Capítulo 6


La semana estaba por terminar, Irina se dirigió al trabajo al momento en que escuchó su nombre en la calle. Enrique cruzó apresurado en medio de los autos que frenaron al verlo cruzar con el semáforo en rojo.

—¡Enrique! —lo miró sorprendida por la osadía de cruzar la calle de esa manera—.  Debes tener más cuidado. Esta ciudad es muy conflictiva, tuviste suerte de no ser atropellado.

—Lo sé y siento tener que alcanzarte de esta forma pero quería preguntarte algo. En realidad es un favor. Es importante, créeme que no me hubiera cruzado de esa manera si no lo fuera —dijo sofocado.

—Claro, es solo que en este momento voy para el bufete. Si quieres acompáñame y hablamos.

—Preferiría hablarte en algún otro lugar.

—Me asustas, ¿de qué se trata?

—Te parece si nos vemos en la cafetería de aquella esquina —Enrique señaló el lugar e Irina asentó sonriendo.

—Está bien, te veré como a las seis, ¿te parece bien?

—¡Perfecto! Te veré más tarde.



Habían pasado cinco días sin que Scott la buscara. Le pareció extraño pero tenía la mente ocupada como para sentarse a llorar por su ausencia. 

Él por su parte, no había dejado de pensar en ella ni un solo momento. Estaba sentado en su oficina girando en la silla de piel con la mente en todas partes menos en el trabajo.

Ana, una de las colaboradoras del bufete entró a la oficina a dejar unos expedientes. Él volteó de inmediato al escuchar el rechinido de los tacones en el piso de porcelana.

—Deberías ocuparte de tus pendientes Scott, ya tienes cinco casos que revisar. Tu padre llamó. Por cierto, quiere el nombramiento se haga hoy mismo. Dijo que llegará al bufete a eso de las cinco.

—¿Hoy?

—Bueno, no quiero ponerme de su lado, sé que eso te molesta pero creo que ya lo has retrasado bastante. Llevas a cargo seis meses, es cuestión de hacerlo oficial.

Él fijó su mirada en Ana.

—Hablaré con él, esto que propone es muy apresurado. Quizá podríamos planearlo mejor.

—No creo que acceda a retrasarlo más tiempo Scott. Esta mañana leí en el periódico que pidió licencia en el senado.

—No me lo dijo.

—Quiere la gubernatura del estado. Sabes que eso implica mayores responsabilidades.

—Supongo entonces que no hay marcha atrás. De acuerdo entonces convoca una reunión en el auditorio a las cinco y media.

—De acuerdo.

Ella salió de la oficina, Scott se levantó de la silla y se acercó hasta la ventana. La vista desde el piso quince era espectacular. Se podía recorrer la ciudad entera en un parpadeo.

Estaba preocupado, aún no le había confesado a Irina que el bufete donde ambos trabajaban era de su padre, Bruno Parker. Ella ni siquiera sabía que eran compañeros de trabajo. El nombramiento de esa tarde y los casos pendientes lo mantuvieron ocupado el resto de la tarde como para llamarla y decírselo antes de la junta.

El senador Parker llegó custodiado por un sequito de escoltas poco antes de las cinco. Subió hasta el piso quince y entró sin avisar a la oficina de su hijo.

Scott se levantó de inmediato del sillón al verlo.