Joshep manejó por la autopista. El aire fresco entraba por la ventana desacomodando el cabello de Irina. Ella cerró los ojos y suspiró. Recordó la primera vez que viajó en carretera con él.
—¿A dónde iremos?
—¿Importa eso?
Ella sonrió y volteo hacia la ventana. Se sorprendió al ver que Joshep la conducía por un camino conocido alejado de la ciudad.
Se detuvo en un restaurante cerca de la carretera. Ya ante habían estado ahí, la terraza tenía una vista espectacular del bosque que rodeaba la carretera.
—¿Por qué vinimos aquí?
—Quería estar a solas contigo. La última vez que estuvimos aquí fue cuando escapamos de tu padre ¿Recuerdas?
Irina sonrió y lo miró sin decir nada. Ambos entraron, se sentaron en la misma mesa en la que años atrás comieron viendo el paisaje. El sol brillaba en el horizonte y un cálido aire rozaba su piel. Ordenaron una pizza a la leña y una botella de vino.
—Eres aún más hermosa de lo que podía recordar.
—¿A qué viene eso? —dijo con un sutil tono.
Joshep sacó de su chamarra el reloj. Lo puso sobre la mesa y lo colocó al frente de ella.
—Te pertenece.
Ella lo miró incrédula.
—Pensé que se lo habías prometido a Marion —dijo fría.
—No tengo idea de qué fue lo que te dijo pero créeme. La única mujer a la que amo está sentada frente a mí. A ella le di mi palabra y con ella quiero estar.
—Ha pasado tanto tiempo.
—¿Ya no me amas?
—¡Josh por favor!
—Si ya no me amas dímelo y te dejaré en paz. ¿Es eso lo que quieres, que me aleje de ti?
—¡No! No quiero perderte pero las cosas no son las mismas. Yo no soy la misma.
—Eso lo sé.
—¿Entonces cómo puedes estar tan seguro de que sigues amándome si ya no me conoces?
—Lo sé porque cuando te veo el tiempo se detiene. No hay nada ni nadie que me interese más que tú. A pesar de los años, de la distancia siempre eres tú. Te juro que entre Marion y yo no ha pasado nada. Si te soy sincero no es que no haya habido oportunidad pero a ella no la amo como a ti.
Los ojos de Irina se llenaron de lágrimas. No podía confesarle que la noche anterior se había entregado a Scott. Más que por amor por deseo y por despecho.
Joshep la tomó de la mano y limpió la lágrima que le escurrió por la mejilla.
—¡De verdad lo siento! —dijo con la voz entre cortada.
Se levantó de la silla y se sentó a su lado. La abrazó tiernamente haciendo que ella finalmente ahogara sus lágrimas en un sollozo. Sentía culpa.
—Te esperaré. Lucharé por este amor. No quiero presionarte pero tampoco voy a perderte. Entre tanto podemos ser amigos.
Joshep le dio un cálido beso en la frente. Mientras caía la tarde platicaron como si fuera la primera vez que se conocían. Tan distraídos estaban que no se percataron que un músico comenzó a cantar. El restaurante se llenó y pequeñas luces iluminaron el lugar.
—Siento lo de tu padre.
—Hiciste lo que pudiste.
—Volveremos a apelar la decisión del Juez. Te prometo que conseguiré algo mejor. Esto no puede quedarse así. Aún no lo entiendo, el juez Johns no suele ser así. ¿Has hablado con Kyle Norman?
—¿El periodista?
—Sí.
—Cruce dos palabras con él en alguna ocasión. Es un tipo fastidioso.
El mesero llegó con la comida y sirvió el vino casi imperceptible por la plática que los mantenía entretenidos.
—¿Crees que tenga algún interés particular en el caso de tu padre?
—Hicieron buena amistad hasta donde sé. A él también le dieron una pena excesiva pero algo como un interés especial... lo dudo. Ahora cuéntame qué hizo tu padre cuando se enteró que ayudarías al mío.
—Se molestó bastante. Creí que había cambiado un poco pero sigue siendo el mismo.
—Buscaré otro abogado. No quiero meterte en problemas con él.
—No me importa la opinión de nadie. Ésta es mi vida Josh, no dejare que interfiera más en ella.
—¡Cuéntame cómo llegaste a ser abogada!
—En realidad no fue mi primera opción. Comencé estudiando artes pero un día perdí el interés.
—Deberías intentarlo nuevamente. Quién sabe, quizá descubras una nueva faceta —dijo sonriendo.
—Tomaré tu consejo.
—Me gusta verte natural, sin tanto maquillaje, autentica. ¿Quieres bailar?
—No. Nadie lo está haciendo.
—Creí que no te importaba el qué dirán.
Él extendió su mano y ella lo sujetó. Se levantaron de la silla y al ritmo cadencioso de la música comenzaron a bailar.
—No tienes idea de cuántas noches soñé con tenerte entre mis brazos nuevamente.
Él intentó darle un beso en los labios pero ella se volteó.
—Lo siento Josh. No puedo besarte, espero lo entiendas. Estoy muy confundida.
—Perdóname, no intentaré forzarte de nuevo.
La estrecho fuerte contra su cuerpo.
—Tenemos que regresar. Ya es muy tarde y hoy es la fiesta de despedida de Jamie.
—¿Qué tal si vamos a otro lugar? Ella lo entenderá.
—¿A dónde quieres ir?
—Conozco un lugar que me gustaría mostrarte.
—Le prometí a ella que iría. Al menos déjame ir a despedirme, mañana sale muy temprano.
—Está bien, pasaremos al bar y después nos vamos.