Capítulo 20


Scott estaba totalmente molesto. Habían pasado horas desde que supo de Irina por última vez. No solía beber pero estaba muy tenso. Se tomó media botella mientras esperaba que Rick regresara con noticias.

Ana entró a despedirse de él.

—Deberías irte a casa. Ya es muy tarde quizá te haya ido a buscar.

—¡No seas ridícula! ¡Debe estar con él! ¡Pero qué estúpido soy!

—No generes ideas en tu cabeza, solo te estas atormentando.

—¿Qué diablos quieres que piense cuando desaparece en medio de la madrugada? ¡No contesta su teléfono, nadie sabe en dónde está!

—¡Debes calmarte! ¡Deja de beber! Si tu padre te ve se armará un lío.

—¿Y serás tú quien le diga?

—Si es necesario.

—Pensé que lo suyo había terminado. ¿Te sigues acostando con él? ¡Claro! Eso explica el departamento que tienes y los privilegios.

—¡Scott! —gritó sonrojada.

—¿Creíste que no lo sabía? —preguntó burlón.

—Era muy joven cuando eso pasó. Fue un error y lo reconozco. Traté de enmendarlo.

—¡Quedándote en la firma! Adquiriendo más beneficios. Eres muy lista.

—Será mejor que me vaya, estás borracho. Cuando se te baje la borrachera hablaremos.

—¡No Ana! No estoy borracho, estoy más que lucido. ¡De hecho creo que más cabal que nunca! Irina esta con ese tipo, Duncan, y no voy a ser un mártir. Disfruté acostarme con ella.

—Sabes bien que va más allá de solo sexo.

—¡Eso no te incumbe!

El teléfono sonó, Rick tenía noticias de Irina. Ana sólo escuchó a Scott diciendo que iría de inmediato.

—¿Era Rick? ¿La encontraron?

Él tomó sus cosas, se pasó las manos por el cabello acomodándolo y apretó su corbata.

—¡Adiós Ana!

—¡Scott! —lo jaló del saco—. ¡Tranquilízate! No cometas una locura —suplicó.

—Sabes, creo que ahora entiendo tu presencia en la firma. Estas aquí porque de esa forma mi padre me mantiene vigilado. ¡Dile que él no tiene injerencia en mi vida! A pesar de sus oposiciones, de sus consejos u opiniones yo la amo. Ahora si me disculpas voy por ella, porque me pertenece, es mía.

Él salió apresurado de la oficina dejando a la joven perpleja con su comportamiento.



Cuando Scott llegó al Fifthy Five, estaba sumamente molesto. Saludó a Rick en la entrada y ambos entraron por la puerta trasera. 

Antón, el dueño del antro, de inmediato se acercó a él. Hablaron un par de minutos y después él los condujo al cuarto VIP. Jamie bailaba cadenciosa sujeta al cuerpo de Enrique.

—¿En dónde está? —Scott jaló del brazo a Jamie apartándola de Enrique—. ¿La estas ocultando?

Ella lo miró sorprendida, palideció. Enrique se puso a la defensiva y se colocó frente a Jamie. Sacó el pecho retando a Scott.

—¡Qué te pasa tío! ¿Con qué derecho interfieres en una fiesta privada?

—¡Te hice una pregunta! —ignoró a Enrique dirigiéndose a la chica.

—¡Oye! No te permito que le hables así a mi novia.

—¡Tú no me tienes que permitir nada!

Enrique lanzó un puñetazo, descontrolando a Scott quien de inmediato reaccionó regresándole el golpe. 

Antón llamó a seguridad y de inmediato los separaron. Jamie intentó calmar a Enrique mientras respondía las preguntas de Scott.

—¡No tengo idea! No la he visto en todo el día. Anoche no regresó.

Irina y Joshep entraron tomados de la mano al lugar.  A pesar del alboroto que se había armado llegaron hasta  la entrada del cuarto VIP.  Al escuchar los gritos él la jaló y la sacó del lugar al ver a Scott.  Rick los vio escabullirse. Salió por la misma puerta que ellos.

—¡Irina Brooks! —gritó haciendo que ambos se detuvieran. 

La voz le pareció extrañamente familiar. Volteó agitada y lo miró fijamente.

—¿Quién eres? —preguntó asustada. Joshep la colocó atrás de él.

—¡No voy a permitir que huyas nuevamente con él!

—No tengo idea de quién eres o de dónde nos conoces.

—¡Será mejor que te detengas ahora!

—¡Vámonos Josh! —susurró.

—De acuerdo, si es por las malas tendré que detenerte.

Rick sacó su arma.

—¡Tranquilo Amigo! —dijo Joshep—. No es necesario que saques tu arma. ¿Quieres dinero? ¡Aquí esta! —se quitó su reloj y lo colocó en el suelo. Rick se rió descaradamente.

—¿Crees que lo necesito? —preguntó burlón.

—¿Entonces qué quieres? —preguntó agitado.

—¡La quiero a ella!

—¿Qué? ¡Ella no es una mercancía! Tendrás que pasar por encima de mí.

—¡Josh no! —gritó—. No creo que este jugando, se ve peligroso.

—No voy a matarte en público niñito. Estoy rodeado de testigos, a la menor provocación alguien aparecerá. ¡No soy estúpido Duncan! Sólo tienen que cooperar. Ven conmigo Irina y olvidaré el asunto.

—¡No iré! ¡No te conozco, no sé qué quieres! 

—Corre... —susurró sujetándola de la cintura.

—¿Qué?

—¡Corre!

La puerta de atrás se abrió distrayendo a Rick. Oportunamente varias personas salieron del lugar haciendo que ambos aprovecharan para huir. Él guardó su arma y los persiguió. 

Ambos cruzaron las calles y lo perdieron al doblar la esquina. Estaban muy asustados. Irina se retrancó en la pared intentando recuperar el aliento. Joshep sujetó a la joven de los brazos para evitar se desvaneciera.

—¿Estas bien? —preguntó agitado, tomó delicadamente del rostro a la chica que estaba más que pálida y en medio de una crisis nerviosa. 

—Tengo miedo Josh. ¿Por qué nos conocía? ¡Y si le hace algo a Jamie! ¡No me lo perdonaría!

—¡Tranquilízate! Ella estará bien. Enrique esta con ella, además él mismo nos dijo que no haría nada frente a testigos.

—Estoy muy confundida. ¡Tengo miedo Josh! –dijo soltándose a llorar—. ¿Qué quiere de mí!? ¡No lo conozco!

—Todo estará bien bonita. Tranquilízate —respondió conteniéndola entre sus brazos—. Ven, te llevaré al lugar que te prometí y de ahí le hablaremos a Enrique.

—¿Y si nos encuentra?

—Lo perdimos. Estaremos a salvo ahí.



El reloj de la estación en la que bajaron marcaba las 10.30 de la noche. Irina cruzó los brazos y frotó sus manos sobre de ellos al sentir el gélido aire de la calle. Joshep la tomó de la mano, colocó su chamarra por encima de sus hombros y apresuró el paso. Llegaron a la entrada del planetario.

—¿Qué hacemos aquí, está cerrado?

—Ya verás.

El guardia se acercó a la puerta y con un movimiento de luces de su linterna los condujo a la parte trasera del lugar.

—¡Amigo! ¡Qué gusto verte! —dijo el hombre de uniforme.

—Lo mismo digo. ¿Cómo están tus papás?

—Envejeciendo pero felices de vivir en la ciudad. Tienen cerca todo tipo de doctores —dijo en tono de broma—. Será mejor que se apresuren —ambos entraron, él los condujo por el pasillo hasta la sala 5—. La exhibición aún no se estrena, a las tres vendrán a hacer los últimos ajustes así que tienen hasta las dos.

—¡Gracias! Te debo una.

—Lo que sea por los amigos. ¡Salúdame a Enrique!

—Lo haré, gracias.

El guardia sonrió y se despidió dejándolos solos. Joshep se dirigió a la cabina de control y encendió las luces del domo que cubrían la sala. El impresionante diseño de un cúmulo de estrellas embelesó a Irina.

—¿Recuerdas esa noche en el túnel?

—¿El túnel?

—La noche en que te conocí cruzamos un pasaje de estrellas. Quisiera recuperar el tiempo perdido. Durante mi recuperación en España no hubo una sola noche que no pensara en ti. Había preparado esto de una manera diferente, no te presionaré sin embargo quiero que tengas en mente que te sigo amando.

—Lo tendré en mente —dijo sonriendo.

—Se bien que aún sientes algo por mí, puedes negarlo pero tu mirada no me engaña —ella sonrió tímidamente.

—Gracias por todo esto. Por estar conmigo pero creo que te traigo mala suerte. Lo que paso esta noche me hizo recordar la vez que nos atacaron en la calle.

—Oye, no te traje aquí para que recuerdes eso.

—Tienes razón pero no puedo sacármelo de la cabeza. La voz de ese tipo fue tan familiar, ¿no lo crees?

—Ahora que lo menciona sí. Ya habrá tiempo de pensar en eso, todo pasará, no le des más importancia. Si te deja más tranquila llamaré a Enrique.

—¡Joshep! Ese tipo sacó un arma, conocía nuestros nombres ¿Cómo quieres que no le de importancia? —dijo enojada—. Deberíamos ir a la delegación a levantar un acta.

—Llamaré a Enrique.

Joshep sabía que todo lo sucedido había sido responsabilidad de Scott pero prefirió no inquietar más a Irina. Ocultó la conversación que tuvo con su amigo por miedo a que ella se alterara más.

Cuando colgó el teléfono se acercó a ella y evitó contacto visual.

—Sé que estas asustada. Quizá no sea conveniente regresar a tu departamento ahora.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—¿Quieres que vayamos a la casa de Bernal?

—¡No me evadas por favor! ¿Jamie está bien?

—Enrique y ella están bien.

—Necesito verla antes de que se vaya a Colombia.

—Creo que sería más prudente que nos ocultáramos un par de días. Dejemos que las cosas se enfríen y después levantamos la denuncia.

Irina meditó la propuesta de Joshep. Tenía razón. Esa misma noche ambos salieron de la ciudad rumbo a Bernal. Él manejó toda la noche. Cerca de las 2.30 llegaron a la casa.

Abrió la puerta y ella entró cautelosa. Recordó la primera vez que estuvo ahí.

—Puedes dormir en la habitación que prefieras. Yo me quedaré aquí.

Ella sonrió discretamente y subió las escaleras.

Joshep se sentó en un sillón cerca de la entrada. El sujeto del bar también se le hizo conocido pero no quiso poner nerviosa a la joven. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño pero estaba muy inquieto, finalmente se quedó dormido.

Irina bajó las escaleras sigilosa. Vio a Joshep en el sillón y lo cubrió con una frazada. Él despertó agitado, la miró y sujetó su mano jalándola hasta sentarla sobre sus piernas. Ella se acurrucó en su pecho y ambos se quedaron dormidos.