Ellen Grimes.
—¡DIOOOOS! —Una enorme sonrisa nace de los labios de Chase. Por un momento creímos que nos quedaríamos acurrucados en el ascensor por toda la vida y moriríamos de frío, pues pasó una hora hasta que nos sacaron. Un montón de personas del edificio, entre ellas nuestras madres, nos esperan afuera, con su rostro preocupado.
—¡Oh, mi hija! —exclama mamá aprisionándome entre sus brazos y aferrándome a su pecho— ¿Qué sería de mí sin ti? ¿Estás bien? —me agarra la barbilla y moviendo mi cabeza de lado a lado, examinándome. Por el rabillo del ojo veo cómo Chase se ríe de las ocurrencias de mamá.
—Estoy bien... no es la primera vez, ¿recuerdas? —bufo. Margareth acomoda la ropa de Chase como si fuese un chico pequeño. Es lindo verlo siendo tratado como un niño aunque tenga 18 años. Bueno, a mi aún me tratan como un niña pequeña, pero son cosas completamente diferentes, Chase es mucho más independiente.
—Demandaré a los dueños del edificio, ya verás. Esto no se puede quedar así... ¡No y no! —Agrega mamá moviendo sus brazos de una forma sorpresivamente teatral.
—No exageres, mamá —le digo algo avergonzada, pues comienza a ser vista como una demente frente a los otros vecinos y a los dos amigos de Chase, quienes aparecen entre las personas—. Ven, volvamos arriba. Creo que no es buena idea ir a clases hoy.
Una risa burlona surge del rostro de Jax que cambia repentinamente cuando escuchamos el chillido de Anne desde la escalera.
—Oh, Diooooos —Cubre su boca con la mano, sorprendida. Se aproxima hasta mí y me abraza como lo hizo mamá— ¿Qué sería de mí sin ti, Michi?
—¿Ustedes se estudiaron un libreto para decir lo mismo o qué? — Pregunto apartando a mi amiga y mirando a mamá. Las dos se miran confundidas.
—Bueno, bueno —Margareth aplaude dos veces para sacarnos de la extraña situación. Mira a mamá con una sonrisa de comercial— ¿Nancy, volvamos arriba? Dejemos los chicos solos mientras nosotras hablamos de nuestras vidas... —mamá lleva una mano a su pecho y exhala botando todo su nerviosismo. Se vuelve hacia mí para acariciar mi cabello.
—Ve a la escuela —achina sus ojos mirándome con sospecha—. Me enteré si no lo haces.
Blanqueo mis ojos, encogiéndome de hombros —Creo que los días extraños están volviendo, Huston—. Los cincos bajamos las escaleras; Chase, Mika y Jax hablan entre sí, en tanto Anne y yo los seguimos detrás. Algo me dice que no van exactamente a Jackson.
Nos detenemos afuera del edificio. Mika desactiva la alarma de su auto y se sube. Jax lo imita, sentándose en el asiento del copiloto. Chase en cambio, antes de subir, se gira hacia mí y nos mira, pero se detiene en mí. Su rostro acongojado me causa un escalofrío incómodo que parece
trasmitirse hacia Anne. No parece molesto, no después de lo sucedido en el ascensor.
—D-debo hacer una llamada —canturrea Anne, sacando su celular del bolsillo y moviéndolo. Se aleja unos metros y finge marchar un número.
Vuelvo a mirar a Chase.
—¿Qu-qué ocurre? —mascullo.
—En realidad hoy no iba a Jackson —me informa—. Para estas fechas siempre vamos a visitar a... —se detiene en seco, inseguro de sus palabras. Una nueva faceta inquietante de Chase se asoma provocando que mi corazón lata con fuerza.
—¿Quién?
—Ellen —confiesa—. Puedes acompañarnos, y tú amiga también. Una extraña sensación inunda mi pecho. No lo pienso dos veces y asiento. La escuela puede esperar y faltar un día no afectaría en nada. La curiosidad es más grande y saber de Ellen, por fin, es una posibilidad que Chase me ha dado gratis. Saber por fin quién es y qué tipo de chica puede ser, es lo que me ha desvelado por las noches desde que supe de ella —bueno, además del pequeño Josh y otro par de cosas—.
En silencio, subimos al auto de Mika.
—¿A dónde crees que vamos? —Me pregunta Anne de forma confidencial, procurando que Los Tres Mosqueteros no oigan. Me encojo de hombros.
—Con Ellen... supongo —un hormigueo asciende en mi estómago; es la ansiedad.
—Con esa tipeja —Anne arruga la nariz—. ¿Por qué con ella? Creí que Chase y ella cortaron relaciones, es su ex novia y tú... —chasquea la lengua y se cruza de brazos mirando al frente—. Tú te ves tan normal.
Muerdo mi labio inferior.
—Es que —Anne no sabe lo que ocurrió ayer. Me esperaba que Huston le dijera lo que pasó entre Allek y yo, después de todo, mis dos mejores amigos se llaman solo para chismear— ayer pasó algo y bueno, no puedo estar enojada con Chase. No después de eso y verlo acongojado...
Anne arruga las cejas, logrando alzar una con sospecha.
—¿Qué ocurrió exactamente ayer? —Sonrío con nerviosismo mirando hacia los lados— ¡Dímelo!
Mika nos mira por el espejo retrovisor. Me giro hacia Chase quien está sentado junto a mí, distraído. Carraspeo acercándome más hacia mi amiga para contarle todo con lujos y detalles lo que lo de ayer, pero antes de decir algo las palabras mueren en mi boca cuando el auto se detiene.
Miro por la calle llena de árboles a los lados, formando un camino ameno a la vista y pacífico, y luego, observo dónde Mika se ha estacionado:
Frente al cementerio.
Anne y yo nos miramos antes de bajar del auto. Ninguna puede formular alguna palabra y los tres chicos se han quedado en un completo silencio. Miro a Chase avanzar hasta la puerta, adentrarse en el cementerio y comprar en un puesto de flores un ramo de lirios color violeta.
Los seguimos hasta una lápida rectangular de cerámica blanca con una inscripción cursiva tallada: Ellen Grimes. Los tres chicos dejan sus ramos en uno de los floreros junto a la lápida y se quedan unos instantes observándola, en silencio, con el sonido de sus respiraciones obstruyendo mis oídos.
Los segundos se me hacen eternos y no puedo evitar sentir que toda la ansiedad se vuelve compasión. Y cuando menos lo espero, un copo de nieve cae en mi mejilla.
—¿Qué le pasó? —Pregunta Anne. Aprieto su brazo para que no diga nada. Jax alza su cabeza y la mira con el rostro más serio que puedo haberle visto.
—Tuvo un accidente en auto hace 3 años.
Vuelvo a mirar a Chase. Sí, Ellen pudo haber cometido ese error con Allek, pero eso no cambiaba que Jax y Mika fuesen sus amigos. Además, Chase nunca dijo nada sobre qué ocurrió después entre los dos.
—¿Por qué dijiste que Ellen se fue al extranjero? —Interrogo a Chase camino a la salida del cementerio. Él chasquea la lengua y toma mi mano entrelazando nuestros dedos. Mete la mano al bolsillo de su chaqueta. El frío y la nieve comienza a acelerar su curso y el suelo empieza a teñirse de blanco.
—No me sentía cómodo. Ellen no es un tema del que me gusta hablar,
¿sabes?
—Creí que me había dicho que se fue al extranjero por otros motivos...
—lanzo un gruñido pequeño— me siento como una estúpida.
—Yo también. Hizo lo que hizo, pero al fin y al cabo, también fue una buena amiga en su tiempo.