Diez

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Marie se quedó en la cama observando a Cory mientras dormía. Aún no podía creerse haber despertado a su lado, y sonrió ante el recuerdo de la magnífica noche que habían pasado juntos. Se le veía tan concentrado e interesado en el análisis, atento a cada palabra que ella decía. Le encantaba lo bien que había encajado en el grupo. Tenía un don para llevarse bien con todo el mundo, incluido Harry.

Decidió salir con cuidado de la cama y preparar café cuando sintió una mano atraerla hacia su lado. “¿A dónde crees que vas?”

Marie sonrió y le miró directamente a los ojos. La barba mañanera creaba una sombra alrededor de su boca y su pelo alborotado lucía perfecto. “Iba a preparar café. Me olvidé de poner el temporizador anoche.”

Cory cubrió a ambos con la sábana. “Café suena bien, pero no quiero que salgas de la cama. ¿No podrías hablar con uno de esos espíritus que te visitan y pedirle que lo haga él?”

Ella le dio un ligero codazo en el costado. “Muy gracioso, Comisario Miller, y no, no creo que hagan café, al menos no que yo sepa.” Se sentó y se puso el vestido. “¿Son imaginaciones mías o anoche te lo pasaste bien?”

Cory se dio la vuelta. “¿A qué parte de la noche te refieres exactamente?”

“Al análisis de los datos...y a todo lo demás.”

“Muy a mi pesar voy a tener que decir que sí a lo del análisis, y definitivamente mucho más a todo lo demás.” Se sentó, cogió los pantalones y se los puso.

“Bien, me alegro, por ambas cosas.” Le encantaba el modo en que sus vaqueros descansaban justo debajo de sus caderas, recordándole cómo habían caído al suelo hacía tan solo unas horas. “¿Por qué no hago yo el café mientras tú preparas tus famosos huevos revueltos? No tengo masa de tortitas pero creo que tengo algo de fruta fresca y salchicha.”

Cory bordeó la cama y la besó en la frente. “Tus deseos son órdenes para mí.”

Se dirigieron hacia la cocina cogidos de las manos y se separaron lo justo para preparar el desayuno. Ella observó cómo sus masculinas manos rompían delicadamente los huevos en un lado del bol, y cómo los batían en una mezcla espumosa de leche y especias, antes de colocarlos en la precalentada sartén.

Desvió la mirada para acercarle una taza de café. “¿Dónde aprendiste a hacer unos huevos tan deliciosos?”

“Trabajé en un hotel durante mis años universitarios, sirviendo el desayuno.” Removió lentamente los huevos.

Marie cortó un pomelo y añadió fresas y arándanos en un cuenco, así como varios plátanos. “¿Dónde fuiste a la Universidad?” Se decantó por bacon en lugar de salchicha y lo metió en el microondas.

“Me gradué con cuatro puntos en Citadel. Luego, me gradué en el Centro de Entrenamiento de Ejecución de la Ley Federal en Charleston, SC. Podía elegir las fuerzas policiales a las que quería unirme, pero preferí quedarme en la zona. Me encanta la playa y la gente de Sullivan’s Island.” Apagó el fogón y sirvió los huevos revueltos en los platos que Marie había colocado en la encimera.

“Estoy de acuerdo. Me encanta el sentimiento de ciudad pequeña que hay aquí.” Colocó el bacon en un plato y sacó algunos vasos y el zumo de naranja. “¿Por qué no desayunamos en la terraza? Hace un buen día después de la lluvia de anoche.”

“Suena bien.” Cogió los platos y se unió a ella en la mesa de fuera. “Hay una pregunta que quiero hacerte sobre el hecho de ser veterinaria.”

Marie colocó el cuenco de fruta y el café en la mesa. “Dime.”

“¿Por qué no tienes un perro, un gato, o cualquier tipo de animal? Pensé en ello anoche mientras hacíamos el análisis, he estado aquí unas cuantas veces y nunca he visto ninguna mascota.”

Marie tomó un trozo de pomelo y entrecerró los ojos por su acidez. “No lo sé, la verdad. Imagino que nunca he pensado sobre ello. Tuve un perro cuando era pequeña, pero, más tarde, como estuve viviendo en cuartos y apartamentos que no permitían mascotas, me acostumbré a ello. Y, ya que trabajo con animales todos los días, no siento la necesidad de tener uno en casa.” Probó  los huevos revueltos. “Mmm, buenísimos.”

“Supongo que tiene sentido.” Se metió una tira de bacon entera en la boca. “Nunca he tenido un perro o un gato. He pensado en tener un perro, pero me da miedo que acabe descuidándolo por causa de mis horarios.”

“Sí, necesitas estar muy encima. No sé, imagino que me gustaría tener un perro, simplemente nunca me decidí a realmente tener uno. Ni siquiera sabría qué tipo de perro elegir.” Se sirvió otra taza de café. “Bueno, ¿cuáles fueron tus impresiones sobre el análisis de anoche?”

“Me impresionó bastante el profesionalismo de todo el grupo. Todos habéis tenido experiencias que os han hecho querer entender qué hay ahí fuera, ¿sabes? Lo pillo. Nunca he tenido ninguna experiencia, pero entiendo que todos vosotros sí.” Pescó algunos plátanos y los colocó en su plato.

“Sí, imagino que eso es algo que me perseguirá toda mi vida. Quiero ser capaz de entender esta habilidad y descubrir lo que estos espíritus están tratando de decirme.”

Él asintió y bebió un poco de café. “Cuando dices que estabas hablando con uno cuando entré en el solárium el otro día, ¿a qué te referías exactamente? Quiero decir, te oí hablar a ti, pero a nadie más.”

Marie intentó explicárselo sin que sonase muy extraño. “Estaba dando el último largo cuando vi una sombra. Me asusté y paré de golpe, tragando mucha agua. Entonces vi al mismo niño que se me ha estado apareciendo y le dije que dejase de asustarme.” Se rió al pensar lo raro que había sonado eso. “Él volvió a decirme que tenía que salvarla y ayudarla, pero yo no conseguía entender a quién quiere que ayude y salve.”

“Bueno, está bastante claro gracias a la psicofonía que grabasteis del susurro. Quiero decir, realmente me impactó. Había opiniones separadas entre aquellos que consideran que tiene relación con Christy Lang y los que no. Supongo que aún no estoy convencido, pero sí más intrigado.” Se sirvió una segunda taza de café. “¿Tenéis más investigaciones a la vista?”

Marie apartó su plato a un lado y siguió bebiendo café. “No, pero sé que nuestra existencia ya está de boca en boca. Ha habido varias personas que dicen que oyen cosas en sus casas y que nos han pedido que pasemos a investigar, pero nada concreto aún.”

“Si vais, ¿os importaría que fuese con vosotros, digamos que, como huésped? Me gustaría vivir algo así.”

“Supongo que no habría problema. Me alegra que muestres interés. Ahora soy yo quien tiene una pregunta para ti. ¿Cómo podemos nosotros, como equipo, o yo personalmente ayudarte con la investigación? Es decir, no se nos permite conocer ningún detalle del caso o los descubrimientos.”

“Si tienes otras visiones o visitas, avísame si hay algo importante. No sé quién o qué susurró a tu oído salvad a Christy, pero en caso de que recibas otra visita y te digo algo tan detallado, quizá tenga algo de relevancia para el caso.”

Marie cogió una servilleta y se limpió la barbilla. “Myra y Gale están pensando en venir y ayudarme con la meditación. Myra incluso me dio algunas piedras para ayudarme con los sueños y la meditación.

“¿Funcionan?”

Recordó la piedra que le había dado Myra para las relaciones amorosas y sonrió. “Lo hicieron en una situación, imagino que también lo harán en esta.”

El teléfono de Cory sonó y él respondió. “Comisario Miller al habla, sí, allí estaré en quince minutos.” Colgó y volvió a guardar el móvil en su funda. “Era John; ha recibido la información forense que estaba esperando.”

“¿Algo que puedas compartir conmigo?”

Se inclinó y la besó suavemente en los labios. “No, me temo que no, al menos por ahora. Pero te prometo que te mantendré informada de todo lo que pueda compartir contigo.” Se levantó, la cogió de la mano y la guió hacia el dormitorio a través de la cocina. “En realidad, tengo algo que me gustaría compartir contigo.”

Marie le siguió hasta el dormitorio. “Has dicho que estarías allí en quince minutos.”

Cory le desabrochó el vestido, se lo bajó por los hombros y lo dejó caer al suelo. “No creo que John me cronometre.”

Marie colocó los brazos alrededor de su cuello y sonrió. “Genial, creo que tengo algo de tiempo antes de ir a la clínica a acabar unos papeles. ¿Qué podemos hacer?” Vio a Cory cerrar la puerta y bajarse la cremallera de los vaqueros, repitiendo aquella misma visión que ella había tenido antes viéndolos caer al suelo.

Marie cerró con llave la puerta de la clínica y comprobó la hora en su reloj. Llegaba tarde a la cena con Gale y Myra, así que aceleró el paso y se dirigió a la tienda de Gale. La sonrisa no le abandonaba el rostro y tenía la sensación de que el día era claro y alegre, a pesar de las nubes que flotaban sobre su cabeza.

Giró la esquina de la tienda de Gale y casi chocó con ella y Myra. “Lo siento, llego tarde.”

Gale sujetó a Myra con la mano para evitar que cayera. “Hey, justo estábamos yendo a la clínica para ver si habías terminado por hoy. Has debido tener un día agitado.”

“Sí, bastante, llegué un poco tarde así que iba con un pelín de retraso debido a ciertas circunstancias.” Marie sonrió a Myra. “¿Qué tal estás? Perdona, casi te tiro.”

Myra le dio a Marie unas palmaditas en el brazo. “No pasa nada querida, está todo bien. ¿Dónde cenamos?”

Gale interrumpió. “Espera un segundo. ¿Qué tipo de circunstancias? Otra vez estás sonriendo como una tonta.”

Marie enganchó a Myra del brazo y empezó a caminar calle abajo. “Bueno, si estáis de acuerdo, pensé que podríamos pedir algo para llevar e ir a mi casa. Esperaba que Myra me ayudase un poco más con la meditación.” Marie podía ver que Gale empezaba a molestarse. “Ah, y Cory se quedó a dormir anoche y es la razón por la cual llegué tarde a la clínica.”

Gale paró y le dio un golpe a Marie en el hombro. “Cállate. No es posible. ¿En serio? Oh, uau, eso es fantástico. Al fin distéis el paso.”

Myra sonrió y le apretó el brazo a Marie. Te dije que la piedra de chrysocolla te ayudaría.”

Gale frunció el ceño. “¿La piedra Crisco qué?”

Marie rió. “Da igual. Es una piedra que me dio Myra para ayudarme en mis relaciones sentimentales, y ha funcionado. Aunque, claro, me gustaría pensar que mi encanto y mi sexapil fueron las principales razones por las que se quedó.”

Gale caminó de espaldas mirando a Marie y Myra y levantó la mano. “Esperad, necesitamos decidir dónde comprar la comida antes de seguir con esta conversación. Y creedme, voy a querer saber todos los detalles sórdidos.” Tras obtener su atención continuó. “¿Qué os parece si pillamos algo en Dunleavy's Pub? No diría que no a unas alitas de pollo.”

Marie respondió, “Por mí bien. Myra, ¿estás de acuerdo?”

“Claro que sí, querida, pero sólo si podemos tomar alguno de esos deliciosos margaritas.”

Pidieron las alitas y se dirigieron a casa de Marie. Una vez acabaron de cenar se pusieron manos a la obra a ver si conseguían comunicarse con los espíritus que habían estado advirtiendo a Marie sobre los asesinatos que habían tenido lugar en Sullivan’s Island.

Myra se remangó las mangas de su blusa de cachemir estampada y se reclinó en la silla del comedor. “Marie, ¿qué te parece si hacemos una sesión espiritista para ver si conseguimos comunicarnos con ellos?”

Gale miró a Myra. “¿Una sesión espiritista? ¿Tú sabes hacer eso?”

“Por supuesto que sé. Las tres juntas podemos hacerlo y con suerte descubrir sobre qué están tratando de advertir a Marie.”

Marie dio un sorbo a su margarita. “Me parece bien. Debo decir que nunca he participado en una. ¿Cómo funciona?”

Myra indicó por señas a Marie y a Gale que se sentaran más cerca de ella. “Primero debemos colocar estas sillas en círculo y apagar todas las luces. Marie, ¿tienes alguna vela que podamos usar? También necesitaremos lápices y papel donde escribir todo lo que ocurra.”

“Sí, deja que vaya a buscarlos a la cocina. Creo que tengo dos o tres velas y algunos bolis por aquí.” Marie volvió con tres velas altas que colocó en medio de la mesa, y entregó a Myra y a Gale un bolígrafo y un papel. “¿Apago las luces?”

“Sí, por favor. Una vez lo hayas hecho, siéntate, debemos respirar hondo y colocar las manos en la mesa, tocándonos la punta de los meñiques.” Myra colocó las palmas de las manos boca abajo, al lado de las manos de Gale y Marie. “Voy a declarar  nuestras intenciones, y la vibración del amor será invocada por vosotras.”

Gale soltó una risita. “¿La vibración del amor? ¿Qué vamos a vibrar?”

“Tenemos que tomarnos esto en serio, querida. Es necesario sacar todos los pensamientos tontos de la cabeza y concentrarnos en contactar con los espíritus que han visitado a Marie aquí y en la clínica.”

“Sí, lo siento. Ha sonado gracioso, eso es todo.” Gale respiró hondo y cerró los ojos. “¿Tenemos que cerrar los ojos?”

“Estaría bien. Marie, quiero que recuerdes el estado rítmico en el que estabas cuando meditaste. Me ayudará a traer los espíritus. Es difícil saber cómo se manifestarán, si a través de mí o frente a nosotras.” Miró fijamente a Marie y Gale. “Sea lo que sea que ocurra, debemos permanecer tranquilas y mantener las manos en su lugar. No podemos romper el círculo. Cuando crea que hemos acabado podréis separar las manos y compartir todo aquello que vimos u oímos.”

Cerrando los ojos Myra empezó a respirar profundamente y habló con una voz suave pero imponente. “Ángeles de la Misericordia, que nos guiáis en la oscuridad, cuidadnos ahora que abrimos la puerta a lo desconocido e invitamos a los espíritus a hablar con nosotras. Aseguraos de que no nos extraviamos y protegednos de todo mal hasta que cerremos la puerta y hayamos acabado.” Myra paró un momento y continuó hablando.  “Pedimos hablar con el niño y la mujer que han estado tratando de comunicarse con Marie. ¿Podéis uniros a nosotras?”

Marie permaneció tranquila y sintió que flotaba. “Me encantaría que intentarais explicarme aquello sobre lo que me estáis advirtiendo. ¿Podéis compartirlo con nosotras hoy?”

Myra estaba a punto de hablar, pero paró cuando vio al niño y a la mujer aparecer en el centro del círculo. Marie podía verlos flotar sobre la mesa. El niño habló primero y Marie le oyó hablar pero tenía la sensación de soñar. Myra hizo preguntas que Marie oyó tan sólo a través de sus pensamientos. Finalmente escuchó a Gale entrar en la conversación y preguntar sobre quién estaban avisando a Marie. Comenzó a sentirse cansada y de repente oyó la voz de Myra, alta y clara repitiendo la misma oración protectora que había enunciado al inicio de la sesión y agradeciendo a los espíritus por unirse a ellas.”

Myra les dijo a Marie y a Gale. “Podéis abrir los ojos. Creo que necesitamos escribirlo todo ahora que está fresco en nuestras cabezas.”

Gale cogió el papel y empezó a escribir. “Ha sido la experiencia más increíble de toda mi vida.”

Marie terminó de escribir y dejó el bolígrafo en la mesa. “He perdido la noción del tiempo, ¿cuánto tiempo hemos estado hablando con los espíritus y qué hemos sacado en claro de todo esto?”

Myra dejó el bolígrafo. “Según mi reloj, diría que unos veinticinco minutos.”

“¿Tanto? Uau, no se me hizo tan largo.” Gale bebió lo que le quedaba de margarita.

A medida que Marie leía las notas de Myra y Gale su cara empalidecía. “Oh, dios mío, no me lo puedo creer. Todas escribimos que estoy en peligro y que debemos ayudar a Ellen. ¿Quién es Ellen?”

Myra sujetó la mano de Marie. “No te asustes, querida. A veces estas cosas aparecen de una manera muy confusa. Pero no creo que sea una coincidencia que todas escribiéramos que Ellen está en peligro.”

Gale leyó las notas de Marie y Myra y cerró los ojos. “Esto está empezando a dar un poco demasiado miedo.”