Capítulo 10


Irina estaba sentada en el pasillo revisando unos expedientes. Era raro que usara vestido y el cabello recogido pero eso le daba seriedad a su presencia. Estaba tan distraída que no notó la presencia de Brandon.

—Así que viniste. Por un momento creí que solo me lo habías dicho para que te dejara en paz.

—No acostumbro incumplir con mi palabra.

—Mi hermano es un idiota, tiene una bola de personas inútiles que jamás lograron un acuerdo justo con el juez y llegas tú y te deja ir.

—Si no te importa preferiría no hablar de él. No estamos aquí para tratar ese tema.

—¡Vaya! eso sí que es una sorpresa —Brandon la miró para intimidarla. Había descifrado en su mirada que Scott no le era indiferente— ¡Jamás imagine que la razón por la cual ya no trabajas en el bufete fuera esa!

—¿La razón? ¿Cuál razón?

—¡No era necesario que vinieras! —dijo Brandon mirando a Scott quien se encontraba atrás de Irina. Fría y pálida le lanzó una fugaz mirada.

—Quería asegurarme de... —dijo tratando de dulcificar la voz lo más posible sin dejar de mirarla.

—¿Que viniera a cumplir con mi trabajo? —Interrumpió Irina molesta—. Descuide abogado, tengo un compromiso con mi cliente y no voy a incumplirlo. Creo que necesitan un tiempo a solas, iré a ver si el juez ya llegó.

Scott la detuvo del brazo evitando que se marchara. Pudo sentir el temblor de su cuerpo.

—¡No te vayas! Tenemos que hablar.

—No es el momento ni el lugar —dijo sin mirarlo a los ojos.

—Será mejor que seas tú quien se vaya Scott, mi abogada y yo tenemos cosas que arreglar.

Scott miró con recelo a Brandon. La secretaria del Juez abrió la puerta y les pidió que entraran. Irina y su cliente entraron dejándolo atrás, él optó por sentarse en una de las bancas que se encontraban en el pasillo.

La oficina estaba muy ordenada. Un inmenso ventanal sin cortinas permitía la entrada de la luz. El escritorio de caoba repleto de folders y en la pared de atrás un montón de diplomas y reconocimientos dejó boquiabierto por un segundo a Brandon.

—El juez vendrá en un momento —dijo la secretaria y salió por una de las puertas que se encontraba atrás de la pared.

—Mi hermano es un tarado. Se ha creído muy listo pero esta vez le gané la jugada.

—¿De qué hablas?

—Pues de qué más, él esperaba que viniera solo al juzgado. Por suerte te llamé, no me imagino que hubiera pasado si no te hubiera encontrado. No estoy para quedar mal con el juez. No después de la última sentencia.

—Tu hermano no me corrió para hacerte daño. Fui yo quien decidió irse por circunstancias ajenas a ti.

—Tú le gustas. No te dejará ir tan fácilmente.

Irina lo miró intrigada.

—No soy un objeto que se pueda poseer.

—¡Vaya! que interesante —dijo sarcástico—. Jamás había conocido a una mujer que se le resistiera del modo que tú lo haces. Eso debe traer a Scott en jaque. Despreocúpate, le doy dos semanas máximo, te estará rogando que vuelvas.

—¿Te importa si nos enfocamos en tu caso?

—Si así lo prefieres. Cumplí el plazo que me otorgaron, no he faltado a mi palabra, mi conducta estos días ha sido intachable.

—Supongo que el juez te concederá el perdón pero por favor Brandon debes respetarlo, no solo por esta vez sino de por vida. Los antecedentes no se borran de tu expediente por lo tanto a la menor provocación puedes volver a prisión.

—Y no estarás para defenderme, lo sé.

Irina hizo un movimiento de negación con la cabeza, bajó la mirada y su rostro reflejo tristeza.

—Va en contra de mis principios decirte esto pero, me agradas mucho y no me gusta verte sufrir, así que te diré una cosa, creo que de verdad le gustas a Scott.

Ella volteó y lo miró intrigada, antes de poder hacerle una pregunta el juez entró interrumpiendo su conversación.


 

La audiencia finalizó,  Irina guardó unos papeles mientras Brandon caminó orgulloso de su triunfal escapada de la ley. Scott se había marchado, pasaban de las tres de la tarde.

—Te invito a comer.

Irina miró con extrañeza a Brandon.

—No gracias.

—¿Te tienen prohibido salir con los clientes? ¡Vamos es solo una comida! habrá gente, no es que te vaya a llevar a una isla privada.

—Es solo que no tengo hambre.

—Necesitas comer algo, has estado conmigo todo el día. No me iré hasta que aceptes mi propuesta Brooks.

—De acuerdo pero te advierto que soy mala compañía.

—No lo creo —Brandon la miró a los ojos de una manera similar a la que Scott lo hacía de modo que Irina se sonrojó.

Ambos salieron del juzgado y se dirigieron al estacionamiento. Irina se sorprendió al ver que Brandon tomaba el casco de una Harley y se montaba en ella mientras le extendía la mano con otro casco para ella.

—No esperaras que me suba en esto.

—¡Hey mas respeto! Es una harley, una belleza.

—Me refiero a que no puedo subirme a una moto con este vestido.

—¡Vamos nena! No puedes vivir siempre bajo los dogmas del buen vestir. He visto a muchas chicas que usan vestido para andar en bicicleta—. Ella lo miró dudosa sin decir una palabra—. Si éste fuera tu único recurso de transporte, ¿qué harías?

—Brandon será mejor que tomemos un taxi.

—Imposible, no puedes pedirme que deje mi moto aquí. Anda inténtalo, sé que puedes subirte sin mayor problema es más te ayudaré.

Brandon se bajó de la moto y ayudo a la joven a subirse, Irina trato de subir la pierna sujetando su vestido del centro, una vez sentada el vestido se le subió hasta los muslos. Él no pudo evitar notar que sus piernas eran perfectas. Mientras ella oprimía la falda contra la moto con sus manos él nuevamente se montó.

—¿Lista? —Brandon tomó las manos de Irina y las colocó alrededor de su torso—. Sujétate bien.

Apenas podía creer que se había subido a una moto con vestido. No podía negar que se estaba divirtiendo. Jamás se había subido a una. A pesar del casco la vista que tenia de las calles era totalmente diferente. Al llegar al restaurante los del valet ayudaron a la joven a bajar, de inmediato se quitó el casco y sorpresivamente su cabello estaba intacto. Brandon bajó de igual forma quitándose el casco y dejando las llaves con el valet. 

—Espero te guste el lugar. Mi mamá nos traía seguido antes de morir. Seguramente Scott ya te puso al tanto de lo que pasó.

—Algo así. Tu hermano es muy reservado algunas veces.

—Descuida, cualquier duda que tengas de él, háblala conmigo, yo las disiparé.

Brandon saludó a la recepcionista con una extraña familiaridad.

Rosset era un restaurante de comida de autor instalado en una enorme casona antigua con pisos de parquet, espejos con marcos dorados, jardines en la pared, candelabros y sillones de satine.

La recepcionista los condujo por debajo de una cortina. Un pequeño pasillo adaptado como bar cubierto en su totalidad de madera y lámparas colgantes muy distinto a la primera sala conducía hacía unas escaleras al final del pasillo.

Al llegar al segundo piso recorrieron un camino rodeado por barandales de madera llenos de grecas, paredes con cuadros de Van Gogh y Dalí hasta finalmente entrar en lo que parecía una habitación llena de candelabros de cristal, mesas de madera con velas y flores acompañadas de sillas Tiffany. Las enormes ventanas cubrían toda la pared, una pequeña terraza se observaba desde su mesa. El ruido de las hojas de los arboles moviéndose distrajo a Irina por un momento hipnotizándola.

—Asumo que no conocías el lugar— dijo Brandon lanzándole una mirada provocativa.

—No, la verdad es que no salgo con tanta frecuencia. Es lindo.

—Espera a ver el menú. Hacen un pan extraordinario. Cada que vengas es obligatorio que pidas pan.

—No como demasiado. A veces no tengo tiempo de hacerlo o lo paso por alto.

—Con razón.

—¿Con razón qué?

—Pues mantienes esa figura. A mi hermano le gustan de tu tipo. Delgadas pero con buenas curvas, nariz pequeña, labios carnosos, ojos...

—¡Si vas a tener esa actitud irrespetuosa conmigo será mejor que me vaya! —interrumpió molesta.

—¡Tranquila! No te estoy diciendo nada que no sepas. Eres muy bella y seguramente lidias con eso diariamente. No soy el único que lo nota.

—Lo siento, no debí aceptar tu invitación —Irina se paró de la mesa tomó sus cosas y antes de poder dar un paso sintió la mano de él deteniéndola.

—Disculpa si te incomodé. No era mi intención —dijo con un tono suave—. ¿Aceptarías comer conmigo por favor?

Sus ojos verdes parecían sinceros. Ella lo miró y se sentó.

—No entiendo tus poses Brandon, ¿por qué finges ser alguien que no eres cuando podrías ser tan dulce?

—No tengo muy buena relación con mi padre y con mi hermano. Son muy diferentes a mí, siempre me ando metiendo en problemas. A mi padre solo le interesa que no salgan en el periódico, rara vez se enfoca en las cosas buenas que hago.

—¿Por qué dices que no les interesas?

—¿Acaso viste a mi padre en la audiencia o cuando me apresaron?

—Tu hermano estaba ahí. Quería ver que estuvieras bien, incluso hoy se presentó en el juzgado cuando pensó que yo no acudiría.

—Scott es otro tema. Él estaba ahí por ti, le gustas mucho y no lo culpo.

—Me parece que tienes una idea errónea. No está interesado en mí como algo serio, a veces me da la impresión de que le gusta ver mi reacción ante su arrogancia. Creyó que era una cazafortunas por eso me oculto que era dueño del bufete donde trabajaba.

—Scott hace lo que mi padre ordena, siempre le da por su lado, lo complace hasta en lo más mínimo. Si no te dijo nada es porque él no era el dueño del bufete, mi padre tomó la decisión de último momento cuando lo invitaron a contender para la gubernatura.

—De cualquier forma me engaño deliberadamente.

—Ah ya veo. Estas molesta con él porque a final de cuentas estas interesada en algo más que una amistad.

—¡Claro que no! Ya te dije que no me interesa, es  mejor poner distancia a esta desgastada relación.

—Mírame a los ojos y dime que no te interesa Scott —Irina intentó mirarlo pero no pudo hacerlo—. ¡Lo sabía! no se le escapa una viva.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que a final de cuentas logró su cometido, enamorarte.

—Será mejor que me vaya, esta conversación está perdiendo el sentido por completo además tengo que recoger mis cosas en el bufete.

—Irina por favor no han traído ni la carta además, en algún momento tienes que comer, que mejor que sea acompañada.

—Ya te dije tengo cosas que hacer y tú te estas poniendo irreverente.

—Prometo comportarme pero por favor, quédate conmigo.

El mesero llegó colocó las cartas sobre la mesa y se retiró después de servir agua en unas copas.

—Conseguí trabajo.

—¿En verdad? ¡Felicidades! Me alegra que hagas algo de provecho con tu tiempo —dijo con sincera alegría— ¿En dónde?

—Aquí, tocaré los jueves por la noche. Estás cordialmente invitada.

—Lo tomaré en cuenta –dijo Irina sonriendo.

—Estuve estudiando música en el conservatorio hasta que mi padre considero que no era provechoso y me corto los fondos.

—¿Por qué no buscaste trabajo para sustentar tus gastos?

—Vivía en un mundo lleno de frivolidad. Me pareció mejor meterme en problemas a modo de hacerle ver mi rebeldía que hacer algo provechoso.

—¿Te sirvió de algo?

—Sí, sirvió para que mi padre se obstinara más en cambiarme.

—Bueno, pues aún puedes estudiar y terminar la carrera.

—Lo tomaré en cuenta.

El mesero llegó preguntando por su orden. Ambos se decidieron por pan de ajo y pasta carbonara. Irina miró de reojo a Brandon mientras ordenaba, no era el patán con el que había lidiado el día que lo conoció.  

Durante la comida ella habló poco, prefirió escucharlo quejarse de su padre y de su hermano. Eran muy parecidos después de todo, aunque Brandon parecía menos interesado en quedar bien con ella y más en tener una amiga con la cual hablar de sus problemas.

—Será mejor que me vaya, gracias por la comida y la plática.

—Te llevaré.

—¡No! Prefiero caminar, el edificio no está muy lejos de aquí.

—Como gustes.

Irina lo miró,  le sonrió y con un movimiento de la mano le dijo adiós.