Sobornos y declaraciones
CHASE's POV
Mis ojos no me engañaban. La expresión entera en Michi decía que había llegado justo en el momento preciso, irrumpiendo en una conversación incómoda. Se levantó de la cama con una rapidez alucinante, me miro por un momento y cubrió su rostro con su cabello, como solía hacer antes, cuando se avergonzaba.
—¿Cuánto has oído?—me preguntó, en tono bajo, casi imperceptible. La verdad, entre justo cuando ella se giró, callándose al instante. No soy idiota como para no darme cuenta que su conversación me involucraba a mí. Así que, preferí mentir.
—He oído lo suficiente—respondí, en un tono solemne. Las mejillas de ella se hincharon; agarró su cabello y lo despeinó. Se movió de un lado a otro en la habitación, hasta detenerse frente a mí.
—Olvida todo, ¿sí? —implora, juntando las palmas de sus manos, como
si le rezara a Dios. Esa era una nueva faceta en Michi y la tenía sólo para mí.
—Mi olvido tiene un precio, Michi —No tenía una maldita idea de lo que sucedía, ni de lo que Michi quiere guardar en secreto, pero comenzaba a gustarme mi nuevo juego. Estar por sobre Michi, y tener cierta ventaja de la situación podía ser bastante divertido—. Si quieres que lo haga, necesito ganar algo a cambio.
—¿Qu-qué quieres a ca-cambio?
Oh, Michi. Había tantas cosas con las que podía chantajearte, pero preferí callarme y pensar en una menos pervertida. Porque sacas lo peor en mí.
Si su amiguito no hubiese hecho su aparición, tal vez, estaría contando algo diferente ahora. Quizás sobre él trataba su conversación, pero no sé. El tiempo lo dirá. Antes de marcharme, sin tener respuestas, le lancé una mirada cómplice a Michi, advirtiéndole que pronto cobraría por mi silencio.
MICHI's POV
Él lo sabe.
No sé qué cosa me intriga más; que Chase haya escuchado mi conversación con Anne, o que use un chantaje para ocultar lo obvio. Y es que no creo que sea buena idea deberle algo a cambio a Chase, mucho menos que vaya un paso sobre mí.
No sé cómo debería mirarlo ahora. Si sonreír o actuar como si nada hubiese pasado. Definitivamente, la segunda opción es la mejor...
—¿Tu eres Michelle Wallas?
Un hombre de edad, se presenta frente a mi campo visual. De terno y corbata, parece ser un empresario más en el hotel. Con el cabello canoso y unas gafas oscuras. Emite un olor a tabaco impresionante. Detrás de él, una mujer joven hablar por celular, lanzándole miradas evasivas.
Asiento en respuesta, pero no me atrevo a decir nada más. Tengo demasiado sueño para hacerlo, aún así me he visto obligada a levantarme temprano para bajar al casino y pedir el desayuno, porque el estómago pedía misericordia.
Al final, terminé sentada en uno de los sofás del hotel.
—Soy Josh Frederick —se presenta, extendiendo su brazo para que lo estrechemos; sin embargo, yo todo lo que puedo hacer es tensarme y colocarme más roja que un tomate—. El padre de Chase Frederick — agrega. Limpio mi mano, la cual se ha puesto sudorosa, con mi ropa y la estrecho con la de él.
—¿Está buscando a Chase? —pregunto, mirando a la mujer.
—No —responde sin rodeos. Guarda sus manos en los bolsillos de su terno—. He venido por otra cosa —se sienta junto a mí en el sofá. Todo en él parece intimidarme. Como dice el dicho "de tal palo, tal astilla", supongo que ahora sé de dónde sacó Chase su lado malvado.
—¿Qué cosa?
—¿Cuánto dinero quieres? —pregunta, bajando el tono de su voz, pero sonando cortante y serio. Todo su rostro muestra dureza— ¿Cuánto dinero quieres a cambio de que le dejes el camino libre a mi hijo?
¿Acaso estoy en una película? ¿De qué rayos habla éste hombre?
—¿Qué quiere decir con "camino libre"?
—Quiero que te dejes perder en la competencia. Los jueces tienen altas expectativas con algunos colegios y entre ellos está Jackson High. Sé que Chase no llegará hasta el final, pero tú puede que sí. Pierde y a cambio te daré una suma de dinero que vale más que el estúpido titulo.
Guardo silencio. Mi mente intenta repasar cada palabra dicha por el padre de Chase. Y su extraña aparición frente a mí.
—¿No confía en las habilidades de su hijo?
—No hago esto por mi hijo, señorita Wallas. Sino por negocios que no le conciernen saber —su respuesta me desconcierta—. ¿Qué dice?
¿Acepta?
—¡No! —me levanto del sofá y me giro a verlo. A pesar de mi reacción, él luce calmado y tan serio como cuando me propuso el soborno—. No, claro que no. Puede ir a sobornar a alguien más, Señor Frederick. Tiene un montón de chicos que querrían su dinero, pero a mí no me gusta jugar sucio —doy un suspiro profundo—. Buenos días.
Camino hasta el ascensor, apretó el botón para subir a mi habitación. En segundos, el ascensor abre sus puertas; en su interior, Chase aparece dando un bostezo que casi me traga.
Las cosas que me contó el otro día en mi habitación, pasan como fotos por mi mente. Y lo que ha dicho su padre, también. ¿Cómo ha podido decir que Chase no llegará a la final? No entiendo qué clase de padre diría eso de su hijo.
—¡Michi! —la mano de Chase pasa de borrosa a nítida. Pestañeo un par de veces para salir por completo de mi abducción mental— ¿Ya desayunaste?
—Sí —me hago a un lado para que Chase salga del ascensor—. Veo que no has tenido tiempo ni de bañarte, Chase —miro su cabello despeinado.
—Recién despierto, no me exijas demasiado... —frota su ojo, arrugando toda su cara, desde la frente, cejas, hasta su barbilla. Puedo ver un poco de vello facial saliendo de ella.
Dios, Michi. ¿Piensas estar mirándolo todo el tiempo?
Un remesón interno provoca que mi corazón se apretuje dentro de mi pecho. Sacudo mi cabeza para no perder la concentración.
—Bueno, nos vemos... —Chase se pone frente a mí. Me mira directamente a los ojos. Sus labios dibujan una sonrisa pícara que no hace más que agitarme aún más.
—Ya sé que quiero a cambio de mi silencio... u olvido. Como sea, ya sé qué quiero a cambio. —No soy idiota para pasar inadvertida sus pensamientos. Ese "ya sé que quiero", oculta algo más.
—¿Qué es? —me encojo de hombros. Chase levanta su brazo, mostrando su mano con el dedo índice y medio, levantados. Acerca los dedos a sus labios y los toca con suavidad— ¿Un beso? —pregunto con incredulidad. Chase asiente animosamente— ¿Estás loco? Que haya supuesto —hago énfasis en la última palabra— que me gustas, no quiere decir que lo hagas de verdad. De hecho, ni siquiera sé cómo debería sentirme al respecto. Ya sabes, soy demasiado "novata", ¿recuerdas?
Chase guarda silencio un momento. Entonces lo vuelve a hacer; agarra con sus manos mi cabeza y me planta un beso en los labios que con suerte puedo prever.
—¡Lo has vuelto a hacer! ¡Lo has vuelto a hacer! —exclamo pasando el dorso de mi mano sobre mis labios— ¿Por qué? —cubro mi rostro con mis manos. Me siento aliviada de que nadie haya visto lo que Chase acaba de hacer, sino moriría aquí mismo.
—Porque me gustas, Michi.
Mi garganta seca me obliga a tragar saliva. Chase toma mis manos y las bajas, lentamente, obligándome a mirarlo a los ojos. Por primera vez, puedo ver una nueva faceta en Chase. Seria, sincera y un poco avergonzada. Me siento envuelta en un nuevo mundo, donde sólo Chase y yo somos los habitantes.
Hasta por detrás de Chase, veo al profesor Marshall, observándonos.
—Bien, tortolitos —dice al ver que he notado su presencia—. Es hora de hacer algo productivo.