Quince

Marie estaba convencida de que se acostumbraría a despertar junto a Cory en su día a día. Observó cómo su pecha subía y bajaba, y escuchó el latido de su corazón en su oído. Esta era la primera vez que se sentía segura en mucho tiempo. La investigación en la Plantación Boone Hall había estado llena de fenómenos paranormales. No volvieron a encontrar los espíritus del niño y de la mujer, pero tuvieron una noche repleta de acontecimientos, tratando con el espíritu oscuro que insistía en que abandonaran Boone Hall.

Marie notó que Cory se estiraba y alzó la vista para encontrar su mirada. “¿Cuándo te has despertado? Pensé que estabas durmiendo.”

Cory sonrió y le tocó la nariz. “Solo llevo despierto unos minutos. Parecías perdida en tus pensamientos. ¿Estabas pensando en nosotros?”

“Oh, sí, claro. Eso es justo lo que estaba pensando.” Trató de escapar de las cosquillas de Cory y casi se cayó de la cama. “Para, sabes que tengo muchas cosquillas.”

Cory la sujetó y la atrajo hacia él. “Por eso lo hago. Así que, si no estabas pensando en nosotros, ¿en qué pensabas?”

Marie tomó aliento y se apoyó en los codos. “No puedo negar que he pensado en nosotros, pero estaba más concentrada en la investigación. Ese lugar estaba lleno de actividad paranormal. Pensé que te ibas a desmayar cuando te agarraron de la manga.”

Cory sacudió la cabeza. “Estuvo demasiado cerca de mí. Hubo muchísimas experiencias personales. Tan solo puedo imaginar lo que pillasteis en las cámaras y en las grabadoras. ¿Cuándo vais a revisarlo todo?”

“Probablemente a lo largo de la semana, aunque estoy bastante segura de que Harry querrá revisarlo lo más pronto posible. Estaba bastante intrigado con nuestro amigo demonio.” Marie giró sobre su espalda. “Se ofreció a volver y exorcizar la casa para Stacy.”

“¿Qué dijo Stacy?”

“No se preocupó demasiado. Nunca han tenido ninguna experiencia negativa, así que no sé qué hará. Myra dijo que es posible que se manifestara porque estábamos entrometiéndonos. Después de todo, no tenemos ningún derecho a aparecer e intentar cambiar las cosas.” Marie oyó el teléfono de Cory vibrando y se estiró para alcanzarlo. “Alguien está intentando contactarte.”

Cory cogió el móvil y respondió. “Sí, John, ¿qué pasa? Tenemos una coordinación impecable.” Cory puso los ojos en blanco, pero su expresión cambió de pronto y se levantó rápidamente, casi tirando a Marie de la cama. “Ya veo, ¿en el centro de visitantes? Estaré allí en cinco minutos.” Cerró el teléfono y agarró la camiseta. “No quiero que te asustes, pero ha habido otro asesinato. La han encontrado colgando sobre la barandilla del centro de visitantes de Fort Moultrie.”

Marie saltó de la cama y empezó a ponerse los pantalones. “¿Quién es?” Cory no respondió, y ella le paró evitando que se abrochara los pantalones. “Cory, ¿a quién han asesinado?”

La cara de Cory era inexpresiva, sujetó a Marie de los hombros y la sentó en la cama. “Marie, es Tina.”

Marie no pestañeó mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. “¿Mi Tina? ¿Tina Johnson? No, no puede ser, ¿cómo es posible?” Marie se apartó y empezó a andar mecánicamente por el dormitorio. “No, no es posible. No tiene sentido. Las pistas apuntaban en otra dirección. Tina no tiene tatuajes. Tenía miedo a las agujas. No es rubia natural.” Cuando finalmente fue consciente de lo que había pasado, se sentó en la cama y se  echó a llorar.

Cory se sentó junto a ella y apoyó su cabeza en su pecho. “Lo siento mucho. Sé que era como una hermana pequeña para ti.”

“No consigo entenderlo. Parece que quienquiera que esté haciendo esto lo ha convertido en algo personal hacia mí.” Se levantó de la cama. “Cory, tengo que ir contigo. No puedo quedarme aquí parada. Tenemos que descubrir lo que esto significa. Tina no encaja en el perfil de las tres últimas mujeres. Ni siquiera tenía su edad, tan solo era una niña.”

Cory se acercó a Marie y le limpió las lágrimas con el pulgar. “Normalmente no llevo a nadie a las escenas del crimen, pero por ser tú haré una excepción. Yo tampoco entiendo nada de esto, pero voy a revisar de nuevo todas las pistas que tenemos y añadirlas a lo que encontremos hoy, vamos a pillar a este demente. Aunque me lleve veinticuatro horas cada día, vamos a encontrarle y a meterle entre rejas. Te lo prometo.” Le besó la frente.  “Pero también he de insistir en la protección policial. No admitiré un ‘no’ por respuesta. Es evidente que la visita que recibiste de los mismos espíritus anoche encaja de nuevo con otro asesinato.”

Marie cogió un pañuelo y se sonó la nariz. “No entiendo por qué no volvieron. No hay duda de que Myra y yo sentimos su miedo. ¿Crees que el asesinato tuvo lugar en ese mismo momento?”

Cory suspiró y le acarició el cabello. “No lo sabré hasta que no recibamos la hora de fallecimiento del forense.” Terminó de vestirse y se ató los zapatos. “Escucha, si vienes conmigo, tenemos que irnos ya. Le dije a John que estaría allí en cinco minutos. ¿Estás segura de que quieres venir?”

El labio de Marie temblaba. “Tengo que hacerlo. Soy, en cierto modo, responsable. Alguien va a tener que decírselo a sus padres. ¿Te importaría acompañarme?”

“En absoluto, puede que sea yo quien necesite tu apoyo para ello. Esa nunca ha sido mi parte favorita del trabajo.” Cory ayudó a Marie a encontrar sus zapatos y se dirigieron hacia el coche.

Llegaron al centro de visitantes y Marie esperó en el coche a que Cory comprobase que el terreno estaba despejado para entrar. No conseguía entender quién sería capaz de hacer algo así y por qué estaba relacionado con ella. Las otras mujeres solo eran conocidas de la clínica. Sabía más sobre sus animales que sobre ellas. ¿Qué había hecho ella para enfadar a alguien tanto como para matar? ¿Creía realmente en las advertencias de los espíritus? Empezaba a pensar que estaba perdiendo la cabeza.

Abrió la puerta del coche y se encontró con Tim y Gale. “Hey, ¿qué hacéis aquí?”

Gale la abrazó. “Nos enteramos y vinimos. Marie, lo siento mucho. Sé que te preocupabas por Tina.”

“Sí, gracias. Estaba a punto de entrar. Cory quería que esperara hasta que saliera a avisarme, pero no puedo quedarme aquí sentada más tiempo.”

Tim se metió las manos en los bolsillos. “¿Estás segura de que quieres hacer esto? No es una bonita vista.”

Marie se frotó los ojos, respiró hondo por la nariz y lo soltó por la boca. “Tengo que hacerlo.”

Tim suspiró. “¿Crees que tiene algo que ver con lo que te dijeron anoche los espíritus?”

“Ahora sí. Al principio creía que estaba leyendo demasiado, pero ya son demasiadas coincidencias.”  Marie tuvo un escalofrío y se frotó los brazos. “¿Te importaría llevarme a donde está Cory? No creo que me dejen entrar sola.”

Tim respondió, “Claro.” Se dirigió a Gale. “¿Tú también quieres entrar o prefieres esperar aquí?”

Gale pasó el brazo por los hombros de Marie. “No me apetece ver una mujer ahorcada, pero quiero estar con Marie. Anoche dijimos que estaríamos todos juntos, y que nos ayudaríamos. Así que, allá vamos.”

Tim las guió a través de la multitud y bajo la escena del crimen, hacia el interior del centro de visitantes. Se abrieron camino entre la policía y el equipo forense hasta el centro del museo y la vieron tumbada en el suelo, con los ojos vidriosos mirando hacia el techo...era Tina Johnson. Parecía incluso más joven de diecinueve años.

Gale miró en otra dirección mientras Marie miraba petrificada el cuerpo sin vida de tina. “Es ella. Tenía la esperanza de que hubiesen cometido un error. Pero es ella, es Tina.”

Cory vio a Marie y se acercó a ella. “Marie, te dije que me esperaras en el coche hasta que saliera a por ti. No quería que la vieses hasta que la hubiesen preparado para llevarla a la morgue.”

“Lo siento, pero no podía esperar más.” Marie finalmente apartó la mirada de Tina para hundirla en los ojos de Cory. “¿Cuál fue la hora de la muerte?”

Cory cerró los ojos, sacudió la cabeza y tomó la mano de Marie. “Parece que lleva muerta unas diez horas, por lo que la hora de la muerte debió ser las once de la noche.”

Marie alzó las cejas y apartó la mano. “Lo que significa que fue ahorcada mientras los espíritus se comunicaban conmigo anoche. Estaban tratando de advertirme porque sabían que iba a ser asesinada. Debí haberles escuchado. Debía haber hecho algo entonces. ¿Por qué no escuché? Si lo hubiese hecho, podría haberla salvado.” Intentó controlar los sollozos y se sintió mareada. Caminaba de un lado a otro cuando empezó a sentir un hormigueo en los dedos. “Cory, ¿por qué no dejaste que me fuese y tratase de ayudarla?”

Gale agarró a Marie del codo con una mano y colocó la otra en su espalda. “Marie, estás sudando y estás pálida como un fantasma. Ven y siéntate en las escaleras.” Guió a Marie hacia las escaleras que llevaban al segundo piso, donde Tina había sido colgada del balcón, y la ayudó a sentarse. “Pon la cabeza entre la rodillas y respira lentamente por la nariz. Sabes que lo que estás diciendo es ridículo. Era imposible que tú, o cualquiera de nosotros, supieses que esto iba a pasar cuando el niño y la mujer te hablaron anoche. Estás intentando cargar con la culpa, y tú no tienes nada que ver.”

Marie levantó la cabeza con aspecto menos mareado. “Es mi culpa. Todo esto es mi culpa. Alguien quiso llamar mi atención matando a Tina. El espíritu de Chelsea dijo que yo era la siguiente víctima, y que estaba en peligro. No conocía a ninguna de las otras mujeres, así que obviamente este psicópata necesitaba matar a Tina.”

Tim le alcanzó a Marie un vaso de agua y se sentó al lado de Gale. “Marie, respira hondo y piensa en lo que estás diciendo. Es imposible culparte por esto. Quienquiera que haya hecho estos asesinatos es un lunático. Los lunáticos no necesitan un motivo para matar o a quién matar. No había forma de que conectases todos los puntos para salvar a Tina.”

Cory le entregó un pañuelo a Marie. “Tim tiene razón, Marie, y yo no debí haberte dejado entrar aquí, ella era  demasiado próxima a ti.” Miró a Gale y a Tim. “¿Podéis llevarla a casa, por favor? No quiero que esté sola. Tengo que terminar aquí y dirigirme a la morgue con Sue. Voy a encargarme de que John vigile personalmente tu puerta hasta que yo pueda ir.”

Marie estaba demasiado exhausta para discutir. “Vale, necesito tumbarme. Pero quiero estar delante cuando hables con Mike y Joan Johnson. Tengo que estar.”

“Está bien. Iré a por ti cuando estemos listos para contactarles.” Cory ayudó a Marie a levantarse y la besó suavemente en la mejilla. “Quiero que dejes de culparte. Iré más tarde para relevar a John.”

Gale preguntó, “¿Eso significa que te quedarás a dormir de nuevo?”

Cory sonrió y asintió con la cabeza. “Es mi deber. Soy el jefe de policía, después de todo, y tengo que mantener a los ciudadanos de Sullivan’s Island a salvo.”

Gale rió y golpeó el brazo de Cory. “Sí, lo que tú digas, todos sabemos que te gusta hacer la danza del amor con mi mejor amiga.”

Marie no pudo evitar sonreír y abrazó a Cory. “Gracias por todo, te veo luego.”

“Claro, ve a casa e intenta descansar. Han sido quince horas muy largas.”

Tim y Gale escoltaron a Marie hacia la salida y de camino a su casa. Poco después de llegar vieron al teniente John Mullican aparcando el coche patrulla al final de la carretera. Marie fue a tomar una taza de café, pero al final decidió no hacerlo. No tenía ganas de socializar y decidió tumbarse.

Gale miró por la ventana de la cocina y cerró la cortina. “Es tan raro tener protección policial.”

“Conozco esa sensación.” Tim se sirvió café y añadió una gran cucharada de azúcar a la taza.

Gale echó un vistazo a Marie mientras dormía en el sofá del salón y se sentó junto a Tim en la cocina. “Marie dijo que Cory no obtuvo una respuesta muy positiva de algunos de sus detectives en relación al tema de la comunicación paranormal. Imagino que se rieron de ello.”

Tim acarició suavemente la mano de Gale. “Escucha, no creer en lo paranormal no les hace malas personas. Creo que somos una minoría. Además, Cory confía en ellos lo suficiente como para encargarles proteger a Marie, y he oído que son buenos detectives.”

“Sí, supongo. Yo era así hasta que mi madre se me apareció en sueños después de morir. Desde entonces siento que tengo un ángel de la guarda cuidando de mí. Aunque no sea cierto, me gusta pensar que es así.”

Tim cogió un plátano del cuenco de la mesa y lo volvió a colocar. “¿Tiene algo de comer que no sea sano?”

Marie entró en la cocina asustándoles. “Lo siento, y no, no tengo nada que no sea sano, pero puedo hacerte una tortilla si quieres.”

Tim sacudió la cabeza. “No, está bien, me quedo con el plátano. Además, deberías estar descansando.”

“No puedo, Cory ha llamado. Dice que va a pedir a los Johnson que vayan a la morgue a identificar a Tina. Tengo que estar allí. ¿Os importaría venir conmigo? Necesito apoyo moral.” Marie se sirvió una taza de café y sacó la leche en polvo de la nevera.

Gale le robó a Tim un trozo de plátano e ignoró su mirada asesina. “Claro, sabes que sí. ¿Quieres que llame a Myra?”

“No, tiene que descansar. No se recupera tan rápido como nosotros después de una larga noche investigando. La llamaré más tarde. Voy a darme una ducha rápida.”

“Nosotros ya nos la dimos, espero que no te importe.” Gale miró a Tim y rió disimuladamente.

“No quiero ni saberlo mientras hayáis desinfectado mi ducha.” Marie salió por el pasillo y cerró la puerta del baño.”

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Marie decidió no vestir de negro, especialmente en un día tan caluroso. Sabía que era la representación del luto, pero en su mente tan sólo lo hacía todo más deprimente. La masa de afectados se apiñaba como una enorme y negra nube bajo los rayos del sol. Marie se sentó entre Gale y Cory y se sorprendió de ver a toda la familia y amigos de Tina apelotonados bajo la carpa  para evitar quemarse.

El ministro habló acerca de la jovial personalidad de Tina y de su amor por la vida y por los animales. Mencionó sus planes de convertirse en veterinaria, sobre los cuales Marie no sabía nada. Era una sensación horrible, oír historias sobre Tina y preguntarse cómo nunca las había oído. Le hizo darse cuenta de que realmente no conocía a la verdadera Tina y se deprimió aún más.

Intentó concentrarse en la ceremonia pero su mente se dejaba llevar de nuevo al día en que joan Johnson identificó el cuerpo de Tina en la morgue y se colapsó sobre sus rodillas, abrazando la pierna de su marido mientras gritaba y lloraba, preguntando por qué Dios se había llevado a su bebé. Marie sintió que su corazón murió un poco aquel día, y juró que se encargaría de que el hombre que había atado la cuerda alrededor del cuello de Tine lo pagaría caro.

Marie escuchó al ministro y a la multitud diciendo Amén, trayéndola de nuevo al presente. Cogió la mano de Gale y la apretó. “¿Vas a volver a la Iglesia para la merienda? No sé si seré capaz de comer algo.”

“Estaba pensando lo mismo. ¿Por qué no le damos el pésame a los Johnson ahora, avisamos al resto del equipo y vamos a tu casa? Podríamos tratar del análisis de Boone Hall. Necesito distraerme.”

Marie asintió. “Sí, parece un plan mejor. A mí también me vendría bien distraerme.”

“Bien, iré a decírselo a Tim. Nos vemos en unos minutos.” Gale se puso las gafas de sol y se dirigió hacia Tim y el resto del equipo del SPSI.

Marie miró a Cory. “¿Quieres venir?”

“Iré más tarde, aún tengo algún papeleo que terminar. ¿Estarás bien?” Cory le cogió fuerte de la mano.

“Estoy bien, sabiendo que estás a mi lado.” Se acercó a él y le besó en la mejilla. “Te veo en mi casa.”

“Allí estaré.”

Marie se alejó hacia donde estaba Joan Johnson, la abrazó y le susurró al oído. “Siento mucho su pérdida. La voy a echar de menos.”

Joan apretó a Marie. “Gracias, Marie. Le encantaba trabajar para ti.”

Los miembros del equipo se fueron a cambiarse a sus respectivas casas, y habiendo decidido encontrarse en una hora en el garaje de Marie para revisar el análisis de Boone Hall. Todos tenían ahora un propósito más profundo que nunca para encontrar algo que ayudase a atrapar al asesino en serie. Se había convertido en algo personal para todos. Más aún para Marie, que ahora realmente creía que su vida estaba en peligro.