Atrapados
Al escuchar el estruendo y mecerme debido a la frenada del ascensor, lo primero que hago es aferrarme a lo más cercano a mí. Después de
ese CRACK sordo, todo que dan silencio. Mis ojos se abren como platos y siento que el corazón me late a mil por minuto.
—¿Qué ha sido eso? —le pregunto a Chase, pero la respuesta es obvia. Cuando las luces del ascensor que apagan un momento, doy un grito ahogado— ¡Dime que no es cierto! ¡Dime que no es cierto, Huston!
¿Huston? Ya te estás volviendo una demente —acusa Chase, es entonces que la luz provisoria del ascensor se enciende. Chase carraspea y baja su cabeza para mirarme—. No te aproveches de la situación, ¿quieres?
Frunzo el ceño y es cuando él mueve su brazo, que tengo aferrando a mí, el momento soy consciente de mi acción —Lo estoy tocando—. Aparto mi cuerpo de él como si estuviese cubierto de espinas, al tanto que siento mis mejillas arder. Acaricio mi brazo, algo avergonzada; no obstante, me recupero cuando caigo en cuenta sobre nuestra situación.
—Quizás está trabado, hay que... —suspiro, apretando los botones del ascensor. Ninguno responde— conservar la calma.
—Llamaré a emergencias —informa y giro a verle cuando maldice—. No hay cobertura...
—¡NO JUEGUES! —grito. Nerviosa, saco mi celular del bolso. Siento un bochorno cuando compruebo que Chase no miente.
Los dos nos miramos con preocupación en nuestros rostros. Es Chase quien rompe la conexión y se sienta a en un rincón del ascensor.
—Hay que esperar, tarde o temprano, alguien se percatará que el ascensor no funciona —asiento, pensativa, e imito su accionar, sentándome en el otro rincón del ascensor, quedando frente a él—. Qué lástima, encerrado en un ascensor con una fea y nerd ¿Esto es lo que llaman "karma"?—comenta más para sí mismo, pero es obvio que lo hace para molestar.
—Pues disculpa por no ser una Cleopatra y tener amor al estudio —me defiendo con un fingido tono ofendido. Chase sonríe apoyando su cabeza en una de las paredes. Mis ojos se desvían a la zona roja que tiene en su frente debido al golpe que le propiné ayer.
Muerdo mis labios y carraspeo.
—Otra chica estaría encima de mí en estos precisos momentos.
—Tú lo has dicho, "otra" chica —hago énfasis en la palabra otra, mirándolo con desdén. Sonríe haciendo un extraño gesto en sus labios. Niego con la cabeza y saco de mi bolso un cuaderno.
—No me digas que te pondrás a estudiar en una situación así... Hombre, eres una chica rarísima —comienza a reír arrugando su rostro.
¿Cómo es posible que arrugando su rostro continúe siendo guapo?
Espera un minuto, Michi... ¿Lo has llamado guapo? Estar encerrada te está afectando la cordura.
—¿Cuál era la regla número tres? —pregunto sin mirarlo. Chase se silencia en seguida. Lo miro por encima de mi cuaderno comprobando que él está mirando directamente a mis ojos también. Un escalofrío recorre mi espalda.
—Creí que no seguirías mi dictadura —sonrío y bufeo, bajando el cuaderno.
—¿Sobre qué quieres hablar? Espera un segundo, tengo una pregunta para ti: —Chase se acomoda en su rincón prestando atención a lo que digo— ¿Por qué cuando te respondí, te miré y golpeé ayer, no hiciste nada? Digo, falte a las tres reglas, de hecho lo estoy haciendo ahora — me encojo de hombros.
—Veras, pequeña crédula. No tengo interés en castigar a una nerd — explica. Blanqueo mis ojos, molesta—, pero si quieres un castigo, con gusto lo haré —agrega, mirándome seductoramente. Por acto-reflejo me cubro mi pecho formando una equis con mis brazos.
—Eres un pervertido —refunfuño, mientras guardo mi cuaderno. Chase vuelve a reír agarrándose el estómago.
—Tranquila, nunca le pondría las manos encima a alguien como tú —se excusa. Por algún motivo me siento ofendida hacia su comentario. Digo, sé que no soy una diosa, sino una desaliñada desquiciada por los estudios, pero Chase me hace parecer peor que eso—. Oye, mira.
—¿Qué? —farfullo mirando hacia la misma dirección que él. Una escotilla en el techo del ascensor provoca que los dos nos quedemos mirándola por un buen rato. Chase baja su cabeza y siento sus ojos clavados en mí. Lo miro también— ¡Ni lo pienses! No subiré allí.
—Vamos, puede ser nuestra única salida. —dice levantándose de su rincón. Trago saliva, asintiendo con inseguriodad. Me levanto del suelo también. Chase se agacha un poco y junta sus manos para que me suba y apoye en él.
Acomodo mi falda. Tengo la mala suerte de llevar justo este día falda ¡Y
ni siquiera llevo calzas!
Al subir un pie, noto como si me elevara por los aires y estrelle mi cabeza contra la escotilla, sin tiempo para cubrirme con las manos —
¡Maldición!—. Reviso la escotilla comprobando, para rematar nuestra mala suerte, que está cerrada. Ni siquiera forzándola logro abrirla.
—¡Fiuu! —Escucho a Chase silbar de repente. Un rubor surge en mis mejillas enseguida— bonitas piernas, Michi. Deberías usar falda más seguido —dice. Y con eso basta para que pierda el equilibrio.
Siento caerme, pero logro rodear mis brazos en el cuello de Chase y él me protege de caer rodeando sus musculosos brazos en mi cintura, atrayendo nuestros cuerpos el uno al otro. Algo choqueados, nos miramos unos instantes sin saber cómo reaccionar.
Cosas así sólo ocurren en las películas ¿no?