Capítulo 12


Scott hablaba por teléfono con Ana. Ultimaba detalles para la junta de mañana mientras revisaba unos expedientes. Llevaba un pantalón de franela y una playera de algodón. El timbre de su departamento sonó, se aproximó a la puerta a abrir mientras le respondía a su amiga, ella estaba parada frente a su puerta completamente blanca, con el cabello escurrido. Él tardó en reaccionar, no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, Irina estaba ahí.

El pent—house de Scott estaba rodeado de ventanales que cubrían las paredes brindando una espectacular vista de la ciudad. Los relámpagos aún iluminaban el cielo y unas gotas de lluvia escurrían por los cristales.

Un exquisito candelabro de cristal cortado iluminaba la sala y parte de la estancia. Probablemente la decoración la había hecho algún experto a juzgar por el estilo vintage, sillones chaise lounge, sillas antiguas capitoné  y otro tipo de muebles que a pesar de contrastar decoraban armoniosamente el pulido piso  de parquet y resaltaban las paredes de color gris perlado.

—Te llamo después –Scott colgó el teléfono. Miró su reloj eran casi las diez—. ¡Irina! ¿Qué haces aquí? —preguntó con un tono dulce.

—Scott yo...

—¡Perdona! Pasa —tomó a la joven de la mano cerrando la puerta detrás de ella—. Estas completamente empapada, tienes que quitarte eso si no quieres enfermarte —se dirigió al final del pasillo y regresó con una toalla envolviendo a la joven.

—Scott...

—Ven te prestaré una bata.

—¡Scott! —lo tomó de la mano y lo detuvo—. Necesitamos hablar —lo miró fijamente a los ojos. Su piel porcelana resplandeció cuando él acarició suavemente su mejilla conteniendo las ganas de besarla—. Lamento haber escapado de esa forma pero me asusté, me asustó lo que dijiste porque...

—No te pedí nada a cambio. Necesitaba decirte lo que sentía porque no podía más con esto que siento por ti.

Ella lo miró tiernamente.

—Me gustas Scott, no puedo mentirte pero me aterra el hecho de estar cerca de ti porque hace tiempo que nadie tambaleaba mi mundo de la forma en que tú lo haces.

—¿Por qué? —preguntó sin dejar de verla, esbozando esa sonrisa que deshacía a Irina mientras se acercaba lentamente a sus labios.

—¿Po...por qué? —tartamudeó nerviosa al sentirlo cerca.

Un intenso beso lleno de deseo y pasión, de entrega total por parte de ambos la hizo tambalearse. Scott se apartó de inmediato de ella.

—¿Estas bien?

—Sí. Solo fue un ligero mareo.

—¿Comiste algo hoy?

—No... Sí, sí, Brandon me invitó a comer —dijo un tanto distraída tratando de recuperar el aliento.

—¿Brandon? —preguntó molesto, apartándose de inmediato de ella.

—Sí, me invitó a comer después de la audiencia. Oye, es tu hermano y quien me gusta eres tú —Irina se acercó a él. Le sorprendió la actitud infantil que tomó cuando supo lo de la comida—. Además fue él quien me dijo dónde encontrarte, sin su ayuda no estaría aquí.

—No me gusta que se acerque demasiado a ti, no lo conoces, Brandon no es lo que parece, a la menor provocación podría meterte en un lío.

—Descuida, se cuidarme. Bueno será mejor que me vaya ya es tarde, solo vine porque necesitaba hablar contigo.

—¡Quédate! No porque te lo pida, sino porque de verdad quieres hacerlo.

—Scott no soy esa clase de mujer —lo miró asustada.

—Ni yo esa clase de hombre.

La tomó suavemente del cuello y la besó hasta recargarla en una columna corintia. Cada vez que él la besaba, ella se perdía por completo. Sin darse cuenta, había accedido a sus deseos. La condujo por unas escaleras de caracol hasta el segundo piso, le quitó la toalla con la que en un principio la había envuelto y la observó en medio de la luz tenue de la habitación. Totalmente temblorosa e inquieta, se jalaba el suéter que por la humedad se pegaba a su cuerpo.

—A pesar de que me muero por quitarte la ropa y besar cada centímetro de tu piel, de hacerte mía, no haré nada que no quieras.

Irina lo miró con sus enormes y destellantes ojos avellana, le sonrió y lo abrazó. Recordó la primera vez que estuvo con Joshep y como se entregó por amor.



Jamie estaba recostada en la sala. Pasaban de las dos de la mañana al momento que el girar de la llave en el cerrojo la alertó. Despertó y aún soñolienta gritó asustada.

—¿Quién está ahí?

—Soy yo Jamie.

—¡Irina! Santo cielo, te espero desde... ¿qué hora es?

—No sé, no traigo reloj.

Jamie sacó su celular, las 2.20 a.m. Se sorprendió al ver la hora y el estado en que la joven había llegado, con el cabello mal trenzado, sin maquillaje y la ropa perfectamente seca a pesar de que seguía lloviendo.

—¿En dónde estabas? ¿Quién te trajo?

—Estaba con Scott, me iré dormir si no te importa hablaremos después.

—¡Con Scott! No me digas que de nuevo terminaste en el hospital.

—No Jamie, estábamos cenando es todo.

—¿Hasta las dos de la mañana?

—La plática se extendió, no me di cuenta de la hora.

—A juzgar por tu apariencia veo que ya se tienen mucha confianza.

Irina se acercó al espejo que Jamie recién había colocado en la entrada cerca del mueble donde dejaban las llaves. Ella tenía razón estaba demasiado desaliñada como para una cita.

—Voy a dormir Jamie, mañana hablamos.



El despertador sonó a las 6 a.m., Irina se levantó de la cama, se duchó, se cambió y se dirigió a la cocina, necesitaba una taza de café. Para su sorpresa Jamie estaba nuevamente en la sala.

—¿Dormiste aquí?

—Claro que no Irina, estoy respondiendo unos correos y la señal no llega muy bien hasta mi recamara —se levantó del sillón y se acercó a la barra—. ¿Me vas a contar qué pasó anoche?

—Nada pasó Jamie, ya te lo dije.

—El viernes haré una fiesta de despedida en el club, ¿vendrás, cierto?

—Seguro, te veré allá.

—Y supongo que él vendrá contigo...

—¿Él?

—¡Vamos Irina! Deja de hacerte la tonta. ¿Te acostaste con él? —preguntó recorriéndola con la mirada de pies a cabeza.

—Eso es algo que no te incumbe —dijo molesta.

—¿Te gustó? ¡Anda cuéntamelo todo! Ese adonis debió dejarte exhausta mira nada más las ojeras que tienes, ¿regresarás a trabajar al bufete? Espero que con un mejor salario.

—¡Jamie basta! No soy una prostituta, si me acostara con él no lo haría por escalar en el trabajo, mucho menos socialmente.

—¿Entonces, qué hicieron? Yo no me trago eso de que nada más estuvieron platicando. Seguramente no fueron a algún restaurante, Irina Brooks no saldría en esas fachas con las que llegaste anoche a un lugar público. ¿Estuviste en su departamento?

—¡Sí Jamie estuve en su departamento cogiendo toda la maldita tarde! ¿También quieres saber las posiciones? —dijo sarcástica.

—¡Tranquilízate! —dijo en tono burlón—. Te creo que no hicieron nada, solo era curiosidad.

—Lo siento, es que estoy confundida. Quisiera estar con Scott pero no dejo de pensar en Josh, siento que lo estoy traicionando y sí Jamie, sé que es una locura pensar en él sabiendo que no volverá, que está muerto.

—¿Y si estuviera vivo Irina?

Ella volteó asombrada por la pregunta de Jamie.

—¿A qué viene eso? Si tú siempre me dijiste que dejara de pensar en él.

—No lo sé —se dio la vuelta dándole la espalda—. Curiosidad.

—Si él estuviera vivo yo... —Irina hizo una pausa, perdió la mirada y suspiró—. No lo sé, de verdad no lo sé, abrazarlo, besarlo no me separaría de él nunca más. Ya hablamos de eso el otro día, no entiendo tu insistencia, si mal no recuerdo fuiste tú quien me dijo que tenía que olvidarlo y rehacer mi vida.

—Lo sé pero he estado pensando que quizá tú estas idealizando la relación que tienes con Scott.

—Entre él y yo no hay nada más que una amistad, bueno... —se sonrojó y sonrió pasándose el cabello atrás de la oreja—. Nada serio más bien.

—¿Entonces sí te acostaste con él? —preguntó con un tono más suave.

—No precisamente. Tuve un desencuentro con él en el juzgado, la verdad estaba enojada porque no me llamó el fin de semana. Intentó hablar conmigo pero yo no accedí así que seguí con mi plan de renunciar a la firma. Cuando llegué por mis cosas él apareció, me trató de una manera tan fría que me hizo enojar aún más porque me sentí usada y decepcionada. El resto de la tarde me la pase deambulando por las calles hasta llegar al parque Lincoln y ahí me encontró.

—¿Cómo supo dónde estabas?

—Esa es otra historia. El punto es que me pidió perdón por no haberme dicho nada de quien era en realidad y el puesto que tenía en la firma. Me dijo que me amaba y fue sincero, la forma en que me miró y como venció su orgullo para pedirme perdón.

—¿Y qué le dijiste?

—Me asusté y salí huyendo del parque. Caminé bajo la lluvia no sé cuánto tiempo, necesitaba aclarar mi mente, pensar. Finalmente decidí ir a buscarlo.

—¿Cómo supiste dónde vivía?

—Su hermano, Brandon, fue quien me dijo dónde encontrarlo.

—Y fuiste a buscarlo.

—Sí. Sabes lo difícil que es para mí tomar ese tipo de decisiones pero a final de cuenta fue él quien primero me buscó y me dijo todas esas cosas que cimbraron mi mundo.

—¿Y qué pasó en su departamento?

—Hablamos y... me besó. Fue muy apasionado, me dejé llevar por sus besos y sus caricias pero él fue muy respetuoso. Quiero decir que no se aprovechó de mi ni de la situación.

Jamie la miró sorprendida, se quedó perpleja sabía que Scott no era el tipo de hombre al que una mujer se le negara.

—¿Él se detuvo? —preguntó incrédula con cara de sorpresa.

—Sí.

—¿Así nada más?

—Bueno me preguntó si de verdad estaba convencida de querer hacerlo y le dije que no.

—¡Wow! Bueno eso sí que es interesante. No he conocido a un hombre que en un momento de calentura se detenga a pensar si su pareja quiere hacerlo o no. Ya ni siquiera usan el cerebro, los mueve el lívido.

—Fue muy tierno. Me dio un beso en la frente y bajamos a la cocina. Preparó pasta. Es muy difícil no enamorarse de él —contestó emocionada con una mirada inocente.

—¿Lo amas?

—¡Pero qué pregunta es esa!

—¡Oh Irina! —Jamie se acercó a la ventana murmurando—. Esto sí que es una novedad, no le va a caer nada bien la noticia.

—¿Qué dices? Apenas puedo escucharte.

—El viernes ve sola ¿sí?, me gustaría disfrutar de mi amiga sin alguien que me quite tu atención.

—Seguro. No lo veré en toda la semana, me dijo que tendrá mucho trabajo con una licitación. Además no tengo por qué informarle cada paso que doy.



Irina regresó a la cama, se quedó dormida casi sin darse cuenta.

El incesante sonido del teléfono la despertó. Miró el reloj, las 11.40 a.m. Había dormido más de lo debido. Se levantó y se recogió el cabello mientras contestaba el teléfono.

—¿Hola?

Nadie contestó.

—¿Quién es? Conteste —colgó molesta.

El teléfono volvió a sonar.

—¿Qué quieres? —gritó enojada.

—Creo que necesitas vacaciones, relajarte o...

—¡Matt! —dijo aliviada—. ¡Que sorpresa! estaba pensando en llamarte.

—Bueno, pues no tienes que hacerlo.

El timbre sonó interrumpiendo la conversación. Irina se disculpó y abrió la puerta. Para su sorpresa Matt estaba parado en la puerta. Le dio un efusivo abrazo a su prima y la cargó metiéndola al departamento.

—¿Qué haces aquí? en verdad es una agradable sorpresa —dijo emocionada.

—Mi tío me pidió que arreglara unos asuntos así que terminé temprano y antes de irme quise pasar a saludarte además no podía pasar por alto tu cumpleaños.

—Me alegra verte. ¿Quieres que pidamos algo para comer o salimos a alguna parte?

—Preferiría salir si no te importa.

—No, déjame ir por mi bolsa y arreglarme un poco.

—¡Uff! recuerda que tengo que regresar esta misma noche. Más te vale no tardarte.

Irina sonrió y se apresuró a arreglarse. Salieron del departamento y caminaron por el parque hasta llegar a un bistro. Se sentaron en las mesas de afuera y ordenaron una pizza, ensalada y un enorme pedazo de pastel de chocolate con una gran taza de café a pesar de la inconformidad de la joven.

—¿Y bien? —dijo él mientras sujetaba la taza entre sus manos.

—¿Y bien qué? —preguntó desconcertada.

—¿Iras a la fiesta de fin de año?

—Aún no lo sé. Lo más probable es que si pero...

—¿Pero qué?

—Ya sabes, lo mismo de cada año. San Miguel me trae muchos recuerdos. No sé si quiero pasar otro año recordando y sufriendo.

—Entiendo. Yo creo que sería una excelente oportunidad para dejar de hacer eso que te agobia.

—¿Cómo?

—Bueno, este año  el tío ha planeado una fiesta diferente. Invitó a varios políticos, miembros del club, periodistas y empresarios.

—Una fiesta ostentosa llena de lujo y vanidad. ¿En qué es diferente a la de los años anteriores?

—¡Espera! El punto principal de ésta fiesta es…

—¿Intentar venderme al mejor postor?

—Sabes que el tío ha cambiado. Desde que te fuiste las cosas son diferentes para él. Te lo demostró al darte tu herencia, bien pudo no haberte dicho nada y dejarte pasar miserias. Admite que sin la herencia de tu madre estarías viviendo en un cuartucho de mala muerte, en vez de eso vives en un lujoso departamento que por cierto, te pertenece.

—En eso tienes razón. Pero también cambio cuando comencé a estudiar lo que él quería.

—Si tanto te molesta, ¿por qué lo complaces?

—No lo sé Matt —respondió pensativa con la mirada perdida—. Quizá en el fondo quiero agradarle.

—Eres su única hija, ¿cómo puedes no agradarle?

—Siempre he creído que tiene preferencia por ti.

—Ideas tuyas. Pero bueno no vine hasta aquí para pelear. Tengo que contarte algo.

—Dime —dijo perdiendo el entusiasmo por la conversación.

—¿Recuerdas a Mary?

—La secretaria de papá, claro que la recuerdo.

—Nuestra relación se ha puesto más seria. En verdad es una mujer sorprendente.

—Me da gusto por ti —dijo con ligera tristeza. 

—Irina por favor tienes que olvidar lo que pasó. La vida sigue, no se detiene a reparar un corazón roto.

—Supongo que tienes razón pero a veces creo que jamás volveré a amar a nadie como lo amo a él.

—Eres muy joven y hermosa, pretendientes no te deben de faltar. Date la oportunidad.

—Acepté apelar la condena de Lucas Duncan.

Matt se contuvo para no atragantarse con el pastel. La noticia le había caído como bomba.

—¿Acaso estás loca? ¿Sabes lo que hará tu padre cuando se entere?

—No lo sé pero ya lo decidí y no pienso retractarme. Lo ayudaré a salir. Además su caso tiene muchas inconsistencias.

—Irina estás metiéndote en un lío, es tu palabra contra la del tío.

—Yo solo defiendo la justicia.

—Ve pensando la forma en que le dirás al tío esto. Es un tema muy delicado y no creo prudente lo trates el día de la cena.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que lo llame por teléfono? Papá decidí defender a Lucas Duncan el hombre al que tú acusaste de homicidio, el de mi madre.

—No tienes que ser sarcástica —dijo calmado.

—Matt, sé perfectamente en lo que me estoy metiendo.

—Quizá sea prudente que le digas a tus jefes que no puedes defenderlo. Que le asignen el caso a alguien más. No tienes que hacerlo tú.

—Renuncie ayer.

—¿Qué? —palideció ante tantas noticias inesperadas— ¿por qué lo hiciste? es uno de los mejores bufetes jurídicos del país, te dará un buen curriculum. ¿Sabes cuántos recién egresados matarían por estar en tu lugar?

—Muchos supongo, pero ese es el punto. Es una larga historia. ¿Recuerdas a Bruno Parker?

—Sí claro, hace unos años vendimos una propiedad de él, tenía muchos problemas con la escrituración de la casa ya que su esposa murió intestada. En fin una historia macabra, hasta decían que él la había mandado matar cuando ella descubrió que tenía una amante. Claro que todo fueron suposiciones de los periodistas y oponentes al partido. Nada se comprobó, pero a la esposa sí la encontraron muerta, una escena macabra...

Matt hizo una pausa y perdió la mirada al recordar. 

—Su cuerpo tenía signos de tortura. Fue aterrador para la familia, bueno para todos en San Miguel.

—Sí eso me contaron. ¿Pero por qué fue aterrador en San Miguel? El rancho quedaba a las afueras, ¿no?

—Sí pero bueno no fue el único crimen al que le encontraron relación. Esa misma semana encontraron el cuerpo de otras dos mujeres en condiciones similares. Lo quisieron hacer pasar como si hubiera un asesino serial suelto. Estuvo de película. Hubo toque de queda y, bueno tú eras muy joven para recordar, además fue el verano que te fuiste a París.

—¿Por qué dices que lo quisieron hacer pasar como si fuera, acaso no lo fue?

—Parker tenía muchos problemas con la prensa. Un periodista se ensañó con él, estaba convencido de que él había mandado asesinar a su esposa así que le buscó por todos los medios. Quería hundirlo y estaba decidido, lo hubiera hecho de no ser que...

—¿Qué?—

—Bueno Parker demandó al periodista por difamación, el tío ayudó a su amigo a esclarecer los hechos y quedó limpio. Se comprobó que él había estado en San Francisco el día del asesinato, incluso se presentaron como pruebas las llamadas que él había hecho esa noche. Se comprobó que la señora Audrey estaba de vacaciones en la propiedad. No se habían peleado como se especuló.

—¿Cómo lo comprobaron?

—Bueno hay una carta que ella le envió a su esposo, una postal más bien diciéndole que lo extrañaba y que deseaba volver a su lado pronto, también había llamadas y cartas. La señora no era muy tecnológica para suerte de Parker, ¿qué más pruebas?

—Pudo haber falsificado la letra, ¿utilizaron un grafólogo?

—Supongo, ya sabes cómo son de meticulosos esos juicios de personas públicas. En fin ya nos salimos del tema, ¿qué tiene que ver él en la plática?

—¿Sabías que la firma donde trabajaba era de él?

—No, no tenía idea de eso Irina.

—Bueno pues resulta que uno de los casos que me asignaron dentro del bufete fue defender a uno de sus hijos, Brandon.

—¿Qué tiene eso de especial? El chico es un dolor de cabeza, siempre anda metido en líos de faldas, alcohol, desfalcos... una fichita. Bruno siempre gasta grandes cantidades tratando de callar a los medios.

—No es tan malo como dicen pero bueno su otro hijo, Scott, me cortejó sin decirme que era un Parker. Yo no lo sabía te juro que nunca se me pasó por la mente. Fui una estúpida. Bruno Parker renunció al bufete dejando a su hijo mayor a cargo. Hubieras visto la cara que puse cuando me entere que él era precisamente una de las personas que huía cuando vivía con mi padre.

—¿Scott?

—Scott Nicholas Parker. Ni siquiera me contrataron porque era buena, me contrataron con el interés de atraerme a la boca del lobo para culminar sus intereses. Me usaron Matt.

—Esas son suposiciones tuyas. No tienes la seguridad de que el tío Jack te haya recomendado en el bufete. Ellos no te conocían al momento de contratarte.

—De hecho conocí a Bruno en una de las fiestas. Aunque claro, él no me entrevistó.

—Ves. Deja de meterte ideas conspiratorias en la cabeza. Fueron simples casualidades.

—No lo sé Matt. De cualquier forma renuncie y de eso no hay marcha atrás.

—¿Lo quieres?

—¿A quién?

—A Scott obviamente —dijo con un tono burlón.

—No lo sé. Me atrae, no lo niego pero...

—Oye, conozco a Nicholas. Es un hombre de mundo, reconozco que muy atractivo, millonario de buena familia y soltero. ¿Tienes idea de cuantas mujeres andan tras de él?

—¡Miles supongo! —contestó molesta—. ¿De qué se trata Matt? Dijiste que no querías pelear, ¿por qué me dices esas cosas?

—Date cuenta tu misma. Sientes algo por él que va más allá de un simple gusto, a mi puedes negármelo pero no te puedes engañar a ti misma.

—Admito que es muy atractivo, es muy atento, galante, sus ojos tienen algo que hace que me olvide de todo lo que hay a mi alrededor. Tiene una forma de tratarme... —emitió una sonrisa sin darse cuenta al recordar la pasión con la que la besó. Cuando los ojos comenzaron a brillarle reaccionó molesta con Matt quien la observaba sonriendo. 

—Y yo sigo enamorada de Joshep.

—¡Vaya! Ya salió el peine. Deja de pensar en él. Eso ya pasó Irina, rehaz tu vida, qué mejor que al lado de Nick. Además ya pasó mucho tiempo, cómo sabes que Joshep te sigue queriendo, digo en el supuesto que siguiera vivo.

—Simplemente lo sé.

Matt llevó a Irina a casa, se despidió dándole un cálido abrazo y se marchó. Ella se quedó pensando en lo que él le había contado sobre la familia Parker. Vio la computadora de Jamie en la sala así que decidió investigar un poco más sobre Bruno Parker y el periodista.

Kyle Norman, un periodista de izquierda recién graduado de la universidad al momento en el que asesinaron a la señora Parker, trabajaba para el periódico local y su columna era una de las más populares. Siempre daba de qué hablar al cuestionar la labor altruista de los políticos y al hacer del dominio público sus finanzas. 

Había sido demandado más de veinte veces, pero en todas había recibido el respaldo del periódico, incluso la señora Parker se había visto amenazada por su constante presencia.

Norman había descubierto no solo un desvió de fondos de una institución de beneficencia a favor de Parker sino que según él, también engañaba a Audrey con una mujer más joven que trabajaba en el bufete.

Curiosamente el periodista cubrió una pena de siete años en el mismo penal que el padre de Joshep. 

Irina se decidió entonces a visitar a Lucas lo más pronto posible e indagar un poco más sobre Norman.