Conociendo a Mika. Parte 2
La mano de Mika agarra mi brazo con tanta delicadeza y, de una forma extrañamente autoritaria, que no puedo evitar sentirme como una idiota siendo llevada a un manicomio. Él no gira a verme, ni tampoco lo hace para ver a Chase y Jax, pero yo sí. Es extraño. Más que extraño, es que Mika haya desobedecido las órdenes de Chase y le haya respondido como si nada. Es decir, Chase es el cabecilla de Los Tres Mosqueteros; creí que sus dos amigos le obedecían en todo.
Chase se ha quedado viéndome y algo en mí me ruega que deje el zafe de Mika. Algo planean esos dos y yo quiero quedar como Patrick con psicólogo. Seguro que quieren vengar por lo que le hice a Chase con mi casco. Además, debo ser realista: Michi, la nerd adicta al estudio, ¿de pronto es ayudada por uno de los chicos más populares de Jackson?
Creo que algo malo, muy malo te está a punto de ocurrir, Michi.
—Lo siento. He olvidado algo. Adelántate; ya estás bastante atrasado para ir al colegio —me excuso al apartar su mano. Bueno, en parte no es mentira, he dejado mi casco en el living. Mika está unos pasillos más abajo, se gira a verme alzando su cabeza. Cuando sus ojos se topan con los míos, corro la vista.
—Michi —sonríe de una forma particular—, ser nosotros tiene sus privilegios. Uno de esos es llegar tarde sin recibir regaños —había olvidado eso. Sé astuta, Michi, e inventa algo mejor—. Ve, yo te espero.
—Tal vez mamá ni siquiera que vaya al colegio y siendo sincera, todo el rollo del ascensor me da dejado una sensación horrible en el estómago—llevo una mano a mi vientre y lo froto. He hecho mi mejor actuación, así que espero se lo haya creído. Y así parece, Mika pone una expresión igual que la de un niño haciendo puchero.
—Está bien, Michi. Nos veremos luego, quizás más pronto de lo que quisieras —se despide con un gesto en sus manos y antes de bajar otro peldaño apunta mi bolso sin mirar—. Te están llamando, chica-autos.
Mis ojos recaen en mi bolso que vibra y vibra. Estaba tan concentrada que ni siquiera me he dado cuenta que me llaman. Saco con algo de dificultad mi celular del bolso al tanto que aparto las cochinadas que tengo en él. Miro la pantalla y compruebo que tengo ocho llamadas perdidas de Anne.
Debe estar completamente desesperada, esperando a que llegue. Tal vez hasta haya vuelvo a su viejo vicio de comerse las uñas, por preocuparse por mí... —Oh, Anne. Mi querida amiga—. Marco su número y en un par de mili-segundos escucho su voz desde el otro lado.
—¿Qué te ha ocurrido, Michi? ¡TE HE ESPERADO TODO EL TIEMPO! —ella suena como mamá cuando se le ha perdido las llaves de la casa—. No hice los deberes del viejo Job y sabes que me matará si no se los muestro —Continua con su larga lista de las posibles cosas que el profesor Job le podría hacer si no le muestra los deberes.
—¿Así que quieres copiármelos? —intervengo, blanqueando los ojos. La oigo jadear.
—No, no... —hace una pausa como si pensara en un argumento válido, pero no los tiene. Suspira saturando el micrófono de su celular y, conozco tanto a mi amiga que estoy segura que asiente—. Está bien, lo
admito. Mierda, ¿tan obvia soy? —asiento sonriendo. Dios, asiento como si me estuviese viendo. Qué idiota— ¿Me dirás dónde te has metido?
—Deja que logre procesarlo, Anne. Y cuando tenga agallas te lo contaré.
—respondo. Ella bufa y hace un sonido extraño con su boca.
—Está bien... Pero ven pronto. No quiero que Job me cuelgue desnuda frente a todos...
En mi diccionario no existe la frase "Faltar a clases", pero sinceramente creo que comenzaré a incluirla porque me siento como boxeador después de un duro entrenamiento. Sin embargo, a pesar de todo (incluidos los desesperados alaridos de mamá cuando supo que quede atrapada) llego a Jackson sin darme cuenta. Allí en la puerta diviso a Anne, tan histérica como mamá. Al verme me abraza y al distanciarnos me zamarrea agarrando mis hombros.
—Basta ya —ordeno apartando sus manos—. Parece que tú también quieres recibir un golpe con mi casco —advierto caminando con ella por el pasillo hasta mi casillero. Busco en mi bolso el cuaderno con los deberes y se los entrego. Anne comienza una especie de vals mirando mi cuaderno.
Yo sólo quiero darme cabezazos contra el metal frente a mis ojos. Abro el casillero y saco los cuadernos correspondientes.
—Bueno, ¿qué paso? ¿Por qué la señorita "jamás-llego-tarde" lo ha hecho? —pregunta cuando avanzamos hasta la próxima clase. Carraspeo antes de empezar.
No sé cuánto tiempo he tardado, la cosa es que mi mañana ha salido con tanto detalle en mi narración que siento como si volviese a vivirlo. Atrapada con Chase, cuando quedamos abrazados, el raro ofrecimiento de Mika y su insistencia por traerme al colegio. Después de un suspiro, miro a Anne, quien ha dejado de copiar mis deberes.
—¡Tú eres un maldita con suerte! —exclama llamando la atención de lo demás, incluido el profesor— De ser una invisible, pasas a ser la chica por la cual Chase y Mika discuten.
—¿Qué? No. Ellos no discutieron, es decir —medito un momento—, Chase sólo estaba preocupado por su estatus de popularidad. Y no soy una invisible... bueno, sí pero no.
—¿Es posible que le gustes a Mika?
El timbre para comer interrumpe mi respuesta. Justo cuando salimos todos de la sala, los tres mosqueteros hacen su sublime aparición como ese tan representativo ego de dioses griegos. Como ya es costumbre todos los no populares agachamos la cabeza. Siento sus pasos acercarse por el pasillo y escucho un suave susurro cuando a través de mi flequillo, logro divisar a Mika pasar frente a mí.
"Estás muerta".
Mi corazón se para en seco. Debido a la impresión, alzo mi cabeza, para quedarme plantada viendo cómo se aleja de mí. No tengo la menor idea de cómo es mi rostro en estos precisos momentos, pero por primera vez, algunos chicos de Jackson clavan sus ojos en mí, tan intrigados como los ojos de Anne al verme.
Supongo que ellos también han oído lo que Mika me ha dicho.
¿Cómo alguien que parecía tan amable le ha dicho eso a éste fantasma? Parecía tan amable, tierno y buen chico.