"La Prueba de Amor".

 

 

Desde que tengo uso de memoria y desde que puse un pie sobre Jackson High, mi única motivación siempre fue ser la primera en la lista de notas. Sin embargo, aquel glorioso y prestigiado puesto siempre lleva el nombre de Chase Frederick; el cabecilla del trío popular en la preparatoria y mi arrogante y flamante vecino... quien, por cierto,

después de muchos acontecimientos, se convirtió en mi novio. Ahora, en el último día del semestre Chase Frederick ha vuelto a ganarme en los malditos estudios.

 

¡¿CÓMO ES POSIBLE?!

 

 

—¿Por qué te torturas de esta manera, Michi? —pregunta Anne a mi

 

lado. Las dos clavamos los ojos en la tabla con las notas— Siempre pasa igual, te esfuerzas a tope y siempre terminas en segundo lugar...

 

—Cállate, Anne —gruño entre dientes—. Deberías darme tu apoyo moral... o algo por el estilo —respiro hondo— ¡Ese Chase! Si llego a verlo sabrá lo que-

 

—¿Sabré qué? —cierro los ojos al escuchar aquella voz tan familiar. Chase se pone junto a mí desde el otro lado para mirar la tabla con las notas— Oh, te he ganado otra vez, Michelle —escupe su comentario con sarcasmo. Me cruzo de brazos y lo miro con desprecio. Sus labios

dibujan una sonrisa que me parece bastante coqueta y juguetona. Él es consciente de que todo el asunto de las notas me pone los pelos de punta—. No te enojes, Michi, sólo son notas —alega apretando mis mejillas como lo haría tía Molly. Un rubor notorio se asoma en mis

mejillas cuando caigo en cuenta que la mayoría de los chicos en Jackson se han quedado mirándonos.

—Extraño mi vida fantasmal —manifiesto haciendo un puchero.

 

 

Chase se echa a reír. Jax llega junto a Anne y los dos al verse hacen un saludo, como si fuesen amigos de toda la vida. Alzo una ceja al verlos e imaginarlos juntos —Ni en años luz dejaré que Anne salga con Jax. Primero sobre mi cadáver, el de JJ y el de su hermano mayor—.

 

Caminamos hacia el comedor. Todos comentan sobre las tres semanas de vacaciones invernales que tendremos, pero se callan al vernos entrar

—bueno, mejor dicho, al ver entrar a los tres mosqueteros—. Hacemos una corta fila para recibir las bandejas con comida; luego, nos sentamos en la mesa reservada para personas de influencia. Después de todo, aún no me acostumbro a tener que comer junto a Chase y sus amigos, ni sus otros amigos populares, quienes se sientan a veces para informales

sobre sucesos.

 

 

Hoy, uno de ellos se ha sentado junto a nosotros colocando su bandeja.

 

 

—¿Vendrán a la fiesta del próximo sábado? —nos pregunta mirando expectante. Anne y yo fruncimos en ceño ante el enérgico chico.

 

—¿Qué fiesta? —curiosea Jax.

 

 

—La de Sussie —los ojos de Jax se abren con sorpresa y horror. Sussie era una de las gatas con las que le gustaba jugar. Anne se ríe con mofa ante la expresión de Jax. Él baja su cabeza apenado. Anne dijo que el karma atacó a Jax y las dos amigas lo golpearon donde más le duele: la entrepierna—. Tranquilo, corazón —el rubio que se ha sentado junto a nosotros consuela a Jax—, es una fiesta de disfraces. Ni Sussie ni Claire se darán cuenta de tu presencia si vas bien disfrazado. Por cierto...

¿dónde está Mika?

Los cinco en la mesa nos miramos entre sí, a Mika no lo hemos visto desde la mañana.

 

Después de una charla con los profesores en el gimnasio, somos libres para pasar unas buenas vacaciones de invierno. Chase y yo caminamos hacia el paradero, es mi último día de clases, pero sigo trabajando en la cafetería —sí, con Allek—.

 

Lo que ocurrió entre Allek y yo el día lunes sigue siendo una clase de misterio. No sé si aquel beso fue intencional o no. No hemos trazado ninguna palabra, pues actuamos como completos desconocidos. Tampoco he hablado con Chase sobre Ellen; el tema y mi impacto al saber que ella está muerta, me han dejado sin ganas de hablar del tema.

 

Creo que es mejor de esa forma: pasado es pasado.

 

 

—No entiendo por qué continúas trabajando —me reprocha Chase—. Ya tienes tu notebook que era lo que necesitabas, por eso trabajabas. No

me digas que te crees una mujer liberal y todo ese cuento...

 

 

—Bueno, no me viene mal algo más de dinero —me encojo de hombros. Siento mi nariz helada por la nevada, me arrimo más a Chase para obtener calor—. Es la única forma de reunir dinero y comprarle regalos a mis seres queridos.

 

—¿Me comprarás uno a mí? —pregunta moviendo las cejas. Sonrío negando con la cabeza.

 

—Sólo si tú me das uno a mí, ¿qué quieres de regalo? —pregunto mientras hago parar el autobús que me deja a dos cuadras del trabajo. Cuando el bus está cerca de detenerse, Chase traza una sonrisa perversa y retorcida.

—La prueba de amor —responde y me da un beso en la mejilla.

 

 

Me subo autobús, pasmada e inquita. Chase no viene conmigo porque debe ocuparse de otras cosas; sin embargo, su respuesta a cavado tan hondo dentro de mi cerebro que puedo escuchar su voz repetirse una y otra vez.

 

La prueba de amor; ¿¡A qué rayos se refiere exactamente!?

 

 

—"La prueba de amor..." —doy un brinco en el sofá que casi me hace tirar la laptop al piso. Margo me mira con picardía después de leer la frase de mi búsqueda en Google. Mala idea buscar cosas en el living mientras todos duermen; más de alguno puede levantarse, pero es un riesgo que corro ya que no tengo habitación. Por suerte, quien me ha pillado es Margo, y no papá—. ¿Así que tu novio te ha pedido la Gran Prueba de Amor?

 

Respondo con un movimiento de cabeza. Mis mejillas están calientes a más no poder de la vergüenza. Margo rodea el sofá y se sienta junto a mí.

 

—No sé si yo quiera... —me muerdo el labio. Me da vergüenza incluso pensar en eso—.

 

—Si no quieres, simplemente no lo hagas. Estás en tu derecho de no querer —mi prima respira hondo—. Hacerlo es un acto de amor, aunque hoy en día muchos han tergiversado el término y lo hacen por mero gusto. No por amor. Si de verdad amas a esa persona, entonces vale la pena convertirte en una mujer.

 

—Hablas como toda una experimentada, Margo.

 

—Lo soy, amor —ella me guiña el ojo—. Si estás dispuesta, entonces debes ser consciente de algunas cosas; la protección y la depilación. No querrás que tu chico se encuentre con una selva, ¿verdad?

 

—¿Qué insinúas? —alzo una ceja ¿cómo fue que terminé hablando de estas cosas con Margo? Todo el tema se me hace bochornoso.

 

—Nada, sólo digo que depiladita una se ve más bonita.

 

 

Dios me ampare.

 

*****

Lo poco y casi nada que he visto a Chase ha sido para ponerme más nerviosa aún. Sí, no puede creer que haya dicho "eso". Que me haya pedido "eso". Digo, en algún momento las cosas se deben dar y, como bien lo dijo Margo, debe ser con la persona amada. Eso no quita el hecho de sentirme como una gelatina de solo pensar las cosas e imaginarnos. Por mi virginal mente jamás han pasado cosas así —Claaaaro ¿Y si espero hasta el matrimonio?—.

 

Día 26.

 

 

Podría vomitar sangre de la boca en este preciso momento. Todos en la casa han ido a entregar sus obsequios al resto de la familia mientras yo fui invitada a comer por Margareth a su departamento. El corazón podría salirse de mi tórax y caer en el elegante plato de pollo al horno con arroz que Margareth preparó.

 

—¡Muy bien, chicos! —exclama de repente. Se limpia sus perfectos labios con la servilleta y la deja en la mesa—. No quiero ser descortés, pero aún no tengo vacaciones y necesito trabajar —nos sonríe—. Permiso, el deber me llama.

Agrando mis ojos. Chase y yo quedamos solos en la mesa, con los platos a medio terminar.

 

—¿Cuando se irán tus familiares? —pregunta Chase.

 

 

—No sé —mascullo con la voz rasposa—. Han visto muchas casas, pero ninguna les agrada.

 

—Admiro tu paciencia, Michi —dice con un cambio leve en su tono de voz. Su mirada se cierne en mí provocando que me sienta diminuta. Escuchamos un "adiós chicos" y la puerta cerrarse. Ahora sí, Chase y yo hemos quedado solos. Trago saliva. Ni siquiera tengo uñas para comerme de lo nerviosa que he estado—. Creo que es hora de los regalos...

 

Chase se levanta de la mesa y me mira de una forma realmente sexy.

 

 

—I-iré al baño primero —balbuceo colocándome de pie mientras Chase va a su habitación.

 

Entro al baño y doy un portazo apoyándome luego en la puerta. Debo prepararme una vez más mentalmente. No hay vuelta atrás. Hoy es el día. Salgo después de prepararme mentalmente y avanzo lentamente hasta la habitación de Chase —Hoy Michi se convierte en Michelle—.

 

Al llegar a la habitación me encuentro a Chase sentado en su cama. Me siento a su lado y guardo silencio mirando alguna cosa con que distraerme.

 

—Michi —me llama Chase. Toma mi mano con delicadeza causando que voltee a verlo. Noto una chispa en sus ojos— Feliz Navidad —con su otra mano coloca en mi palma un dije con la forma de un corazón partido en