En primer lugar, me sorprendió que Máximo me pidiera que escribiera un prólogo sobre el gran MJ, pero…soy una de las pocas personas que ha llegado a “trabajar” con él (no a jugar, desgraciadamente, sólo a trabajar), así que allá vamos.
Este libro trata de TODAS las cosas que no sabías de Michael Jeffrey Jordan. Desde Wilmington, NC, en 1963 al presente te acerca a sus pensamientos, a su vida y experiencias profesionales, a sus amigos y enemigos y a muchos detalles que hasta ahora han sido poco conocidos o nunca puestos por escrito. No creo que todos los libros y artículos sobre él merezcan la pena leerse, pero si quieres conocer a MJ y de dónde procede, entonces debes leer este libro.
Sobre todo, y esto puede parecer obvio, Michael Jeffrey Jordan como jugador, en este mundo, pertenece al reducido grupo de deportistas a los que, como Pelé, Maradona, Tiger, Ali, Beckham, se los reconoce con varios nombres. Es MJ, His Airness, Michael o (Be like) Mike. Aparece en páginas web de todo el mundo y es universalmente considerado como el mejor jugador de la historia del baloncesto. Cuando jugaba era el rey, y sus rivales en la NBA llegaron a denominarlo un dios. No hace falta decir más.
La historia de MJ es la de un hombre que cambió la manera en la que se juega y se concibe el baloncesto. Michael fue un puente desde el pasado, desde la época del “juego en equipo” a la actual época de “be like Mike”, creada partido a partido, temporada a temporada, con esos uno contra uno, crossover, pivotes y mates que sólo él podía hacer y que nos volvían locos. Incluso ahora, cuando veo a Kobe con sus expresiones, sus posturas o dando órdenes a sus compañeros, veo a MJ. La imitación ES la forma más sincera de alabanza. También yo saludo a His Airness.
Como jugador, MJ estaba obsesionado con superar obstáculos. Trabajó sin descanso para mejorar en cada faceta, cada entrenamiento y cada partido. Cada vez que oía una crítica a su juego, trabajaba para demostrar que esa crítica era errónea. Cuando los expertos dijeron que no era un buen defensor, consiguió que lo incluyeran en el NBA All Defensive Team. Cuando dijeron que era un mal tirador exterior, que sólo era un saltarín con buen físico, se convirtió en un excelente tirador. Se convirtió en Michael Jordan porque es lo que esperaba de sí mismo.
“Su ambición no se puede describir con una lista de números en un libro de récords. Quería ser, en cualquier temporada, en cualquier ciudad, en cualquier día, en cualquier estadio – en cada partido, en cada jugada, sin importarle quién más estuviera presente – el mejor jugador en la cancha. Quería ser el jugador en cuyas manos estuviera el destino del partido. Esperaba entregar la victoria en ese partido, en cada partido, a su equipo. Esperaba dominar, no por hacer algo bien sino por hacerlo todo bien…Su ambición era aún más asombrosa: quería ser perfecto, no en algo sino en todo; comportarse, en otras palabras, como un dios.”
Estas líneas no se escribieron sobre Michael Jordan, pero ¡qué bien se le aplican! Proceden del libro Joe DiMaggio: The Hero’s Life, de Richard Ben Cramer, que describe el primer héroe deportivo estadounidense, la estrella del béisbol Joe DiMaggio de los NY Yankees. Joe también era conocido por varios nombres…“DiMag” era uno de ellos. Cincuenta años después y en una nueva era de las telecomunicaciones, MJ se convirtió en el nuevo DiMag y mucho más, aunque a diferencia de Joe no se casó con otro icono americano, como Marilyn Monroe.
Al final, la palabra que los define a ambos es Ganador.
Durante el cálido y húmedo verano de North Carolina del 2006 yo formaba parte de los Charlotte Bobcats como director de scouting internacional. En primavera MJ se había incorporado a la franquicia en calidad de managing partner, después de un período en el que sólo había actuado como “consejero” del orgulloso propietario de los Bobcats, Bob Johnson. Pasamos tiempo en la war room y probando jugadores, codo con codo, pero nunca aparecía sin un acompañante o alguien que le sirviera de asistente. Su vestimenta diaria de trabajo era siempre hecha a medida y rematada con una camisa o chaqueta deportiva de seda y lino (lo pregunté) cuyo valor superaba ampliamente lo que yo pago de hipoteca. ¡Y eso por no hablar del calzado! Además, MJ cultivaba un aire de divinidad que parecía el del Papa. El poder y la elegancia que su presencia aportaba a esa sala del draft color gris sucio era tremenda. Hacía que comprendieras la frase “es bueno ser el Rey”.
Así que, ¿cómo puedo describir a un icono? ¿Cómo se juzga a un icono?
Cada uno de nosotros tiene su propia escala personal de valores, esas cualidades que usamos para medirnos a nosotros mismos y a los demás, pero…¿cómo puedo yo, un simple ser humano, describir a un hombre que vive en un mundo muy diferente al del resto de nosotros? ¿Se pueden aplicar las virtudes de la castidad, moderación, caridad, diligencia, paciencia, amabilidad y humildad a Michael Jordan? Pensaba, ¿se pueden aplicar los pecados de la ira, avaricia, pereza, orgullo, lujuria, envidia y gula a His Airness?
Mi experiencia con MJ fue breve y tuvo un Comienzo y Final definidos. El Comienzo se produjo cuando me encontré cara a cara con él, a distancia suficiente para estrecharnos las manos. Bernie Bickerstaff, que le estaba sirviendo de asistente, me presentó diciemdo: “Éste es Tim Shea, nuestro hombre en Europa”. El Final llegó cuando MJ miró brevemente hacia mí y dijo: “Sí, ya sé quién es”, y apartó la mirada. Sin apretones de manos ni saludos, y sí ¡OUCH! Es lo que hay, como se suele decir. No guardo rencor y le deseo suerte.
El resto es historia: “Nosotros” elegimos a Adam Morrison con el número 3 del draft. “Nosotros” descartamos elegir a Brandon Roy (n° 6), Rudy Gay (n° 8) y Tyrus Thomas (n° 4). Sigo sin saber por qué. Fue el mismo draft en el que Sergio Rodríguez fue elegido con el número 27 (me gustaba Sergio, pero no para el n° 3).
Dentro de algún tiempo, cuando todo haya terminado, el legado de Michael Jordan estará dividido en dos partes, una como jugador y la otra como ejecutivo; en ésta última sin duda su elección de Kwame Brown en Washington pesará en su contra (aunque muchos otros general managers de la NBA tenían también una gran opinión de Kwame entonces), igual que la elección de Adam Morrison. Por otra parte, contratar al entrenador Larry Brown contará como un acierto.
Ahora MJ es un propietario en la NBA. Es el gran salto. MJ anunció que convertirse en propietario de los Bobcats era “un sueño hecho realidad”. Sin embargo, quedan preguntas por resolver. ¿Demostrará el mismo compromiso y la misma capacidad de trabajo que tuvo como jugador? ¿Estará dispuesto a afrontar los desafíos del scouting, los viajes, el tiempo, el control financiero del día a día, los compromisos del equipo, los eventos cívicos y sociales, las relaciones internas en el club y la plantilla, etcétera? ¿Fomentará sus relaciones comerciales con los demás ejecutivos de la NBA? ¿Irá a vivir a Charlotte? Son muchas preguntas.
Ya veremos.
Disfruta de este libro y recuerda: el deseo de muchos es “Be like Mike” (yo también). Pero diría que tengas cuidado con lo que deseas…porque quizás sea sólo envidia.
Disfrútalo.
Tim Shea