A la mañana siguiente, Irina se despertó temprano para terminar de acomodar, se bañó y se puso unos leggins negros, un halter y una mini sudadera rosa dejando ver su torneada silueta. Enroscó su larga cabellera en un chongo y se apresuró a acomodar los muebles y guardar las cajas en el closet de la entrada.
Cerca de las 10.30 el timbre sonó, Irina corrió a abrir la puerta y quedó perpleja ante la presencia de Scott.
—¿Qué haces aquí?
—Ayer cuando me fui vi que aún te quedaban cosas por ordenar, así que decidí venir a ayudarte.
—Gracias pero no era necesario. Anoche terminé de arreglar esto, de verdad no era necesario —dijo extrañada.
—Sí, eso ya lo dijiste.
Scott la observó fijamente recorriendo cada centímetro de su perfecta figura con la mirada. Irina estaba tan distraída que no se percató de ello hasta que finalmente volteó a verlo, sonrojada recordó la forma en que estaba vestida, nerviosa se jaló la sudadera y comenzó a pasarse un mechón de cabello atrás de la oreja.
—Me gusta cómo te ves con el cabello recogido –Scott se acercó lentamente a ella hasta quedar de frente—. Puedo apreciar mejor la belleza de tu rostro.
Irina dio un paso atrás y se dirigió a la cocina a beber un poco de agua. Él se sentó en un sofá de espalda a la puerta. La joven aprovechó para pedirle que esperara un momento y se dirigió a la habitación a cambiarse de ropa.
Buscó en su armario y sacó unos jeans acampanados, unas plataformas moradas y se puso una blusa de seda uva sobre el halter. Nunca se había cambiado tan rápido, no quería hacerlo esperar demasiado, sin embargo, cuando salió de la habitación él se había marchado.
Desconcertada se acercó al ventanal buscándolo en la calle. El timbre sonó, pensó que había regresado y corrió apresurada a abrir la puerta.
—¿A dónde fuiste?
Irina se dio cuenta de que era Jamie la que estaba parada frente a la puerta, deslumbrante con su larga cabellera rubia sobre sus delicados hombros, luciendo un pronunciado escote y unos pantalones ajustados.
—¡Irina Brooks! ¿Con quién estabas? —preguntó en tono de burla.
—¡Jamie! —la abrazó efusivamente–. ¡Qué alegría verte!
—Lo mismo digo muñeca.
—Pasa, ¿quieres algo de tomar? Tengo jugo, agua y café —Irina miró el refrigerador completamente vacío, había olvidado ir al supermercado.
—No, preferiría salir a alguna parte si no te importa. Mientras venía para acá pude ver que hay muchos restaurantes, bares y hoteles por aquí.
—Sí y mira —tomó a Jamie de la mano y la dirigió a hacia el ventanal–. Cruzando el parque y a la izquierda es donde están los antros más populares de la ciudad.
—Tendremos que salir entonces.
—Claro pero no ahora. Aún faltan cosas por acomodar.
—Y dime, ¿cómo se llama Irina?
—¿Quién?
—El hombre que estaba contigo antes de que yo llegara.
—¿Qué te hace pensar que era un hombre?
—Bueno, solo he visto esa mirada en tus ojos una vez... hace mucho tiempo.
Irina se sonrojó y se dirigió a la cocina.
—Es un amigo, vino a ayudarme a arreglar el departamento.
—¿También es abogado?
—Sí, de hecho es hermano de un cliente.
—¡Vaya! Suena muy… interesante. Y, ¿cómo es?
—Es… —Irina se sonrojó al recordarlo y esbozó una breve sonrisa—. Tiene unos ojos hermosos, es alto, debe practicar algún deporte porque tiene un cuerpo increíble.
—¿Debe, es que no lo sabes? —dijo con una sutil risita.
—No habla mucho de él, cuando salimos por lo general hablamos de mí y de otras cosas.
—Así que aún no son novios…
—¡No! Y sabes perfectamente que eso está fuera de mis planes.
—Deberías olvidar a Joshep, ya han pasado muchos años. Si no lo haces vas a terminar vieja y sola.
—¿Y acaso eso es un pecado? Que yo sepa es una elección. Ven, será mejor que te lleve a tu habitación.
Irina condujo a Jamie por un pasillo blanco con pisos de parquet, al fondo había una delicada puerta labrada de cedro que hasta ese momento permanecía cerrada. La abrió dándole la llave y la dejó instalándose en el lugar. Regresó a la sala y antes de irse a su habitación, el timbre de la puerta principal volvió a sonar. Abrió la puerta.
—¡Scott! Creí que te habías ido…
—Cuando te fuiste a cambiar vi que no tenías en el refrigerador así que me tome la libertad de salir por algo para desayunar —Scott se dirigió a la barra y sacó unos moldes con fruta, jugo, huevos fritos, benedictinos, revueltos, con tocino y hot cakes–. No sabía que querías así que traje todo.
—Gracias pero no debiste hacerlo. Además no es correcto que hurgues entre las cosas de las personas.
—No tienes nada que agradecer. ¿Te refieres al refrigerador? —Irina asintió afirmativamente y lo miró fijamente—. Lo siento, pero me dejaste sólo, ¿qué más podía hacer? Tardaste demasiado.
—Eso no es cierto, jamás me había cambiado tan rápido.
La voz de Jamie proveniente del fondo del pasillo pidiéndole ayuda llamó la atención de Scott.
—¿Tu amiga llegó?
—Sí, me gustaría presentártela.
—¡Jamie! ¿Quieres venir un momento?
—¡En seguida! —gritó.
Scott se aproximó al ventanal a observar la asombrosa vista que el departamento tenía. Jamie se acercó a Irina confundida ante la presencia de ese hombre extraño.
—Scott, ella es mi mejor amiga, Jamie Soto.
Él volteó lentamente hasta quedar frente a Jamie, apenas podía creer las coincidencias del destino. Jamie, la misma chica que conoció en la universidad pero con un atuendo más atrevido. Ella lo miró perpleja, por un momento palideció, no podía decirle a su amiga que Scott era el mismo hombre con el que salió hace algunos años, especialmente porque a Irina parecía no serle tan indiferente.
—Mucho gusto Jamie. Scott Parker —el extendió la mano y apenas si esbozo una sonrisa con los labios cerrados.
—¿Scott? —dijo en tono de sorpresa y con la voz entrecortada. Ella lo había conocido como Nicholas.
—Supongo que tendrán muchas cosas de que hablar, será mejor que me vaya –dirigió su mirada a Irina y dándole un fugaz beso en la mejilla se despidió.
—Será mejor que los deje solos, le había comentado a Irina que quería salir así que aprovecho este momento para irme. Te veré más tarde muñeca —Jamie abrió la puerta y salió del departamento.
—¿Esta molesta por algo?
—No le hagas caso. Supongo que su nuevo trabajo la estresa más que el anterior.
—¿A qué se dedica?
—Pues empezó con diseño de modas en la universidad, se fue a San Francisco a estudiar pero a la mitad del semestre se aburrió y ha estado trabajando en algunas agencias de modelaje. Sé que consiguió trabajo en una agencia de publicidad.
—¿Y estará mucho tiempo contigo?
—Un par de semanas, creí habértelo dicho antes.
—¡Cierto! Lo olvidé, ¿es muy impulsiva tu amiga?
—Algo, ¿por qué tantas preguntas? —Irina sonrió antes de decidirse a preguntar—. ¿Te interesa?
—¡No! Es sólo que se me hace increíble que siendo tan diferentes sean amigas.
—¿Diferentes? ¡Ah claro! Lo dices por la vestimenta. Su madre y mi madre también fueron amigas así que seguimos la tradición.
—Bien, cambiando de tema, ¿quieres desayunar algo de lo que traje o salimos?
—No suelo desayunar tanto, con una taza de café y un bísquet integral es suficiente.
—No traje bísquets, iré por uno.
—¡Scott no! Descuida no es importante. Comeremos algo de lo que trajiste.
Él la sujeto delicadamente de la barbilla y levantó su rostro observando cada centímetro de su rostro y después fijando su mirada en sus hermosos y suaves labios rosas.
—Sin maquillaje eres aún más hermosa.
Su corazón se aceleró ante la cercanía de él. La suavidad de sus manos acariciando su rostro y sus hermosos ojos zafiro la descontrolaban.
Lentamente se fue acercando a ella, su respiración se agitó. Scott le dio un tierno beso en la nariz y se alejó de ella de inmediato.
—¿Cómo te gusta el café?
Irina lanzó una breve risita de descontrol.
—Nadie me había preguntado algo así.
—Son el tipo de respuestas que todo hombre debe saber si no quiere meterse en problemas en un futuro.
—Me gusta con una cucharada de miel.
—¡Miel! Vaya eso es... diferente —Scott sonrió.
Irina se sorprendió ante la desconcertante reacción de Scott. No parecía el tipo de hombre que se intimidara con la cercanía de una mujer, no tenía problemas para externar sus sentimientos sin embargo algo pasó que hizo que se contuviera para besarla.
Para ella era extraño tener a un hombre en su departamento para el desayuno. Lo observó mientras hablaba de su estancia en París, la forma en que movía sus masculinas manos y mientras él se distraía, observaba fijamente sus labios preguntándose si serían tan suaves como sus manos.
—Mis abuelos tenían un château en Brantôme, cuando ellos murieron mi madre decidió convertirlo en un hotel. Solíamos ir en agosto de cada año hasta que mi madre murió. Me gustaba ver los viñedos justo antes de la vendimia, la espesa bruma que recorría cada parcela y los campos verdes contrastando con el púrpura de las bayas. ¿Has visitado Brantôme?
—No, jamás he estado ahí.
—Podemos ir el año entrante. Se volvió parte del atractivo turístico del hotel llevar a cabo la vendimia. Es todo un espectáculo. Es sensacional, aunque francamente creo que la belleza de Périgord se queda corta ante ti.
Ella se sonrojó, no supo que contestarle, por suerte, Scott recibió una llamada de su padre. Se marchó al finalizar el desayuno no sin antes darle un beso en la comisura de los labios. Bajó las escaleras apresurado, no esperó al elevador, tenía que salir de ahí. Estaba tenso, se sentía nervioso y ridículo ante las sensaciones que la cercanía de sus labios le provocó. Atravesó la recepción y antes de abrir la puerta Jamie lo interceptó.
—Así que ahora te dedicas a cortejar a mi amiga, será mejor que nos dejemos de engaños ¿quién eres? Te conocí en San Miguel como Nicholas hace unos años y ahora vienes y te presentas como ¿Scott? —el tono de la joven tenía contrastes de sarcasmo con tintes de despecho.
Turbado, Scott lanzó una mirada hostil a la exuberante joven.
—Creí que lanzarías una escena frente a Irina.
—No lo haré, despreocúpate —lo recorrió de pies a cabeza con desprecio—. Pero no te emociones que no lo hago por ti, lo hago por mi amiga, porque la quiero y no voy a permitir que le hagas daño.
—No lo haré.
—Pues se me hace difícil de creer, en especial porque no me has dicho quién eres en realidad.
—Creo que no te debo alguna explicación pero para que estés tranquila y dejes de pensar que estoy jugando con tu amiga te la daré. Nicholas es mi segundo nombre. Mis amigos me conocen como Scott, ahora si me disculpas —dio un paso y siguió su rumbo.
—¿Te vas? —dijo sarcástica siguiéndole el paso— ¿Acaso huyes de mí?
—Dime qué quieres Jamie, que no te creo eso de que estas preocupada por los intereses de Irina.
—¿Ah sí? ¿Por qué lo piensas?
Él se detuvo de golpe y sin mirar a la joven contestó.
—Si de verdad estuvieras interesada en su bienestar no estarías haciéndome escenitas en medio de la calle por cosas que pasaron hace muchos años.
—Siempre tan arrogante —dijo en tono de burla.
Scott la miró con frialdad. Se pasó los dedos por su cabellera y continuó su paso. Una vez frente a su auto le abrió la puerta a Jamie, ella lo miró seria y sin titubeos subió.
—¿Qué quieres de mí Jamie?
—Quiero que te alejes de mi amiga, no sacaras ningún provecho de ella. Es evidente que te gusta y no solo por su mente —dijo sarcástica—. Irina es una mujer muy bella, lo reconozco y sé que un hombre como tú no busca un noviazgo a la antigua. Ella no se va a acostar contigo nada más porque sí.
—Creo que en algo coincidimos. Acostarme con ella no es lo único que busco.
—Entonces aceptas que quieres hacerlo.
—Te mentiría si te dijera que no. Sin embargo quédate tranquila que no soy un violador ni un acosador sexual. Quiero algo serio con ella.
—¡Ella es una niña! Dudo mucho que tenga los mismos intereses que a un hombre de tu edad le gustarían.
—¿Y cuáles según tú son mis intereses?
—Pues... —Jamie titubeo, se puso nerviosa—. Pues bueno, no lo sé pero imagino que.
—Ni siquiera tienes idea de lo que quiero Jamie —dijo con cabalidad.
—Le llevas 8 años, quizá ahora no se te haga mucho pero en unos años cuando ella quiera divertirse y tú seas un viejo ¿qué?
—¿Es eso lo que te preocupa? Quizá sería mejor preguntárselo directamente a ella, a mi parecer no le importa mucho nuestra diferencia, hemos pasado ratos muy agradables juntos y la edad no ha representado impedimento alguno para mantener una amistad.
—Eso es muy diferente a una relación sentimental.
—El hecho de que lo nuestro no haya funcionado no quiere decir que las cosas entre ella y yo tampoco funcionen.
—¿Tienes idea de lo que pasaría si ella se entera de lo nuestro?
—Tengo una ligera idea de lo que pensaría. Ve, díselo Jamie por mí no hay ningún problema pero tendrías que aclararle la razón por la cual cuando nos presentó fingiste no conocerme.
Ella lo miró sorprendida, chantajearlo no iba a hacer que él se alejara de su amiga.
—No quiero que lastimes a mi amiga, ella es una mujer demasiado frágil y susceptible a cualquier cosa.
—No me parece que lo sea. Quizá lo fue hace muchos años pero la mujer que conozco es completamente diferente a la que mencionas. La mujer que conozco es inteligente además de hermosa y tiene un carácter fuerte.
—¡Solo déjala en paz quieres!
—¿Eso es todo? ¿Se acabaron tus argumentos? Porque no has sido convincente Jamie y tengo cosas que hacer.
—¿Qué va a pasar cuando te aburras de ella? ¿Terminarás botándola? Como haces con todas supongo.
—Yo no me aburro de las personas, simplemente establezco una barrera entre las personas que me interesan y las que no me benefician en absoluto —dijo refiriéndose a ella.
—Claro, entiendo. Nuestra relación no te beneficiaba en lo absoluto.
—¿Llamas relación a un par de salidas y a un acostón?
—¡Qué más da lo que haya sido! Sucedió y eso es lo que importa, no podemos ignorarlo.
—Si no mal recuerdo, fuiste tú quien decidió que lo nuestro —hizo una seña con los dedos— no trascendiera.
Jamie lo miró con odio, Scott tenía razón ella accedió a la aventura de acostarse con él en la segunda cita, jamás hablaron de tener un compromiso más allá de la calentura del momento y mucho menos de volverse a ver.
—Solo te diré una última cosa Scott o Nicholas ¡como sea! Tendrás que luchar contra una sombra. Ella jamás va a aceptar estar a tu lado porque esta perdidamente enamorada de alguien más.
—¿Ah sí, de quién? ¿De su novio muerto? —dijo incrédulo.
—Veo que te habló de él.
—No fue tan importante como crees, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.
Jamie lo observó sonrojada. Abrió la puerta ante la indiferencia de Scott y bajó del auto. Antes de que se diera cuenta él y su escolta se marcharon.
El lunes cerca de las 7 de la mañana, Irina salió de su departamento. Aún estaba oscuro y hacía mucho frío, caminó hasta la cafetería que estaba cerca del metro y se dirigió a la caja a hacer su pedido.
—¡Irina! ¡Pero que pequeño es el mundo tía! Mira que encontrarte aquí ¡vaya suerte que he tenido! –Enrique la abrazó efusivamente.
—¡Enrique que sorpresa! ¿Cuándo regresaste?
—¿Regresar tía? Si nunca me he ido. De hecho he andado de aquí para allá. Estoy trabajando en una consultoría y a veces me envían fuera de la capital, al extranjero o a Europa mira que a mis padres les da mucho gusto verme con más frecuencia.
—Me da gusto por ti. No te veía desde... —bajó la mirada y guardó silencio, recordó que la última vez que habló con él fue en la ceremonia que llevaron a cabo en la universidad en honor a los alumnos muertos por el atentado.
—También me da gusto verte —interrumpió apresurado.
–Gracias —concluyó.
—Le dará gusto saber que te encontré mira que ese tío te ha buscado hasta debajo de las piedras –dijo emocionado.
—¿De quién hablas?
—¡Que me he confundido guapa! Pensé en voz alta. ¡Anda ya! Dime qué te has hecho que estás más bella de lo que recordaba.
Irina esbozo una disimulada sonrisa. Lo miró y suspiró antes de contestar.
—Nada, soy la misma de siempre. Quizá es el maquillaje y esta ropa formal.
—¿Trabajas por aquí?
— Sí, bueno no, más bien vivo por aquí. Trabajo en el sur, en un bufete de abogados.
—Así que eres abogada.
—¿Te parece extraño? —sonrió.
Enrique la miró de pies a cabeza.
—Es un trabajo muy serio para ti, siento que te opaca. La joven que conocí era menos sofisticada y más auténtica.
—Ideas tuyas Enrique. Me gusta lo que hago, toma –Irina sacó una tarjeta de su cartera y se la dio— cuando me necesites ahí está mi celular y mi número de contacto, nunca se sabe cuándo puedes necesitar un abogado.
— "P & H Asociados" vaya –dijo sorprendido— he escuchado que es uno de los mejores despachos jurídicos.
—Lo es.
—Oye por cierto, ¿quieres desayunar conmigo? Creo que hemos estado parados una eternidad hablando.
—No puedo, tengo que llegar a las nueve a revisar unos pendientes, además quedé de ver a un cliente a las diez y tengo una junta a las doce.
—Vaya que estas ocupada. Claro que no acepto un no por respuesta. Te llevaré a tu trabajo y en el camino platicamos.
—De acuerdo –dijo sonriendo.
Ambos caminaron hasta el estacionamiento de la cafetería. Él abrió la puerta de su convertible y agradeciendo la cortesía, ella lo felicitó por su adquisición. Arrancó tan rápido que Irina tuvo que sostenerse por instinto del asiento.
—¿Cómo has estado?
—Sobreviviendo, hasta ahora –dijo sarcástica al ver la manera tan riesgosa con la que manejaba.
—Vale tía, si manejara tan mal no me habrían dado licencia, mira que se ponen duros con los requisitos.
—Si te soy honesta prefiero manejar en carretera que en la ciudad, es menos peligroso.
—¿Vas seguido a San Miguel?
—No, cada fin de año en realidad. Aún me cuesta trabajo ir a una ciudad en donde cada esquina me trae un recuerdo.
—¡Ese tío! —dijo murmurando—. ¿Y tienes novio, esposo?
—¿A qué viene eso?
—De acuerdo, empezaré yo, soltero sin compromiso tal vez una aventura en puerta con una colega. Nada serio por cierto es más bien algo cursi.
—¿Cursi? ¿A qué te refieres?
—Trabajamos en un proyecto en el que pasamos demasiado tiempo viendo estrellas.
—Creí que habías estudiado sistemas.
—Lo hice. ¿Has escuchado de la inteligencia artificial?
—Creo que no.
—Un conjunto de redes neuronales controlan el movimiento de las constelaciones, el brillo de las estrellas. Todo parece tan real, como si estuvieras en el espacio viendo el maravilloso espectáculo. ¡Hey! Te puedo conseguir entradas gratis para ti y para tu novio. Me parece que la exhibición se inaugurará en Diciembre.
—No tengo novio.
—Es una lástima. Alguien como tú, sola. Por cierto, últimamente no me he sacado de la cabeza a Jamie.
—Bueno pues ella sigue soltera por si te interesa contactarla.
—Vieras que no lo sé, no estoy tan seguro que ella quiera verme.
—Ella ha cambiado un poco. Está trabajando en el mundo de la moda, pasarelas y frivolidad. Creo que se han reforzado sus monstruos.
—Supongo que en parte influí en eso... me comporté como un idiota y bueno en eso te puedo asegurar que me arrepiento.
—El pasado no se puede cambiar Enrique. De nada sirve lamentarnos.
—Tienes razón guapa pero volviendo al tema del pasado, hay algo que me gustaría decirte respecto a...
—¿A lo que pasó con Joshep? Descuida, eso es algo que me costó mucho trabajo asimilar pero lucho día a día por olvidar.
—No era mi intención traerte malos recuerdos. Será mejor que cambiemos de tema dime, ¿qué harás el fin de semana, podríamos vernos?
—Imposible, ya tengo agenda llena, pero el viernes estaré celebrando mi cumpleaños, estás invitado a la fiesta. Será en el Moon Light.
—¡Vaya! No podría faltar. Es un lugar muy concurrido, es difícil encontrar reservación, debiste esperar mucho.
—En realidad no fue muy difícil. Supongo que tuve suerte —dijo con la mirada perdida, triste.
Enrique miró a la joven deseando poder contarle la verdad de lo que había sucedido sin embargo Joshep había decido que las cosas se hicieran de otro modo.
La tomó de la mano y le sonrió.
—Siempre quise decirte que las cosas pasas por una razón, que quizá ahora no la entendemos pero con el paso del tiempo poco a poco las cosas se acomodan.
—¿Por qué me dices eso?
—Tengo una conversación pendiente contigo, hay tantas cosas que quisiera decirte de la última vez que nos vimos en la ceremonia y…
Irina contuvo un sollozo, miró a Enrique con los ojos brillantes.
—Ya no importa, por favor olvídalo.
—Lo sé tía, es solo que tengo ese remordimiento por no haberte dicho cosas que debí...
—¡Descuida! Lo que pasó ya no se puede cambiar.