¿Vamos de fiesta? Parte 1.
Viernes. La semana se ha pasado volando.
He estado planeando qué decirle a mis padres con respecto al concurso. La forma en que debería hacerlo es muy significativa ya que cualquier cosa puede ser para mal. Pero el concurso es para bien, lo malo, es que es en otro estado y ya he dicho que mis padres son sobre protectores. Más mamá que papá, pero bueno... la idea del concurso la veo cada día más lejana.
—Así que... ¿qué dices?
La pregunta de Anne me saca de mis cabales. Seguramente, si ella fuese quien me acompaña a Los Ángeles, me dirían que sí.
—¿Sobre qué? —le pregunto y ella se agarra la cabeza con desesperación.
—¡¿EN QUÉ RAYOS PIENSAS?! —lleva una mano a su pecho y respira hondo, calmándose. Un gesto exagerado a mi parecer, pero es Anne,
ella lo exagera todo—. Te decía que JJ me invito a una fiesta donde irá con sus amigos, pero quiero que se divierta, así que pensé llevar a alguien que no se quejara cuando eructe y actué como un simio después de unas cuantas cervezas. Y pensé en ti, Michi. ¿Qué dices?
Frunzo mis labios hacia un lado. No soy de ir fiestas, jamás he ido una, menos de noche. De hecho, nunca me han invitado a una que no fuera las fiestas de cumpleaños de Anne. Ir a una, ahora, a mis diecisiete años me parece un motivo para perder la cordura. Miro a Anne, parece el gato de Shrek, con su rostro de súplica, implorando a que la acompañe.
—¡ARGH...! Te acompañaré, pero que no se entere mamá o moriré. Ella es capaz de ir a la mismísima fiesta a sacarme de un tirón de orejas — pienso en eso y el estómago se me revuelve. Anne aplaude y luego me abraza emocionada—. Llamaré a mamá, para avisar que me quedaré a dormir aquí.
Mi amiga asiente, mientras, yo acerco mi celular al oído. El tono de marcado desaparece y escucho la voz de mamá desde el otro lado del celular, junto con los ostentosos gritos de tía Molly.
—¿Aló?
—Mamá, oye... eh, me quedaré en casa de Anne esta noche. Prometo no ir a ningún lado, así que puedes estar tranquila —Maldita mentirosa, Michi—.
—¡Oh! Si es con Anne no hay problema. De todas formas tendrías que dormir en el sofá.
—¿Por qué?
La respuesta es obvia. Está tía Molly, la hermana de mamá; la mujer que me destroza las mejillas cada vez que me ve, apretándolas con sus dedos gordos y sudorosos.
Después de las especificaciones de mamá, corto. Siento un peso sobre mis hombros por haberle mentido a ella y, por otro lado, siento un miedo horrible a que por algún motivo llegase a descubrirme. Cuando dirijo mi vista hacia Anne, élla está examinando su closet. Se gira a verme con una cara de perversión, hago una equis con mis brazos sobre mi
pecho.
—¿Por qué me miras así? —pregunto con desconfianza.
—Vamos a ponerte bella para la noche, ¿cómo sabes su por fin encuentras al chico de tus sueños?
—Pensé sobre eso y prefiero encontrarlo en otro lugar —sonrió con una evidente incomodidad. Anne me observa aburrida, bufa y examinar su closet.
*****
Abro mis ojos, después de que Anne plantara en mí una barbaridad de maquillaje que, de alguna forma, se me ve natural. Al mirarme al espejo noto que el sacrificio de delinear mis ojos ha valido la pena, encrespar mis pestañas también. La cola de caballo no está mal, es más bien sencilla. Y mis labios sólo llevan brillo transparente.
Bajo mi vista recorriendo el vestido que me ha prestado Anne. ¿Debía ser un vestido? ¡¿Y tan corto?! Lo único bueno que encuentro de él, es que no es muy llamativo. Es azul, holgado, pero resalta mi cintura... o lo que queda de ella después de comer la whopper doble a la hora de almuerzo.
—Listo —miro a Anne, ella también lleva un vestido, más ajustado que el mío y ha dejado su cabello suelto—. JJ ya viene, sólo nos queda
esperar.
—Vaya, Anne. Con ese vestido casi pareces una chica —Anne se cruza de brazos. Estallo en carcajadas—. Lo siento, fue inevitable.
Entonces escucho la característica bocina del auto de JJ y muero en nervios. Antes de salir de la casa de Anne, a quien por cierto la habían dejado sola en casa, la detengo del brazo.
—Si me dejas sola en esa fiesta, juro que te mato.
—Tranquila, no te dejaré tirada cuando te emborraches con coca-cola —
golpeo el hombro de mi amiga y salimos.
En el auto, hay dos chicos, quienes parecen demasiado ocupados en sus celulares como para fijarse en que Anne y yo nos subimos al auto.
En todo el recorrido, lo único que he hecho es mover mis piernas. ¿Es eso normal o soy la única idiota que se pone así al ir a una fiesta? Los dos universitarios a mi lado, me hablan, no obstante, apenas sé lo que les respondo. Miro sus labios moverse y sonreír, hasta que por fin, el auto se detiene.
Uno de los amigos de JJ me ayuda a bajar. Anne me echa un vistazo y me sonríe. JJ la lleva abrazada hasta la puerta de la casa, mientras que yo soy escoltada por dos universitarios guapos.
Ese podría ser el sueño de cualquier chica americana en busca de un amor de películas, Michi. Considérate afortunada.
La música retumba por toda la calle, los vasos rojos y las botellas de cerveza están desparramadas por el ante jardín. Algunos chicos charlan entre sí, con cigarros en sus manos, otros bailan y se besan como si fuese a acabarse el mundo. Ni siquiera tengo idea quién es la persona que nos abre la puerta, pero cuando lo hace, nos saluda con un abrazo de oso a Anne y a mí.
—Creo que su apestoso olor no podría sacármelo ni con agua de manantial... —comenta Anne, casi gritando. JJ y los otros chicos se ponen a reír.
Avanzamos por el pasillo evitando mirar a las parejas devorándose a besos. Esquivamos los golpes de dos chicos peleando y llegamos al patio. No conozco a nadie, ninguna cara me es familiar. JJ desaparece y vuelve hasta nosotras con dos cervezas en cada mano. Anne recibe las dos.
—Michi y yo iremos a bailar —dice, se acerca JJ y le da un beso en su mejilla—. Tienes chipe libre, pero pobre de ti que te vea coqueteando con alguna zorra...
Los tres nos colocamos a reír. En un parpadeo JJ desaparece de nuestra vista, perdiéndose entre los demás. Anne le pasa una de las cervezas a un desconocido y éste la mira interrogante, pero la recibe de todas formas. Nos colocamos en la zona donde están los que bailan y las dos no tardamos en seguirle el ritmo a la música, hacer pasos extraños y a reírnos a carcajadas.
Me la estoy pasando bien, por Dios. Como nunca creí hacerlo.
Escucho unas carcajadas chillonas a mi espalda y un codazo en plena columna vertebral que me hace voltear.
—Perdóname... —dice Ashley entre risitas. Al verme abre sus ojos y boca, sorprendida, está arreglada y maquillada, con la misma cola de caballo que yo, sólo que más perfecta. Cuelga de quien parece ser Chase. Tiene sus manos rodeado su cuello y él sujeta sus caderas, cuando me doy cuenta de ello, la suelta— ¡Michelle! —exclama al verme. Se gira a saludarme con un abrazo —. Creí que no vendrías.
—Sí... yo también pensé lo mismo.
Así que la fiesta es el cumpleaños de Ashley... genial.