Lo que hoy es presente

 

Hasta 1999 la vida de Michael Jordan parecía haber seguido la trama de una de esas novelas para jóvenes articuladas sobre una especie de viaje iniciático. Empezó como el adolescente ignorante de su destino, luego se encontró con el viejo maestro que le ayudó a descubrir sus poderes, encontró obstáculos durante su juventud y alcanzó el éxito en la madurez. Después de perderlo todo, volvió a reencontrarse a sí mismo y recuperó su lugar en la élite.

Lo sorprendente es que durante tantos años siguiera el guión de una película de éxito, rematada con la pose final contra Utah. El folleto publicitario de su campamento de baloncesto el verano después de marcharse de los Bulls hacía hincapié en ello, con una doble página mostrando a un lado el tiro decisivo contra Georgetown en 1982 y al otro el de Utah en 1998. “Some things never change”, decía al pie. Pero las cosas sí cambian, y la narrativa heroica descarriló a su paso por los Wizards. Además de salir de forma poco airosa, tuvo que soportar la humillación de un comunicado oficial de la franquicia que lo presentaba como decisión conjunta de Abe Pollin y Ted Leonsis, cuando en realidad Jordan y Leonsis habían cenado juntos la noche anterior para hablar de su futuro en Washington. Incluso los intentos de sus partidarios por defenderle resultaron contraproducentes, después de unas desafortunadas declaraciones de John Thompson. Thompson afirmó en su programa de radio que Pollin había explotado a Jordan y luego lo había enviado de vuelta a la plantación, y este desencaminado intento de introducir el factor racial hizo casi imposible tomarse en serio cualquier crítica a la gerencia de los Wizards.

Michael Jordan estaba en el paro. La NBA había concedido una nueva franquicia a Charlotte en sustitución de los Hornets, y su propietario Bob Johnson le ofreció un puesto de directivo buscando la conexión con Carolina del Norte. Suponía un paso atrás, ya que no incluía una participación en la titularidad de la franquicia ni tampoco recibiría la responsabilidad última sobre las decisiones deportivas, pero aún así Jordan estuvo a punto de aceptar. Sin embargo, sus planes cambiaron en junio del 2003 con la noticia de que el senador Herb Kohl estaría dispuesto a vender los Milwaukee Bucks. Jordan presentó una oferta muy tentadora como cabeza visible de un grupo de inversores interesados en la franquicia, y durante unos días pareció que el Dr. Kohl estaba dispuesto a aceptar. Aunque no se llegó a saber por qué el senador Kohl se echó atrás en el último momento, la hipótesis más probable es que temía que los nuevos propietarios se llevaran a los Bucks del estado, y que eso repercutiera negativamente en su carrera política. Jordan no desistió, y durante los años siguientes intentó abrirse un hueco en la propiedad de varias franquicias de la NBA, tales como los Miami Heat y los Phoenix Suns.

El año 2006 trajo muchos cambios a la vida de Michael Jordan. La demanda de Karla Knafel llegó por fin a su conclusión definitiva, pero eso no sirvió para salvar su matrimonio. Se separaron en febrero, y el 29 de diciembre Michael y Juanita Jordan presentaron una demanda de divorcio por mutuo acuerdo. No se revelaron detalles, aunque se habló de una compensación de 168 millones de dólares, que sería la más alta de la historia según la revista Forbes. A cambio, el 15 de junio consiguió por fin volver a la NBA como propietario. Las dificultades de los Bobcats terminaron convenciendo al magnate televisivo Bob Johnson de ofrecerle a Jordan un porcentaje significativo de la propiedad de la franquicia y el puesto de Directivo de Operaciones Deportivas. Como sucediera en Washington, Michael Jordan se apresuró a incorporar a una serie de amigos y asociados, aunque en este caso se podía argumentar la conveniencia de asociarse con nombres ilustres de los Tar Heels que aún tenían tirón en la zona, como Larry Brown o Phil Ford. De todas formas, algunos medios han cuestionado la decisión de rodearse de casi el mismo personal con el que no consiguió alcanzar el éxito en los Wizards, y atribuyen la presencia de Rod Higgins, Fred Whitfield o “Buzz” Peterson a su amistad con Jordan y no a sus posibles virtudes o capacidades.

Aún es pronto para valorar su labor en los Bobcats, aunque ni aficionados ni periodistas se muestran demasiado impresionados. La franquicia no termina de despegar a pesar de su incorporación, quizás porque Jordan dejó claro desde un primer momento que no estaba dispuesto a usar su imagen como promoción. Sin embargo, eso podría tener consecuencias positivas, ya que se rumorea que Bob Johnson estaría dispuesto a vender los Charlotte Bobcats y que Michael Jordan podría reunir a un grupo de inversores para dar el salto a propietario mayoritario. No hay precedentes de un caso similar, y ningún jugador ha logrado convertirse en propietario de una franquicia de la NBA. Claro que desde otro punto de vista, ¿cuándo ha habido precedentes de Michael Jordan?

A pesar de ello, su reacción en abril del 2009 cuando se anunció que iba a ser incluido en el Salón de la Fama de Springfield puso de relieve que para él su labor como ejecutivo no era más que una pálida sombra de su carrera como jugador. “No me parece divertido. No me gusta entrar en el Hall of Fame porque significa que tu carrera se ha terminado completamente. Esperaba que este día tardara 20 años más en llegar o incluso que me llegara después de muerto”, declaró. “Es un gran premio, no quiero hacerle de menos. Pero nunca me imaginé llegando tan pronto. Quería que sucediera cuando tuviera 70 u 80 años. Tengo 45 y aún creo que puedo jugar.” Daba la impresión de que Jordan no terminaba de aceptar que sus días como jugador habían terminado, y quizá por eso su discurso durante la ceremonia oficial el 11 de septiembre dejó un sabor agridulce a muchos de los presentes. No podía evitar que sus lágrimas fueran tan sinceras como su insistencia en recordar incidentes como el All Star de 1985, porque la relación de Michael Jordan con el baloncesto se nutría de esas dos caras de su naturaleza. “Un día levantaréis la mirada y me veréis jugando con cincuenta años. No os riáis. No digas nunca, porque a menudo las limitaciones, igual que los miedos, son sólo una ilusión.”