Capítulo 27


Los días subsecuentes a la partida de su mejor amiga, a Irina se le había hecho costumbre salir a caminar por las tardes.

Estaba sentada en una de las bancas del parque. El ocaso brindaba un bellísimo destello naranja por encima del pavimento, la resolana la calentaba a pesar del gélido aire que soplaba.

Las hojas de los árboles danzaban al ritmo del aire y su cabello flotaba por encima de sus hombros. Mantenía su mente ocupada pensando en Joshep. Se molestó consigo misma preguntándose por qué no podía sacárselo de la cabeza.

Tan inmersa en sus pensamientos estaba que ignoró a Matt acercándose lentamente hacia ella.

—Te fui a buscar a la cafetería.

—Le pedí la tarde a tía Lucille. No había mucha gente así que no se opuso. Además cerraría temprano. Ya sabes, por la cena.

—¡Cierto! Dime qué haces aquí sola.

—Necesitaba pensar.

—¿En qué? —se sentó a su lado.

—En mi vida. ¡Cielos Matt! —gritó—. Estoy tan enojada contigo, con Joshep, conmigo. Entre tantas cosas que han pasado no había podido reclamarte.

—¿Reclamarme?

—¡No seas cínico!

—Oye, Joshep me cae bien. Cuando reapareció en San Miguel me produjo una impresión tal que casi me desmayo. Enrique comenzó a explicar todo, ambos preguntaron por ti. Creí que eras feliz con tu nueva vida. Por eso le pedí que dejara de buscarte.

—Pero no lo era. ¡Sabías cuánto sufría por él! ¡Me ocultaste que estaba vivo! Fuiste parte de ese cruel mal entendido. Solapaste la mentira de la señora Duncan —dijo triste.

—No quería que te hiciera más daño. 

—¡Eso no te correspondía a ti!

—¡No iba a permitir que te echara a perder la vida!

—¡Nunca lo hizo! El haberme ocultado que estaba vivo y buscándome fue lo que me hizo daño. ¿En dónde están las cartas?

—¿Qué cartas?

—¡Las que él me envío!

Matt se paró de la banca, dio de vueltas pensativo.

—Las rompí. ¿Me odias por eso?

Irina volteó a ver a Matt.

—¿Por qué? ¿Las leíste siquiera? —preguntó triste— ¡Con qué derecho hiciste eso! —gritó reclamando.

—No las leí. Considere que traer el pasado de vuelta sería nocivo para ti. Tu relación con tío Jack había mejorado. Tu acababas de entrar a P & H. ¿Qué caso tenía agobiarte? Decirte  oye Irina que crees, ¿recuerdas a Joshep? No está muerto ah y te está buscando. 

—No tenías que ser sarcástico —dijo triste con la voz entrecortada.

—Solo buscaba tu felicidad. No me gustó verte sufrir tanto por él. Si regresaba a tu lado y las cosas entre ustedes no funcionaban, si te dejaba nuevamente con el corazón roto, no me lo hubiera perdonado. ¿Dime, qué piensas ahora?

—Que a final de cuentas quizá tenías razón. Joshep y yo somos tan diferentes ahora. Creo que solo nos une el recuerdo de lo que fue nuestro amor. Joshep esperaba que corriera a sus brazos. Las cosas cambiaron cuando Scott apareció.

—¿Eso quiere decir que lo amas?

—Eso quiere decir que me di cuenta que podía sentir algo por otra persona que no fuera Joshep. ¡Pensé que sería imposible! Cinco años viví dedicada a su memoria y de pronto cuando decido rehacer mi vida...

—Aparece de nuevo.

—Hace que me confunda. Scott es perfecto. Y no me refiero al lado superficial. Esta conmigo a pesar de mis berrinches, de mis desplantes, de todos los problemas que tengo.

—¿Sabe lo de Joshep?

—Sí. Aun así sigue a mi lado ofreciéndome su apoyo inquebrantable. Ya lo vez, fue el primero que llegó a San Miguel cuando mi padre necesitaba ayuda.

—Lo sé. Como te dije aquella vez que platicamos en el café, Nick se me hace un buen partido para ti. Quizá vaya siendo hora de que saques de una buena vez por todas a Joshep de tu vida. Es mi opinión, piénsalo.

—Será mejor que nos vayamos. Olvidé la cena y tengo que ir a arreglarme.

—Te llevaré a tu casa y pasaré por ti a las ocho.



Scott había regresado a San Miguel. Esa noche vería a Irina en la cena de fin de año. Acudió a la inmobiliaria  a hablar con Jack.

Mary, la secretaria de Brooks, abrió la puerta de la sala de juntas. Scott se sentó cerca de la ventana y esperó a que él apareciera. Se puso de pie y lo saludó. Ambos se sentaron.

—¿Cómo estas Jack?

—No muy bien. No le he dicho a nadie pero mi salud se deteriora con el paso del tiempo.

—¿Qué has pensado sobre la cirugía?

—No dejaré que ningún carnicero me toque —dijo con frialdad.

—Oye, conozco a varios doctores. Si no te parece alguno de aquí podrías ir al extranjero.

—Ya hablé con Daniel, mi socio del bufete. Mi testamento está en orden y todos los pendientes que tenía.

—¡Vamos Jack! No puedes darte por vencido. Piensa en Irina. Le harás mucha falta.

—Es por eso que te pedí que vinieras.

—No entiendo —dijo extrañado.

—Se lo que sientes por ella. No se necesita ser genio para darse cuenta de lo mucho que la quieres.

Scott se levantó de la silla, caminó hacia la ventana dándole la espalda a Jack. Entendía perfectamente la insinuación de Jack de pedirle que se casara con su hija.

—Lo que me pides no depende de mí —dijo lamentándose.

—Escucha Nick. Sé que no te darás por vencido hasta lograr que ella te corresponda.  Conozco a mi hija y sé que no le eres indiferente. Solo te pido que cuando lo logres, hagas que se olvide por completo de ese mal nacido de Duncan.

—Eso no tiene que preocuparte.

—Hazla feliz, se lo merece. Y nunca dejes que el pasado regrese a agobiarte la vida.

—Te lo prometo Jack. La haré feliz.



Como ya era tradición más de quinientos invitados asistieron a la fiesta. El inmenso árbol de navidad ocupaba destellante la entrada del hotel. El pasillo central decorado en su totalidad con flores de noche buena y esferas de cristal soplado brindaba un ambiente acogedor.

Matt entró del brazo de Irina. Saludó a un montón de personas durante su recorrido hasta que,  finalmente entraron al salón en donde la dejó sola un momento para ir a buscar a su tío.

Scott platicaba con unos banqueros, en cuanto la vio fijó su mirada en ella y sonrió. El color negro le daba cierto misticismo a sus ojos azules. Lucía increíblemente guapo con su smoking. Se disculpó con su grupo y se acercó a Irina.

—Te ves hermosa —dijo admirándola.

—Gracias —se sonrojó, sabía que eran el centro de atención—. ¿Has visto a mi padre?

—Lo vi cuando llegué. Oye me gustaría hablar contigo antes de...

—¡Hija! —gritó Jack acercándose a ellos—. ¡Te ves espectacular! Claro que ya te lo habrá dicho Nicholas. Estoy ansioso de hacer el anuncio.

—¿De qué anuncio hablas? —preguntó extrañada.

—Pues de...

—¡Tío! ¿Puedes venir? —interrumpió Matt haciendo que Jack se disculpara.

—¿Sabes de que habla mi padre?

—Sólo prométeme que no te enfadarás con él. Síguele la corriente.

—¿Por qué?

—Por favor...

Antes de que Irina pudiera seguir interrogando a Scott, Jack subió al pódium con una copa en la mano. Los meseros comenzaron a servir champagne. 

—Quisiera hacer un anuncio importante. Estoy muy feliz porque esta noche mi hija Irina se comprometió con Nicholas Parker.

Irina palideció. Abrió los ojos y miró a Scott. Intentó sonreír ante las miradas de los invitados, no quería armar una escena. Se escucharon aplausos y después de eso Jack pidió un brindis en su honor.

Ella lanzó una mirada hostil en contra de Scott. Él intento calmarla abrazándola y susurrándole al oído "Te explicaré después".