Tómalo como quieras. Parte 2
—El tomate es una fruta.
—¿Cómo? —escucho su jadeo tras el ventanal. El tomate es una fruta, eso ya lo sabía, pero ¿por qué dice eso?— ¿A qué viene eso? —me cruzo de brazos, entonces Pato llega a mi lado y se sienta sobre mi regazo.
—El primer día de clases, la vieja de Biología nos hizo formar grupos. Ella había sido mi profesora en la secundaria y sabía que hacer grupos con Mika y Jax, no sería la mejor idea, así que tuvo la brillante idea de juntarme con quien parecía ser la chica más tranquila de la sala, esa chica en la que sólo los profesores podrían fijarse: —las imágenes borrosas de aquel día comienzan a hacerse más claras — Tú. Llevabas tu cabello tomado, la blusa negra más desteñida que vi en mi vida y un short de mezclilla.
Sí, para esos tiempos no me vestía muy decente. Anne decía que mi ropa era robada de las canastas de caridad que la iglesia les regalaba a los pobres. Pero, en serio, nunca fui muy interesada en vestirme como una Kardashian. Así que cuando escucho mencionar cómo andaba vestida, una sonrisa se asoma de mis labios.
—¿En serio recuerdas eso? —acaricio a Pato, mientras Chase también se ríe.
—Claro. ¡Jamás olvidaré lo mal que te veías! —se aclara la garganta y continua—. Como en ese entonces, aún no éramos el epicentro de Jackson, tuve que hacer caso, era el primer día: intenté no llamar mucho la atención. Al sentarme a tu lado, te hiciste a un lado como si me despreciaras y yo te miré durante toda la explicación del trabajo. Tú forma de escribir, tus gestos, cómo hacías a un lado tu largo y revoltoso cabello que hasta hoy no te deja ver, el movimiento de tus manos y la manera en que escribiste mi nombre en la hoja que nos pasaron.
Da un suspiro pesado y me veo tentada a asomarme a través de las cortinas, no obstante, me rehúso a hacerlo.
—Mierda... sigues siendo la misma odiosa y criticona para entonces. Los dos discutimos sobre si el tomate es una verdura o una fruta; tú me miraste a los ojos, seria, como si fueses a matarme, y dijiste: EL TOMATE ES UNA FRUTA. Me diste la explicación más ñoña de la vida y me dejaste sin palabras. Una nerd me había dejado callado ¡Me habías ganado!
—¡Whoa! Alguien le ha ganado en una discusión a Chase. Creo que lo anotaré...
—Desde ese día tomé la manía de mirarte. No importaba con quien estuviese o que hiciera... nunca lograba llamar tu atención, ni siquiera con las tres reglas. Por eso, decidí superarte en lo único que parece llamar tu real atención.
Huston, los estudios... ¡Ay, caramba!
—Y te divertías viendo cómo moría de rabia frente a la tabla de notas...
—Nah... me divertía más acercándome a ti cada vez que iba a ver las notas. Como no podías verme, ni tocarme, sentirte cerca y respirarte de cerca es la mejor escena que un chico puede tener viendo como tratabas de cumplir las reglas —hace una pausa—. Aquella era una oportunidad que debía aprovechar; sin embargo, ahora todo ha cambiado ¿no? Cuando te vi en el ascensor y después dentro de mi casa, con el jarrón roto tirado en el piso, supe que ya no podía dejarte ir...
—Dices eso como si fuese un objeto —escucho a mamá llamarme desde el living y siento un escalofría anti-natural recorrer mi cuerpo—. Deberías irte, ya me has contado muchos cuentos por hoy.
¡Mierda, Michi!
—Tómalo como quieras, pero sé lo que he dicho y me hago responsable de eso. Bueno... tal vez, de lo que sigue no —Escucho ajetreo desde el otro lado del ventanal y después la voz masculina de Chase darme las buenas noches.