Dos

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El sábado, dormir hasta las ocho y media fue un placer para Marie, teniendo en cuenta que sus días solían empezar antes del amanecer. El cálido sol le bañaba el rostro mientras se ponía el traje de neopreno. A pesar de estar en junio, la temperatura del agua del océano aún era bastante fría. Salió al soleado porche y estiró los brazos y piernas bajo el olor de la sal del océano y el dulce aroma de las rosas del jardín. El perfume de esa combinación nunca le cansaba.

Una vez sus músculos entraron en calor corrió los ciento cincuenta metros hasta la orilla y se sumergió lentamente. Cuando el suelo oceánico desapareció bajo sus pies, empezó a nadar sus largos habituales. Todo resto de estrés desapareció de su mente y cada brazada que daba le hacía sentir como nueva. Sus pensamientos eran confusos cuando se despertó por la mañana, pero en cuanto el agua del océano le salpicó la cara, su mente se aclaró por completo.

Estaba entusiasmada por la reunión del grupo sobre fenómenos paranormales que tendría lugar esa tarde en su casa. Había pasado toda la semana inventando nombres para dicho grupo. Había uno que le pareció apropiado, y esperaba que el resto del grupo estuviese de acuerdo.

Acabó de dar los últimos largos y se dirigió hacia la orilla para recobrar el aliento y hacer unos estiramientos. Su decisión de nadar en el océano fue acertada; normalmente nadaba en una piscina cubierta, pero el día era demasiado perfecto para quedarse dentro.  Observó a las gaviotas bajar en picado hacia el agua para atrapar el desayuno mientras comprobaba su pulso. Al levantarse vio por el rabillo del ojo una sombra, que rápidamente desapareció. Sacudió la cabeza y se dio la vuelta en todas direcciones, pero no vio nada.

El camino de vuelta fue menos despreocupado que su carrera anterior, pero Marie optó por ignorar esos sentimientos y admirar su cabaña de madera de dos pisos con porche cubierto. Las enormes mecedoras pintadas de rojo se movían suavemente con la brisa. Se sintió afortunada por haber sido capaz de comprar esa casa, pero perder a su tía favorita y a su madrina había sido un alto precio a pagar. Su tía Ruth nunca se casó y murió de cáncer de mama en la flor de la vida. Dejó a Marie una gran suma de dinero que le permitió pagar la propiedad a pie de playa por solo setecientos cincuenta mil dólares. En el mercado actual podría fácilmente ser vendida por un millón y medio, cosa que Marie no tenía ninguna intención de hacer.

Llegó al porche delantero e inmediatamente le vino el olor del café del desayuno. Tener un temporizador en la cafetera era una herramienta utilísima. Se sirvió una copa y sacó una sartén del lavavajillas. Tortitas de fajol fueron la elección para esta mañana mientras colocaba la masa en la sartén. Tras añadir arándanos a la mezcla, metió un poco de bacon en el microondas, puso el temporizador, y empezó a quitarse el traje de neopreno. Cogió algo de ropa seca de la lavandería y se la puso. Nadar le abría siempre el apetito y el desayuno era su comida preferida del día.

Las vistas desde su cocina eran magníficas, con el océano extendiéndose hasta donde el ojo podía ver. Las dunas estaban cubiertas por el mar, y la hierba enterrada bajo salvajes flores púrpuras que revoloteaban en el viento. Mientras esperaba para darle la vuelta a la tortita, observó cómo las blancas olas se agitaban cuando la temprana marea bajaba, dejando conchas en la arena.

Marie desayunó en el soleado porche leyendo el periódico local El Ojo de la Isla. Sonrió ante el artículo dedicado al puente de Ben Sawyer. Marie había planeado asistir a la ceremonia, pero tuvo una obstrucción intestinal de emergencia en un caniche. Vio al Comisario Miller de pie en la foto grupal.

“Es cierto lo que dicen sobre los hombres con uniforme”, dijo.

Después de desayunar se sirvió otra taza de café y deambuló por la parte trasera de la casa para limpiar las hojas de palmera que habían quedado en el suelo tras la última tormenta. Justo cuando estaba colocando la taza de café en la barandilla del porche, el espíritu del niño que había visto en la clínica apareció a tan solo dos pies de ella. Marie se quedó paralizada. Tras lo que pareció una eternidad, vio cómo la boca del niño se movía, pero no fue capaz de comprender lo que decía. Las únicas palabras que entendió fueron ayuda y peligro. Cuando intentó preguntarle qué estaba diciendo, él desapareció.

Marie aún estaba tratando de recobrar el aliento cuando Gale apareció detrás de ella y vio la pálida cara de Marie. “Vaya, no pretendía asustarte. ¿Con quién hablabas?”

Marie se agarró a la barandilla y se sentó en un escalón. “Era el mismo niño de la clínica, solo que esta vez le oí hablar.” Colocó la cabeza entre las manos. “Sólo pude entender las palabras ayuda y peligro. Uff, fue espeluznante.”

Gale se sentó a su lado y le pasó el brazo por los hombros. “Creo que la reunión de esta noche va a ser muy interesante, ¿no crees?”

Marie levantó la cabeza y sonrió ligeramente. “Sí, mucho.”

Gale dio un pequeño sorbo al café de Marie y  cambió de tema. “¿Necesitas ayuda organizando el garaje?”

Marie respondió. “No, lo limpié anoche. Tuve algunos problemas de sueño. Arreglé el ventilador y el aire acondicionado. Deberíamos estar bastante cómodos.”

Gale preguntó, “Hey, ¿viste el artículo sobre Ben Sawyer? ¿No estaba guapo el comisario buenorro Cory? Me preguntó por ti, por cierto. Le conté lo del pobre caniche. Dijo que puede que se pase mañana para comprobar cómo va todo, por así decirlo.”

Marie rió y dijo, “Estás empeñada en liarnos, ¿eh? Venga, vamos dentro y empezamos a organizar el papeleo para SPSI.”

“¿Qué demonios es SPSI?”

Marie subió los escalones del porche. “Es el nuevo nombre para el grupo. ¿Qué te parece? Sociedad Paranormal de Sullivan's Island. Se me ocurrió esta semana, esperaba que sonara bien.”

Gale la siguió hasta la habitación y casi tropezó con una enorme maleta. “¿Qué es esto? Casi me rompo un dedo.”

Marie apartó la maleta. “Oh, lo siento, es el equipamiento que he estado reuniendo.” Notó la mirada confusa de Gale. “Ya sabes, un par de grabadoras digitales, algunos walkie-talkies, linternas LED y una cámara digital. Hey, no me has dicho qué te parece el nombre.”

Gale pasó por encima de la maleta y se sentó en el banco. “A ver, déjame pensar. SPSI suena chulo. Nunca pensé que nos pondríamos un nombre.”

Marie abrió la maleta y empezó a colocar el equipamiento en la antigua mesa de madera de nogal que había comprado en la tienda de Gale. “Por supuesto que vamos a tener un nombre. Quiero registrarnos y hacerlo oficial. Se trata de algo más que cazar fantasmas. Vamos, ayúdame a llevar esto al garaje y prepararnos para la reunión.”

Gale se quejó y ayudó a mover el material y algunas sillas de la habitación hasta el garaje. “Tengo que admitirlo,” dijo, “tienes estilo para la decoración. Cuando compraste aquellas piezas antiguas en mi tienda tenía mis reservas sobre cómo quedarían en una casita de playa. ¿Quién habría pensado que un mueble de madera de nogal quedaría bien en una habitación azul pálido con un enorme sillón acolchado azul a rayas y un sofá de flores?”

Trabajaron el resto del día en la organización del cuartel general de la SPSI y preparando picoteo para la reunión. Cuando ya faltaba poco para que los invitados llegaran, Gale decidió ir a casa para darse una ducha y traer tequila. Dejó claro que quería tomar unos margaritas antes de empezar a hablar sobre fantasmas y actividad paranormal.

Myra fue la primera en llegar. Trajo patatas y salsa y una enorme carpeta llena de papeles. Les dijo a Marie y a Gale que eran todas las notas y periódicos que había ido coleccionando durante sus años de médium. La gente de Sullivan's Island pensaba que Myra era algo excéntrica por la forma en que vestía. Esa noche llevaba unos pantalones fucsia y una blusa azul de cachemir con unos zapatos de tacón alto. Los pendientes combinaban con el fuerte colorete rojo de sus mejillas y los enormes anillos alrededor de sus huesudos dedos. Myra tan solo tenía sesenta y dos, pero tantos años de fumadora le daban el aspecto de una persona de ochenta.

Jim, Mimi y Tim llegaron después. Jim y Mimi estaban teniendo una acalorada conversación, mientras Tim se encogía de hombros cuando Marie abrió la puerta. Tim apenas podía entrar por la puerta con sus casi dos metros de altura. Tenía el cuerpo perfecto de un Jefe de Bomberos. Su pelo castaño estaba cortado al estilo militar, pero su rasgo más dominante eran sus penetrantes ojos azules, sobre los cuales Gale hablaba a menudo, aunque Marie estaba convencida de que eran las enormes manos y pies de Tim lo que intrigaba a Gale.

Jim y Mimi eran completamente opuestos en su aspecto. Jim era igual de alto que Marie y pesaba menos que Myra, mientras Mimi parecía ser una cabeza más alta que Jim y más grande. Dejaron de discutir inmediatamente, se sentaron en lados opuestos de la mesa y se miraron fijamente. Todo el mundo estaba acostumbrado a sus numeritos y les ignoraron mientras se organizaban y se sentaban.

Harry fue el último en llegar, saludó silenciosamente y se sentó al lado de Jim. Sus gafas tenían la usual cinta en los lados que las mantenía juntas. Su pelo gris estaba alborotado y le faltaba el segundo botón del chaleco. Marie no conseguía entender cómo podía vestir un traje con semejante clima. El sudor le corría por la frente y él lo limpiaba continuamente con un pañuelo. No importaba el calor que hiciera, Harry nunca se aflojaba la corbata.

Marie se sirvió un margarita y se sentó. “Hola a todos, me alegra que al fin hayamos podido reunirnos. Sé lo difícil que es hacer coincidir nuestros horarios. Gale y yo hemos estado hablando sobre desarrollar un grupo dedicado a los fenómenos paranormales durante al menos cinco meses. Después de tantear el terreno, creo que tenemos un grupo bastante bueno con el que empezar.”

Myra respondió, “Estoy emocionada por hacerlo, Marie. Sabes que ayudaré en todo lo que pueda, pero no tengo ni idea de cazar fantasmas.”

Mimi dejó de mirar a Jim y dijo, “Yo también estoy emocionada. Si no recuerdo mal, todos hemos tenido experiencias de un modo u otro, ¿no es así?”

Tim se metió un trozo de pizza vegetal en la boca. “Bueno, yo no he tenido ninguna experiencia concreta. Solo algunas cosas extrañas que escucho en el parque de bomberos. Aunque algunos de los chicos dicen haber visto sombras.”

Harry se limpió nuevamente el sudor y colocó el pañuelo en el bolsillo del chaleco. “Diría que yo he experimentado bastante actividad paranormal, así como exorcismos. Soy un poco escéptico acerca de ir a la caza de fantasmas, sin embargo. No creo en intentar encontrarlos. Pueden causarse más problemas de los que podemos enfrentar.”

Marie asintió. “Creo que tener diferentes opiniones tan solo hará nuestra caza de fantasmas más precisa. Jim, ¿tienes algo que añadir?”

Jim vació su copa e ignoró la boca abierta de Mimi. “Sí, me gustaría saber cuán legales vamos a ser.”

Marie sonrió. “Me alegra que preguntes. De hecho, he pensado en un nombre para el grupo. Es bastante básico. ¿Qué os parece SPSI, Sociedad Paranormal de Sullivan's Island?”

Myra sonrió y asintió. “Me gusta. Creo que encaja. ¿No te parece, Harry?”

“No tengo nada contra ello”, respondió él.

Mimi dijo, “Sí, creo que queda bien. ¿Y tú, Jim?”

Jim se encogió de hombros. “Sí, está bien”

Tim se sirvió un segundo margarita. “Me gusta. Gale, ¿tú qué opinas?”

Gale sonrió a Tim con falsa modestia. “Estoy de acuerdo. Creo que el nombre encaja perfectamente:” Le lanzó una mirada a Marie. “¿Qué tenemos que hace para hacerlo oficial?”

Marie se levantó y paseó por la habitación. “Bueno, lo que necesitamos es registrar el nombre. He buscado el proceso en la página web de Patentes y Marcas de los Estados Unidos. Busqué en su base de datos para asegurarme de que nadie usa ese nombre, descargué los formularios y se me ocurrió que podríamos echarles un vistazo ahora. No quiero perder tiempo porque nos llevará unos cuatro meses obtener la respuesta de si nos han aceptado la marca.”

Durante las tres horas siguientes el grupo revisó el papeleo, vio el vídeo de cómo hacerlo de la página del gobierno y decidió dividir los costes del gasto administrativo. Analizaron posibles webs para investigar y compartieron ideas sobre cómo crear un sólido proceso para abrir una investigación. Todos estuvieron de acuerdo en que querían ser considerados profesionales. Decidieron traer todo el material que tenían a la próxima reunión, que tendría lugar el primer sábado de cada mes. Si había alguna herramienta específica que quisieran, todo el grupo la compraría.

Eran las once y media cuando Marie se quitó las chanclas y se sumergió en su antigua cama. La reunión había sido un éxito y ella estaba entusiasmada con que las cosas fuesen a comenzar formalmente. Sentaba bien compartir sus motivos con todos sobre el porqué de crear SPSI. A nadie pareció sorprenderle el hecho de que ella viese y oyese espíritus de nuevo después de tantos años. De hecho, era un alivio poder decírselo a todos. Mientras se reía de algunas de las conversaciones que habían tenido lugar en el grupo aquella tarde, lentamente se quedó dormida.