Reflexión y respuesta

 

 

Me presento:

 

 

Soy Michelle Wallas. Diecisiete años hace poco cumplidos. Dedicada

 

100% a mis estudios. Invisible. De pocos amigos. Reservada. Callada. Hija única. ¿Estado Civil? Pues nunca he tenido novio... Ahora que lo pienso, nunca me ha gustado alguien. Mi única fijación siempre han sido los estudios por lo que jamás he sentido las tan conocidas "mariposas en el estómago". Por largos diecisiete años he vivido bajo la monotonía de una tranquila existencia. Sin alteraciones, muchas desgracias y pocos acontecimientos excitantes... En pocas palabras he desperdiciado mi maravillosa juventud.

 

Yo, Michi, jamás me he enamorado... ¡Qué triste!

 

 

Escucho el chasqueo de los dedos de Chase frente a mí. Pestañeo repetidas veces para volver a la realidad. Estoy a segundos se sufrir un colapso mental. Chase está frente a mis ojos, hablando. Diciendo cosas que no logro precisar debido a la alteración que me provoca mi último descubrimiento.

 

—¿Qué? —mascullo, frunciendo las cejas. Escucho cómo los demás presentes expresan un incrédulo "Oh" que parece descolocar a Chase. Y como si fuese una señal de Dios, el timbre suena, sobresaltando a unos cuantos presentes.

 

—¡Todo el mundo a sus salas! —grita Chase, igual que un instructor gritándole a los novatos en el regimiento militar. Su grito me revuelve el estómago, así que también le hago caso.

Sin embargo, él me detiene. Siento su mano rodear mi muñeca, agarrándola con fuerza.

 

Me petrifico quedando con un pie en el aire. Después de unos segundos lo bajo, solo para horrorizarme ante los pensamientos atroces que pasan por mi cabeza; no es la mejor situación para pensar en maneras de

morir. Chase Frederick agarrando a una invisible como yo, solo significa una cosa: Problemas de magnitudes enormes —comienza a despedirte, Michi—.

 

Trago saliva sintiendo un nudo en mi garganta. ¿Tengo alguna elección u oportunidad de salir de éste embrollo? Oh, claro que sí. Todos tenemos otra opción. Yo hoy tengo dos: Continuar siendo sumisa ante la dictadura de Chase. O rebelarme. ¿Por qué debo seguir las estúpidas reglas de un egocéntrico?

 

Hoy digo NO más.

 

 

Miro a Chase directamente a los ojos, desafiante. El parece notar un cambio. Su mirada no es la típica que demanda superioridad ante los demás. No, es una de confusión. Tal vez, nadie en su mísera vida lo ha mirado así.

 

—Chase Frederick —me zafo de su agarre. No hay ni una mosca merodeando el pasillo. Ni los dos amigos de él están presentes—. Me importa una maldita... —busco una palabra adecuada, pero dentro de mi vocabulario vulgar solo encuentro una— caca lo que traes en tu estúpido cerebro para creer que puedes mantenerme bajo tu dictadura, pero no caeré en tu estúpido juego de "chico superior" —mi corazón comienza a acelerarse. La adrenalina a recorrer mi cuerpo entero ¡Oh, sí! Michelle Wallas jamás se había sentido asi—. Bien merecido te tenías el golpe.

Pero tranquilo —pongo mis manos en las caderas. De verdad, no tengo la menor idea de lo que estoy ladrando—, ese chichón ya se te curará y tu lindo rostro pronto volverá a ser el mismo de antes.

 

Doy un respiro y procedo a marcharme sin darle tiempo de decir algo. Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

 

Jamás me sentí tan libre

 

 

¡Oh, Michi! Hoy has roto un montón de reglas.

 

 

Soy última en entrar a la clase. Las miradas de los demás se clavan en mí provocando que comience a sentirme un tanto incómoda. Sé bien lo que están preguntándose en éste preciso momento; ¿Cómo estoy viva? La verdad, es que todo pasó tan rápido que yo tampoco lo sé. Ni siquiera recuerdo una palabra de lo que le dije a Chase.

 

Diviso a Anne en el último asiento. Me ha reservado el asiento junto a ella. Su cara es igual que la de los demás. Cuando llego hasta el banco y me siento, el profesor continúa su clase. Es entonces que Anne se inclina hacia mí y comienza a examinarme.

 

—Estás entera... ¿Qué hiciste para que Chase tuviera misericordia de ti?

 

—pregunta observando cada facción de mi rostro. Me encojo de hombros.

—No sé. Sólo le dije que no iba a caer en su juego de la reglas y no le di tiempo para responder... Bueno —saco mi cuaderno para tomar apuntes—, tampoco creo que lo iba a hacer.

 

—Oh, Michi... —Anne me abraza, llamando la atención del profesor — ya eres toda una adulta. Creces taaan rápido —trato de zafarme, pero ella

se apega más a mí.

 

El profesor Taylor alza una ceja al vernos, blanquea sus ojos y continúa explicándole a la clase.

*****

 

Después de clases, al llegar al departamento no me topé con Chase —

 

¡Gracias, Dios!—, por lo que mi tarde dio un giro de buen ánimo. Mamá al no verme estudiando quería hacerme un exorcismo. Y cuando le dije que iría a comprar revistas de moda al minimarket, pensó que estaba loca.

 

Mamá suele exagerar todo, es una desventaja de ser hija única. Siempre eres demasiado sobreprotegida.

 

Vuelvo del mundo de los pensamientos sólo para leer el nombre de la revista que he tomado sin darme cuenta.

 

—¿Te gustan los autos? —escucho a mis espaldas. Miro la revista con la imagen de un auto clásico en la portada y luego, miro al autor de la pregunta. Lo reconozco enseguida ¡Es Mika! Dejo con rapidez la revista de vuelta en el estante —Lo siento, te he asustado —se disculpa, intentando ocultar una sonrisa. Me río de forma estúpida— ¿Puedo ayudarte en algo?

 

¿Ayudarme? ¿Uno de los tres mosqueteros ofreciendo ayuda? Huston, el mundo se volvió loco.

 

Niego con la cabeza. Mis mejillas se han vuelto rojas y calientes. No preguntes por qué, el motivo ni yo lo sé. Él despliega una sonrisa y creo que me desmayaré, pero no.

 

—Bien. Si necesitas ayuda, sólo dímelo. Estaré en la caja.

 

 

Eugh...

 

Decirle que necesito revistas de moda juvenil me es demasiado vergonzoso; sin embargo, aún sin decirle nada, me he avergonzado. De todas formas ¿Qué hace él aquí? Creí que el trío de idiotas venía de familias poderosas y adineradas con alta influencia en la sociedad...

 

Creo que me he equivocado.

 

 

Pero no hay que negarlo, verlo en un minimarket es bastante raro. Y la manera en que me hablo, también. Seguro fue porque soy una chica. Sep, además porque está trabajando.

 

No seas ilusa, Michi. Él si supiera que eres una nerd no te atendería ni por un millón de dólares.

 

Regreso a casa encorvada y con el único deseo en mi mente de volver a tomar aire. Finalmente, no he comprado ni goma de mascar en el minimarket sólo para no toparme con Mika y su sonrisa de amabilidad poco común en él. ¿Ya mencioné que ese salvaje dejó con problemas psicológicos a un chico? Si fue capaz de hacer eso con él, no quiero saber qué es capaz de hacer conmigo.

 

Salgo al balcón de mi habitación para dar una bocanada de aire.

 

 

—Aún es demasiado temprano para Halloween ¿Por qué llevas una máscara? ¡Qué horror! —giro hacia la azotea del departamento 121, atraída por la masculina (y tan odiada) voz de Chase. Está con su celular en las manos y deduzco que charlaba con sus cómplices o con alguna chica fácil de la escuela.

 

No sé qué es lo que más me asombra: que me haya llamado fea o que me haya hablado.

Opto por no responder y entrar de nuevo a mi habitación. Responderle no vale la pena. Punto.

*****

 

Me miro por última vez al espejo comprobando que mi falda no se vea mal y no esté muy corta. Arreglo los tirantes de mi bolso y salgo de casa. Al salir, me encuentro con Chase; pero actuamos como completos desconocidos —de cierta forma, lo somos—.

 

Entramos al ascensor y soy yo quien presiona los botones. El ascensor cierra sus puertas, por primera vez en mucho tiempo, con velocidad y al bajar hace lo mismo, pero se detiene de golpe en el piso 4 dándome un vuelco el corazón.

 

Se escucha un ruido extraño.

 

 

Esto no pinta nada bien...