Scott entró a su oficina. Dejó su portafolio encima de su escritorio y se dirigió a la ventana. Pensaba en Irina y su desplante de la noche anterior. Deseaba tenerla solo para él. Algo pasó que la hizo cambiar su actitud hacia él.
El movimiento de la silla de piel hizo que volteara de inmediato a ver quién estaba ahí.
—Es muy tarde, ¿no crees? Alguien que toma en serio su trabajo llega antes que sus empleados.
—¡Papá! ¿Qué haces aquí? –dijo completamente sorprendido.
—Quería hablar contigo —Bruno se levantó de la silla y caminó hacía donde estaba su hijo.
—¿Sobre qué?
—Planeo hacer una cena esta noche. Será algo privado. Quizá unas cuantas amistades y políticos.
—Es algo muy apresurado, ¿no crees?
—Sí pero no imposible. Llame esta mañana a Ana, ella se ocupará de planear todo. Así que espero verte en la casa antes de las 8 de la noche.
—Tengo mucho trabajo y quiero hablar con Irina.
—¡Claro, esa niña!
—¿Hay algún problema con ella? La última vez que te hablé de ella parecías complacido.
Scott se extrañó.
—Como ya sabes su padre y yo somos buenos amigos desde hace años. Tenemos ciertos negocios juntos. No me gustaría tener problemas con él por los malentendidos que surjan entre ustedes.
—Ella es muy discreta. Además nunca te he dado dolores de cabeza, sabes bien que yo.
—Sé que tú, hijo, pierdes la cabeza cuando de faldas se trata. En eso difieren tu hermano y tú. Me parece increíble que Brandon sea más cabal.
—¿Lo dices por Natsumi? —preguntó exaltado.
—Lo digo porque de buena fuente sé que esa jovencita puede hacerte cometer locuras. Con mi nuevo puesto político y con Norman fuera de prisión no quisiera tener escándalos.
—Ella viene de una buena familia, tiene principios y te aseguro que nada de qué avergonzarse. Lo de Natsumi fue un error y ya quedó en el pasado. Además, si de locuras hablamos creo que tú eres el menos indicado para hacerme reclamos.
Bruno se rió y le dio una palmada en el hombro a Scott.
—Yo no estaría tan seguro de que tu novia sea lo que dices.
Scott lo miró intrigado.
—¿Qué quieres decir?
—Después de que hablamos ese día me quedé pensando en muchas cosas. Tengo buena memoria Nick. ¿Recuerdas la navidad en que vendimos la casa de San Miguel?
—Claro. Fue el año en que regresé.
—Entonces recordarás que los medios de comunicación se peleaban la exclusiva del rescate de Irina Brooks.
—Sabes que un secuestro por lo regular termina con eventos poco fortuitos. Más allá del hecho que tu amigo sea millonario está el que ella se encontrara bien.
—Bien, pues ella nunca estuvo secuestrada.
—¿Qué quieres decir?
—La hija de Jack huyó con el novio, un muchacho sin futuro y de mala reputación. El hijo del asesino de su madre.
El rostro de Scott lució desencajado tras las confesiones de Bruno.
—Eso es imposible. Me refiero a que ella no haría algo así, me parece tan tímida. Además, ¿cómo lo permitió su padre? Por lo que me has contado, me parece un hombre severo —dijo incrédulo.
—Jack me estaba ayudando con la venta de la Hacienda de tu madre. Sabes bien que nunca encontramos las escrituras y al venderla las necesitábamos. Él viajo a San Francisco y ella aprovechó para escaparse.
—Me hablas de las locuras que cometió una adolescente, nada serio.
—La mandé investigar.
—¡Qué! ¿Cómo pudiste hacer algo así? —preguntó molesto por la intromisión de su padre en sus asuntos.
—Confías demasiado en ella.
—Porque sé que no me mentiría.
—Tengo mis reservas respecto a eso. ¿Te comentó qué hizo en Abarca?
Scott lo miró totalmente sorprendido, nervioso. Con un brusco movimiento de su brazo llevó su mano a la cabeza y con los dedos jalo su cabello. Tomó una gran bocanada de aire. Se sentó en uno de los sillones que estaba cerca de la ventana.
—No he hablado con ella. ¿Cuándo fue eso? ¿A qué fue?
—Fue a visitar ni más ni menos que a Lucas Duncan.
—Habla claro papá, sigo sin entender, ¿quién es ese tipo?
—Duncan es el asesino de su madre.
—Es una locura —dijo incrédulo—. ¿Por qué haría tal cosa? Te aseguro que es un error y existe una explicación coherente.
—Si no me crees, sal de dudas tú mismo. Pregúntale a qué fue. Bruno tomó el teléfono e intentó dárselo a su hijo.
Scott se levantó del sillón y se acercó al escritorio. Tomó el teléfono y lo colgó.
—Lo haré pero no ahora. Y te aseguro papá que habrá una explicación razonable para todo eso que me dices.
—Solo espero que esa "explicación" como tú la llamas no sea Joshep Duncan —dijo sarcástico.
—¿Quién la está vigilando?
—¿Importa?
—Te puede estar mintiendo.
—Él la conoce a la perfección. Ayudó a Jack cuando se metió en líos con ese chico Duncan.
—Me confundes. ¿Qué relación tenía ella con el hijo de ese hombre?
—Estaba profundamente enamorada de él. Encaprichada a mi parecer. Tal parece que él regresó y nuevamente la buscó.
—Eso es imposible —su preocupación fue evidente—. Si hablamos del mismo tipo, ella misma me dijo que murió.
—¿Te dijo que se trataba de Duncan?
—No. Pero entonces quizá se trate de otra persona —dijo despreocupado.
—Hijo, toma este consejo. Si de verdad te interesa no le quites el ojo de encima. Las mujeres no necesitan tantas libertades.
—Si no te importa quisiera estar solo. Tengo trabajo y ya llevamos mucho tiempo hablando —dijo cortante.
Había escuchado suficiente como perder la concentración en sus asuntos. En cuanto su padre saliera de la oficina estaba determinado a ir a buscarla.
Necesitaba hablar con ella y aclarar las cosas. Pensó que quizá eso explicaría su actitud de la noche anterior.
Cuando Bruno salió por la puerta Scott llamó a Ana.
—¿Me necesitas?
—¿Sabes si Rick vino con mi padre?
—Me pareció haberlo visto. ¿Quieres que lo busque?
—¡No! hablaré después con él. Tengo que irme. Cancela la reunión. Me tomaré el día.
—¡Scott! ¿Estás loco? Tienes muchos pendientes, no puedes hacer eso.
—Te veré mañana Ana.
Él salió de la oficina tan abruptamente que ni su escolta se dio cuenta que se había marchado. Necesitaba hablar con Irina, salir de dudas.
Irina estaba sentada en la ventana. Su cabello rizado caía sutilmente por encima de sus descubiertos hombros. Su pálida piel hacía más notorias sus ojeras. Había pasado la noche pensando en Joshep.
Pasaban de las dos de la tarde. El timbre sonó varias veces. Ella corrió a la puerta, su corazón latió con tanta fuerza que por un momento sintió que le faltaba el aire. Estaba nerviosa. Su sorpresa fue aún mayor cuando vio a Brandon parado frente a su puerta.
—Señorita Brooks.
—¡Brandon!
—¿Flores? —le entregó un ramo de rosas, ella las tomó desconcertada.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste donde vivo? —preguntó completamente intrigada.
—¿Importa?
—¿Qué necesitas Brandon?
—¿Puedo pasar?
—No me has contestado.
—¡Vaya! De pronto siento que más que conversación estamos teniendo un interrogatorio. Despejaré tus dudas con una taza de café.
Ella se hizo a un lado y lo dejó pasar. Cerró la puerta detrás de él. Llevó las flores a la cocina y las colocó dentro de un florero con agua. Sirvió café. Se recargó en el respaldo del sillón con los brazos cruzados, totalmente seria.
—¿No tomas café? —ella negó con la cabeza—. Deberías, parece que no dormiste anoche.
—¿Me vas a decir qué necesitas?
—Necesitaba hablar con alguien que tuviera voluntad propia. Que no se deje sobornar o manipular por mi padre.
—No te entiendo. Explícate por favor.
—Mi padre dará hoy una cena. Quiere adular a todos los que lo han apoyado en su campaña. Irán políticos, gente importante. No estoy de acuerdo en que alguien tan vil y miserable como él este en el poder. He estado en contacto con un periodista de nombre...
—¡Norman! —interrumpió.
—¿Lo conoces?
—Sé que ha tenido problemas con tu padre y ha buscado la manera de vengarse de él. ¿Por qué lo haces?
—¿Recuerdas la Hacienda que teníamos en San Miguel?
—¿Qué hay con ella?
—Yo tengo las escrituras.
—Eso es imposible. La propiedad se vendió hace unos años.
—No se vendió. Todo fue una farsa orquestada por mi padre para evitar que los medios, que Norman, lo acusaran de asesino. Mi padre engañó a mi madre con otra mujer, era un secreto a voces. Ella se fue a San Miguel huyendo de él. Él pagó mucho dinero para que maquillaran la nota.
—¿Cómo sabes todo eso?
—No siempre he sido indiferente con lo que acontece en mi familia. Scott se fue a Italia con un amigo cuando empezaron los problemas. Quizá le convenía a mi padre no tenerlo cerca. Yo nunca representé un riesgo para él. Antes de irse a San Miguel, mi madre, me entregó un sobre. A menos que algo malo pasara me pidió que no lo abriera. Soy demasiado curioso. Lo abrí y ¡voila! Un montón de papeles. En ese momento no supe qué eran así que los guarde entre mis cosas.
—¿De qué se trataba?
—Las escrituras de la Hacienda.
—Creo que estas alucinando. Mi padre se encargó de esa venta.
—Se vendió a través de un prestanombres, un tal German Doux... Douzent no recuerdo. La hacienda en realidad sigue perteneciendo a mi padre, bueno, en realidad es mía porque yo tengo las escrituras.
—¿Le dirás eso a Norman? ¿Tienes idea del escándalo que se armaría?
—Tengo una ligera idea.
—No solo hundirías a tu padre... el mío también estuvo involucrado —dijo preocupada.
—Si dejo que mi padre tome protesta, será imposible escapar de él. Ni siquiera teniendo pruebas podremos acusarlo de sus delitos.
—¿Delitos? ¿Cuántos ha cometido?
—Bueno...
El timbre de la puerta sonó cortando la conversación que mantenían. Irina caminó pensativa hasta la puerta. Sacó los ojos al ver de quién se trataba.
—¡Papá! —dijo sorprendida—. ¿Qué haces aquí?
—No creerías que esperaría hasta diciembre para felicitarte —Jack le entregó una caja a su hija—. ¿Puedo pasar?
—¡Claro, pasa!... Oh papá, él es Brandon Parker.
—¿No me digas que eres hijo de Bruno?
Brandon se levantó del asiento y extendió su mano. Jack sonrió al escuchar su apellido.
—Así es señor. Mucho gusto.
—Precisamente vengo a visitar a tu padre. Claro que también a visitar a mi hermosa hija.
—Supongo que tienen cosas de que hablar. Me voy Irina, te veré después.
Ella lo acompañó a la puerta y le murmuró al oído.
—Por favor no le digas nada a Norman. Hablaremos después.
Brandon la miró.
—No puedo prometerte nada Irina. Estamos pisando un terreno muy peligroso —sonrió y se marchó, dejando inquieta a la joven, que se quedó sin palabras.
—Si no mencionas que era un Parker, me hubiera molestado con la selección de tus amistades.
—¿Por qué lo dices?
—Bueno. Ese arete en la oreja y el cabello largo no dan una buena imagen. Bruno ya me había mencionado que su hijo menor era rebelde, no creí que hablara en serio. ¡Qué contrastes! Nicholas es un joven tan serio y Brandon tan...
—Escuché que viniste a hablar con él —dijo cortando la conversación. El cambio de tema lo descontroló.
—Sí. Tengo unos asuntos pendientes que tratar. De hecho planeamos una reunión a las dos pero no podía ir cargando tu regalo.
—No tenías que traerme nada. De verdad no era necesario.
—Espero te guste. Era de tu madre, jamás lo usó.
Irina quitó el moño de la caja. Un vestido de tul color marfil con aplicaciones de encaje y lentejuela negras la deslumbró.
—Es realmente hermoso.
—Espero que lo uses esta noche.
—¿Qué habrá esta noche?
—Pensé que Brandon te lo había dicho ya. Bruno organiza una cena. Sería bueno que fueras, ya sabes para relacionarte en el medio.
—¿No puedes esperar a la cena de fin de año? —preguntó sarcástica.
—¡Vamos Irina no seas antipática! Tienes que tener buenas amistades. Tu posición te exige codearte con la mejor sociedad.
—¿Y quién según tú es la mejor sociedad? ¿Los Parker?
—Bruno y yo somos amigos. Nicholas es un excelente partido.
—Padre lo siento pero creo que él y yo no tenemos nada que ver.
—¿Lo has tratado ya? —preguntó extrañado—. ¿En qué te basas para afirmar eso?
—Papá en serio, no tengo ganas de salir.
—Bien. Entonces me despido. Supongo que te veré hasta la fiesta de fin de año.
—¡Papá! hay algo que me gustaría decirte antes de que te vayas.
—¿De qué se trata?
—Es un tema delicado.
—Sabes que no me gustan los rodeos.
—Es sobre Joshep...
Los ojos de Jack se llenaron de odio. Fue incapaz de disimular la molestia que le causaba tan solo escuchar su nombre.
Un silencio incomodo inundó el departamento. Irina lo miró, tomó una gran bocanada de aire y prosiguió.
—La condena de su padre se revisará este año y... planeo ayudarlo a apelar su condena.
—¡Qué!
—Creo que ya pasó suficiente tiempo en la cárcel. Ya pagó su condena ante la sociedad.
—¡Para mí ese hombre podría pasar el resto de sus día en prisión y el tiempo no le alcanzaría para pagar por lo que hizo! Me parece increíble que siendo mi hija me humilles de esa forma.
—¿Humillarte? ¿De qué hablas?
—¿Te parece poco? ¡Sacar a ese tipo de prisión! ¡El asesino de tu madre, Irina por favor! ¿En qué diablos estás pensando?
—¡Cálmate papá! Es que creo que su condena fue exagerada.
—¿Exagerada? ¿Te parece una exageración que el hombre que mató a tu madre este en prisión? ¿Qué castigo le hubieras dado tú?
—¿Sabías que está en Abarca?
—¿Qué tiene eso que ver con su castigo?
—Abarca es una prisión de máxima seguridad. No fue ingresado ahí inicialmente. Fue transferido. Es decir que alguien ordenó que se le diera trato de criminal peligroso. ¡Papá el hombre no puede ni mantenerse en pie!
—¿Acaso fuiste a verlo? —preguntó. Su molestia era más que evidente.
—¡Sí! Como te dije, planeo apelar su condena. Ayudarlo a salir si es necesario.
—¡Déjate de tonterías! Escúchame bien jovencita... ni tú, ni nadie podrá sacar a ese hombre de prisión.
—Le dieron quince años papá. Es cuestión de tiempo para que salga. ¿Bajo qué cargo lograrás mantenerlo encerrado?
—El daño que nos hizo lo pagará con creces.
—¿Es una amenaza?
—Tómalo como quieras niña. Será mejor que me vaya, tengo asuntos importantes que tratar con Bruno.
Jack salió del departamento azotando la puerta. Irina se quedó perpleja, estaba descontrolada. Jamás imagino tal reacción. Actuó como el mismo hombre intransigente de siempre.
El sol se puso poco antes de las siete de la noche. Irina salió a caminar, necesitaba hablar con Jamie. Sin darse cuenta llegó al mercado de artesanías. Cruzo la fuente de Teruel hasta llegar al teatro Opera.
El antiguo teatro se mantenía en pie a pesar de los años. La estructura se estaba desquebrajando pero aún era rentable sobre todo para las sesiones fotográficas.
Jamie sonreía a la cámara. Enrique le guiñaba el ojo cada vez que volteaba a verlo. Estaba sentado en un puff, esperaba a Joshep para ir cenar. Cerca de las siete, él y Marion entraron al teatro.
—¿No pudiste dejarla en el departamento tío? ¡Estás metido en tremendo lío y no paras! —murmuró sin que ella lo escuchara.
—No podía dejarla sola. No conoce a nadie.
—Tenemos que hablar, sin pájaros en el alambre —volteó a ver a Marion quien estaba distraída en la mesa de café—. ¡Decídete de una vez por todas! O te quedas con la enfermera o luchas por Irina —su tono era de reclamo.
—Sabes perfectamente que amo a Irina.
—Pues no lo parece. ¿Qué pasó anoche?
—El tipo ese que la persigue, Scott, le llevó serenata. No quita el dedo del renglón y a ella parece no serle indiferente. Es como si las cosas entre nosotros se estuvieran enfriando.
—No puedes esperar que ella se comporte igual. Han pasado muchos años desde que se separaron. Si de verdad la quieres tendrás que reconquistarla. ¿Apoco creías que caería redonda a tus brazos?
—Para mí nada ha cambiado.
—¿Ah no? Entonces dime, ¿qué hay de Marion?
—¡Tú también! —dijo molesto—. Ya perdí la cuenta de todas las personas a las que les he aclarado que ella es solo una amiga, que la aprecio.
—No lo parece. Anda como abeja en el panal. No se te despega ni un minuto. Sé que no te es indiferente.
—No, Marion no me es indiferente—. Enrique sacó los ojos y desvió la mirada.
—Así que era solo una amiga, ¿no? ¡Otra de tus mentiras Joshep!
Joshep volteó pálido, al escuchar la voz de Irina.
—¡Irina!
—Descuida, no voy a salir corriendo como una niña inmadura. Vine a hablar con mi amiga y no me iré hasta hacerlo.
Se dio la vuelta y caminó hasta el escenario. Joshep la siguió tratando de detenerla.
—¡Irina por favor te aseguro que es un mal entendido!
—Siempre hay malentendidos en tu vida Josh y sabes algo... ya me cansé de esta situación. ¡Vete con ella, se feliz! —sus palabras no reflejaban sus emociones.
—¿Es eso lo que quieres? ¿Qué me aleje de ti?
Lo miró con los ojos llenos de lágrimas.
—Es lo que quieres en realidad. Si de verdad me hubieras querido como dijiste, no hubieras esperado tanto tiempo para decirme que estabas vivo.
—¡Fue una tontería! Sé que debí buscarte de inmediato pero no sabía en dónde estabas.
—¿Y cuándo lo supiste qué Josh?
—Irina... no me pidas que me aleje de ti.
—Te alejaste desde hace mucho tiempo.
—¿Es por Scott? ¡Contéstame! ¿Es por él que me dices todo esto? ¿Es por él que no cumpliste tu promesa de esperarme? —elevó la voz.
Ella lo miró decepcionada. Le estaba reclamando algo que él mismo había provocado.
—¡Sí! es por él.
—¿Lo amas? ¿Lo amas de la misma forma en que me amaste a mí?
—¡Irina! ¿Qué sucede? —preguntó Jamie intentando mediar las cosas.
—Necesito hablar contigo Jamie. ¿Podemos ir a algún lugar privado?
—¡Claro!
—¿Eso es todo Irina? ¿Te vas sin decirme nada más?
—Adios Josh.
El corazón se le quebró al decir esas palabras. Jamie la tomó de la mano y la condujo a su camerino.
—¿Qué sucede? ¿Por qué pelearon? —preguntó preocupada.
—Cuando llegué estaba hablando con Enrique. Le confesó que esa tipa que está en su departamento no le es indiferente.
—¡Irina! —dijo desilusionada, la abrazó mientras se desahogaba.
—Se acabó Jamie. No pienso derramar una lágrima más por él.
—¿Ya no lo amas?
—Su actitud y sus reclamos me lastiman. Esperaba verlo en la mañana pero ni siquiera llamó. No creí que estaría aquí, mucho menos con esa mujer.
—Lo lamento Irina. No sé qué decirte.
—No importa Jamie. En realidad vine porque mi padre estuvo esta tarde en el departamento.
—¿Qué quería?
—Felicitarme e invitarme a una cena.
—¿Una cena? ¿A dónde? ¿De quién?
—De los Parker.
—¿Acaso no te lo dijo Scott?
—Ese es otro tema. Él no mencionó nada anoche. Si no lo dijo fue porque no quería que fuera. Porque sus intenciones conmigo no son serias. Soy una estúpida. Me siento muy mal amiga.
—¿Lo quieres?
—No sé.
—Irina, él no me agrada pero no te puedo engañar. Por la forma en que te mira, como te trata y los detalles que tiene contigo te puedo asegurar que te quiere.
—Eso ya no importa Jamie. Estuve pensando que quizá sea mejor irme de aquí. Hacer una nueva vida, alejarme de los recuerdos.
—Te puedes ir al fin del mundo pero jamás dejaras de pensar en ellos. El sábado me voy, si quieres puedes ir con nosotros.
—¿Con ustedes?
—Enrique irá conmigo. Me iré por dos semanas quizá más. Es un contrato importante y me publicitarán como la imagen de la firma.
—¿Va en serio lo de ustedes?
—Supongo que hemos madurado —sonrió.
—Me da gusto por ustedes. Se debían una segunda oportunidad.
—Deberías relajarte. Dejar que las cosas se enfríen un poco y pensar bien con quién quieres estar.
—Me iré a pasar el fin de año a San Miguel. Necesito arreglar las cosas con mi padre.
—¿Pelearon?
—Le dije que ayudaría al padre de Josh a salir.
—Supongo entonces que ya no lo harás.
—Ayudar al señor Duncan no tiene nada que ver con mis problemas con Joshep. Eso sigue en pie. Sin embargo tengo que hablar con mi padre, se molestó bastante cuando le dije.
—Ay amiga, creo que ese tema jamás le traerá buen ánimo.
—Ya veré como suavizó las cosas. Será mejor que me vaya.
—¿No quieres cenar con nosotros? Seguramente Joshep ya se marchó.
—Quiero estar sola.
—¿De verdad?
—Sí. Necesito pensar las cosas.
—Solo ten cuidado. No olvides que mañana es mi fiesta de despedida y no puedes faltar.
—Claro.
Irina salió del camerino. Vio al Joshep discutiendo con Enrique. Espero el momento justo en el que una multitud salía del teatro para caminar con ellos.
Al llegar a la puerta Marion la detuvo. Sus labios dibujaron una curva en su rostro, más que cordialidad reflejaban satisfacción.
—Viéndote bien, no eres tan hermosa como él decía —dijo recorriéndola con la mirada de pies a cabeza—. Tu piel es tan pálida y tus ojos tienen un color indefinido. No entiendo en realidad por qué se enamoró de ti, eres tan simple.
—Hay cosas que personas como tú jamás entenderían. Más allá de eso tus palabras no me ofenden en absoluto—. Se dio la vuelta y siguió caminando.
—¿Crees que te ama, no? El deseo y el amor son cosas diferentes.
—Eso debe estar quitándote el sueño.
—Al contrario. El deseo que él sintió por ti se terminó. Fue cuestión de satisfacer una calentura.
—¿Qué quieres? —preguntó molesta.
—Quiero que te alejes de él de una buena vez.
—No eres tú quien debe pedírmelo.
—¡Pensé que tenías dignidad! Mira que preferir que sea él quien te lo diga.
—Sé que estas completamente molesta de que él esté aquí. Que me haya buscado nuevamente después de tanto tiempo.
—¿Y tienes idea de por qué lo hizo?
—Porque aún me ama.
—O por un simple acostón.
—Él no haría eso.
—¡Querida! Ya lo hizo una vez. Le entregaste tu virginidad o bueno, eso no me consta, al primer hombre que te habló bonito.
Irina le lanzó una cachetada.
—¡Cállate!
—La verdad duele, ¿cierto? Joshep me contó todo sobre ti. Se divirtió mucho contigo según sé.
—Conozco a Joshep, él no haría algo así —dijo con la voz quebrada.
—Algunas veces creemos conocer a las personas pero no es así. Eras una niña cuando estuviste con él, ingenua por lo visto.
—¡Tengo que irme!
—Hay un cabo suelto —gritó cuando ella se dio la vuelta—. Quiero que me devuelvas el reloj. Pertenece a la mujer que él ama y esa no eres tú.
—¿Él te dijo eso?
—¡Que te lo digo yo! Que tengo la llave.
—¿Él te dio la llave?
—¿Te sorprende? Me la dio una de las tantas noches que hemos pasado juntos.
— ¡Eso no es cierto! Él me prometió que me la daría cuando...
—¿Cuando se casaran? —dijo sonriendo irónica—. ¡Y tú le creíste! Un hombre dice cualquier cosa con tal de conseguir lo que quiere. En tu caso, sexo. ¡Eres una fácil niñita!
Irina estaba tan enojada que se lo arrancó del cuello rompiendo la cadena. Lo lanzó al suelo.
Marion se lanzó sobre de ella tirándola sobre la alfombra. A penas pudo detener su mano evitando así la siguiera rasguñando.
—¡Maldita zorra! Día y noche tuve que soportar que solo te mencionara a ti. ¡A pesar de mis desvelos y atenciones eras tú en quien pensaba! Creí que te había olvidado ¡Y ahora reapareces en su vida! ¡No dejaré que me lo quites!
—¡No se puede quitar lo que no te pertenece!
—¡Nunca lo buscaste! No puedes aparecer así como si nada y esperar que él te siga amando. No fuiste capaz de mover un dedo por él.
—¡Porque me dijeron que estaba muerto!
—Y te conformaste con eso, no buscaste su cuerpo. ¡No comprobaste que fuera cierto!
—No tenían por qué mentirme. ¡Me lo dijo su hermana!
—Mira niñita estúpida, que te quede bien claro. ¡Joshep es mío y de nadie más!
—Aunque te bese a ti, siempre pensará en mí.
—¡Cállate! ¡Te he dicho que solo quería acostarse contigo!
Marion le jaló el cabello y continuó rasguñándola. Irina intentó hacer lo mismo.
Joshep, Enrique y personal del staff corrieron a separarlas al escuchar los gritos.
—¡Tranquilas! —gritó Enrique apartando a Marion de inmediato.
—¿Estas bien? —Joshep sujetó delicadamente el rostro de Irina, su tono de voz delataba su angustia.
Ella lo miró fría, contuvo las lágrimas. Se levantó sin ayuda y salió corriendo del teatro. En medio de la noche se perdió con la oscuridad que invadía las calles.