Bonus.
Al concluir la música, Chase le tira el micrófono a Huston para que cante la siguiente canción. Huston lo mira sorprendido, tomando con dificultad el micrófono. Pero finalmente se levanta decidido, y comienza a cantar una desafinada canción que casi nos rompe los tímpanos a todos.
Chase, al sentarse de nuevo a mi lado, exhala el aire de sus pulmones con pesadez, como si en vez de cantar, hubiese corrido en una maratón.
—No sabía que cantaras tan bien, Chase —le comento, mirando el baile sensual que Huston hace frente a la pantalla, mientras aplaudo. No me atrevo a verlo—. Con esa voz podrías tener a cualquiera
arrastrándose.
De reojo veo como Chase, toma la botella de cerveza y la vierte en el vaso.
—Con mi aspecto no es necesario que me oigan cantar, nena —no sé qué cara he puesto al voltear para verlo, pero se echa a reír. Debe ser porque odio que me llame "nena"— ¡Válgame! —exclama luego, con los ojos muy abiertos—. No sabía que podías arrugar tanto tu nariz.
Instintivamente, llevo una mano a mi nariz, cubriéndola. Chase deja el vaso en la mesa y yo vuelvo a ponerle atención a Huston.
—Michi, mírame —susurra Chase en mi oído de forma suave. Puedo sentir su respiración entrelazarse con las hebras de mi cabello despeinado—. Yo estoy justo aquí. Pero no importa que haga, tú siempre pareces evitarme ¿Es que no te gusto ni siquiera un poco?
Volteo, encontrando su rostro cerca del mío.
—¿Có-cómo? —titubeo, sin poder creer lo que he escuchado sacar de sus labios, ni la forma en que lo ha dicho.
—¡He dicho que Huston canta como mi abuela! —aclara Chase, alzando la voz. Le da otro sorbo a su cerveza y mira como Huston comienza a bailarle a una chica.
¿Acaso he vuelto a imaginar cosas raras con Chase? No. Parecía bastante real lo que escuché.
¡Oh, Michi! Ya te has vuelto una demente.
—No, Chase, ¿qué has dicho antes? —le pregunto con inseguridad casi al borde de la desesperación, pero su rostro parece confundido.
—No te he dicho nada más, Michi —responde.
Entonces me lo he inventado. Todo. ¡Quizás hasta la canción! Debe ser causa de la falta de sueño o es que estar lejos de casa me pone mal y provoca que imagine cosas. Cosas que involucran a Chase y sólo a él. Porque nada más puede explicar que imagine situaciones de esa forma con Chase. ¿Por qué él? ¿¡Es que no puede ser Huston!?
—¡OH, Michelle! ¡El gran día he llegado! Por fin, tu cabeza te obliga a enamorarte de Chase. Es eso... o estás loca —Anne carcajea desde el otro lado del celular. A pesar de la hora, he querido llamarla para pedirle un consejo de mujer. Bueno, más que eso, pedirle explicaciones; pero al final, ella siempre saca la misma maldita conclusión: que me gusta Chase—. Ya estabas loca antes, así que supongo que es la primera opción.
—¡Jáh! Dame respuestas realistas, Anne. No te pongas igual que
Huston.
—¿Él opina como yo?
—Sí... —respondo, asintiendo, aunque ella no pueda verme. Me recuesto sobre la cama dando un suspiro— ya habíamos pensado en eso antes,
¿recuerdas? Tú habías dicho eso antes y yo por un momento creí que sería así, pero... ¿y si ahora de verdad me gusta Chase? ¿Qué es lo que...?
Giro mi cansado cuerpo hacia el ventanal, encontrando la figura de Chase parada frente a ésta, con sus ojos abiertos, la boca entreabierta.
Está tan sorprendido como yo.