Un Año nuevo diferente.
Choco mi dedo índice contra mi brazo al son de la manilla del reloj. El tic- toc comienza a desesperarme, provocando que pierda lo poco y nada
que paciencia que me queda. Verás, me encuentro de brazos cruzados sentada en el sofá —o mejor dicho: mi nueva cama— escuchando un aburrido sermón por parte de mamá explicando con lujos y detalles las consecuencias que puede traer salir a una fiesta. Me pregunto cómo reaccionaría si supiera que no es la primera a la que salgo. Conociéndola se pondría histérica y no me dejaría ir... pero ese en otro cuento; por ahora sólo debo fingir que es mi primera fiesta hasta que el timbre me salve.
—¿Me estás escuchando, Michelle Wallas? —Pregunta de repente al darse cuenta que mi mente está divagando. Asiento amurrada.
—Sí, mamá.
—A ver, ¿qué estaba diciendo? —No tengo ni la más mínima idea.
Antes de que pueda mentir y decirle alguna palabra sin sentido el timbre suena. Pato y yo nos ponemos en alerta. El camina con su cola parada hasta la puerta esperando a que alguien la abra. Antes de abrirla, mamá acomoda su vestido rojo de gala.
—Es para ti, niña —me informa arrastrando las palabras.
Está enfadada porque es la noche del año nuevo y yo hice mis planes con Chase y los chicos, por lo que no esperaré a que sea medianoche ni veremos los fuegos artificiales desde mi balcón. Realmente es un graaan paso para mí y mis padres, dejar que su única hija los "abandone" de esa forma —estás exagerando de nuevo, Michi—. Y la verdad, cuando les supliqué que me dejaran ir, pensé que me colgarían de las orejas, pero gracias a la sonrisa perfecta y el carisma de Chase, los dos aceptaron... bueno, Margo y Josh también ayudaron.
Camino hasta la puerta y me asomo.
Lo primero que veo es el sonriente rostro de Chase bajo la particular máscara negra de Batman; lleva un disfraz bastante completo y realista, hasta con capa y botas. Luego, mis ojos recaen en mi mejor amiga: ella está vestida de "La Mujer Maravilla" con un corsé rojo, una falda — demasiado corta a mi parecer— azulada, unas botas sobre las rodillas rojas y con adornos amarillos, el cabello suelto y ondulado con una corona amarilla.
—Hola —los saludos con una sonrisa amena. Los dos me miran de pie a cabeza con el cejo fruncido y una ceja levantada— ¿Qué pasa? — pregunto rascándome un brazo.
—¿Y ese traje? —Anne pone sus manos en las caderas y me mira con altanería—. Creí que serías Gatubena, no WinnieThe Pooh.
Bajo la cabeza y miro mi disfraz; alquilé el traje de un oso.
—Es el peor disfraz que he visto... —comenta Chase tocando la textura del traje—. Oficialmente acabaste con la sincronía de los superhéroes, Michi.
—Lo siento, es que hace demasiado frío para ir a una fiesta en un traje de cuero sintético y unos zapatos con tacones —alego cruzando mis brazos—. Como sea... ¿nos vamos?
Los dos chasquean la lengua, negando con la cabeza. Me despido de mamá con un beso en la mejilla. Bajamos hasta el primer piso por el ascensor y salimos a una desértica calle donde la arena ha sido cambiada por nieve. Todos a estas horas deben estar esperando la medianoche cenando, mientras nosotros temblamos de frío para ir a una fiesta de disfraces.
Estacionado afuera del edificio, Mika y Jax nos esperan en el auto.
Mika lleva un traje de Super-man que, aunque me cueste reconocerlo, le queda perfecto. Por su parte, Jax también se ha vestido de un superhéroe y se ha tenido que ocupar de cubrir su rostro meticulosamente para que ni Sussie, ni su amiga Claire, no vayan a reconocer así que optó por un disfraz de Flash.
—¿Qué pasó con tu disfraz, Gatubela? —me pregunta Jax a subir—. No me digas que sentiste demasiada vergüenza de usarlo porque, vamos, mira a Anne —Jax recorre el disfraz de Anne con la mirada más lasciva que le he podido ver—... ella tiene estilo —espeta con una voz ronca.
—Sí, y también tiene novio —le recrimino modulando bien las palabras. Anne se echa a reír y me lanza una mirada cómplice.
...
Mika detiene su auto afuera de lo que parece ser una mansión sacada de película juvenil. Con la entrada más hermosa y floreada que he visto. Las dos puertas con un umbral colonial y las ventanas adornadas con mesetas rectangulares con rosas. Sí, una mansión hermosa con los vidrios vibrando a causa del bajo que la música produce, chicos disfrazados bebiendo como condenados a muerte, chicas besándose con otras chicas, chicos haciendo bailes sensuales sobre las mesas y muchas barbaridades más.
—Whoa... creo que la fiesta comenzó antes de lo previsto —comenta Chase con una sonrisa. Avanzamos hasta una mesa con copas y comida. Chase me sirve una con ponche y luego se sirve una él—
¿Cómo estás, Oso Yogui? —le doy un golpe en el hombro— Recuerda tomar con precaución, no quiero ver bañado por tu vomito otra vez.
—Oh, Dios... —me cubro la frente avergonzada— ¿debías recordar eso?
Anne llega a nuestro lado. Se había ido a no-sé-dónde con Jax. Cuando divisamos a Sussie a llegar él la agarró del brazo y la arrastró lejos hasta que la perdí de vista entre la multitud. Mika también desapareció sin previo aviso.
—Ya vengo —avisa Chase. Me da un beso en la mejilla y se aleja de la mesa. Anne y no nos quedados solas junto a la mesa bebiendo ponche y mirando cómo los demás hacen el ridículo.
—¿Chase y tú lo hicieron?
Casi escupo todo el ponche que acabo de beber. Una gota se escapa por la comisura del labio y debo secarla con lo dorso de mi mano. Trago el resto con dificultad provocando que mi garganta despliegue un sonido extraño, como si tuviese un nudo en ella.
—¿Q-qué? N-no sé de qué hablas... —miro en otra dirección disimulando mi sonrojo.
—Jah, conmigo no puedes hacerte la tonta, Michi —Anne me mira con detenimiento—. ¿Qué paso el otro día?
—Ah, pues...
Aquella tarde del 26, donde malentendí las palabras de Chase, todo dio un giro extraño. Después de recibir su dije, la situación se torno algo más romántica de la que esperé, después de todo estábamos los dos
sentados sobre la cama y... bueno. Chase hizo a un lado mi cabello y con cuidado, colocó el dije alrededor de mi cuello. Le di las gracias y por unos instantes nos quedamos mirando el uno al otro en silencio. Como si
todas las palabras sobraran. Entonces, lentamente comenzamos a acercarnos, cerrando nuestros ojos pausadamente como si estuviésemos siendo parte de una película en cámara lenta. Cuando nuestros labios se tocaron, sentí un dejo de energía recorriéndome entera. Estábamos en una sincronía perfecta, como si fuésemos hechos para estar juntos.
Aquel beso que comenzó con dulzura, comenzó a intensificarse más y más, debíamos separarnos a ratos para tomar aire. Deseosos de más volvimos a besarnos. Rodeé con mis brazos su cuello para pegarlo más a mí, mientras él me aprisionaba con sus viriles brazos. Nos recostamos sobre la cama sin poder despegarnos, aprovechando cada segundo y, cuando las cosas comenzaban a ponerse más subidas de tono, escuchamos la puerta principal abrirse; Margareth había olvidado las llaves de su auto y fue a la habitación a preguntarnos por ellas.
—Es una larga historia, Anne —bufo con resignación—. Ahora dime tú — alzo una ceja—, ¿qué tramas con Jax? Sé perfectamente que alguien como él no es tu tipo, ni el prototipo de "amigo" que tienes.
En el rostro de Anne se perfila una sonrisa retorcida. Mira hacia los lados comprobando que nadie conocido esté cerca y agita su mano para que me acerque.
—Vengaré a todas esas chicas ilusas que alguna vez se enamoraron de él —doy un respingo. Anne lanza una carcajada maquiavélica que causa la risa de algunos presentes sobrios—. Dejaré que coma de la palma de mi mano y cuando su corazón me sea devoto —mi amiga me extiende su mano libre y la cierra con fuerza convirtiéndola en un puño—, lo haré añicos. Es la única forma con la que se debe tratar a alguien así. Los mujeriegos también tienen corazón y uno muy frágil, por eso tienen
tantas chicas.
—Eres diabólica, Anne —finjo sorpresa, las ideas extrañas de Anne ya no me sorprenden—. Ten cuidado, no vayas a ser tú la que caiga en sus redes. ¿JJ sabe de esto?
—Él fue quien me dio la idea —responde restándole interés al asunto. Okay, JJ y Anne están desquiciados, no me sorprendería si mañana los veo en las noticias como los más buscados de país—. Es una lástima que esté fuera de la ciudad, lo extraño mucho.
Anne y yo subimos al balcón, donde algunas parejas se besan apasionadamente esperando la medianoche. Desde el balcón diviso a Chase charlando con Mika junto a la piscina. Algunos revoltosos e inescrupulosos, han ignorado —o tal vez olvidado— que estamos en invierno y se han lanzado al agua con disfraz y todo. Entre un grupo de fumadores diviso a Allek, con una cerveza en la mano.
—¡MIRA, ENCONTRÉ A WALLY! —Exclama Anne, señalando a Allek. Su disfraz es el de "Buscando a Wally", esos libros para niños donde debes encontrarlo entre una multitud de personas. Al parecer Anne no lo ha reconocido, pero yo he estado lo suficientemente cerca de él como para darme cuenta de quién es. El grito de Anne despierta la curiosidad de Allek y nos lanza una mirada curiosa a través de sus lentes grandes y gruesos.
Allek aparece hasta en mi sopa. Que te jodan, destino.
Cuando ya casi dan las doce, Chase aparece por el balcón y se posiciona junto a mí. Apoya los codos en la baranda y alza su cabeza mirando el cielo.
—Adiós, tortolos. Hoy no tocaré el violín —ironiza Anne haciéndonos una señal de despedida. Niego con la cabeza conteniendo una risita.
—Perdón por no ser tu Gatubela —comento apoyando mi cabeza en su brazo. Me he sacado el gorro con orejas de oso porque ha resultado demasiado incómodo tener que recogerlo cada vez que se me caía. Chase lanza una carcajada.
—Puedes ser mi Gatubela cuando quieras, Michi —insinúa—. Siempre y cuando Margareth no nos interrumpa preguntando por las llaves.
—Ni lo menciones... —doy un largo suspiro—. Es el primer año nuevo que no paso con mis padres, me siento algo extraña. Algo nostálgica.
—Pero lo estás pasando conmigo, siéntete halagada —dice con altivez. Arrugo la nariz y lo miro con fastidio—. Es broma, es broma —revuelve mi cabello—. Eres un oso muy bonito, ¿sabes?
—Y tú eres mejor que el autentico Batman —Chase y yo nos miramos con picardía y antes de acercarnos más, las personas de abajo comienzan a contar la cuenta regresiva desde el número diez.
Un hormigueo en mi estómago provoca que me ponga ansiosa, Chase me abraza. Le devuelvo el abrazo hasta que escuchamos al unísono las voces gritar Feliz Año Nuevo.
Cada año, con mi familia antes de saludarnos pedíamos un deseo. Mis deseos siempre tenían relación con cosas materiales o metas estudiantiles; sin embargo, desde que Chase hizo aquella aparición en el ascensor, mis aspiraciones y aficiones han cambiado. Pero eso no ha sido lo único, mi deseo también.
Si estuviese con mi familia y tuviese que desear algo en este preciso momento, desearía estar con Chase el resto de mi vida.