes en la puerta me despiertan agitada. Me he quedado dormida y no tengo idea por cuánto tiempo.

 

Tras una charla con Huston, poniéndonos al día sobre nuestras vivas siendo invisibles, he decidido dormir. Y apenas he puesto mi cabeza sobre la almohada, lo he hecho. Mi habitación a oscuras indica que ya es hora de cenar. Los golpes en la puerta vuelven a oírse.

 

—¡Voy! —grito, encendiendo la luz, antes de abrir. Giro el pomo de la puerta y la abro, encontrando al Profesor Marshall y a Chase, esperándome.

 

—Señorita Wallas, llevamos —el profesor Marshall mira el reloj de su muñeca. Alza su cabeza para volver a mirarme— un minuto de retraso.

 

—Lo siento, me he dormido —dejo la puerta abierta, pero entro a la habitación en busca de las llaves. Al encontrarlas, las guardo en mi bolsillo y salgo, cerrando la puerta tras mí.

 

Nos subimos al ascensor y descendemos hasta el primer piso. El Profesor Marshall nos guía hacia el casino. Una mesa con espaguetis nos aguarda. En seguida mi estomago implora piedad. Nos sentamos y, sin esperar indicaciones, Chase y yo atacamos el plato.

 

Un silencio incómodo se asoma. Con el profesor Marshall en la mesa, Chase y yo no podemos iniciar nuestras disputas diarias.

 

—¿Qué haremos mañana? —pregunta Chase.

—Nos reunirnos con los otros colegios para la explicación del concurso. Ssus reglas, específicamente —el profesor bebe un sorbo de jugo—. Después, tendrán tiempo de ensayar. Aunque sé que Michelle no lo necesita, quiero que también se presente.

 

¿Por qué lo dice cómo si no estuviese en la mesa, escuchándolo?

 

 

No debería tenerme tanta expectativa. Ni siquiera sé como reaccionaré frente a todos cuando deba deletrear... Pensar en eso me aterra ¡¿Qué pasará si al subir al escenario me caigo?! O si se me traba la lengua, o si por esas razones inexplicables me dan ganas de ir al baño y no puedo, entonces hago en pleno escenario... ¡Dios, no! Pueden pasar muchas cosas en ese concurso y lo peor es que todas las miradas estarán puestas en mí. Me gusta pasar de incógnita y soy buena en eso.

 

Salgo de mi estado depresivo al sentir los ojos de Chase clavados en mí. No necesito oírlo para saber que quiere preguntarme sobre Huston.

 

El profesor Marshall deja el tenedor sobre su plato vacio.

 

 

—Cuando terminen vuelvan a sus habitaciones, chicos —nos ordena y salta de su silla como perseguido por perros salvajes.

 

Chase y yo nos miramos extrañados.

 

 

—¿Sabías que el viejo Marshall —apunta con su mentón el camino por donde se fue el profesor— sufre de indigestión? Apenas come, necesita ir a descargar.

 

—Gracias por la información de más, Chase Frederick —acoto, limpiando mi rostro con una servilleta. Chase, curva sus labios, sonriendo satisfactoriamente. Él ya se ha acabado la comida. Abre sus labios un poco, no obstante, antes de que hable, lo interrumpo—. No pienses cosas raras, ese chico sólo es un amigo de infancia que no veía hace tiempo. Nada más...

 

Frunce el ceño.

 

 

—¿De qué hablas?

 

 

—¿No ibas a preguntarme sobre el chico que abracé? —le pregunto. Chase se encoge de hombros, inocente.

 

Oh, Dios, soy la única que ha pensado en eso. Pensando que él estaría celoso.

 

Cubro mi rostro con las manos. Seguro que estoy roja como un tomate. Qué vergüenza.

 

—¿Piensas que estoy celoso, Michi? —Chase sube su brazo a la mesa, apoya el codo en ésta y su barbilla sobre sus dedos enroscados.

 

—No, no —insisto negando con mi cabeza—. Sólo lo decía para aclarar las cosas...

 

—Ajá. Seré misericordioso contigo y te creeré —sonríe. Se distrae unos momentos viendo a las personas que entran al casino. Y vuelve a centrarse en mí. Me siento pequeña hormiga frente a él, otra vez—. No creo que él sea competencia para mí, Michi.

 

—Oh, ¿en serio? —interrogo con sarcasmo— Admiro tu confianza, Chase.

 

—Si fuese una competencia, yo llevaría la delantera... por mucho —me guiña uno de sus ojos. Es difícil descifrar lo que piensa Chase. Me pregunto cómo se siente respecto a la competencia, porque jamás creí que él aceptaría un concurso así—. Míranos, los dos solos en una mesa, es como una cita.

 

Oh, cielos. Sólo nos falta la vela y el vino...

 

 

—Ni en tus sueños, Chase —le saco mi lengua y él se echa a reír.

 

 

—¿Ves? Yo tengo la delantera —nos levantamos de la mesa y salimos del casino.

 

Entre bostezos y suspiros, subimos hasta el piso de nuestras habitaciones.

 

—Nos vemos mañana —dice, me hace señas con su mano. Asiento y abro mi habitación. Entro, cierro la puerta a mis espaldas, pero en menos de 10 segundos escucho los golpes de nuevo.

 

Al abrir, Chase entra a la habitación.

 

 

—¡Me estoy volviendo loco de la curiosidad! Ya... dime quién es ese idiota que puede abrazarte.

 

No sé si enojarme invadir mi espacio personal apenas abro la puerta, o reírme de él porque me ha recordado a Anne muerta de ansias por escuchar algún escándalo de la televisión. Opto por fingir molestia, pero la risita boba se escapa de mis labios.

 

—¿Acaso Chase, el "Zeus" de Jackson que puede tener a todas las chicas a sus pies, está celoso? —me siento en la silla de ruedas y cruzo mis brazos.

 

—¡Él va un paso más adelante que yo! —se excusa, sentándose a los pies de mi cama.

—No seas iluso —suspiro—. Ya te he dicho que Huston es un amigo de infancia. Asistíamos a la misma secundaria y además vivía en el mismo departamento que Margareth y tú. Después de que él se marchó, la maldición comenzó.

 

—¿Maldición? —alza una ceja. Recoge sus piernas y apoya sus brazos en las rodillas.

 

—Jah... un cuento de papá. Dice que su departamento está maldito;

 

todos sus inquilinos se marchan por problemas personales.

 

 

—Pues espero que tu papá éste equivocado.

 

 

—Yo también... —digo sin pensar.

 

 

—¿Tú también qué?

 

 

—Olvídalo. Una vez para los atentos, Chase —estiro mis piernas y luego los brazos. Chase bosteza y me pega su bostezo —. Ahora que he respondido tus preguntas, es hora de que tú respondas las mías.

 

La idea no parece gustarle a Chase. Ésta es la mejor instancia para preguntar qué ocurre entre Ashley, Mika y él.

 

—Está bien, pregunta: Pero ten piedad de mí.

 

 

No lo dudo ni un segundo y la lanzo mi primera pregunta:

 

 

—¿Qué ocurre entre ustedes? Mika, Ashley y tú. La verdad es que me he puesto a pensar qué clase de relación tienen entre ustedes y la cabeza

se me hace un fiasco.

 

 

Chase se levanta del suelo. Por un momento creo que se marchará, pero no lo hace. Se sienta en mi cama y se hace hacia atrás. Recostándose

en ella. Mira el techo y da un suspiro hondo.

—Mika, Jax y yo nos conocemos desde siempre... Bueno, no siempre, pero de la secundaria. Y esa amistad siempre continuará —hace una pausa, meditando sus palabras—. Ya sabes que mi papá es un hombre de negocios, al igual que el de Mika y Ashley. Pero el poder de tener más acciones, ha cegado a papá. Cuando vio que Ashley se interesaba en mí, insistió en que ella y yo debíamos estar juntos. Todo esto sólo por

negocio —ríe de mala gana—. Papá es un hombre chapado a la antigua,

 

¿sabes? Con tal de conseguir que Ashley y yo estemos juntos, hará lo que sea. Y el Sr. McFly concuerda con su idea, así que pretendían arreglar una boda o algo por el estilo.

 

—¿Margareth está de acuerdo con eso? No me la imagino queriendo que su único hijo se case con alguien que no ama, sólo por dinero.

 

—Entonces, eres buena conociendo a las personas, Michi —vuelve a sentarse en la cama—. Margareth le pidió el divorcio a papá y estos meses ha tramitado los papeles. También decidió mudarse lejos de él, ya sabes dónde.

 

No sé qué decir. La vida de Chase parece novela, hasta podría escribir un libro de ella. Miro a Chase y él me mira a mí, nuestras miradas encuentran. Un hormigueo en mi estómago hace que desvié mi vista hacia otro lado.

 

—Bueno, me iré —Chase camina hacia la puerta y la abre. Un golpe sordo se escucha detrás. Los dos nos asomamos, encontrando a Huston cubriendo su nariz— ¿Oops?

 

Entre quejidos y lágrimas en sus ojos, Huston nos sonríe.

 

 

—La puerta se abre hacia afuera... —dice. Mira a Chase y luego clava sus ojos en mí— ¿Interrumpo algo?

—No. Yo ya me iba, pero Michi tiene sueño así que será mejor que no la molestemos —Uy, ese tono no se oye nada amable, Chase...— ¿Qué tal si tú y yo tenemos una plática de hombres?