Un viernes por la noche
—...entonces, tu padre me grito ¡PUJA! Y naciste tú —mamá acaricia mi cabeza, mirándome con dulzura—. Eras tan linda de bebe... no sé qué ocurrió contigo después —escucho a Chase irse tras mi oreja. Soy una caldera caliente, muriendo lentamente de vergüenza.
Mamá ha hecho caso omiso a los intentos míos y de Chase, por explicarle que entre nosotros no estaba pasando nada más que una charla normal. Pero ella es terca, igual que tía Molly y se ha quedado a darnos la tan penosa charla. Al final, terminó contando cómo me dio a luz, ¡con gestos y todo!
—Bueno —mira el reloj de mi habitación. Ya son las dos de la mañana—, es hora de dormir. Tú también Chase —le advierte, señalándolo con su dedo índice. Chase asiente y se levanta de mi cama, estirando su espalda. Mamá sale de mi habitación, cerrando la puerta tras ella.
Sigo a Chase hasta el balcón y veo cómo vuelve al suyo.
—Tu mamá es graciosa —dice entre risas.
—Ni lo menciones —creo que no quiero toparme con Chase por un laaargo tiempo—. Perdón por pasar tu cumpleaños escuchando a mamá.
—Fue divertido... Por cierto, Michi —antes de entrar a su habitación, voltea a verme—. El viernes haré una fiesta, por si quieres ir —suelto un suspiro—. Puedes invitar a Anne.
—¿Y puede ir su novio? —asiente, algo confundido—. Veré que mentira le digo a mamá —comento, de forma confidente. Chase hace un saludo militar y entra a su habitación.
Mamá le ha contado lo de anoche a papá. Él ha dicho:
—Si Chase quiere salir con mi hija, entonces debe pedirlo formalmente
—tomo el café de su taza y continúo—. Vestido de terno y presentarse como es debido. Sólo entonces podrá salir con Michi.
Al final no escuché lo que dijo, porque salí de casa hecha una bala.
He salido más tarde de lo normal, así que no me hago ánimos de encontrar a Allek en el paradero. De todas formas, no sé si quiero irme con ellos como ayer. Y tampoco creo que me ofrezcan llevarme.
Diviso el paradero, y como esperaba, no hay rastros de Allek. Al llegar, veo el autobús acercarse hasta el paradero y para mi sorpresa, se detiene frente a mí, abre sus puertas mostrándome al conductor viejo que lo maneja.
—A Jackson, ¿verdad? —asiento animosa y subo las escaleras—. Es mi primer día, debo encargarme de no dejar a nadie abajo —siento un alivio enorme. Debo ser la mujer con más suerte en el mundo en éste momento.
Recorro el estrecho pasillo que forman los asientos de bus. Todos están ocupados, excepto uno que está junto a una chica con lentes gruesos y dos trenzan a los lados. Cuando me siento junto a ella se aleja y apega contra la ventana del bus.
¿Tan mal hueles, Michi?
*****
La semana ha pasado volando y llegamos al día viernes. Allek y yo hemos quedado de juntarnos después de clases para el trabajo de Historia. Aunque se molestó un poco cuando le propuse ir a la biblioteca, sugirió ir a la cafetería donde trabajada para comer, porque según él, no piensa con el estómago vacío.
Así que aquí estamos. Él come una sandwish de queso y jamón. Yo opté por unas medias lunas.
—Ehm... ¿has traído tu laptop? —pregunto para romper el silencio incómodo que ha surgido una vez más. Allek muerde su sanwish, asintiendo— Bien —miro hacia los lados, rasco mi cabeza, me como una media luna, mastico lentamente, suspiro una vez más. Nada se me ocurre decir frente a Allek.
Y él no parece interesado en comenzar una plática.
—Algo vibra —dice de repente, poniéndose en alerta—. Debe ser tu celular.
Busco en mi bolso y saco celular. La pantalla se ha encendido y leo que tengo una llamada entrante de Anne. Le doy al botón verde para contestar.
—¡MICHII! Ya me he enterado de todo —grita mi amiga—. Antes en la secundaria, los tres mosqueteros, en realidad, eran cuatro... Adivina quién era el otro ¡PUES ALLEK! —exclama tan fuerte, que el mismísimo Allek se me queda mirando confundido, al igual que las demás personas en las otras mesas.
Miro la pantalla de mi celular comprobando que le he dado erróneamente al altavoz.
¡Diooos!
—Disculpa —sonrío nerviosamente, mientras siento mis mejillas arder. Salgo apresura de la tienda.
—¿Aló? ¿¡ALÓ?!
—¿Qué decías? —le pregunto, paseándome de un lado a otro— ¿Allek era amigos de Chase y los demás?
—Sep. Al parecer, Chase salía con una compañera, los dos estaban enamoradísimos hasta que Allek llegó a arrebatarle la única chica que Chase ha querido de verdad —¿Así que la única, ah? Doy un suspiro pesado—. Así que lo exiliaron de su grupo y Allek pasó a ser uno más del montón.
—¿Cómo lograste que Jax te dijera todo eso?
—Tengo mis métodos... Lo he amenazado con decirle al director sobre su romance con la profesora. Y hemos estado hablando de Chase y tú. Así que salió el tema de Allek.
—¿Y por qué hablaban de mí?
—Uy, ya debo cortar ¡Adiiiós!
Fin de la llamada.
Cuando regreso a la tienda, Allek ha terminado su sándwich. Pienso alguna excusa para decirle del porqué Anne hablaba de él, pero al abrir mi boca, él interrumpe.
—No me interesa los motivos por los que tu amiga hablaba de mí —se inclina hacia mí. Creo que está a punto de amenazarme, pues sus ojos están clavados en los míos—, pero quiero saber por qué tienes un celular que no es touch en ésta época. ¿Naciste en el siglo pasado?
Vaya, eso no me lo esperaba...
—Es que... no sé. Lo "touch" no es lo mío —me encojo de hombros—. En fin, ¿nos vamos a la biblioteca?
*****
Tras terminar el trabajo con Allek, lo único que me queda por hacer, es ir donde Anne para arreglarme e ir hacia la fiesta de Chase. Les he dicho la misma mentira a mis padres sobre quedarme a dormir donde Anne –que en cierta parte es real–.
A penas llego a la casa de Anne, su hermano me recibe y me hace
pasar. Rudolf es el hermano mayor de Anne y algo así, como su segundo padre. Él consiente a su hermana siempre que puede y Anne no se hace de rogar cuando su hermano se ofrece a ayudarla.
—La loca está en su habitación —me avisa al entrar. Me río entre dientes avanzando hasta la habitación de Anne.
—Hola, chismosa —la saludo, mirando el cerro de ropa que tiene sobre la cama.
—Hola, amiga —se me acerca y agarra mis mejillas, estrujándolas igual como lo haría tía Molly—. He encontrando el vestido perfecto para ti —la agarro de sus muñecas y quito sus manos de mi cara—. Chase se babeará cuando te vea.
—No quiero hacerlo babear, Anne. Y no iré a esa fiesta como una prostituta —Anne chasquea la lengua, negando con la cabeza.
—Es un vestido nada más —se excusa, poniendo un vestido rojo sobre mi ropa. Lo examina—. Bueno, si está algo corto. Pero no hay nada de malo en mostrar un poco más de carne y dejar de vestirte como santurrona.
—¡Oye! —me cruzo de brazos, dejándome caer sobre la cama sentada—
Buscaré algo yo. A mí gusto... Mi amiga blanquea los ojos.
Después de buscar y rebuscar, lo único que me convence es algo simple. No muy extravagante porque no es lo mío. Anne al verme se echa a reír.
—¿Es así como iras, hermana? Pareces sacada de Disney.
—Sí, punto final.
Me miro al espejo: llevo mi cabello suelto, una blusa sin mangas con el estampado de la cara de Mickey Mouse tipo college dentro de una falda negra que va desde la cintura hasta la mitad de mis muslos. Obviamente me puse abajo unas calzas para que a agacharme no se me vea nada. Unos zapatos rojos con tacones. Y el maquillaje es natural.
Simple.
Doy un suspiro cargado de satisfacción, mientras Anne niega con su cabeza a mi lado. La extravagancia es lo suyo y no teme a ser el centro de atención así que su vestimenta es todo lo que imaginé.
Rudolf golpea la puerta desde el otro lado.
—Ya llego JJ —nos informa. Anne y yo nos miramos. Ya casi son las
23:00 horas.
Estoy igual o más nerviosa que la primera vez que fui de fiesta, incluso ahora que los amigos de JJ no han venido. Y es que es el cumpleaños de Chase y lo más probable es que haya más personas que en la otra fiesta, más discusiones, más tragos, más peleas y más escenas
de Animal Planet versión humana.