Ocho

––––––––

Cory releyó el informe forense con una profunda tristeza por Christy Lang. Siempre le sorprendió lo clínicos que eran los informes cuando describían de forma tan gráfico una destrucción tan horrible del cuerpo. El otro archivo describía dónde creció y todos los logros que había alcanzado en sus treinta y un años de vida. Leer los detalles de su vida le produjo rabia y determinación para encontrar a quien le hizo esto a ella y a Chelsea. Ya le habían advertido en el pasado acerca de tomarse los casos tan a pecho, pero este estaba en su territorio y no descansaría hasta que encontraran al maníaco.

Escuchó la puerta exterior de la oficina y vio a John entrar con una taza de café. “¿Cómo es posible, John, que seas capaz de leerme la mente?”

John se encogió de hombros y dejó el café en el escritorio de Cory. “Supongo que se ha convertido en un hábito. ¿Es ese el informe sobre Christy Lang?”

Cory se reclinó en la silla y le quitó la tapa a la taza de Styrofoam. “Sí, sé que es necesario tener tanto detalle, pero a veces se hace bastante difícil leerlos. Sue está casi segura de que ambas chicas están conectadas y de que es el mismo culpable. Parece que tenemos un asesino en serie en nuestra isla.”

John bebió un trago de café y cogió el informe. “¿Qué tipo de demente podría divertirse colgando a una hermosa mujer de un modo tan enfermo?”

Cory apoyó la cabeza en el respaldo de la silla. “No losé, pero Sue dice que no hay duda de que fue planeado y muy bien calculado. El demente sabía lo que estaba haciendo. Hay algunas regularidades con respecto a las mujeres. Ambas tienen la misma edad, con pelo largo y rubio. Estaban físicamente en forma y tenían tatuajes en la cintura. Ambas tenían una carrera exitosa. Chelsea estaba empezando la suya, y Christy era enfermera en el hospital Kindren, en Charleston. Y parece que las fibras encontradas en el cuello de Chelsea coinciden con el tipo de cuerda usado para estrangular a Christy.”

John miró las fotos y las colocó boca abajo. “¿Vas a pedir ayuda al SPSI en la investigación?”

Cory se irguió en la silla. “¿Por qué demonios haría eso?”

“Bueno, hay rumores de que han investigado la biblioteca municipal Poe y grabado algunas psicofonías interesantes.”

“Sí, lo sé. Desayuné en casa ed Marie esta mañana y Gale Winters me habló de ello.” Cory dio otro sorbo al café. “¿Tú no crees en esas cosas, no?”

John rió y dijo, “No, no creo, pero hay un montón de gente que sí. ¿Qué piensas acerca de que Marie sea parte del SPSI?”

“No estoy seguro. Me ha dicho que tiene la habilidad de ver y hablar con espíritus.”

John levantó las cejas. “¿En serio? Interesante. ¿La crees?”

Cory cerró el archivo de Christy Lang. “Digamos que es un poco pronto en la relación para creer algo.”

John soltó una risita y se sentó en el escritorio. “Entiendo. ¿Qué tal van las cosas en ese frente?”

“Van bien. La llamaré más tarde para ver si quiere ir a Carolina Days conmigo, en Fort Moultrie.” Cory empezó a organizar los archivos de la mesa. “Creo que pueden gustarle algunas de las exposiciones médicas del siglo dieciocho, y los conciertos al vivo.”

“Oye, sí, suena como una cita segura.”

“¿A qué te refieres?”

“Bueno, habrá suficientes distracciones y un montón de gente, así que no os meteréis en conversaciones serias. Ya sabes, para conoceros un poco mejor.” John vio la mirada asesina de Cory. “No hay nada mala con una cita segura. Yo creo en ellas.”

Cory dio un último sorbo al café y lo lanzó a la papelera de John. “¿Ah, sí? ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una cita real?”

“Touché, y perdona si he tocado un tema sensible, jefe.” John cogió el archivo y continuó leyendo el informe forense. “Oye, aquí dice que puede que haya algo de ADN entre los dientes de Christy.”

“Sí, estoy esperando a que Sue me dé más información sobre eso.” Cory agarró el abrigo y la gorra. “Bueno, voy a ver si consigo dormir algo. No quiero llamadas a menos que sea por el análisis de ADN. Luego hablamos.”

“Sí, me aseguraré de molestarte. Ya dormirás luego.” John notó la mirada de Cory y decidió fingir que estaba muy ocupado con el papeleo.

––––––––

Marie aún estaba nerviosa a causa de la meditación y decidió refrescarse dando unos largos en su piscina cubierta. La mejor decisión que había tomado en la vida fue crear una combinación de spa y solárium en el espacio añadido al lado de su casa.

Cogió la toalla y entró en la sala. Había sido idea de Gale poner grandes ventanales que fuesen del techo al suelo, permitiendo entrar enormes cantidades de luz que rebotaban en el agua creando una danza caleidoscópica en las paredes. El suelo estaba recubierto de baldosas de cerámica color marrón canela, que rodeaban la piscina. Llenó la habitación con altas plantas y árboles de Carolina del Sur, y nunca se cansaba de disfrutar de la belleza exterior desde dentro. Los ventiladores del techo se encargaban de mantener el aire en circulación, creando un efecto de bosque lluvioso que a veces le hacía sentir que estaba nadando en una jungla. En la esquina había un pequeño Jacuzzi que siempre le relajaba los músculos tras un largo día en el quirófano.

Mientras se lanzaba a hacer su largo final divisó una rápida sombra que hizo que tragara una gran cantidad de agua y empezara a toser. Cuando consiguió parar y tomar aliento, el mismo niño de siempre estaba de pie frente a ella. Trató de concentrarse para asegurarse de que oía sus palabras claramente.

“Hola de nuevo, tienes que parar de asustarme cuando estoy haciendo cosas.” Nadó hacia un lado de la piscina y se apoyó en el bordillo. “¿Puedes por favor repetir aquello que me dijiste antes sobre un asesino en serie?”

El niño se deslizó lentamente hacia donde ella estaba, se paró y se reclinó sobre el borde del agua. “Debes ayudarla.”

Marie enmudeció y sintió una corriente de aire frío subiendo por su espina dorsal. “¿Ayudar a quién? No entiendo a quién tengo que ayudar. ¿Puedes darme un nombre?”

“Por favor, sálvala.” El niño se desvanecía y su voz sonaba como una radio no sintonizada.

Marie preguntó de nuevo, “¿Salvar a quién? Tienes que darme más información. No consigo concentrarme. Te estás desvaneciendo y tus palabras no son claras.”

“Marie, ¿con quién hablas?” Cory estaba allí parado mirándola fijamente con la mano descansando en el pistola de guardia.

Marie saltó y se deslizó hacia la pared de la piscina. “¿Qué haces aquí? Me has dado un susto de muerte. ¿Cómo has entrado?” Le encantaba lo guapo que estaba con unos simples vaqueros, camiseta y cazadora.

Cory se calmó y se acercó a ella. “Intenté llamarte a casa y al móvil. Como no respondías decidí venir. Vi tu coche así que me imaginé que estarías en casa. Te oía hablando pero como no oías mis golpes en la puerta rompí la puerta del porche.”

“¿La rompiste? Cory, era una puerta nueva. ¿Cómo la has dejado?”

Cory se estiró el cuello de la camiseta y se quitó la chaqueta. “Dios, esto es una sauna. ¿Cómo aguantas este calor?”

Marie salió de la piscina, agarró una toalla y empezó a secarse la cara. “Dentro del agua se está bastante bien. Estás cambiando de tema.”

“Lo siento, no hay muchos daños. No tenías el cerrojo puesto, lo cual tienes que empezar a hacer, por cierto. Reemplazaré el marco de la puerta con gusto.” Encontró un taburete de mimbre y se sentó.

“¿El marco de la puerta?” Marie estaba abandonando la sala cuando sintió la mano de Cory en el brazo.

“Marie, la puerta está bien, yo me encargaré. ¿Me puedes explicar con quién hablabas?” Cory continuó sin apartar la mano y la guió hasta el taburete situado a su lado.

Marie se sentó y respiró hondo. “Vale, bueno, como te dije, puedo ver y oír espíritus. Estuve en casa de Myra y ella me ha ayudado a meditar y me ha enseñado a concentrarme mejor.” Vio que él estaba escuchando atentamente y continuó, “nos han dado información muy interesante que no le hemos contado a nadie.”

“¿Quién os ha dado esa información?”

“Mira, me muero de hambre. Me iba a preparar una ensalada César con pollo.” Se levantó y le tendió la mano. “¿Por qué no te me unes y te lo explico todo con un poco de ensalada y pan de ajo delante?”

Él sonrió, le dio la mano y la siguió hasta la cocina. “Claro, creo que podré soportar una ensalada.”

“¿No te gustan las ensaladas?” Notó cómo la miraba con el bañador y se envolvió rápidamente en la toalla. “Apuesto a que esta te va a encantar.”

Abrió la nevera y sacó la lechuga, las tiras de pollo, zumo de limón, ajo, mostaza y queso parmesano. “Cory, acércame por favor el aceite de oliva que hay encima de ese armario y la caja de anchoas que debería estar al lado.”

“¿Anchoas? ¿Por qué anchoas?” Hizo una mueca de obvio desagrado hacia el pequeño pez de agua salada.

Marie se encogió de hombros y dijo, “Porque no es una verdadera ensalada César sin anchoas. No tienes que comértelas si no quieres, pero le dan un sabor maravilloso.”

Cory la observó preparar la ensalada proporcionándole una ayuda mínima, y Marie le contó toda la experiencia con Myra y la meditación, pero decidió dejar al margen los detalles sobre el asesino en serie. Aderezó la ensalada y colocó una cantidad razonable para cada uno en grandes ensaladeras que colocó en salvamanteles de bambú sobre la mesa del comedor.

Cory probó un bocado y sonrió. “Hey, está bueno.”

“Te lo dije.” Marie dio un sorbo de té helado y decidió continuar con los detalles de la conversación que había tenido con los espíritus. “Cory, voy a decirte algo y espero que no pienses que estoy loca y huyas. Pero también debo decir que, si lo haces, no creo que debiésemos continuar con lo que quiera que sea esto. Yo soy como soy, y he pasado los últimos dieciocho años de mi vida negándolo. No voy a seguir haciéndolo.”

Cory se recostó en la silla. “No voy a ir a ningún lado. Soy todo oídos.

Marie sonrió y dejó el tenedor en el plato. “Cuando estaba meditando, mi mente entró en un estado rítmico, como en un trance, y fui capaz de entender lo que me decían los espíritus más claramente. El mismo niño y la misma mujer se me han estado apareciendo y han tratado de advertirme acerca de salvar a alguien. Se refieren a una chica, pero no he conseguido recabar de ellos la suficiente información como para saber quién es. Es con ellos que estaba hablando cuando entraste en la piscina. Cory, me han advertido acerca de un posible asesino en serie aquí, en la isla.”

Cory se sentó recto en la silla y dejó caer el tenedor al suelo. “¿Qué? ¿Acabas de decir que te han advertido acerca de un posible asesino en serie?” Se agachó y recogió el tenedor.

“Sí, ¿por qué?”

“Marie, se supone que no puedo revelarte el informe forense, pero hay motivos en ese informe que nos llevan a pensar que de hecho hay una conexión entre los asesinatos de Swail y Lang.” Se levantó y empezó a dar vueltas por por la habitación. “Sue Patterson también piensa que hay un asesino en serie.”

Marie observó perpleja a Cory con los pelos de punta. “Entonces lo que han estado intentando decirme los espíritus es verdad.  Cory, me han estado avisando acerca de otra mujer que necesita ayuda. ¿Crees que ya ha elegido otra víctima?”

“No lo sé, pero estoy empezando a pensar que quizá debamos trabajar juntos en esto.”

El corazón de Marie dio un vuelco, y ella sonrió. “¿Quieres decir que de verdad me crees?”

“Sí, sí, te creo.” Se sentó junto a ella y le besó en la frente. “Nunca pensé que estuvieses loca, preciosa sí, pero no loca. No me malinterpretes, aún tengo mis reservas, pero siempre he sido abierto de mente y quiero a este psicópata entre rejas. Y si la ayuda de una guapísima médium contribuye a resolver estos crímenes, entonces cuenta conmigo.”

Marie sostuvo su cara con las manos y le besó en los labios. “No tienes idea de lo feliz que eso me hace. Escucha, el SPSI se va a juntar el viernes por la noche para darle vueltas a nuestro análisis de la biblioteca. Creo que deberías venir y ver lo que grabamos. Creo que Myra puede ser de gran ayuda.”

Cory respondió. “Claro, allí estaré. Ahora ve a vestirte, quería llevarte a las fiestas de Carolina Days que se celebran en Fort Moultrie. Disfrutemos de la comida, las exposiciones médicas y la música en directo.”

“Suena genial, dame unos minutos para cambiarme.” Corrió hacia su dormitorio y gritó y bailó silenciosamente frente al espejo. “Cree que soy guapa y maravillosa.”

En pocos minutos estaba lista, y abandonaron la casa andando de la mano hacia Fort Moultrie. De nuevo había comenzado a sentir aquel calor alrededor del corazón, y estaba deseando contárselo a Gale.