Tres

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Sus ojos, abultados, miraban inmóviles hacia el infinito mientras su piel tenía un tono grisáceo con manchas rojas. Se le había caído casi todo el pelo, y su boca, labios y lengua estaban hinchados. Encontrada flotando boca abajo fue la descripción que el Comisario Cory Miller había recibido en una llamada que le sacó de un profundo sueño a las cinco de la mañana del domingo.

“Pensaba que los domingos eran el día de descanso”, murmuró, mientras salía de la cama y se restregaba los ojos. Aunque llevaba once años ejerciendo, aún no podía soportar la visión de un cadáver ahogado.

Para cuando Cory llegó a la escena en Narrows, la mitad del departamento policial y del cuerpo de bomberos estaban rápidamente convirtiéndola en una escena del crimen. No era inusual que un cuerpo flotara en el canal, estaba a poca distancia al este de la cala que desembocaba en el océano. En función de lo lejos que había flotado el cuerpo, Jane Doe[2] podía ser de cualquier sitio.

El diputado John Mullican encendió un cigarrillo, se acercó a Cory y le entregó una taza de café fresco, de The Kangaroo Express. “Buenos días, Comisario. Lamento haberle despertado tan temprano un domingo, sé que odia este tipo de llamadas.” John era la mitad de alto que Cory, con el pelo rubio engominado hacia atrás. Sus dedos estaban amarillos de fumar una cajetilla y media de cigarrillos por día.

Cory dio un sorbo al café y entrecerró los ojos cuando el sol amaneció. “Gracias por el café, y sí, preferiría haber leído los detalles que levantarme y venir personalmente. ¿Alguna idea de cuánto tiempo lleva en el agua?”

John sacó su cuaderno y leyó las notas que apuntó de Sue Patterson, la forense del Condado de Charleston. “Parece que ha estado en el agua un par de semanas. Edad aproximada de unos veinte y pico. La primera suposición de Sue sobre la causa de la muerte fue por ahogamiento y accidente, sin embargo, en una investigación posterior del cuerpo encontró la marca de una herida sobre el cuello, lo que nos lleva a pensar que fue un homicidio. Parece que alguien estranguló a la pobre chica y tiró el cadáver al agua.”

Cory dio otro sorbo al café mientras se acercaban a la forense. “Comprueba la lista de personas desaparecidas para ver si alguien ha denunciado la desaparición de una chica en el último mes o así, en un radio de ochenta kilómetros. También necesitamos mantener a la prensa alejada, así que, ¿te importaría tratar con el reportero que está husmeado detrás de la ambulancia? Estoy seguro de que los periódicos y las emisoras han oído algo y están a la caza de información. Quiero mantener esto en silencio tanto como sea posible.”

John hinchó el pecho y dijo, “Claro, Comisario. Tengo un don con los reporteros.”

Sue Patterson apagó la grabadora cuando vio que Cory se aproximaba. Llevaba una gorra de béisbol cubriéndole el entrecano cabello. “Buenos días, Comisario. No ha sido exactamente el tipo de llamada que uno desea recibir un domingo por la mañana.”

Cory respondió, “No es el tipo de llamada que uno desea recibir en ninguna mañana. John me ha dado algunos detalles.” Se obligó a observar el cuello hinchado de la joven. “¿Cómo conseguiste encontrar la marca alrededor del cuello?”

“No fue fácil. Te daré un informe completo después de la autopsia.” Sue se levantó y se le ensombrecieron los ojos. “Cory, debe de tener la edad de mi hija. Además, es de por aquí.”

Cory preguntó, “¿Cómo lo sabes?”

“Tiene un Wando High Indio '04 tatuado en la cadera.”

Cory vio cómo cerraban la bolsa de plástico y sacudió la cabeza ante el pensamiento de lo que vendría después. Sabía que no conseguiría mantenerlo fuera de las noticias, pero haría todo lo posible para mantener los detalles en secreto para no empañar la investigación.

John se acercó de nuevo a Cory y Sue. Tenía en el rostro pálido una mueca de dolor. “Comisario, Sue, parece ser que se informó a la policía sobre la desaparición de una chica que quizá encaja en la descripción de la víctima.”

Cory podía sentir sus dudas. “¿Quién era?”

John miró el canal y suspiró, “Chelsea Swail.”

Cory casi tiró el café. “¿La hija del alcalde Swail? ¿De Mount Pleasant? Tío, acabo de verla en el periódico por recibir su diploma del Máster de Fisioterapia. Recibió una oferta para trabajar en Terapéuticas Coastal.”

Sue se giró para observar la ambulancia. “Era una de las compañeras del equipo de voleibol de Kelly. Solía sentarme con Bill y Peggy en los partidos. Ni siquiera la he reconocido, esto va a dejarlos devastados.”

Cory empezó a poner la mano en el hombro de Sue, pero paró y miró a John. “Tenemos que llamar a Bill y Peggy y pedirles que identifiquen el cadáver. Es extremamente importante que se sepa lo menos posible. Avísame cuando lleguen, tengo que estar allí. Sue, llámame en cuanto tengas el informe final de la autopsia. Necesitamos mantener la cabeza fría y no sacar conclusiones precipitadas. Aún puede ser una Jane Doe.”

John se dirigió hacia la radio del coche patrulla para hacer la llamada mientras Sue se secaba los ojos y caminaba lentamente hacia la ambulancia.

Cory se pasó las manos por la cabeza y se acercó a su coche. Definitivamente no era esto lo que tenía pensado para el día. Quería visitar a Marie Bartek y, quizá, reunir algo de valor e invitarla a cenar. Esos planes tendrían que esperar.  Ahora tenía que observar a unos padres vivir lo que posiblemente fuese el peor día de sus vidas.

Marie se frotó las sienes e intentó concentrarse en el despertador. “Uff, tengo que dejar de tomar margaritas. No me puedo creer que sea la una y media de la tarde. ¿Por qué nunca me acuerdo de lo mal que me sienta el tequila?” Salió de la cama y entró en el baño de forma desganada para tomar más Tylenol. Después de asustarse con su propio reflejo, decidió darse una ducha y después tomarse un café y una tostada.

Una vez se hubo sentido mejor con algo en el estómago, estaba a punto de echarse una segunda taza de café cuando sonó el teléfono. Había visto el número de la llamada y vacilando dijo. “Hola, mamá, ¿cómo estás?” ¿Por qué su madre siempre llamaba después de una noche de alcohol? Era como si tuviese un sexto sentido para ello.

“Estoy bien, cariño, ¿y tú?” respondió Helen. “Pensé en llamarte por la tarde por si acaso habías ido a la Iglesia esta mañana.”

Marie hizo un gesto de dolor ante la referencia a la Iglesia. “No, hoy no. Estuve despierta hasta tarde con Gale y otros amigos organizando SPSI.”

“¿SPSI? ¿Qué es eso, un club para beber o algo así?”

Marie soltó una risita nerviosa y dijo, “No, es la Sociedad Paranormal de Sullivan's Island.”

Le puso al corriente sobre el SPSI y a su madre le pareció  interesante. Pero Marie podía oír el miedo en la voz de Helen. Sabiendo lo preocupada que estaba su madre con la idea de Marie hurgando en el mundo de lo paranormal de nuevo, cambió de tema y hablaron sobre las últimas cirugías que había tenido en la clínica. La conversación acabó jovialmente, pero Marie se sintió culpable por no compartirlo todo con su madre. Su relación era lo suficientemente buena como para ello, pero elegir el momento oportuno lo era todo.

Mientras estaba colocando su taza en la pila oyó un golpe en la puerta del porche delantero. Se imaginó que fuese Gale cuando vio el coche patrulla. Era demasiado tarde para esconderse, pues Cory Miller la había visto y estaba saludándola.

Se apretó el cinturón del vestido de seda y abrió la puerta despreocupadamente. “Hola, Cory. ¿Qué tal? ¿Qué te trae por aquí un domingo por la tarde?” Intentó arreglarse el pelo, fallando estrepitosamente.

Cory se quitó las gafas de sol y dijo, “Recibí una llamada temprano, acabo de terminar de hacer unos papeleos, y se me ocurrió que a lo mejor te apetecía ir a cenar esta noche.”

A Marie le dio un vuelco el corazón mientras se apoyaba con indiferencia en la pared. “Me encantaría.” Le gustaba cómo sus pupilas desaparecían en sus ojos marrón oscuro, y cómo sus rizos color chocolate trataban de escaparse del gorro. Nunca se cansaba de verlo con el uniforme.

Cory preguntó, “¿Qué tipo de comida te apetece? Había pensado que el Restaurante Sullivan's podría estar bien. Sirven de todo.”

Marie respondió, “Suena genial. Me encanta su salmón, y su tarta de queso es de otro mundo. ¿A qué hora?”

“Te recogeré a las seis y media.”

Marie se estiró el vestido y casi se escurrió con la alfombra. “Genial, te veo a las seis y media.”

Él sonrió, “Vale, nos vemos. Luego hablamos.”

Ella lo vio alejarse y esperó hasta que estuviera fuera de su vista para empezar dar saltos de alegría. No podía creer que la hubiese invitado a salir. Gale le dijo que se pasaría por allí, pero ella no tenía muchas esperanzas de que lo hiciera. Hablando de Gale, tenía que llamarla y decirle que viniese lo más rápido posible. Necesitaba ayuda para prepararse y Gale era la persona adecuada para escoger el modelito perfecto.

Gale frunció el ceño ante el espejo, detrás de Marie. “No, este no queda bien tampoco. Creo que el vestido de cachemir te sienta mejor, resalta tus largas piernas y tu escote.”

Marie le dio un codazo en la tripa. “No voy a intentar seducirle en la primera cita. Al menos no lo creo.”

Gale puso los ojos en blanco. “Por favor, llevas soñando con esto desde el instante en que le conociste. No me puedo creer que os haya costado tanto quedar.”

Marie se dio unos últimos retoques con el pintalabios y se apartó del espejo. “Más vale tarde que nunca, ¿o no? Bueno, venga, tienes que irte, llegará de un momento a otro. Muchas gracias de nuevo por tus consejos, mañana te cuento todo.”

“Vale, lo pillo.” Gale se levantó y se miró al espejo antes de seguir a Marie fuera de la habitación. “No te olvides de cerrar los ojos cuando le beses.”

Marie le dio un empujón. “¿Puedes callarte? Creo que sé cómo besar. Ahora, fuera.”

Gale puso la misma cara que un niño de cuatro años probando las espinacas por primera vez en su vida, y se alejó por el callejón hacia su casa. Marie sonrió y vio a lo lejos a Cory parando el coche ante su puerta. Se trataba de un MG convertible de color verde con llantas de aleación plateadas. Era magnífico, y Marie pensó que él era la persona ideal para conducirlo, especialmente ahora, con una camiseta color crema y unos pantalones de gasa azul marino. No podía creer que su metro ochenta de altura cupiese ahí dentro sin necesidad de ayuda.

Él entrecerró los ojos para mirarla y dijo, “¿Estás lista?”

“Sí. Espera que cierro la puerta y voy.” Cogió la cartera y las llaves y cerró la puerta del porche. Respiró hondo antes de volverse para mirarlo de nuevo. “No tenía ni idea de que tenías un MG. Es precioso.”

“Gracias, no lo saco a menudo. Se oxida bastante por la proximidad del océano.”

Le abrió la puerta del coche y la agarró del codo mientras ella se sentaba. Se podía oler el cuero y el abrillantador del tapizado color musgo. Ella le pilló mirándole el muslo de refilón mientras estiraba cuidadosamente el vestido hasta las rodillas. Era difícil conseguir que se quedase en su lugar en un espacio tan limitado.

Cory encendió el motor, dirigiéndose hacia la carretera principal, y ella volvió la cabeza contra el viento. “Podríamos haber quedado en el restaurante. No está tan lejos de mi casa a pie.”

“No, pensé que esto sería más serio, recogerte y tal.” Marie notó que él estaba teniendo problemas en mantener la mirada apartada de sus muslos. “Además, podemos dar una vuelta por la costa después de cenar, si te parece bien.”

Ella sonrió y se apartó el pelo de la cara. “Eso suena muy bien. Es la noche perfecta para ello.”

Pararon en el parking del restaurante y él salió disparado del coche para abrirle la puerta. Ella sonrió y salió apoyándose en él mientras cogía la cartera. Podía sentir su corazón latiendo tan rápido que parecía que iba a salírsele del pecho. Cory colocó su mano en la espalda de Marie y la guió hasta el restaurante.

Ambos pidieron salmón y vino blanco, y decidieron acabar la cena con una tarta de queso. Cory dio un sorbo al café y dijo, “He oído en los viñedos que tú y Gale habéis organizado una especie de grupo paranormal, ¿es cierto?”

Marie casi se traga el tenedor. “Sí, lo es. Uau, esta es una ciudad pequeña, ¿eh?” Notaba que se estaba poniendo roja y deseó no sentirse tan incómoda hablando sobre esto con él.

Él sonrió y respondió, “Sí, sí que lo es. No sabía que estabas interesada en los fantasmas.”

Marie puso el tenedor en el plato y respiró hondo. “Bueno, supongo que este es tan buen momento para contártelo como cualquier otro. Verás, tengo unas especie de don con respecto a lo paranormal.” Esperó una respuesta y, como no la obtuvo, continuó, “No se lo he dicho a mucha gente, pero, cuando tenía doce años, me di cuenta de que veía espíritus. Fue una etapa bastante confusa y siniestra para mí, pero con el paso de los años fui capaz de reprimirlo. Sin embargo, por razones que desconozco, en los últimos meses mi don ha vuelto.”

Cory escuchó atentamente y esperó unos minutos antes de responder. “Entiendo. Al menos, eso creo. Nunca he conocido a nadie con ese tipo de don. Es decir, conozco a Myra, se supone que es médium, pero la verdad es que no creo mucho en esas cosas.” Vio cómo Marie se removía incómoda en la silla. “De todas formas, ¿cómo puede alguien ver espíritus? Imagino que como nunca he tenido ninguna experiencia personal, soy bastante ignorante sobre ese tema.”

Marie contestó, “Es muy difícil de explicar. Incluso yo estoy aún intentando entenderlo.” Se sentía un poco desmoralizada por el escepticismo de Cory.

Él sacó la cartera. “¿Qué te parece si pago y nos vamos a dar una vuelta?”

Marie se dio cuenta de que estaba tratando de cambiar de tema y decidió seguirle el rollo. “Vale.”

Condujeron a lo largo de la costa atravesando Charleston, Folly Beach y Kiawah Island antes de dirigirse de vuelta a su casa. Se rieron y disfrutaron tanto de la compañía del otro que ninguno de los dos quería despedirse.

Cory la acompañó hasta el umbral y la observó hacerse un lío con las llaves. “Lo he pasado muy bien hoy.” Parecía que iba a decir algo más, pero dudó, antes de añadir, “Asegúrate de que cierras con llave, ¿vale?”.

Marie sonrió, “Sí, señor comisario.”

Cory subió un escalón, la agarró de la cintura y la besó. “Va en serio. Nunca se es demasiado cuidadoso.”

Marie perdió el equilibrio y se apoyó en la puerta. “Lo haré, lo prometo. Gracias por una velada maravillosa.” Tenía la impresión de que el corazón le iba a estallar.

Le acarició la mejilla. “De nada. Venga, anda, entra y cierra.” Dio un paso atrás y volvió al coche, donde esperó hasta que ella hubo entrado.

Marie cerró la puerta, le dijo adiós desde la ventana de la cocina y le vio alejarse. Tras apagar la luz del porche se fue al dormitorio sonriendo y tratando de recordar cada detalle de las últimas cinco horas. Estaba deseando llamar a Gale por la mañana. Estaba un poco decepcionado con la reacción de Cory sobre su don, pero al menos no huyó. Por lo demás, fue una noche mágica.