Irina terminó de revisar unos correos y se dirigió al auditorio que se encontraba parcialmente lleno. Se sentó cerca de la puerta para poder salir en cuanto hicieran el nombramiento.
Minutos más tarde Bruno Parker subió al pódium en medio de aplausos. Irina se sorprendió al verlo llegar. El amigo de su padre era el dueño del bufete, por un segundo dudó si el trabajo lo había conseguido gracias a su esfuerzo o su padre había tenido algo que ver en el asunto.
Un repentino mensaje de Enrique la distrajo durante el discurso del señor Parker. Nuevamente se escucharon aplausos y un nombre familiar, "Nicholas Parker", quien ya había sido mencionado por Bruno en la fiesta de año nuevo años atrás.
Cuando ella le dio enviar al mensaje, un tono de voz familiar la hizo voltear completamente sorprendida. Nicholas Parker, el hombre que había despreciado desde el momento en que su padre lo quiso convertir en imposición era ni más ni menos que Scott.
Apenas podía dar crédito a lo que sus ojos veían. No solo había pasado de ser su compañero de trabajo sino que ahora era su jefe. De pronto todo tuvo sentido. Irina se fue de inmediato del auditorio y corrió por sus cosas a la oficina, no podía permanecer un minuto más ahí.
Salió del edificio completamente pálida, incrédula y con muchas dudas acerca de su situación laboral en el bufete. Parecía un plan maquiavélico que se había orquestado para atraerla a la boca del lobo.
Caminó un par de cuadras hasta llegar a la cafetería. Enrique estaba sentado en una mesa al final del pasillo, cerca de la ventana. Ella se aproximó al verlo y se sentó sin decir una palabra.
—Hola tía, ¿qué sucede?
—Lo siento — esbozó una diminuta sonrisa—, tuve un contratiempo en el trabajo pero ya estoy bien.
—¿Segura? No lo parece, estas muy pálida.
—Dime, ¿de qué quieres hablar?
—Tranquila guapa que primero necesito que te relajes. ¿Te pido un té? ¿Un café? ¿Un calmante?
—Lo siento Enrique, un café estaría bien.
Él hizo una mueca y con un movimiento de su mano llamó al mesero, quien de inmediato se aproximó a tomar la orden. Tenía le mente en otro lado pero necesitaba despejarse y olvidar el asunto. Quizá renunciar le vendría bien después de que la noticia la hiciera sentirse acorralada.
—El motivo por el que no quería hablarte en el bufete es porque no quiero intermediarios en este caso. Es algo muy complejo y quisiera que solo tú te hicieras cargo.
—¿De qué se trata?
—Bueno es un amigo el que necesita de tus servicios, te vamos a pagar.
—Descuida ese no es mi principal interés.
—Él está en la cárcel, acusado injustamente de un crimen que no cometió. Este año se revisa su condena.
—¿Y su abogado?
—Lo tuvo, pero la persona que lo acusó tiene muchas influencias y muchos conocidos en este medio así que bueno, ya sabrás de que va.
—Entiendo. Voy a necesitar sus expedientes.
—De acuerdo tengo todo eso. Hay otra cosa Irina, algo que quizá te haga cambiar de opinión.
—No entiendo.
—Bueno— hizo una breve pausa antes de proseguir.— Te estoy pidiendo que defiendas a... al padre de Joshep. Quizá estoy loco por pedirte esto debido al pasado que comparten pero eres la única persona leal que conozco. La única que no se dejaría intimidar.
Irina bajó la mirada, su rostro palideció. Todo le daba vueltas.
—¡Vaya Enrique! No me lo esperaba pero no voy a cambiar de opinión respecto a ayudarte. Joshep lo hubiera querido así.
—¿Bueno entonces dime cuándo te veo?
—¿Podríamos empezar el lunes? Esta semana está por terminar y tengo la mente en otro lado con lo de la fiesta y el trabajo.
—De acuerdo entonces el lunes nos volveremos a hablar.
—¿No irás a la fiesta?
—¿Cuál fiesta? ¡Ah claro! te veré ahí.
—Bueno entonces te veré mañana —sonrió y se levantó de la silla—. Tengo que irme Scott, es decir Enrique.
—Así que se llama Scott.
—¿Quién? —preguntó sonrojada.
—El hombre que tiene tu mente ocupada.
—No es lo que crees.
—No tienes por qué darme explicaciones tía.
—Tengo que irme Enrique.
—¿Quieres que te lleve?
—No gracias, necesito caminar.
El cielo se caía a pedazos. Irina estaba sentada cerca de la ventana con la mirada perdida cuando Jamie llamó a su puerta.
—Te buscan.
—No quiero ver a nadie.
—¿En serio? Entonces, ¿me puedo quedar con el regalo?
—¿De qué hablas?
—Entonces si te interesa. Te trajeron un paquete. El repartidor está esperando en la puerta.
Irina se levantó y siguió a Jamie. Recibió el paquete y se sentó en el sillón bajo la persistente mirada de su amiga.
—Y bien, ¿quién te envió ese paquete?
—Scott —dijo con ligera indiferencia.
—Ayer te brillaban los ojos al mencionarlo y hoy lo dices con tal desinterés.
—Estoy muy cansada Jamie, será mejor que me vaya a dormir.
—¿No me vas a contar qué sucede?
—No tengo ganas de discutir ahora. Hablaremos mañana.
—Está bien, mañana vamos a sacar todo el estrés que tenemos.
Irina sonrió, tomó la caja y se dirigió a su recamara.
Scott le había enviado un costoso regalo y una tarjeta. Sus palabras retumbaban en su cabeza.
"Sé que mañana es tu cumpleaños pero quería ser el primero en felicitarte. Necesito hablar contigo, hoy no te encontré en tu oficina, por favor veme mañana en el bufete."
Irina no podía engañarse, le gustaba Scott, sin embargo, el recuerdo de Joshep aún la despertaba por las noches. El haber encontrado a Enrique la remontó a esa época al lado de su amor. Se sentía terriblemente confundida y engañada, lo único que deseaba en ese momento era renunciar del bufete y no volver a ver a Scott. Pensó en irse del país y recomenzar.
El reloj marcó las 5.30 a.m., casi no durmió pero no se sentía cansada. Tomó sus cosas y se dirigió al gimnasio. Aún no decidía si ir ese día por sus cosas o presentarse hasta el lunes solo para llevar su renuncia.
Cerca de las doce, Jamie salió de su recamara. Se sorprendió al ver a Irina sentada en la sala con el cabello enroscado y sin una gota de maquillaje, con sus jeans rotos y una sudadera dos tallas más grande.
—¿Qué haces aquí? ¿Te dieron el día libre? —Irina miró a Jamie sin decir una palabra—. ¿Está todo bien?
—¿Por qué piensas que no lo está?
—Tenía mucho tiempo que no te veía comportarte de ese modo.
—Estoy bien Jamie, que te vaya bien.
—Si quieres me puedo quedar.
—Preferiría estar sola.
Para sorpresa de Jamie al abrir la puerta, la presencia de Scott la hizo palidecer. Él sabía que no era de su agrado, así que simplemente la miró, le susurró "no digas nada" y entró cerrando la puerta tras de él.
Irina escuchó unos pasos y sin voltear pensó que se trataba de Jamie.
—¿Se te olvidó algo?
—Al parecer a ti se te olvidó nuestra cita.
Scott caminó hasta quedar frente a ella. Llevaba las manos dentro de los bolsos del su pantalón azul marino y una camisa blanca con una corbata a tono del pantalón. Su presencia inundaba la habitación.
—¡Scott! —dijo sorprendida y se levantó del sillón. Lo miró fijamente a los ojos, sintió que un hielo se deslizó por su espalda, intentó controlarse pero la ponía muy nerviosa sentirlo tan cerca.
—¿Qué haces aquí? –titubeó. Había olvidado lo guapo que era, sus ojos brillaban a pesar de la angustia que reflejaban.
—Sólo me aseguro que estés bien.
—Lo estoy, gracias.
—¿Me puedo sentar?
—Sí, claro —dijo fingiendo indiferencia—. ¿Quieres algo de tomar? —caminó hacia la cocina.
—No gracias, solo quiero que te sientes conmigo.
Las palabras de Scott la ponían aún más nerviosa que su presencia. Ella volteó a verlo, él estaba parado a un lado del sillón esperando que ella se acercara. Irina palideció, su corazón latió más fuerte. Se acercó al lugar que él le señalaba y se sentó sin decir una palabra. Él se sentó justo frente a ella. Colocó sus codos sobre las rodillas y juntó las manos por debajo de la barba.
—Han pasado muchas cosas esta semana, sé que te debo una explicación por mi distanciamiento y también te debo una disculpa por… —hizo una breve pausa fijando su mirada en ella— sé que debí decirte lo del nombramiento antes pero no quería que huyeras Irina.
Intentó tomar su mano pero ella de un tirón se levantó del sillón y se acercó a la ventana dándole la espalda.
—Ni siquiera me dijiste que eras el dueño del bufete.
—No lo soy, mi padre lo es.
Irina lanzó una risita sarcástica y se giró hasta quedar frente a él pero sin mirarlo a los ojos.
—¿Por quién me tomas? —dijo molesta.
—¡No Irina! no fue mi intención, yo solo quería que me vieras tal cual, no por lo que mi padre tuviera o fuera —Scott se levantó del sillón intentando aproximarse a ella.
—¿De verdad me creíste tan vacía? ¿Tan materialista? —Scott se quedó perplejo—. Quiero que te vayas Scott. No tenemos nada que hablar.
—Por favor no me pidas que me vaya. De verdad lamento no haberte dicho las cosas antes, sé que fue un error pero creo que exageras tu actitud.
—Dime algo Scott, ¿conseguí el trabajo por mis méritos o tuviste algo que ver? —Scott bajó la mirada. En algo tenía razón Irina, el ser la hija de Jack Brooks le había dado una ventaja. Su silencio le dio la respuesta—. Es lo que creí.
—No quiero que renuncies. Irina por favor, tuvo que ver que ya te conociera pero eso solo influyó al principio, tu talento fue lo que te abrió una brecha dentro del bufete.
—Desocuparé mi oficina el lunes por la mañana si no te importa.
Irina se aproximó a la puerta abriéndola de par en par. Sin mirar a Scott le pidió nuevamente que se fuera. Se le habían acabado los argumentos, no estaba preparado para esa reacción así que no le quedó más opción que salir del departamento sin decir una palabra.
Irina cerró la puerta y se dirigió a su recamara. Durmió el resto de la tarde. El ruido de la lluvia escurriendo por la ventana la despertó. Miró el reloj digital que estaba sobre la cómoda, las 9.00 p.m.
Se levantó de inmediato, se bañó y se arregló. Le pareció extraño que Jamie no la hubiera despertado pero no le dio importancia. No tenía ganas de salir pero ella era la festejada. Decidió usar maquillaje en exceso, tenía que cubrir las ojeras que el insomnio de la noche anterior le había provocado.
Llevaba una blusa color canela con aplicaciones en swarosvky y transparencias, unos pantalones negros ajustados, zapatos de tacón altos que la hacían ver espigada y el cabello recogido en un chongo despeinado.
Cuando salió de la habitación se dirigió a la recamara de Jamie pero al ver las luces apagadas decidió llamarla. Nunca contestó, en su celular tenía dos llamadas perdidas, un mensaje de voz y uno de texto llamaron su atención.
Las llamadas eran de un número desconocido, el mensaje de texto de Jamie pidiéndole se vieran en el club y el mensaje de voz era de Scott. Escuchar su voz erizó cada poro de su piel, era tan guapo y su voz tan sensual. Lo que había hecho lo bajo del pedestal. En él le pedía a Irina una oportunidad para hablar más tranquilamente, de ninguna manera quería perderla.
Irina tomó sus cosas y salió del departamento rumbo al club. La lluvia afortunadamente había cesado así que tomó el metro para llegar más rápido. La bella y sofisticada joven atraía la atención de todos en el vagón.