Vecino Nuevo

 

 

 

 

Desde que tengo memoria, mi única motivación en este mundo ha sido ser la primera en la lista de notas en la preparatoria Jackson. Sin embargo, el primer lugar siempre es ocupado por un idiota a quien no quiero mencionar en estos momentos... Hoy, primer día de clases, de nuevo el muy idiota me ha superado.

 

¿Cómo ha sido posible? ¡Después de pasar horas, días, meses preparándome!

 

Las ganas de arrancarme los ojos y tirarlos a la basura me son enormes, pero me contengo de hacerlo cuando escucho la voz de mi amiga junto a mí.

 

—Oh... —exclama con compasión fingida—. De nuevo estás en el segundo lugar —dice, posando su mano en mi hombro. La aparto molesta y ella ríe, enseñándome sus blancos dientes y achinando sus verdosos ojos que contrastan de golpe con su cabello rojizo.

 

—Gracias, Anne. No lo había notado —formulo con sarcasmo rodando los ojos en otra dirección. Anne se agarra el estómago riendo aún más fuerte que antes. Y por Dios que su risa es de esas que llaman la atención. Claro, todo el mundo la mira a ella, porque para los demás yo soy una invisible.

 

No, un fantasma. ¡NO! Peor que eso... Ni la médium de la película Ghost, se percataría de mi existencia.

—Ah... maldición, Michi —da un largo y profundo suspiro— ¿Qué sería mi mundo sin ti? Me alegras la maldita existencia —confiesa mi amiga secando una lágrima del rabillo de su ojo derecho.

 

—Tú sólo te ríes de mis desgracias —de nuevo estalla en risa—. Eres una amiga ejemplar —agrego con sarcasmo, Anne da una bocanada de aire y deja de reírse, aún así de su rostro no se borraba la sonrisa burlona.

 

—Lo sé, querida. Por eso me adoras —Anne exhala y me guiña un ojo. Golpeo su hombro y le sonrío también.

 

Conozco a Anne desde que deje de usar pañales —bueno, tal vez estoy exagerando un poco—. Es mi única y mejor amiga. Con ella he vivido toda la vida que hasta podría llamarla hermana. Claro, ella es un caso perdido. Las dos somos, de cierto modo, muy diferentes, pero logramos complementarnos muy bien. A diferencia mía, ella es mucho más independiente, bonita, atrevida y desinteresada con os estudios.

 

—¡Miau! Mira quienes llegaron —me da un codazo en el vientre, sacándome de mis pensamientos.

 

Mis ojos —y los de todos en el pasillo— se dirigen a la entrada del colegio.

 

Con aire de suficiencia (como si de dioses griegos se tratase), con sus rostros perfectamente formados, sus músculos de modelos, sus labios rojizos formados por una perfecta curvatura, cabellos despeinados y su vestimenta súper a la moda; Mika, Jax y Chase, hacen su aparición en el primer día de colegio revolucionando todo el largo pasillo.

Siguen siendo los mismos egocéntricos y sin cerebro de siempre —haré una excepción; menos el último— ¿Cómo es que ese trío de tarados son los más populares del colegio? Tienen toda la escuela bajo su control.

 

Por obligación, mientras avanzan a través del pasillo, nos apegamos contra las murallas —Regla número 1: No tocarlos sin su permiso—. Si algún pobre diablo toca el pliegue de la ropa de uno de "Los Tres mosqueteros", como suelo llamarlos, debe considerarse muerto. Luego, todos los que no son considerados dentro del mágico mundo de los populares, bajamos la vista —Regla número 2: No los mires a los ojos—. Había un chico llamado Patrick en el colegio que se atrevió a mirar de manera "rara" a Mika... Pobre chico, ni su psicólogo pudo ayudarlo. Dios sabrá qué pasó con él. Y por último, todos callamos. La sola presencia de los tres chicos, hace que te calles al instante —Regla número 3: No les hables—. A Los Tres Mosqueteros, nadie le habla a menos que así ellos lo quieran. ¿Por qué? Porque tienen a Jackson High bajo su maldito control.

 

¡ESTO ES UNA DICTADURA, SEÑORES!

 

 

Noto que Chase se detiene —y por consecuencia sus dos amigos también— y se acerca al mural con las notas publicadas. Entre los espacios de mi despeinado cabello noto que está frente a mí y no puedo evitar querer hacerme bolita para salir rodando del lugar antes de desmayarme del miedo.

 

Me encojo de hombros y Anne hace lo mismo.

 

 

—¿Qué ves? —esa es la voz de Mika, el segundo mosquetero.

 

—Nada —responde Chase al instante. Siento su respiración mover los mechones de mi cabello. Soy tan invisible que ni siquiera se percata que estoy parada frente a él, temblando del susto.

 

—¿Otra vez estás primero en la lista? ¿Cómo rayos lo haces? Jamás te he visto tomar un cuaderno —se les une Jax posicionándose junto a Chase.

 

Créeme, Jax, yo que también jamás lo he visto agarrar un maldito cuaderno.

 

—No necesito estudiar. Me basta con leer las cosas una sola vez —se jacta Chase. Veo que sonríe con egocentrismo y vuelve a caminar por el pasillo, con sus dos servidores siguiéndole el paso.

 

Miro a Anne, y ella a mí, como si hubiésemos sobrevivido a un accidente. Una gota de sudor se escapa de mi frente. Estuvo cerca. MUY CERCA. Tanto que pude sentir su perfume, los bellos de su barbilla, sus labios rojizos y sus dientes perfectamente alineados.

 

Chase es el tipo de chico que derrite a cualquiera con su sonrisa masculina y su cuerpo de modelo. Pero conmigo no es tan así: Lo odio. Por su culpa siempre quedo en segundo lugar.

 

Sí, lo sé. Estoy un poquitín obsesionada con los estudios.

 

 

Y como es de esperarse, el primer día de clases sólo trata de lo que se viene dentro del año. Nada especial. Ah sí... y del estupendo baile escolar de bienvenida. Qué pérdida de tiempo es esa. Un baile escolar que fomenta la idiotez escolar. Gran cosa, nada especial. Anne y yo sabemos ya que haremos aquella noche: llorar a mares con nuestra colección de películas románticas. No es el mejor panorama para dos chicas de diecisiete años llenar de vigor y juventud, pero es lo que hay.

Al término de las clases salgo de Jackson dando una gran bocanada de aire y estirando los huesos de mi espalda. Me despido de Anne y me subo a mi motocicleta, una vespa 98 que papá me obsequio como regalo a los dieciséis. Regalo, por cierto, que no quería recibir porque detesto la velocidad; sin embargo, concluí aceptando cuando noté que era de segunda mano y su velocidad no es la de una moto común.

 

—Hey, Michi.

 

 

De vuelva en casa, el conserje George me hace una seña con su mano. El conserje George es una especie de recepcionista que vigila los pasillos y enormes pisos del departamento donde ms padres y yo vivimos.

 

Le esbozo una sonrisa amable y me acerco a él.

 

 

—¿Ya te enteraste? —continúa. Alzo una ceja sin entender.

 

 

—¿De qué, Sr. George? —pregunto con educación. El conserje mira hacia todos lados, inclinándose hacia mí y coloca una mano en su rostro para decirme un secreto— Te llegaron vecinos nuevos —dice, confidente.

 

—¿¡En serio?! —exclamo con asombro. El departamento junto al nuestro nunca había sido ocupado desde que mi mejor amigo se mudó. Mi padre dice que tiene una maldición.

 

Supongo que aquella "maldición" se ha roto ahora que han llegado los vecinos.

 

El Sr. George asiente repetidas veces bajando su mano: —Una mujer y su hijo. Los dos parecen salidos de Hollywood.

 

Abro mis labios asombrada. Familias así no llegaban a los suburbios.

 

—Bueno —trago saliva—. Si es así, deberé echarles un vistazo.

 

 

George entrecierra los ojos y asiente. Es justo lo que él quería oír. Vuelvo a sonreírle y me despido con un ademán.

 

Apresuro mi paso hasta el ascensor y presiono el botón para subir. Éste no tarda en llegar y abrir sus puertas. Con delicadeza entro y le doy al botón del piso número 7, donde mi familia y yo vivimos —y donde los nuevos vecinos lo harán—. Las puertas del ascensor están a punto de cerrarse, pero una pierna se interpone entre medio haciendo que se abran de nuevo.

 

En cámara lenta, como sacado de una maldita película juvenil, veo cómo al abrirse las puertas, el perfecto rostro de Chase aparece del otro lado, provocando que mi mandíbula inferior se expanda hasta chocar contra el suelo. ¿Qué es lo que Chase Frederick hace en los suburbios? Él entra con su rostro desinteresado y presiona el mismo piso que yo: el 7.

 

¡Oh, por Einstein! Dime que esto es un maldito sueño. ¡DIMELO!

 

 

Chase mete sus manos en los bolsillos y se apoya en una de las paredes del ascensor. Trato de disimular mi asombro, pero parece en vano, pues él clava sus ojos en mí, mas no dice nada.

 

Regla número 2, Michi. Recuerda no mirarlo.

Cierro los ojos con fuerza y cubro mi rostro con un mechón de cabello. En menos de un minuto el ascensor se detiene y abre sus puertas. Lo

 

que en tiempo real fueron segundos, para mí fue una eternidad de tortura. Chase, es el primero en bajar golpeando con su pecho mi hombro. Yo lo sigo detrás, con paso lento y sintiéndome derrotada.

Afirmativo, Houston —Me digo a mí misma al ver que Chase golpea la puerta del departamento del lado—. Chase es tu nuevo vecino. Repito: Chase Frederick es tu nuevo vecino.