Irina se sentó en la sala de espera del hospital. Una lágrima escurrió sobre su mejilla. Estaba completamente desolada por la conversación que había tenido con Scott. Se sentía terrible por todo lo que había pasado. Su corazón dio un vuelco luego de verlo. Él la hacía vibrar de una manera muy diferente a Joshep.
Estaba distraída con sus pensamientos cuando de pronto vio a Marion caminar por el pasillo. Abrió los ojos sorprendida de que ella estuviera ahí. Segundos después, vio a Joshep saliendo de terapia intensiva. Él caminaba al lado de Marion por el pasillo.
Irina se dio cuenta que las cosas entre ellos habían cambiado. Todavía lo amaba pero no de la misma manera en que alguna vez lo hizo.
Se levantó de la silla y salió del hospital sin que él se percatara de su presencia.
El sonido de la llave girando en la cerradura alertó a Jamie y a Enrique. Ambos se acercaron a la puerta. Ellos acababan de regresar de Colombia tras escuchar las noticias del motín donde estaba recluido el padre de Joshep.
—¡Irina! ¡Estás bien! –dijo Jamie mientras la abrazaba—. Estaba preocupada por ti. Lo que pasó en el bar fue horrible, nos asustamos bastante.
—¡Lo sé! Entre tanta cosa no he podido ir a levantar la denuncia al juzgado.
—¿Cómo está el padre de Duncan? A nosotros no nos informan nada por no tener una relación directa con él —preguntó Enrique.
—Al parecer estable.
—¡Fue una suerte que los del penal lo hayan trasladado a un hospital! —sugirió Jamie.
—No fue suerte.
—¿Entonces? ¿Tú lo hiciste?
—Yo estaba con Joshep en Bernal. Nos enteramos de lo que había pasado por las noticias.
—No entiendo... —miró extrañada a Enrique.
—Scott movió sus influencias. Aunque su condición fuera grave, de ninguna forma lo hubieran enviado al hospital, a ellos no les importa la condición de los reos. Ni siquiera porque intervengan derechos humanos. Además, está catalogado como un criminal peligroso, no tiene privilegios.
—¡Qué! ¿Quieres decir que Joshep le debe un favor a ese tipo? —preguntó Enrique exaltado.
—Lo hizo por mí así que soy yo la que le debe el favor.
—¡No puedo creerlo! —dijo Jamie incrédula—. ¡Scott es un patán! ¡Fue él quien provocó el disturbio en el bar!
—Jamie se lo mucho que lo odias. El sujeto que nos amenazó en el bar no fue Scott, pregúntale a Josh, él te lo confirmará.
—Lo que ella dice es cierto Irina. Él estuvo esa noche en el bar, estuvo tomado y estaba bastante alterado.
—Me cuesta trabajo creerlo. En especial porque él no ha hecho más que ayudarme. El hecho que les caiga mal no les da derecho a difamarlo.
—¡Vamos tía no te pongas así! No queremos que te equivoques con él.
—¿Saben? No creí que fueran capaces de algo tan bajo con tal de ponerse en su contra. ¿Por qué no hacen lo mismo con Marion? Esa tipa es una falsa y ustedes la tienen en un pedestal. Será mejor que me vaya, necesito aire, saldré a dar una vuelta.
—¿Irás a buscarlo? —preguntó Jamie.
—Eso no te importa.
—¡Irina no vayas! Scott no es lo que tú crees.
—Creí que eras mi amiga.
—Porque lo soy te lo digo. Todo es un engaño para atraerte a sus redes.
—¿Cómo puedes saberlo si no lo conoces? —preguntó molesta. Jamie bajó la mirada. No podía decirle frente a Enrique que años atrás había tenido algo que ver con él—. Fue lo que pensé. Nos vemos después.
Irina había pasado la noche pensando en Joshep y en Scott. Se le estaba haciendo costumbre no dormir. Se levantó tarde, prefirió no ir al hospital. Estaba molesta por la presencia de Marion y quería evitar confortamientos.
Salió a almorzar. Cruzó el parque hasta que llegó a un bistro y se sentó en la terraza. De inmediato le sirvieron una taza de té de moras y le dieron la carta junto con el periódico del día. Ordenó unos huevos benedictinos y comenzó a hojear el periódico.
Un titular escandaloso llamó su atención.
"Abarca. No solo una prisión de máxima seguridad. Por Kyle Norman."
Apenas vio el nombre del periodista se exaltó. Leyó entre líneas.
"Salieron a la luz los malos manejos de la prisión... Algunos de los internos cometieron delitos menores y son tratados como si fueran criminales peligrosos...Trato injusto y abuso de poder...Un lugar donde los ricos y poderosos envían a quienes tratan de exhibirlos. Tal es caso de Lucas Duncan cuya excesiva pena...víctima de Jack Brooks quien en realidad esconde...enriquecimiento ilícito gracias a sus fraudes y amistades poderosas."
Palideció al leer la nota. Norman hacía una acusación directa sobre su padre. Sabía que Brandon finalmente había hablado con Norman respecto a la compra—venta de la hacienda Parker.
Tomó su celular y lo llamó. Cuando no obtuvo una respuesta llamó a Matt. Imaginó que el problema era aún más grave.
—¡Qué bueno que llamas! Necesito que vengas de inmediato. Las cosas se han complicado Irina. Hay policías en la inmobiliaria, tienen una orden de registro. No puedo localizar a Daniel y para colmo se llevaron al tío, tenemos muchos problemas.
—¡Qué! ¿Qué explicación te dieron?
—¡Ven de inmediato!
—¡Salgo para allá!
Irina salió rumbo a San Miguel. Le mandó un mensaje de texto a Jamie avisándole la situación.
Norman no se había tentado el corazón al acusar a Jack. Entendió la urgencia que tenía de hablar con ella pero jamás imaginó que se trataba de la nota.
La carretera se le hizo eterna. No veía la hora de llegar al lado de su padre, se sentía culpable. No creyó que ayudar a Lucas desencadenara tantos problemas.
Jack estaba sentado en la sala de interrogatorios. Minimizó el problema. Una nota del periódico era tan solo una acusación infundada, sin pruebas no había delito que perseguir. Estaba convencido que se trataba de una calumnia.
El fiscal de distrito entró con unos documentos en la mano. Lo saludó respetuosamente y prosiguió.
—Lamento la incómoda situación en la que se encuentra señor Brooks.
—Es su trabajo. Norman suele levantar calumnias con tal de vender notas. Le gusta ensuciar la reputación de las personas decentes.
—Me temo que esta vez las acusaciones del señor Norman no son calumnias. Se le acusa de fraude y falsificación de documentos.
—¡Pero qué locura! Conoce mi reputación. Yo sería incapaz de meterme en ese tipo de líos.
—El señor Norman presentó una copia certificada de las escrituras de la Hacienda Parker. Por si le falla la memoria, esa fue una de las tantas propiedades que usted vendió hace algunos.
Jack comenzó a sudar frío.
—Olvida con quién trata. No hablaré hasta que mi abogado este presente —respondió nervioso.
—Hemos intentado localizar al dueño de la mansión, el señor German Deoux pero nos encontramos con algo curioso —dijo sarcásticamente—. ¡No existe ningún señor Deoux! ¿Podría explicarme eso?
—Conozco mis derechos. No insista, hablaré cuando aparezca mi defensa.
Los labios de Jack se tornaron blancos, el sudor le escurría por atrás del cuello. Estaba traslucido y respiraba sofocado. Se sujetó el brazo izquierdo y se encorvó. Sintió que le bajó la presión, un intenso zumbido lo ensordeció seguido de una grotesca sensación nauseosa.
—¿Se encuentra usted bien?— preguntó asustado el fiscal.
La respiración de Jack era casi imperceptible, lanzó un gemido y se recargó sobre la mesa.
—¡Llamen una ambulancia! —gritó el fiscal y se acercó a desabotonar el cuello de su camisa intentando auxiliar a Brooks.
El intenso tráfico en la carretera había retrasado aún más la llegada de Irina a San Miguel. Pasaban de las cinco de la tarde cuando ella finalmente llegó entró a la ciudad. Recibió una llamada de Matt y contestó con el manos libres.
—¿En dónde estás? ¿Por qué tardas tanto?
—En la entrada, llegaré en veinte minutos máximo.
—Ok. Tómalo con calma, el tío esta fuera de peligro pero necesito que vengas a la beneficencia Española. Tu papá tuvo un infarto.
—¡Qué! —frenó en seco para evitar chocar—. ¡Voy para allá! —tartamudeó.