La cabeza y las mejillas de Marie latían fuertemente mientras trataba de abrir los ojos. Se sentía peor que al recuperarse de una resaca de margarita, y no podía recordar bien lo que acababa de pasar. Estaba atada de pies y manos con cinta adhesiva y podía notar el trapo seco en su boca al presionar la lengua contra las comisuras. Sus ojos empezaron a habituarse lentamente a la oscura habitación, y vio recortes de periódicos pegados por toda la pared. La sala olía a tierra y moho y el suelo estaba húmedo. Había una pequeña ventana en la esquina superior de la habitación que proyectaba la sombra de un arbusto, lo que le llevaba a creer que estaba en algún tipo de sótano.
Había muy poca luz, pero cuando consiguió enfocar mejor las paredes, tragó saliva y empezó a llorar, en silencio por causa del trapo. Ahí, mirándola, estaban las imágenes de todas las mujeres que habían sido asesinadas en Sullivan's Island. Intentó apartar la mirada al divisar los vacíos ojos de Tina mirándola fijamente. Marie vio las lágrimas cayendo por la cara de Tina, y recordó la voz que habían oído en la psicofonía que afirmaba que estaba llorando.
Marie oyó abrirse una cerradura y la puerta se abrió lentamente. Entró en pánico y empezó a respirar tan fuerte que casi se atragantó. Cuando el hombre entró en la habitación casi se desmayó de la incredulidad. También vio el arma en su cadera.
“Vaya, hola, Marie, veo que finalmente has despertado. Siento haberte golpeado tan fuerte, pero quería asegurarme de que no forcejearías conmigo.” Empezó a acercarse a ella. “¿No te gusta cómo está la habitación? ¿No ves a nadie conocido? Quiero destacar este artículo en particular, ¿ves? Es sobre ti. Mira tu foto. Estabas tan feliz cuando te graduaste de la escuela veterinaria. Y aquí hay una de ti aceptando tu premio de excelencia del instituto. Oh, veo que te has dado cuenta de las fotos de las mujeres. ¿No están genial? A mí me gusta especialmente la foto de Tina. La verdad es que ella no formaba parte del plan, pero sabía lo mucho que la querías, así que la añadí sólo para ti.”
Marie se pegó a la pared tanto como pudo mientras él se acercaba a ella. Empezó a encogerse contra la esquina y giró la cabeza, lejos de él. ¿Por qué le hacía esto? ¿Qué le había hecho ella? Mientras él se acercaba, se preguntó por qué empezaba a resultarle extrañamente familiar.
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El equipo del SPSI se había reunido en casa de Myra y estaba sentado alrededor de la larga mesa del comedor.
Gale echó un vistazo al reloj. “Myra, ¿puedes llamar de nuevo a Mary? Sabía que nos íbamos a reunir aquí a las once.”
Tim le apretó con dulzura el brazo. “Vendrá, son solo las once y veinte. Puede que esté disfrutando de la compañía de Cory en este momento.”
Mimi soltó una risita y dijo, “No, vi a Cory dirigirse a la ciudad al salir de la farmacia.”
“Bueno, de todos modos no hay por qué preocuparse, tiene protección policial.” Tim besó a Gale en la mejilla y cogió algunos cacahuetes.
Myra colgó el teléfono. “Sigue sin responder, le daremos otros quince minutos y luego quizá uno de nosotros debería ir a su casa. ¿A Dónde decías que iba Cory?”
“No lo sé. Solo le saludé cuando vi que iba hacia la ciudad.” Mimi dio un sorbo a su refresco y masticó ruidosamente unos pretzels.
Antes de que Myra pudiera sentarse, vio un destello de luz e inmediatamente después el niño y la mujer estaban de pie en una esquina, moviendo la boca. “Esperad. No os lo vais a creer.” Mientras Myra seguía mirando fijamente hacia la esquina se sentó lentamente en su silla. “De acuerdo, el niño y la mujer están en aquella esquina. Por favor, calláos todos un momento para que pueda escuchar lo que dicen.”
Gale colocó rápidamente el vaso de vino en la mesa, provocando que unas gotas se desbordaran y aterrizaran en el mantel. “¿Estás de coña? ¿Están aquí, ahora?”
Harry le tapó la boca con la mano rápidamente y le indicó que se callara. “Deja que Myra se concentre.”
El equipo se sentó en completo silencio mientras Myra cerraba los ojos. Después de un rato, Myra volvió a abrirlos y se desplomó en la silla. “Oh, Dios, tan solo oigo partes, pero por lo que he entendido, Marie está en peligro. Creo que el asesino la tiene.”
Gale se levantó de un salto, tirando la silla. “¿En serio? ¿Eso te han dicho? Tim, tenemos que ir a casa de Marie, hay que comprobarlo.” Gale agarró su cartera y la chaqueta de Tim. “Quedáos todos aquí hasta que os llamemos. Si Marie no está en su casa, tenemos que descubrir dónde demonios está.”
Mimi sacó el teléfono de su bolso. “Voy a marcar el 911, creo que deberíamos avisar a alguien.”
Jim puso su mano en el brazo de Mimi. “Espera hasta que Tim y Gale nos llamen. Marie podría estar en su casa y habremos llamado sin motivo.” Jim miró a Tim y le lanzó las llaves de su coche. “Coge mi coche, está bloqueando el paso en la entrada. Llamadnos en cuanto podáis, para decidir nuestro próximo paso.” Jim se estremeció al oír el chillido de los neumáticos en la calzada. “Dios, espero que no me destrocen el coche.”
Mimi le lanzó una mirada asesina. “¿Acaso solo puedes pensar en tu coche?”
“Lo siento, es un reflejo natural cuando lo conduces.” Jim se levantó y se acercó a la ventana. “Myra, si Marie está de verdad en peligro, quizá deberíamos continuar con la sesión. Puede ser que obtengamos más información de ellos.”
Las manos de Myra temblaban cuando levantó el vaso de vino para dar un trago. “Estoy de acuerdo. Sacaremos más en claro con la energía positiva de todos.”
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Gale salió del coche antes incluso de que Tim hubiese frenado por completo. “Gale, tranquila, no tiene ningún sentido que te mates.”
“Me da igual.” Gale subió corriendo las escaleras y abrió la puerta del porche. Estaba en el porche trasero llamando a gritos a Marie antes de que Tim llegase a las escaleras.
Gale salió del dormitorio y se encontró con Tim en la cocina. “No está. Mira, su cartera está tirada en el suelo.” Agarró a Tim de la mano para evitar que cogiese la cartera. “No la toques. Déjala como está. No debemos descolocar nada en caso de que él haya tocado alguna cosa.”
Tim sacó el móvil de la funda del cinturón. “Voy a llamar a Myra y luego a la comisaría. Tenemos que descubrir dónde está Cory y hacer que venga cuanto antes.”
Gale se dejó caer en la silla de la cocina y colocó la cabeza entre las manos. “No me lo puedo creer. Todo lo que nos han dicho los espíritus está pasando. ¿Cómo es posible? Había alguien vigilándola.” De pronto, se le encendió la bombilla y miró a Tim. “Tim, ¿crees que fue alguien del departamento policial?”
Tim colgó el teléfono. “¿Qué? Espera un minuto, Myra va a llamar a la policía para que se dirijan hacia aquí. Quiere que vayamos para hacer todos juntos la sesión. Creen que tenemos que intentar descubrir algo más de la mujer y el niño.” Tim se sentó junto a Gale. “¿Qué dijiste acerca de ser alguien de la policía?”
Gale trató de contener las lágrimas. “Tenía protección oficial mientras Cory no estaba aquí. Si alguien intentó entrar, el detective de guardia debería haberle visto. ¿No recuerdas que el espíritu de Chelsea dijo que era alguien con una posición de autoridad?”
Tim agarró a Gale del hombro. “Vamos, aquí no servimos de nada. Vayamos a casa de Myra. Mientras tanto, llama a Cory al móvil e infórmale de lo que está pasando.”
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Marie entornó los ojos cuando él encendió los brillantes fluorescentes. No podía evitar que las lágrimas le cayeran por las mejillas. Cuando abrió los ojos, vio al otro lado de la habitación un gran poste de hierro forjado con un gancho que sobresalía de la pared. Había una cuerda atada a él, con un lado colgando en el extremo, y bajo ella una silla de madera.
Él se acercó a ella y le quitó el trapo de la boca. “Puedes gritar si quieres, nadie te oirá. Este almacén lleva abandonado años. Si te preguntas si esa cuerda es para ti, estás en lo cierto.”
Marie trató de encontrar una forma de hablar sin ofenderle. “¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Por qué has ahorcado a esas mujeres? John, no lo entiendo.”
John empezó a reír histéricamente, se detuvo de repente y dio un puñetado al escritorio. “¿No lo entiendes? Por supuesto que no. Tú no lo entiendes. No, tú no. La señorita perfecta Marie Barket que siempre tiene las respuestas. No me reconoces, ¿verdad?”
Marie permaneció inmóvil e intentó aparentar calma. “Sé que eres el Teniente John Mullican, de la comisaría de Sullivan's Island. Sé que Cory tiene una muy buena opinión sobre ti y confía en ti.”
John pasó la mano por el escritorio, tirando al suelo todos los papeles y archivos, y gritó a pleno pulmón.”Yo no soy John Mullican. Eres patética.” Se acercó al nudo y empezó a acariciarlo. “¿No te acuerdas, Marie? Fui a ti con lágrimas en los ojos, rogándote que me dijeras dónde estaba mi madre. Que me dijeras lo que le había pasado. Quería que hablases con su espíritu. Quería saber por qué se ahorcó.”
El corazón de Marie dio un vuelco y ella sintió que se le iba a salir del pecho. “¿Davey McGee? ¿Eres Davey McGee? Pero...estás diferente.”
“Pues claro. Me operé la nariz y me teñí el pelo. No habría sido capaz de seguirte durante los últimos veinte años de otro modo, ¿no crees?”
“¿Me has seguido? ¿Cómo?” Marie luchó por tomar aliento y se encogió cuando él se le acercó.
“Sí, te he seguido. Empecé a hacerlo el día después de graduarme. Te seguí mientras ibas a la Escuela Veterinaria de la Universidad de Cornell. Eras tan pretenciosa y arrogante.” John se acercó a uno de los artículos de la pared. “Recorté este artículo de cuando recibiste el premio humanitario del Periódico Ithaca. Tiene gracia, premio humanitario. ¿Dónde estuvo tu humanidad conmigo? Me dijiste que mi madre se ahorcó porque mi padre le pegaba.”
Marie se sobresaltó ante sus gritos. “Te dije que podía estar equivocada. No estaba completamente segura de mi habilidad en aquel entonces.”
“Habilidad, ¿eh? ¿Qué habilidad? Tan solo escuchabas los rumores. Bien, pues descubrí la verdad. Le pregunté a mi débil y borracho padre por qué mi madre se había ahorcado. ¿Y sabes lo que dijo?” John giró la cara hacia ella. “Dijo que la había pillado con otro hombre, y que por eso la había pegado. Sí, así es, no sabías eso, ¿verdad? Sí, una noche volvió a casa temprano del trabajo y la pilló abierta de piernas con otro hombre de su oficina. Así que le dio una paliza al tío y una lección a mi madre.”
Marie empezó a tiritar por la humedad del suelo. “Davey, lo siento mucho, tan solo sabía lo que tu madre me dijo. No sabía toda la historia.”
“No me llames Davey. Mi madre solía llamarme así.” se acercó a Marie y se agachó de modo que su rostro quedara a solo unos centímetros del de ella. “Ahora, yo te voy a dar una lección por mentirme. Mi madre era una puta y se merecía ser golpeada por engañar a mi padre.” John la cogió del brazo levantándola del suelo, y la apoyó en la pared. “Creo que ya hemos hablado suficiente, ¿no crees? Es hora de que sepas cómo se siente al tener una cuerda apretándose alrededor de tu cuello. Voy a disfrutar viendo cómo se te salen los ojos y la lengua.”
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Gale y Tim volvieron a la casa de Myra y vieron al equipo encendiendo velas y preparándose para la sesión. Gale colgó el teléfono y lo volvió a meter en el bolso. “Cory sigue sin responder. ¿Dónde puede estar? Le he dejado dos mensajes.”
Tim tomó la cara de Gale entre sus manos y le besó la frente. “Todo va a salir bien. Vamos a encontrarla. Tienes que tener fe, ¿de acuerdo?”
“Sí, lo sé, lo intento. Pero Tim, es mi mejor amiga, es como mi hermana.”
“Lo sé.” Tim la siguió hacia el dormitorio y se sentó junto a Jim. “¿Qué entendió exactamente Myra de los espíritus?”
“Que Marie está en peligro y que el asesino la tiene.” Jim movió una de las velas al centro de la mesa.
“De acuerdo todo el mundo, ahora que estamos todos; aseguráos de tener los móviles apagados para que no haya interrupciones.” Myra acercó la silla a la mesa. “Por favor, poned las manos extendidas sobre la mesa tocándoos con los meñiques.”
Gale apretó la mano de Myra antes de estirarla. “Myra, tienes que conseguir que nos digan dónde está. No podemos dejar que esté cabrón le toque un pelo.”
Myra sonrió. “Lo sé, querida, lo conseguiremos. Lo prometo.”
Antes de que Myra pudiese decir la oración de protección la puerta se abrió y Cory entró como un rayo en la habitación. “¿Qué cojones está pasando? Gale, acabo de recibir tu mensaje para que viniese. ¿Qué dices de que Marie no está y de que el asesino la tiene? Vi al Sargento McDowell llegar cuando dejé su casa esta mañana.”
“¿El Sargento McDowell? Entonces la tiene él.” Gale vio la mirada confusa de Cory. “¿No te acuerdas de que el espíritu de Chelsea nos dijo que el asesino era una autoridad?”
Cory empezó a pasear por la sala. “Espera. Espera un minuto. Rebobinemos. ¿Qué pruebas tenéis de que el asesino tiene a Marie?”
Myra respondió, “El niño y la mujer vinieron hace unos cuarenta y cinco minutos y me dijeron que estaba en peligro, y que el asesino la tiene. Vamos a hacer una sesión para ver si conseguimos más información acerca de dónde está.”
Cory dejó de pasear y miró a Myra. “Los espíritus te dijeron que está en peligro. ¿Ha ido alguien a su casa o llamado a la policía?”
Gale se levantó. “Sí, Tim y yo hemos ido y parece que ha habido un forcejeo porque el bolso de Marie está en el suelo y el contenido esparcido por toda la habitación. Y sí, hemos llamado a la policía y probablemente estén yendo hacia allí ahora mismo.”
Cory empezó a dirigirse a la puerta. “Entonces, tengo que estar allí, no aquí escuchando a espíritus.”
“Oye, no empieces a actuar como si fuesemos un puñado de lunáticos y como si esto no fuese útil para ayudarnos a descubrir dónde está Marie.” Gale se acercó a Cory y le miró directamente a los ojos. “Has estado siguiendo esto con nosotros desde el principio. Sé que eras un poco escéptico, pero le dijiste a Marie que creías en ella y en su habilidad. ¿Te vas a quedar aquí parado y negarlo? Tú mismo dijiste que necesitábamos alguna prueba, ya fuera paranormal o no.”
Cory suspiró y se pasó las manos por el pelo. “Tienes razón, lo siento. Solo estaba tratando de asimilarlo todo. Escucha, necesito ir a casa de Marie y ver si han encontrado algo. También necesito descubrir dónde está McDowell y si ha transmitido algo por radio que pueda ser sospechoso. En cuanto encuentre algo volveré y me uniré a vosotros.” Caminó hacia Gale y le apoyó suavemente la mano en el hombro. “Si descubrís algo quiero saberlo de inmediato. Siento mi reacción anterior, de verdad creo en Marie y en su habilidad.”
Gale sonrió y colocó la mano sobre la suya. “Entonces vete de aquí e intenta resolver algo.”
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Marie trató de zafarse de sus apretadas ataduras. Mientras él la acercaba a la soga, pudo divisar algunas fotografías de mujeres a las que no reconoció. “¿Quiénes son esas mujeres? No las reconozco.” Tenía la esperanza de retrasarle. “También hay una foto de un hombre. ¿Quién es esa gente?”
“No te preocupes, dentro de poco estarás con ellos. Tan solo se pusieron en mi camino.” Señaló la fotografía del hombre. “Era doctor en Mt. Pleasant. Estuvo haciéndome un montón de estúpidas preguntas cuando necesité antibióticos para el brazo. Christy me mordió, era una pequeña luchadora. ¿Es eso lo que tú vas a ser, Marie, una pequeña luchadora?”
“Davey, quiero decir, John. Nunca pretendí hacerte enfadar cuando me pediste que hablara con tu madre. Tan solo tenía doce años. No había aprendido a controlar mi habilidad. Aún estoy aprendiendo a hacerlo.”
“Cállate. No quiero oír nada más de tu supuesta habilidad. Ahora, deja que te ayude a subir a la silla para que pueda prepararte para el viaje.” Empujó a Marie hacia la silla e hizo que se sentara. “Necesito mi cámara para hacerte unas fotos para la colección.”
Marie se reclinó en la silla, vio un rápido destello y divisó al niño y a la mujer de pie en la esquina. Inmediatamente intentó concentrarse en lo que decían, pero tan solo pudo entender las palabras ayuda y sesión. Cuando se dio cuenta de lo que significaban intentó descubrir dónde estaba. “¿Qué es este edificio?”
“Si tanto te interesa, estamos en el astillero de la marina de Charleston. Me gusta venir aquí y reflexionar.”
Los espíritus desaparecieron y Marie esperaba que pudieran informar al equipo durante la sesión. Sabía que estaban uniendo todas sus fuerzas para ayudarla. “¿Qué le pasó a tu padre? ¿Sigue vivo?”
“¿Mi padre? No, claro que no, está muerto.” Se acercó a Marie y cortó la cinta de sus pies. “Le maté.”
Marie le miró conmocionada. “¿Le mataste? ¿Por qué cojones le mataste?”
“Porque pegó a mi madre y provocó su suicidio. ¿Por qué sino habría de matarle? Ya basta de hablar de mis padres. Por favor, ponte de pie en la silla mientras coloco el lazo alrededor de tu cuello. Ten cuidado de no resbalar.” Echó a reír mientras cogía el lazo.
Marie intentó escapar, pero él le colocó el lazo alrededor del cuello y apretó el nudo. “¿Qué tienen que ver todas esas mujeres conmigo?” Esperaba seguir hablando con él para ganar tiempo.
“Nada, tan solo quería coger práctica hasta llegar a quien verdaderamente importa.” Se acercó a la cámara y colocó el temporizador. “He pensado que estaría bien hacerme unas cuantas fotos contigo, ¿qué te parece? Tengo tantas fotos separados...”
Marie se quedó inmóvil mientras él se acercaba a ella y la cámara disparaba. “¿Cómo te convertiste en oficial de policía?”
“Fui a la academia de policía mientras tú estabas en la escuela veterinaria. Me gradué un año antes que tú, así que tuve que esperar hasta saber dónde ibas a trabajar. Aprendí tanto allí. Sabía exactamente cómo evitar ser descubierto.” Empezó a reír y paró la cámara. “Vale, es suficiente. Ya basta de hablar y explicártelo todo. Es hora de que te encuentres con tu destino.”
“Espera un momento. Sigo sin entender por qué sientes la necesidad de matarme. No tuve la culpa de lo que le pasó a tus padres.”
Se colocó junto a Marie y la miró a los ojos. “¿No lo ves? Te amaba. Siempre te he amado. Pero el día en que me mentiste sobre mi madre todo eso acabó. Así que no tenía otra opción que vengarme.”
Marie le vio moverse y antes de poder hacerle otra pregunta notó que la silla se desplazaba debajo suya y, de pronto, todo se volvió negro. Sintió que se balanceaba y pensó que estaba flotando. La oscuridad se convirtió en luz, y vio a la mujer y al niño de pie frente a ella, tendiéndole la mano.