Idea Alocada.
Mi nombre es Michelle Wallas, pero mis conocidos suelen llamarme Michi. Tengo 17 años y pronto saldré del colegio para emprender mi camino hacia la universidad. Mi meta solía llegar a ser la primera en la lista de notas en Jackson, pero mi sueño siempre fue frustrado gracias a Chase Frederick. Chase es un arrogante idiota que tiene a la mayoría de los estudiantes bajo sus dominios gracias a tres absurdas reglas. Yo era una más que cumplía las reglas, sin embargo, todo cambió cuando supe que él sería mi nuevo vecino. Tras una serie de eventos que no deseo mencionar, ambos comenzamos a salir hasta que me enteré que él tiene una fijación hacia las rubias que se parecen a Ellen Grimes, su ex novia muerta quien lo engañó con uno de sus amigos. Luego de entender que él salió conmigo sólo por esa razón, me uní indirectamente al Club de ex novias de Chase.
Así es, oficialmente soy parte de aquel nefasto club de chicas a las que
Chase le rompió el corazón en mil pedazos.
La verdad, no se siente para nada bien. Lo bueno es que no terminó conmigo de una forma humillante como pasó con Jessie T., ni frente a todo Jackson para hacer de mi vida una miseria que recordaría para toda la vida. Sé perfectamente que a estas alturas ya todo Jackson debe
saber que el dictador caprichoso y codiciado está soltero otra vez.
Por otro lado, también debo destacar lo bueno que fue haberlo golpeado con todas mis fuerzas en su lindo rostro cuando me miró con ojitos de perro abandonado en busca de dueño luego de confesar que estuvo conmigo por mi parecido con Ellen. Sentí que mis nudillos se hacían añicos, pero valió la pena descargar mi rabia en él.
Eso fue bueno.
Ahora, un montón de cosas calzan a la perfección. Entiendo el porqué se disculpó en el cementerio cuando nos llevó, a Anne y a mí, a la tumba de Ellen. Se disculpó conmigo sabiendo lo que hacía; siendo consciente que no era algo bueno.
Me ilusionó con palabras y gestos lindos, mas fue todo por un estúpido trauma con su ex novia.
Parece digno de telenovela. ¿Quién podría haberlo pensado? A mí ni siquiera se me pasó por la cabeza esos motivos. Creí que nuestros sentimientos... es decir, sus sentimientos eran verdaderos. Quizás lo fueron en su momento, pero tras ellos ocultaba algo más.
Antes de marcar su mejilla con la fuerza sobrenatural que emergió de mi interior, intenté aclarar mi mente para satisfacer mi faceta masoquista que deseaba sufrir más aún.
—Tú me contaste —dije. Tuve que tragar saliva para disipar el nudo en mi garganta que avecinaba un llanto que no quería dejar en evidencia— sobre el primer día en Jackson, cuando tuvimos que hacer un trabajo y discutimos sobre si el tomate en una fruta. Dijiste que desde ese momento comenzaste a observarme, que fue el comienzo de todos tus sentimientos. ¿Es falso? ¿Acaso nunca te gusté de verdad?
—Es complicado, Michi —respondió. Extendió sus brazos hacia mis hombros, pero retrocedí para que no me tocara ni un pelo. Él retrajo sus brazos y volvió a apoyarse en la baranda—. Te quiero; eres linda, inteligente, directa, divertida... pero me recuerdas mucho a ella y me siento mal por eso.
Ahí fue cuando lo golpeé, recogí mi orgullo y me encerré por dos horas en mi habitación sólo para contemplar las fisuras del techo.
En pocas palabras, así termina mi particular historia de amor. Fin.
Es broma. Pese a que me encuentro tendida sobre mi cama como Buzz Lightyear después de enterarse que es un juguete e intentar salir volando por la ventana —dejaré en claro que eso no lo he intentado aún—, soy consciente que la vida continua. Así es, querido lector, sólo tengo 17
años y soy lo suficientemente astuta para dejar que mi peculiar romance finalizado me aleje de mis antiguas costumbres. Ya no estoy atada a nadie, sólo a mis queridos estudios. Sé que ellos no me darán la espalda así como yo lo hice en su tiempo cegada por las hormonas adolescentes comunes en chicas de mi edad. ¿Qué les puedo decir? Las hormonas fueron las que provocaron mis sensaciones estomacales hacia Chase,
las cuales confundí con un precario sentimiento de amor. Hoy sé bien que simplemente era digestión y que mi estado paupérrimo es estrés por... ¡Por el trabajo!
—¡Buenos sábados para desdichados, Michi!
Anne aparece con dos bolsas del minimarket de las que puedo ver traslucir los dos potes de helado de chocolate junto a bebidas.
Oh, sí. Olvidé decirles que Anne y J.J. terminaron su relación. Así que no estoy sola en esto.
—Hola —saludo, levantándome de la cama.
Detrás de Anne, le sigue el paso Bonnie con bolsas gigantes de papas fritas. Está con una sonrisa de oreja a oreja y parece deseosa de comer todo lo que han traído.
Ah, también olvidé mencionarles que Allek le dejó en claro que no quiere nada con ella.
Mi "transición" no la estoy pasando sola. Es reconfortante —si es que esa es la palabra adecuada— saber que puedo compartir con alguien más y que no soy la única desdichada de las tres. Coincidentemente, las tres estamos sufriendo a causa de ese mal que comienza por la letra «A». A diferencia mía, a mi mejor amiga sólo le faltó derramar lágrimas de
sangre luego de que J.J. se enterara de su aventura con Jax y decidiera terminar con ella. Bonnie se tomó bastante bien el rechazo indirecto que Allek le dijo en la cafetería luego de verla allí constantemente con ojitos brillosos. Y yo... bueno, creo que debería llorar, pero no lo he hecho hasta ahora.
—Iré por cucharas —les informo cuando ambas se sientan en el piso.
—De paso lávate la cara —sugiere Anne—, así no regurgitamos la comida.
Pongo los ojos en blanco.
—Y podrías bañarte... —le sigue Bonnie, encogiéndose de hombros— o perfumarte.
Bien, eso no me lo esperaba.
Salgo de mi cuatro y camino hacia la cocina. Busco tres cucharas y tres vasos para las bebidas. De vuelta me las arreglo para sostener los tres vasos con las tres cucharitas en cada uno, pero me detengo frente a la puerta al oír unos golpes. Refunfuñando, dejo los vasos en una mesita junto a la puerta para no volver a la cocina —la flojera es más fuerte— y abro la puerta, encontrando a papá y mamá. Papá está con el ceño tan fruncido como el anciano que vive en un piso más abajo que se ha quejado un par de veces diciendo que Pato va a "rociar" sus flores.
—¿Les pasó algo?—les pregunto luego de abrir.
—Velo por ti misma... —susurra papá en mi oreja al entrar.
Mamá me lanza una sonrisa nerviosa y voltea en dirección al pasillo. Cargando una enorme caja, Chase aguarda a que mis padres entren para dejar lo que parece un nuevo televisor plasma dentro de nuestro departamento. Recibo una mirada de su parte, como si me pidiera el consentimiento para dejarlo entrar; pero todo lo que hago es tomar los vasos y adentrarme a mi habitación, con el corazón al borde de un ataque.
Odio que continúe causando esos efectos en mí.
—Chase está afuera —les informo a las dos "okupas" de mi habitación—. Ayudó a mis padres con el nuevo televisor.
—Debe ser triste tener que toparte con tu ex todos los santos días — comenta Anne, sacando los helados de la bolsa—. Yo que tú me cambio de casa.
—Oí que en una semana tendrá su entrevista —dice Bonnie, abriendo las bolsas con papas fritas.
Dejo los vasos en el velador junto a mi cama fingiendo no haber escuchado lo último. Anne saca las cucharitas de los vasos. Yo me siento en el borde de la cama sintiéndome hipnotizada por el helado de chocolate.
—Seguro le irá bien. Es el más inteligente de Jackson después de todo
—le lanzo un mirada acusadora que podría atravesarla—. Lu-luego de
Michi, claro.
No debería molestarme, mis notas ahora son un desastre y bajé tanto en la lista de notas que ya no me entran ánimos de quedarme embobada viéndola. Creí que Bonnie sería mi nueva enemiga en lo que notas respecta, pero soy yo mi única enemiga.
—Hablemos de otro tema, ¿sí?
Me siento junto a las dos en el suelo alfombrado de mi habitación. Tomo una de las cucharitas y saco un poco de helado.
—Mi prima me invitó a una cita grupal a la que asistirá J.J. —habla Anne con la boca llena de helado. Bonnie la mira con repulsión para luego negar con la cabeza— Pienso ir para reconquistarlo y arreglar mi error. Así que, par de santurronas, deberán acompañarme en caso de que arme un escándalo.
Bonnie y yo nos miramos con el ceño fruncido.
—Pero irás con tu prima... ¿para qué acompañarte? —espeta Bonnie, sacando una papa frita. Anne traga con dificultad el helado mientras coloca sus verdosos ojos en blanco.
—Porque mi prima seguro se irá con el primero que se le presente y me dejará sola. Además, ya conocen ese refrán: un clavo saca a otro clavo.
Entierro la cucharita en el helado con fuerza.
—No tengo la menor necesidad de buscar a alguien más, ni "sacar al clavo" como dicen —las miro con altivez. Comprendan, no soy yo la que está hablando, sino mi nefasto orgullo—. Yo nunca tuve sentimientos hacia el papanatas que vive al lado. Y ya me conoces, las citas no son lo mío.
—Pero será divertido y es una buena forma de distraerte.
Creo que ya me distraje mucho de mi propósito del año.
—Bueno... viéndolo desde ese lado, no se oye tan mal —opina Bonnie con un hilo de voz. Se encoge de hombros cuando Anne y yo la miramos. Mi mejor amiga esboza una radiante sonrisa.
—Piénsalo, Michi. Ya han pasado semanas desde que fuiste dejada como un bicho raro que fue pisoteado sin compasión —Ouch—. Debes salir a la calle y demostrarle al mundo que Michelle Wallas está bien... bien hedionda y sin ánimos de hacer algo, pero bien.
...
Doy un largo suspiro en tanto mis pies se mueven siguiendo por inercia propia, como si rebosaran de vida, a Anne y Bonnie. Como probablemente se lo están imaginando, estoy de camino a la "cita grupal" a la cual fui astutamente convencida para asistir. Ya saben que soy una buena persona y no puedo negarme a las peticiones de mi mejor amiga, aun sabiendo que estas me traen más de una consecuencia. Lo más seguro es que mi aliada favorita —la señora Mala Suerte— se dé por invitada también y me haga quedar como una burra frente a todos. Pero ya me conocen, esos problemas ya son parte de mi vida diaria y puedo convivir con ellos.
Con lo que no puedo convivir es con el hecho de estar con esta horrible ropa que tomé del closet tras olvidar que Anne y Bonnie pasarían por mí a las cuatro de la tarde en punto. No sé si en mi periodo de transición post-abandono subí de peso, pero parece que todo me queda diez tallas menos. Con suerte puedo meter mi mano en el bolsillo del jeans que traigo puesto, por lo que sé que es seria la cosa.
—Vamos, apura el paso, Michi.
Anne retrocede dos pasos y me toma del brazo para que me apresure y camine junto a ellas.
La cita grupal se llevará a cabo en una bolera que nunca vi en la vida.
¿Les ha pasado que pasan todo el tiempo frente a un sitio y de pronto ver que de la nada hay una tienda nueva o algún edificio? Pues eso mismo me pasó. Es decir, siempre camino por esta calle y nunca me fijé en este sitio para jugar bowling. Necesito ser más observadora y divagar menos cuando camino por la calle.
En la recepción, un sujeto nos pide encarecidamente que nos quitemos los zapatos y nos coloquemos las zapatillas especiales para desplazarnos por el lugar debido a que la pista son delicadas y se pueden estropear. Entre risas y bromas sobre lo mal que huelen los pies de la otra, las tres nos colocamos las zapatillas; le entregamos nuestras pertenencias al sujeto y él las guarda en una taquilla. Bonnie recibe el número de la taquilla y lo guarda en su chaqueta.
Caminamos con precaución siendo hipnotizadas por los jugadores que tiran las bolas como si fuesen profesionales, mientras otros son un completo fracaso.
—Nunca jugué a esto —comenta Anne, frunciendo el ceño de forma que sus pecas se noten más aún.
—No es complicado, es cuestión de matemáticas —respondo Bonnie. Chase es bueno con las matemáticas...
¡Calla, tonta Michi! Tú no conoces a ningún Chase.
Cierto, cierto.
Logro divisar a una pelirroja junto a dos chicas más sentadas alrededor de una mesa rectangular. Mis ojos se clavan en las apetitosas papas fritas que se encuentran sobre la mesa, hasta un tipo se coloca frente a mi centro de atención. Alzo mi vista para despreciar con todas sus letras al sujeto que rompió mi conexión casi amorosa con las papas fritas. Es J.J., quien al vernos hace un gesto de sorpresa. No parece muy feliz de vernos —o al menos de ver a Anne— y mi amiga tampoco parece comportarse como la cabra loca que es. Toda esa locura interna y personalidad que tiene se ha tomado un viaje al más allá.
Al llegar junto a la mesa, examino a los cinco chicos que están sentados charlando entre sí.
—Chicas, llegaron al fin —saluda la prima de Anne. Si mi memoria no me falla, hablamos un par de veces para el cumpleaños de Anne y se presentó como Amanda Collins.
—¡Hola! —saluda Bonnie, con esa típica alegría que posee (de la cual tendré que tomar nota). Los cinco chicos la saludan con una sonrisa de galán de telenovela, entonces, me miran a mí— Soy Bonnie.
Yo sólo pongo la mejor de mis sonrisas y les hago un gesto con mis manos, sintiendo mis mejillas arder. Está demás decir que soy un desastre con las presentaciones, abrir la boca en una situación así sería verme más idiota de lo que me veo ahora. J.J. es el único que sonríe de los cinco y responde a mi gesto con su mano.
Soy la primera en sentarme quedando junto a un chico de lentes negros. Su cabello castaño y desordenado me trae vagos recuerdos de un ser innombrable. Hasta podría decir que de reojo tiene un aire a él que me da un vuelco el corazón. Es como si Chase "Simio" Frederick estuviese sentado a mi lado usando lentes. O quizás estoy tan desesperada que me lo estoy imaginando y es alguien completamente diferente.
Miro a Anne, quien se ha sentado junto a J.J. Los dos están mudos mirando la mesa blanca frente a sus narices. La incito con un una mirada cómplice para que le hable a su ex novio, pues ese fue el propósito inicial de la cita grupal; sin embargo, Anne parece querer que la tierra la trague. Me mira arrugando las cejas de forma suplicante y luego apunta con su cabeza J.J. con disimulo. Quiere que invente algo para que los dos comiencen una plática.
Pongo los ojos en blanco y me predispongo a hacer de casamentera, pero unos golpecitos en mi brazo me interrumpen.
—Hola —saluda el chico de lentes.
Repito: Saluda el chico de lentes. ¡Vamos, dile algo por amor a todo lo divino!
—Bien, ¿y tú?
Eres estupenda.
El chico de lentes mira hacia un lado, algo confundido. Su expresión es como la de alguien que no sabe qué decir o hacer, así que sólo se limita a sonreír con incomodidad.
—Bien también... supongo —ríe, llevando su mano a los lentes y acomodándolos—. Soy Luka, aspirante a loquero.
—Michi —me presento—, aspirante a mejor alumna... o eso era antes.
Necesito un curso de presentaciones. Houston, sé mi guía.
—No tienes aspecto de estudiosa —comenta Luka, regalándome una sonrisa ladeada que detona algo de arrogancia. Rehúyo de los retazos de recuerdos que me vienen a la cabeza. ¿Por qué es que cuando
menos quieres pensar en alguien el mundo conspira contra ti para que lo hagas? Eso debería ser otra de las leyes de Murphy—. Te faltan los lentes, los frenillos y las dos trenzas. A mí sólo los frenillos.
—¿Eres estudioso?
—Absolutamente —responde, asintiendo con orgullo—, en el colegio tenía el mejor promedio.
Abro los ojos sorprendida.
—Am... —aclaro mi garganta— ¿De cuánto es tu coeficiente intelectual?
—Siento un codazo en plana costilla que me hace quejarme de dolor. Miro a Bonnie quien está sentada a mi lado, silbando como si ninguno de los dos hubiese notado su codazo— Es broma, no es necesario responderla.
Miro de reojo a Anne; está mirando en mi dirección como diciendo con sus ojos "No lo arruines". Trago saliva sintiéndome una vez más amenazada gracias a la peculiar forma de mi amiga por hacer que me relacione con las personas. J.J. a su lado, parece más entusiasmado por ver a los tres chicos jugar bowling.
Pobre Anne, ese es su pago por haber tenido un intento de romance con un chico que no está interesado en una relación seria. Jax es un idiota y eso siempre lo supo; sin embargo, aunque prometió vengarse de él y hacerlo caer en su propia trampa, la situación salió al revés. Ahora sufre la pena de sus acciones, teniendo que estar sentada junto a su ex, quien ni siquiera parece querer dirigirle la palabra.
Las vueltas de la vida, ¿no?
—Se me ocurrió algo fantástico y alocado.
Sep, esa es Anne planificando alguna locura en el baño. Logramos escapar de la incómoda junta para refugiarnos en el baño de mujeres mientras los demás parecen más interesados en lanzar las bolas y no darle a ningún pino.
Bonnie mira a Anne a través del espejo, alzando una ceja.
—¿Vas a pedirle perdón a tu chico por micrófono? —sonríe con incredulidad.
Una sonrisa maliciosa se dibuja en el rostro de mi amiga, quien apoya sus manos en el lavado que tiene al frente.
—Precisamente.
Lanzo un bufido al escucharla. Sólo a alguien demente como Anne podría ocurrírsele algo así de ridículo, pero mi amiga sabe que es una idea que podría funcionar y arreglar las cosas entre J.J. y ella. Así volveré a ser la amiga que toca el violín cuando ambos están demostrando su amor.
Oh, claro, ahora a la orquesta se une Bonnie.
Frente a la recepción, el sujeto que nos entregó las zapatillas nos mira con fastidio. Nuestra petición no le ha sentado bien y ahora parece que quiere que volvamos a nuestro puesto.
—Por favor, señor —insiste Anne—. Sólo serán unas palabras y se lo regresaré. ¿Es que nunca fue un adolescente alocado que cometió un error garrafal y la única forma de solucionarlo es haciendo lo impensado?
Exagerada.
El sujeto medita unos segundos, haciendo una mueca.
—Bien, sólo unos minutos —accede, sacando el micrófono inalámbrico del mesón y entregándoselo a Anne.
—¡Gracias! —respondemos las tres al unísono.
Anne respira hondo con manteniendo sus ojos cerraros. Luce nerviosa, pero lo oculta de una forma casi profesional. Carraspea y vuelve a abrir sus verdosos ojos. Me coloco junto a ella y Bonnie desde el otro lado, como una forma de darle nuestro apoyo.
—Eso es extraño —comenta.
Enciende el micrófono y comienza a hablar.
«Ah... Soy Anne Collins y... no sé cómo explicarlo, pero a alguien que está en este lugar le hice algo horrible de lo cual me arrepiento mucho. Si bien fue algo que planificamos ambos, la situación se salió de mi control
y no pensé con claridad, conociendo las consecuencias de mis actos. Me dejé llevar sin pensar que podría dañar a quien no merece ser dañado. Jared J., eres alguien grandioso, amable, divertido y lograste fijarte en una niña tonta como yo. Te extraño muchísimo. Extraño tus canciones desafinadas, hacerle trenzas a su cabello cuando llevas tiempo sin cortarlo, la forma en que tocas guitarra, extraño ser corregida por ti cada vez que digo alguna grosería, tu optimismo y paciencia, tus bromas, extraño tus comidas quemadas y escuchar tu voz a través del celular dándome las buenas noches... Perdóname, J.J. Fui una tonta que no supo lo que tenía.»
Anne apaga el micrófono y vuelve a respirar hondo. Le sonríe por cortesía al sujeto, regresándole el micrófono y nos mira.
—¿Creen que me perdone? —pregunta, bajando la cabeza.
—Si no lo hace, prometo golpearlo —le digo, abrazándola.
Unas palmadas en mi hombro hacen que me separe de mi amiga y voltee en la dirección de los golpes, encontrando a J.J. de pie junto a nosotras.
—Eso no será necesario —espeta, mirando a mi amiga.
Bonnie me jala del brazo para que salga de entremedio, observando a Anne y J.J. con una radiante sonrisa. ¡Esto huele a reconciliación, señores! Entre risitas, las dos volvemos hacia donde la cita grupal —la cual parece de todo menos eso— se está llevando a cabo.
*****
—Tu amiga es asombrosa, Michi. Esa fue una buena forma de disculparse.
Luka y yo vamos de camino hacia el paradero. Amablemente se ofreció llevarme cuando les informé a Anne y Bonnie que me tenía que marchar. Si bien me negué a que lo hiciera, él insistió en acompañarme con la típica excusa de que una chica no debe andar sola por la calle a oscuras. Yo me excusé diciendo que no era necesario, que después del trabajo suelo volver sola a mi casa, pero él no se dejó convencer por mis argumentos.
—Sí —le respondo con una sonrisa—, no creí que lo haría. ¿Qué puedo decirte? Mi amiga está algo chiflada. Por ella asistí a esa cita —hago comillas para enfatizar la última palabra.
Luka se coloca a reír, metiendo sus manos a los bolsillos.
—¿No te gustan ese tipo de cosas?
—Soy mala socializando con las personas —me encojo de hombros—, siempre termino diciendo o haciendo algo que me hace ver mal o incomodar la situación.
—A mí me caes bien —comenta en un tono bajo, como si no quisiera decirlo en realidad—. Y eres... linda.
El corazón me da un vuelco, y de paso, mis mejillas se sienten ardientes. Me siento como una tonta. Me mentalizo para caminar como una persona normal y no tropiece ante la poca sincronía que mis piernas suelen tener cuando me avergüenzo.
Busco distraerme de los indecorosos pensamientos que ese lado "perturbador" en mí quiere resurgir. De esos pensamientos que una adolescente hormonal como yo tiene en ocasiones de poca lucidez donde fantasea con cualquier hombre lindo que se le cruce en frente. Lo cual se me hace complicado porque el chico que tengo al lado es una reencarnación con gafas de mi traumatizado vecino dictador... o más bien, el traumatizado vecino dictador es la reencarnación. Como sea, buscar una buena distracción es lo mejor ahora.
—¿Tienes planes que hacer el domingo? —pregunta mi acompañante, pero un familiarizado rostro se presenta ante mi acompañado de una tipa rubia.
Van en el sentido contrario al nuestro. Él le enseña una hoja a ella, mirando la con curiosidad. Ella toma la hoja y despliega una sonrisa, comenzando a hablar. Los observo acercándose en una cámara lenta al tanto que las palabras de Luka se vuelven inaudibles junto a todo lo que yace a mi alrededor. Es como una apuñalada en el pecho encontrarlo así, y para colmo, junto a una rubia. Mis pies se mueven por si solos,
pero siento que estoy temblando y en cualquier momento podría caerme.
¿Por qué entre todos debo toparme con él? Chase alza su cabeza mirando en nuestra dirección unos segundos, sus ojos me miran una milésima de segundos que podría haber durado una eternidad, sin embargo, vuelve a centrarse en la hoja y pasa junto a nosotros como si fuésemos completos desconocidos.
Me detengo en seco, mirando hacia el vacío. Luego me giro en dirección hacia Chase, viendo como se aleja.
—¿Michi, estás ahí? —pregunta Luka, agitando su mano frente a mi cabeza— ¿Estás bien?
¿Tan fácil me reemplazó el muy hijo de su santísima madre?
Bajo la cabeza y me cubro el rostro con mis manos, sintiendo mis ojos húmedos escurrir unas escuálidas lágrimas por mis mejillas. Escucho en la lejanía a Luka preguntarme si estoy bien, a lo que respondo con un movimiento brusco con la cabeza.
¡No estoy bien, idiota, estoy llorando!
Mi respiración entrecortada en un desastre y los lloriqueos cada vez comienzan a escucharse más fuertes por la calle. Mi pecho se contrae a tal punto que duele cada vez que respiro. Mi nariz se siente caliente y mis manos mojadas.
—Eh, ¿sabes? Olvidé algo y me debo ir —le escucho decir a Luka, con la voz temblorosa— ¡Hasta nunca!
Bajo mis manos viendo como Luka se aleja con paso apresurado y mirando de vez en cuando hacia atrás.
Para que huya de esa forma debo verme como una completa loca. Ahora debe entender qué decía sobre socializar, ¿verdad? Cielos, es la primera vez que lloro por alguien que no fuese un familiar muerto o un animalito muerto en la calle, y todo por un dictador de cuarta que no lo merece; pero será la última vez que me deshidrato por alguien más.
Hoy Michelle Wallas, ha comprendido que el amor sólo es un complemento de la vida que, así como llega, se va. Desde hoy, prometo enfocarme sólo en mis estudios hasta que termine el colegio y entre la universidad. No dejaré que un amor pasajero me distraiga de lo que realmente importa: mi futuro como astrónoma.
Seco mis lágrimas.
—¡Sacaré una beca y me volveré una profesional hecha y derecha! —
exclamo, para respirar hondo y exhalar con fuerza.