Aquella tarde Lewis no regresó al despacho, desde que Jack le había contado su plan para descubrir a Miranda le había estado dando vueltas al asunto. La pelirroja se las iba a pagar, por su culpa Lefkowitz y Maddox Asociados se las estaba viendo muy mal para mantenerse a flote, y él se sentía particularmente culpable también, pues presumía que Miranda le había robado las pruebas en un descuido. Así que, decidió llamarla y quedar con ella en su casa con la excusa de echar un polvo de reconciliación, aunque no sabía cómo después iba a escaquearse. Acostarse con ella ahora era lo que menos le apetecía, no tanto por su traición, sino por Gene. Iba a recuperarla y para ello su conducta sería intachable, tanto de puertas adentro como hacia fuera.
No podía dejar que Jack y Gene cargaran con la tarea de pillarla in fraganti, debía resolver sus propios asuntos. Había trazado un plan más arriesgado, pero también más eficaz en caso de tener éxito, aprovechando un pleito que se traían entre manos y en el que DA Lawyers participaba en la parte contraria. Iría a casa de Miranda y dejaría olvidada una carpeta con unas pruebas falsas sobre ese caso. Estaba seguro de que si Miranda era el topo de la empresa, no dudaría en usarlas en su contra. Si su plan funcionaba, Miranda provocaría la pérdida de la vista para AD Lawyers, que al presentar pruebas falsas y sin sentido no tendrían más remedio que desvelar su fuente de información en público, desacreditando a Miranda y al bufete para el que trabajaba en secreto.
Tras pensarlo unos minutos, preparó la carpeta y llamó a Miranda, que no vaciló en quedar con él y se mostró encantada con la idea.
Gene ultimó unos detalles para el señor O’Toole, antes de marcharse y encontrarse con Jack para seguir con la investigación. Apagó el ordenador y las luces de su despacho y fue al hall del edificio en su búsqueda.
—¿Qué tal te ha ido el día? —le preguntó sonriendo a su compañera y amiga. Ambos habían congeniado muy bien y habían sido cómplices de muchas cosas aparte de lo laboral.
—Liado, pero contenta. ¿Nos vamos? —contestó Gene echando a andar.
—Espera, creo que de momento vamos a dejarlo.
—¿Bromeas? No podemos dejarlo, Jack. Tenemos que desmantelar el complot de esa mujer.
—Lo sé y lo haremos, pero Lewis me ha pedido que lo dejemos, que él se encargaría.
—¿Y lo has creído? Lewis quiere a toda costa que nos distanciemos, lo hace por celos —dijo Gene decepcionada, sabía que no podía confiar en él.
—Creo que dice la verdad, me ha dicho que había pensado en algo y que le dejáramos probar.
—Está bien, pero sigo sin fiarme.
—Démosle el beneficio de la duda y vayamos a tomar algo. Igual podrías llamar a tu amiga Janice para que nos acompañe, me pareció una chica encantadora.
—¿Te gusta? —preguntó Gene ladeando la cabeza, fascinada con la idea, pues Janice le había comentado que Jack era un hombre muy atractivo con el que no le importaría quedar algún día.
—Digamos que me parece atractiva y no me importaría conocerla.
—Haber empezado por ahí. Vayamos a un pub cerca de mi casa, seguro que estará encantada de acompañarnos y prometo que os dejaré solos.
—No hace falta, puedes quedarte.
—Sé que puedo, pero no quiero, os conoceréis mejor sin mí aguantando la vela.
Lewis llegó puntual a casa de Miranda. Esta le estaba esperando con un camisón demasiado sugerente y le tendió una copa de vino para darle la bienvenida.
—¿A qué debo este honor? Creí que me dijiste que lo nuestro había terminado.
—Supongo que hay vicios difíciles de dejar —le repuso él forzando una sonrisa.
—¿Crees que soy un vicio? —contestó ella con picardía.
—Un vicio y un placer, Miranda. Eres muchas cosas.
—Sentémonos y deja esa carpeta por ahí, no querrás manchar esos papeles tan importantes.
—Solo es una copia de las pruebas del caso Grant, pensaba repasarlas en casa esta noche.
—Igualmente ponte cómodo —dijo ella arrebatándole la carpeta y dejándola sobre el mueble de la entrada.
Lewis tuvo que capear muchas insinuaciones y tocamientos subidos de tono, aquella situación lo incomodaba y, cuando Miranda atacó su cuello para besarlo, se apartó bruscamente.
—¿Se puede saber qué te pasa? —dijo ella molesta con su gesto.
—Lo siento, no es por ti, supongo que soy yo. No debería haber venido.
—Y entonces, ¿por qué lo has hecho?
—Quería verte una última vez.
—Eso, Lewis, es una gilipollez. Puedes verme en la oficina todos los días si es lo único que quieres.
—Supongo, lo siento, Miranda.
—No lo sientas, vete —dijo ella con desprecio.
Lewis recogió su chaqueta y se cercioró con la mirada de que la carpeta seguía a la vista de Miranda antes de marcharse.
—Nos veremos pronto —se despidió antes de cerrar la puerta. El cebo estaba listo.
Gene dejó en intimidad a Jack y Janice en el pub y se marchó sola a casa. Janice había tardado poco en acceder a tomar algo con ellos en cuanto Gene la llamó. Esos dos habían tenido un flechazo y merecían una oportunidad para ver si lo suyo podría funcionar. Sarah, por su parte, había salido con el misterioso Luke, y en la soledad de su casa pensó en Lewis. ¿Qué estaría haciendo? Aquello que le había contado Jack sobre su plan para pillar a Miranda le escamaba y decidió llamarlo dejándose el orgullo a un lado.
—Gene, qué alegría que me hayas llamado —dijo nada más descolgar, emocionado con aquello.
—He estado pensando en ti.
—¿En serio? Me encanta oírte decir eso.
—No de ese modo, siento decepcionarte.
—Bueno, que me llames ya es un paso. ¿Qué sucede? —preguntó intentando guardar las formas y no parecer realmente afectado por aquello que le acababa de decir.
—Jack me ha contado lo de tu plan para Miranda.
—Sí, supongo que se lo debo a la empresa. Ella debió robarme las pruebas del caso Collins en un descuido, mientras…
—No hace falta que lo menciones —le repuso molesta ante la idea de imaginar a Lewis con otra mujer.
—Le he tendido una trampa. ¿Recuerdas las pruebas del caso Grant que preparamos juntos hace poco?
—Sí, perfectamente. ¿La parte contraria no es competencia de DA Lawyers?
—En efecto. He falseado las pruebas y he dejado una carpeta en su casa. Ella cree que solo es una copia, no creo que se moleste siquiera en devolvérmelas. Irán derechas a donde quiero que vayan.
—Muy astuto por tu parte.
—Espero que funcione, se lo debo a Jack.
—Me alegra que me lo hayas contado.
—Necesito que confíes en mí, Gene. Necesito recuperarte.
—Voy a necesitar algo más que palabras, voy a necesitar pruebas de ello.
—Y las tendrás, te lo prometo.
—He de dejarte. Nos vemos mañana.
—Está bien, que descanses princesa.