Capítulo 28


Los fuegos artificiales iluminaron el cielo de San Miguel. Irina salió a la terraza en busca de aire. Le dolía la cabeza por el inmenso chongo que llevaba y tenía calor debido al espeso vestido de tul. El corsé lleno de pedrería la hacía sentir ridícula. 

Después del anuncio que hizo su padre había evitado  a Scott en todo momento, pensó huir de la fiesta después del brindis.

Él se había mantenido distante, sin embargo cuando la vio salir a la terraza la siguió.

Irina lo vio abrir la puerta de reojo, evitó voltear y siguió recargada en el barandal de piedra.

—Linda noche, ¿no te parece?

—Supongo —respondió cortante.

Él volteó y con una risa sarcástica lanzó una pregunta.

—¿Sigues molesta?

—¿No lo estarías tu si tu padre le dice a todo su círculo social que te casarás? Tú y yo ni siquiera hemos hablado de algo así. ¡Ni siquiera somos novios! ¿Por qué te quedaste callado? ¿Por qué no me dijiste nada?

—Porque me agradó la idea de que seas mi esposa. Porque te amo. Sé que no puedo pedirte matrimonio en este momento.

Irina sujeto su vientre y se encorvó. Palideció y agitó su respiración. Rápidamente se incorporó.

—El amor es un sentimiento mutuo —dijo angustiada—. Lo lamento pero no estoy segura de sentir lo mismo hacía ti.

—Tengo mis dudas. ¿Por qué ya no usas el reloj que él te dio?

Irina lo miró pensativa. Lo había guardado junto con la carta que Joshep le había dado.

—No es algo que te importe.

—Quiero una oportunidad. Quiero que te olvides del pasado, de Duncan, que empecemos de nuevo y lo intentemos. 

—¿Intentar qué?

—Quiero que seas mi novia. Sin formalidades, sin compromisos a largo plazo. Solo vivamos el momento. Si las cosas resultan entonces hablaremos pero, serás tú quien así lo decida.

—¿Nunca te rindes?

—"Nana Korobi, ya oki"

—¿Eso qué significa?

—Aunque cayera siete veces, ocho me levantaría. Pongamos un plazo, seis meses. Te preguntaré en el tanabata qué has decidido.

—¿El tanabata?

—Te haré saber cuando llegue el momento.

—De acuerdo. Solo no me presiones.

Scott extendió su mano e Irina la tomó. La abrazó de una manera tan cálida que se sintió tranquila.Le dio un beso en la frente.



Cuando Irina y Scott regresaron a la capital él le ofreció nuevamente su trabajo en la firma. Ella se negó, quería trabajar lejos de él. En especial ahora que mantenían una relación amorosa.

Para Irina, la situación legal del padre de Joshep seguía siendo una interrogante. Decidió ir a Abarca a visitarlo y de paso, preguntarle por Joshep.

Ella no lo sabía pero Scott le había asignado un guardia que de paso, le informaba todo lo que hacía la joven cuando él no estaba.

Lucas había regresado a prisión sin haberse recuperado por completo. Eso quería decir que Joshep no se había marchado a España. No se dio cuenta pero sonrió cuando Lucas le confirmó que aún seguía en la capital.

Tan pronto regresó a su departamento el timbre sonó.

Al abrir la puerta Scott entró sin pedir permiso. Parecía molesto.

—¿Sucede algo? —preguntó intrigada.

—Sucede que no me gustan las mentiras, ni las omisiones.

—No entiendo —dijo.

—¿A qué fuiste a Abarca? ¡Pero qué pregunta la mía! Dime ¿Para qué querías ver a Lucas?

—¿Me estas siguiendo? —preguntó molesta.

—¡Contesta! —elevó el tono de voz

—¡Qué te pasa! Soy libre de ir a donde quiera y hacer lo que me plazca.

—No quiero que vuelvas a visitar a ese hombre —dijo con un tono demandante.

—¡Bueno! —se rió— ¡Pero quién te crees! No eres mi dueño.

—¡Escucha! —la sujetó del brazo—. Te amo, pero no voy a permitir que te burles de mí o me pongas en ridículo.

—No sé de qué hablas —jaló su brazo y caminó hasta la ventana dándole la espalda—. Solo fui a ver a un cliente.

—Ese hombre ya no es tu cliente. ¿Olvidas todos los problemas que surgieron cuando intentaste ayudarlo?

—¡Fue Norman quien los ocasionó! Sin él cerca, mi padre no tiene por qué enterarse que sigo ayudando a Lucas.

—¿Es por él o por el imbécil de su hijo que lo haces?

—¡Scott! —volteó sorprendida ante su reacción.

—Te ayudaré a sacar a ese tipo de prisión. Hablaré con Johns. 

—¿Por qué? —preguntó intrigada.

—Porque no quiero que eso sea pretexto para que vuelvas a ver a Joshep.

—¿Me estas condicionando? —preguntó asustada

—Si así lo quieres ver. 

—No puedes hacer eso —dijo incrédula.

Scott la miró fijamente. Su mirada fría la hizo temblar.

—¿Tanto te afectaría no volver a verlo?

—Me da igual si no lo vuelvo a ver. Sólo quiero la libertad de su padre porque ya ha sufrido demasiado. En cuanto a Joshep, puedes estar tranquilo que entre él y yo no hay ni habrá nada.

—Bien.

Scott salió del departamento sin despedirse. La dejó inmóvil, perpleja ante sus condiciones e intrigada acerca de los medios que usó para saber que había ido a Abarca.



Irina se acostó en el sillón pensando en la promesa indirecta que le había hecho a Scott. Abrió su computadora y vio que Jamie estaba conectada por Skype así que hizo una video llamada, hacía tiempo que no hablaba con  ella.

—¡Irina! No esperaba tu llamada. ¿Cómo estás?

—Bien, creo.

—Te noto triste.

—Han pasado tantas cosas desde que te fuiste. No sabría por dónde empezar. Mejor cuéntame cómo estás y el bebé.

—Bien. Los padres de Enrique no tomaron alegremente la noticia de la boda. Sin embargo enloquecieron cuando se enteraron del bebé.

—Me da gusto por ti.

—Iremos a San Francisco la semana entrante y después regresaremos a la capital. Enrique quiere proponerle un negocio a Josh… —guardó silencio, interrumpiendo el nombre de Joshep.

—¡Descuida! Los asuntos que ustedes tengan pendientes con él no son de mi incumbencia.

—¿Qué sucede?

—Scott y yo... somos novios.

—No te veo muy contenta.

—Peleamos. Aunque ya no planeo verlo me pidió que me alejara para siempre de Josh.

—No tiene por qué hacer eso.

—Lo sé pero. Supongo que se siente intimidado ante la posibilidad de que entre Joshep y yo pudiera resurgir el amor.

—¿Y existe esa posibilidad?

—No. Me di cuenta que nuestra relación no tiene futuro. Que entre él  y yo no hay  nada más que recuerdos. No tenemos nada en común. En cambio Scott, ha estado a mi lado en los momentos más difíciles de mi vida —el timbre sonó—. Oye me tengo que ir, alguien toca la puerta, te llamaré otro día.

—Cuídate mucho amiga. Yo creo que iré a dormir, con el embarazo me ha dado insomnio. Nos vemos.

Irina caminó hasta la puerta. Miró por el visillo a Scott, tomó una bocanada de aire y abrió.

Antes de que ella pudiera articular una palabra, él comenzó a hablar.

—Lamento haberte hecho esa escenita. Fue muy inmaduro de mi parte.— La miró fijamente a los ojos haciendo que ella se pusiera nerviosa. —Me llenó de celos imaginarte nuevamente a su lado. No podría resistir perderte. Te amo.

Cerró la puerta detrás de él. La tomó con ambas manos del rostro y la besó hasta tumbarla en el sillón. Después continuó recorriéndola con su boca hasta llegar a su cuello. Con sutiles caricias la hizo perdió el control.